Una pintora del
Renacimiento
Sofonisba Anguissola, fue la primera mujer pintora
de éxito en el Renacimiento. Había nacido en Cremona
en el siglo XVI (1535) y fallecería en Palermo,
en 1625. Sofonisba
comenzaría a pintar en Italia, donde siendo hija de una familia de nobleza
baja, a pesar de ser seis mujeres y un varón, ella tuvo los contactos y la
sensibilidad suficiente para poder acceder a la educación artística. No
obstante, Anguissola nunca tuvo acceso a estudios de anatomía ni tampoco pudo
recibir dinero por pintar, pues la pintura como trabajo no se consideraba
propio de una mujer y cobrar la deshonraría.
A la edad de 27 años, la pintora
se estableció en la corte del rey Felipe II en España,
y se transformaría en una experta en la pintura del retrato y del autorretrato,
logrando establecer nuevas reglas en el ámbito del retrato femenino. A pesar de
todas estas dificultades, Sofonisba Anguissola tuvo un importante papel como
eslabón entre el retrato italiano y el español en el siglo XVI,
y ejerció una notable influencia en el desarrollo posterior de este género en
Italia. Su trayectoria resultó un precedente para varias mujeres artistas que habían
sido excluidas de la enseñanza académica, de gremios y talleres y del mecenazgo
papal, pero que sí encontraron respaldo en las cortes europeas entre los siglos
XVI y XVIII.
Sofonisba Anguissola fue una mujer cuyo rol en la
historia fue disminuido u ocultado, como el de otras mujeres que se han visto
obligadas a firmar con seudónimos masculinos o sencillamente serían otros
pintores contemporáneos quienes se llevarían el crédito por sus obras. Sus maestros Bernardino Campi y Bernardino Gatti “el sojaro”, le
enseñaron tempranamente el arte del retrato hasta que se mudó a Roma donde
conoció a Miguel Angel Buonarroti, quien se convirtió en su maestro de manera
informal. Un extracto de una carta de su padre al pintor dice así: «Os aseguro que entre los numerosos
favores que le debo a Dios, figura el de saber que un caballero tan eminente y
tan repleto de talento, más que ningún otro ser en el mundo, ha sido tan bueno
como para examinar, juzgar y alabar las pinturas realizadas por mi hija, Sofonisba».
Autoritratto
con Bernardino Campi,
1550
Cuando ya era conocida, Sofonisba se desplazó a Milán, hacia
1558, en donde pintó al duque de Alba. Unos meses más tarde, durante el verano
de 1559, el duque de Alba prepararía en París los esponsales entre Felipe II e Isabel de Valois, tercera esposa del rey. Entre otras cuestiones,
se ocupó de las damas que iban a llevar consigo la joven reina a España, y el
duque sabedor de la afición de la reina por el dibujo decidiría incluir a
Sofonisba entre dichas damas. Alba cursó una invitación a Amilcare Anguissola, quien en septiembre accedería a dejar partir a su
hija a España.
Su talento la hizo acreedora al
reconocimiento de Giorgio Vasari, considerado uno de los primeros críticos de
arte y apoyada por su origen noble, la ayudó a unirse a la corte del Rey Felipe
II y de su esposa Isabel de Valois, a quien Sofonisba instruyó en la pintura.
Ahí realizó diversos retratos de la familia real, ganando su favor un mecenazgo
casi vitalicio. Desde
febrero de 1560 hasta el verano de 1573, Anguissola viviría en la corte
española, primero como dama de Isabel de Valois y, tras la muerte de la reina, como tutora de las
infantas, especialmente de Isabel Clara Eugenia. Durante su estancia convivió con otros pintores de
la corte como Alonso Sánchez Coello y Antonio Moro, a quienes les serían atribuidas las pinturas de Anguissola. Hacia 1562 pintó los retratos El príncipe Carlos (Buckingham Palace, Londres, Reino Unido),
Juan de Austria (Pollock House,
Glasgow, Reino Unido) y Alejandro Farnesio (National Gallery, Dublin, Irlanda), y un nuevo retrato de Isabel de
Valois (Museo del Prado, Madrid), atribuido anteriormente a Sánchez Coello o a
Pantoja de la Cruz. Se le han atribuido recientemente un retrato de Felipe II (Museo del Prado, Madrid), realizado en
1565.
