domingo, 29 de septiembre de 2013

LEPROSOS ANTES, AHORA PRESOS Y PRANES...



 Sobre el pretendido irresponsable disparate de crear una cárcel frente a la ciudad de Maracaibo, a Los Puertos de Altagracia,  casi en la cabecera del puente sobre el Lago de Maracaibo, a todas luces una nueva embestida  brutal contra el pueblo del Estado Zulia, opina en "Aporrea", un médico zuliano quien dice ser "entre tantos sicarios y pitiyanquis apátridas, revolucionario y chavista"...

La Cárcel de Sabaneta se pretende mudar a la Isla de Providencia

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Creo conocer bien el problema de la Cárcel "Modelo" de Sabaneta, tanto por la crónica de muchos años, la historia de mi ciudad, por fuera de su entorno, como por dentro, cuando en los años setenta, un atropello jurídico de la IV República, me llevó a ser huésped de esa prisión deformada i terrible, durante 16 días, tiempos en los que padecía del corazón i poco tiempo después, tuve que ser operado para el reemplazo de mi válvula mitral insuficiente; empero, no me valí del padecimiento para eludir el encierro, como hacen los políticos que fingen enfermedades.  La cárcel de Sabaneta, ya en aquellos tiempos, era un antro de corrupción, ineficiencia, descuido i condiciones casi inhumanas, por lo que eran frecuentes las protestas, escapes, tiroteos, etc., que fueron sembrando temores i luego pavores, a los habitantes del sector, en otros tiempos casi monte i culebra. La crónica periodística, los artículos de opinión, fotos o videos, son testimonio de lo dicho, i unos años después de mi pasajera prisión, con el consentimiento de mi abogado, pude escribir tres artículos en serie i muchas otras citas en diversas oportunidades, testimoniando el peligro, la herida o la muerte de vecinos, por balas provenientes de la ya famosa cárcel. Esa historia es conocida e inútil repetirla.
Ahora, en tiempos de revolución pacífica bolivariana, la designación de la Constituyente Iris Varela, abogada destacada por su inteligencia i coraje como he dicho en otras oportunidades, me pareció una búsqueda apropiada al problema carcelario del país, más cuando dijo tener asesoría de un hombre formidable en estos menesteres, como lo es el Dr. Elio Gómez Grillo, una de las personalidades que me enorgullezco de haber conocido (incluso por su vasta cultura) durante el proceso Constituyente. Sin embargo, la ministra Varela ha llevado las cosas con un criterio humanista, tratando en lo posible no solamente humanizar las prisiones, sino dando oportunidades de rescate a vidas humanas deterioradas por el aislamiento, la droga i los comercios carcelarios hasta ser necesaria la desaparición de La Planta en Caracas, i ahora el desalojo total de Sabaneta, en Maracaibo, para poder requisar los antros de corrupción, las armas, las drogas, etc. Dos soluciones totales i aplaudidas por las comunidades.
Sin embargo ¡Lo inconcebible! Así pensemos en Alacatraz, ya desaparecida como prisión. De la Isla de Providencia, igualmente escribí artículos en serie, pues bien la conocí i además me recordaba que mi padre, el Dr. Juan B. Jiménez, en dos oportunidades fue Director de su Leprocomio; la visité también cuando estudiaba medicina (conversamos con muchos pacientes) i en una ocasión, junto con mi sobrino el Dr. Alfredo Jiménez Useche (fallecido en accidente de tránsito cuando mudaron los leprosos a Palito Blanco), quien fue residente-jefe, tuve oportunidad de observar instrumentos de la época, mesas de exámenes, camilla de partos i exámenes ginecológicas, lavamanos, i muchos otros objetos en su clínica o enfermería.      