Felipe II, 1573. Atribuído a
Sánchez Coello
En 1570 aún Sofonisba continuaba
soltera y para buscarle un matrimonio adecuado, se hace responsable el rey.
Ella pidió un partido italiano, y se casará con don Fabrizio Moncada, hijo
del príncipe de Paterno, virrey de Sicilia, noble
siciliano de ascendencia aragonesa. Recibió una dote del rey de España, y se
trasladó a Sicilia en el
verano de 1573. En 1575 pintó de Ana de Austria (Museo del Prado, Madrid) y que presenta el mismo carácter grave y
austero. De la infanta Catalina Micaela hizo dos retratos, uno en 1585, que se
conserva en el Museo del Prado, en Madrid, y otro en 1590 o 1595, titulado La
dama del armiño (Pollock House,
Glasgow, Reino Unido), atribuido anteriormente a El Greco, que se
aparta de los convencionalismos del retrato cortesano. Residirá en Palermo hasta
1579, y tras la muerte temprana del marido el año anterior recibirá una vez el
apoyo de Felipe II.
En 1581 Sofonisba se casará en segundas nupcias con Orazio
Lomellini, hijo de una distinguida familia genovesa, comerciante marítimo y capitán
del barco que la trasladaba a Cremona. Orazio reconoció y apoyó su trabajo de
pintora y se establecieron en Génova, en una
gran casa en donde pudo tener su propio estudio y tiempo para pintar y dibujar.
La fortuna personal de Orazio, además de la generosa pensión que le otorgó
Felipe II, permitió a Sofonisba pintar y vivir libre y cómodamente. Bastante
famosa entonces, recibió la visita de muchos de sus colegas. Varios de éstos
eran más jóvenes que ella y aprendían e imitaban el estilo distintivo de
Anguissola.
Detalle de su Autorretrato
de 1556
Un total de 50 obras han sido atribuidas con
seguridad a Sofonisba. Sus cuadros pueden ser vistos en las más famosas
galerías europeas. Su obra ha tenido gran influencia en las generaciones de
artistas posteriores. Su retrato de la reina Isabel de Valois con una piel de
marta cibelina fue el retrato más copiado en España. Entre estos copistas se
incluyen muchos de los mejores artistas del momento, como Pedro Pablo Rubens. Desde 1581 hasta 1615 Sofonisba residirá en Génova, donde
mantuvo una posición de prestigio tanto por su cultura y su talento artístico
como por sus privilegiados contactos con la corte española. Sus últimos diez
años los pasará en Palermo, en sus
posesiones sicilianas. En 1623, la visitó el pintor flamenco Anton van Dyck, quien
en la época era uno de los retratistas más famosos y populares, y se dice que
estuvo fuertemente influenciado por las enseñanzas de Sofonisba Anguissola. Van
Dyck hizo alusiones a sus visitas a
Sofonisba en su hoy famoso cuaderno de bocetos del Museo Británico de Londres.
Él diría: “Aunque su vista está
debilitada, se mantiene aún muy alerta mentalmente”. En contra de lo que
algunos biógrafos reclaman, ella nunca se llegó a quedar ciega; quizá tuvo cataratas.
Sofonisba falleció en Palermo en 1625 y siete años
después, en lo que sería la celebración del centenario de su nacimiento, su
viudo colocó una inscripción en su tumba en la que se leía, en parte: «A Sofonisba, mi mujer [...] quien es recordada entre las mujeres
ilustres del mundo, destacando en retratar las imágenes del hombre [...] Orazio Lomellino, apenado por la pérdida de
su gran amor, en 1632, dedicó este pequeño tributo a tan gran mujer».
Mississauga, Ontario, periferia de Toronto, el domingo 13 de Julio del
2019
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