Describí mucho de la isla, conseguí la iglesia o capilla sin caerse, pedí que me permitieran rescatar para el Museo Urdaneta, un cuadro grande de la Virgen de Guadalupe,  pintada por un artista leproso i, especialmente, un conjunto de Viacrucis tallados i pintados en España, lo mismo que un gran Reloj de Porcelana con la fecha de 1885 que estaba en el frontón de los Pabellones de Hospitalización. A todo se oponía el hecho que eran cosas patrimonio de la nación i debía hacer muchas solicitudes, trámites i permisos. Con el tiempo, cuando ya estaba casi abandonada la isla, gente con buenas lanchas a motor, se robaron todo i el gran reloj lo destrozaron a pedradas. Los archivos, llenos de numerosos documentos fueron destruidos, i hasta el pequeño cementerio que tenía ciertas piezas rescatables, lo volvieron blancos escombros. Allá, pinté muchos paisajes al natural, lápiz que luego pasé a óleo i acuarela, i lo único que conseguí con ciertas personas vigilantes i mi sobrino, fueron monedas de la isla de Providencia. Pero en fin, quedaba alguna ruina de un cine i un logotipo en pintura de aceite, del partido Acción Democrática, cuando iban a buscar votos.
Después, hubo un bello proyecto de convertir a la isla, en la Isla de los Niños, i una gran maqueta fue exhibida en el Colegio de Médicos; en verdad las aspiraciones eran un poco exageradas, porque hasta había rampas inclinadas de nieve, más hubiese sido una cosa admisible en la nariz de la ciudad i cercanía del Puente Rafael Urdeneta. Eso se olvidó, pese a que Gustavo Ocando Yamarte, i Olegario Villalobos, han sido dos sacerdotes creativos i preocupados por la ciudad, i es justicia reconocerlo.
Es falso que la isla esté situada en la bahía del Tablazo que queda, en la barra del lago; si  se señala alguna ensenada o algo parecido, debe ser en la costa oriental entre Palmarejo i Punta de Leiva, comunidades que deben estar opuestas a este proyecto carcelario, pues sería el mismo peligro que  cuando el buque Pilín León lo colocaron , en el golpe petrolero, cerca del puente. Providencia e Isla de Pájaros, están frente a Maracaibo, el Ferry les pasaba al lado, i mui cercana a la comunidades mencionadas, igual que Los Puertos de Altagracia i La Rita, donde ya se pronunciaron en contra de esta resolución. Una cárcel allí, sería una calamidad peor para Maracaibo, porque exigiría transportes acuáticos constantes, supuestos hoteles para los familiares, conmoción en el puente, etc. Por eso en una nota que me pidió una publicación por correo electrónico, dije que era como traer de Sabaneta la cárcel, a la Plaza Bolívar o que quitando un cacure de avispas del patio, lo pongan de lámpara en la sala. Estamos cansados de que en Caracas decidan la transformación de la ciudad, sin conocerla o vivirla. Maracaibo debería ser algo como Niza o Río Janeiro, i en cambio perdió todas sus playas en El Milagro i en Los Haticos; en El Milagro por el rellenote del Paseo del Lago con disparates  eco biológico de orillas de piedra, i desaparición de la orilla del lago a la simple mirada, i en Los Haticos, con basurero Industrial, barcos hundidos, acumulación de chatarra, etc. ¿Le gustaría a los orientales, una cárcel en Coche o Cubagua? ¿Les gustaría a los Valencianos, otra vez la cárcel en la Isla del Burro? ¿Le gustaría a los venezolanos que se tomaran algunas islas cercanas a Los Roques, la Blanquilla, etc., para una cárcel? ¿ O en los Cayos de Chichiriviche?  Seguro que no, pero a Maracaibo, en lo que iba a ser parque de diversiones, nos van a colocar la Cárcel de Sabaneta. Lo siento por las personas partidarias de este mal pensado proyecto. A todos los comprometidos, los estimo inteligentes i buenos revolucionarios, pero pienso que el Comandante Hugo Chávez, no hubiese estado de acuerdo: quitó el inmenso peligro del barco que amenazó a todos, para ahora poner el mismo peligro en un barco de tierra. ¿Por qué si los sólidos islotes de Los Monjes, están custodiando nuestro Golfo de Venezuela, con la tecnología de hoi, no construyen allí una cárcel de alta seguridad adjunta a la base militar guardiana de nuestras aguas territoriales?
Por lo pronto, creo que, no solamente Maracaibo, sino todo el Estado Zulia, está opuesto a ese gran error de la Cárcel de Sabaneta, en la Isla de Providencia.
I soi revolucionario i soi chavista que cumple con el mandato de hacernos autocrítica. Recuerden qué clase de exposición extrema la que tenemos, con tantos sicarios i pitiyanquis apátridas.

La no proyectada Cárcel de Maracaibo en la Isla de Providencia i sus graves consecuencias

Por: |

Aunque soi un intelectual desconocido para los políticos de la capital (dónde se que alguno zulianos me adversan gratuitamente) ser Doctor en Ciencias Médicas (Título Universitario), médico-cirujano (Título universitario) especialista en Ginecología i Obstetricia, introductor en Venezuela del Método Psico-profiláctico en obstetricia, el único superviviente del Centro Histórico del Zulia, luego Academia de la Historia; Titular del la Academia, de la Academia Historia de la Medicina, Licenciado en Filosofía (Título universitario), al principio me designaba profesor de filosofía, ahora por los años, la experiencia i constancia en los estudios, creo que si merezco llamarme filósofo; Secretario Fundador de la Sociedad Bolivariana del Zulia, Ex presidente de la Asociación de Escritores  del Zulia (la cual rescaté) i Círculo Venezolano de Escritores; Profesor de L.U.Z. en Medicina , Filosofía i Arte, fundador de tres cátedras universitarias, con estudio serios de Sociología con Acosta Saignes i Ciencias de la Conducta en Medicina en la Unión Panamericana, Cronista sin título (por concurso amañado) de la Ciudad de Maracaibo, de los primeros en pasar el Puente sobre el Lago en construcción, igual que el teleférico de Mérida; Creador del Mejor Club Juvenil que haya existido en Maracaibo, con experiencia vivida desde los tiempos de Gómez, López Contreras i Medina, con dos años largos en Europa en la Universidad Complutense de Madrid i en la de Lovaina en Bélgica; con la más amplia carrera de Columnista de Opinión, Arte i Cultura en PANORAMA, DIARIO DE OCCIDENTE, LA COLUMA i hasta colaboraciones aisladas en QUÉ PASA, conociendo todos los rincones de mi ciudad i pueblos adyacentes por en mi condición de Pintor Profesional con estudios hasta de Estética en Madrid; con exposiciones en Caracas en el CLUB LOS CORTIJOS i en el CONGRESO  NACIONAL, con el respaldo de grandes maestros, entre ellos Tito Salas, Tomás Golding, Luis Alfredo López Méndez, Fidel Santa María, etc., i fundador de la cátedra de Historia del Arte en la Facultad de Humanidades. I finalmente, mi paso por la política revolucionaria, como Constituyente por el Estado Zulia i posteriormente Presidente de la Comisión Legislativa. Admirador de Chávez por su inteligencia, estudios políticos i gallardía de hombre bueno por excelencia; Con todo este largo historial de la vida en la mal llamada Sultana del Lago (pues nuestros poetas de ayer lloraría de dolor i coraje al ver lo que hemos hecho con él) i donde todavía la gran mayoría ignora de dónde viene el nombra de Zulia, Maracaibo i su fundación falsificada, Mara i sobre todo VENEZUELA, con el disparate difundido de “pequeña Venecia”. I expreso todas estas cosas porque, no solamente se desconoce mi vida en la capital, sino que en mi propia ciudad, i  se me invita a participar en una exposición de pinturas i dibujos, de la Casa de los Abuelos. Pedí permiso para reflexionar, i aun cuando no volvieron a llamarme, les iba a responder estar  ocupado en hacer cuentos infantiles de media página, i algunos dibujitos para el suplemento de PANORAMA, el PITOQUITOS. Por cierto, PANORAMA, el diario que nunca he dejado de leer i al que dediqué casi medios siglo de mi labor de escritor, me tiene todavía vetado.
       Esto lo expongo, repito, porque personas por respetables que sean  o cargos que desempeñen, excluyo a mi apreciada Ministra Iris Varela, una mujer extraordinariamente valiosa a quien le dicen mentiras; esas personas, parece que no conocen la ciudad, como un criminólogo i una directora (pero que olvida la sociología, la psicología, la estética i el medio ambiente) se apresuran a respaldar una idea totalmente absurda i muestra de ciertas estructuras de prisiones en el mundo i en Venezuela, no las han valorado. Resulta entonces que mi primera protesta escrita por APORREA (único medio que me proporciona mi derecho a opinar o la libertad de expresión) porque con mis credenciales, como lo expresó públicamente un político que estira i encoge la mano, a él le constaba que mi cultura profesional, científica, artística i filosófica, estaba mui por encima de la del célebre intelectual del programa, que se refería a los videntes, como sus amigos  invisibles. Ahora, parece que todo este decir documentado, a los maracaiberos, zulianos i venezolanos, nada les importa. Pues, este señor que escribe, no tiene autoridad, para oponerse a semejante inexistente proyecto, surgido de la necesidad de desalojo de una prisión terriblemente corrupta.
      Analicemos el disparate (no tiene otro calificativo) de la Cárcel de Sabaneta, como un “proyecto” que la única verdad que he leído en lo que escribe el ex gobernador Pablo Pérez (por primera vez lo hice), es que se pensó en un helicóptero, donde se ven algunos proyectistas sobrevolando la Isla que conozco desde joven. Como también conozco desde que se fundó, hasta el presente, por dentro i por fuera, las miserias i barbaridades de la cárcel “modelo”. I desde la década de comienzos del 70 cuando estuve allí, tenía todos los vicios imaginables posibles. Además, se trataba a los detenidos como lacra social; ahora, a los privados de libertad, se le trata con el respeto que se debe a un ser humano, aunque el presidente Mujica de Uruguay nos recordó, que somos la única especie en el mundo que se agrede a sí misma. El hombre, lobo del hombre, i si no, que hablen Bush i Obama.
      Ante todo veamos. Ha habido prisiones en el mundo, mui famosas i en islas. Quizá muchos han leído EL CONDE DE MONTECRISTO de Allejandro Dumás, i le es familiar el Castillo de IF, donde Edmundo Dantés i el Abate Faría, hacen gran parte de la historia en prisión. Es una isla cercana a Marsella i desde hace muchísimos años, creo que desde el siglo pasado o el anterior, por resultar costosa i además el Conde pudo escapar, se decidió cerrar.  Ahora es isla de turismo para museo del ayer. También en América, La Isla del Diablo, donde estuvo creo que Dreyfus i también Papillón, pero sobre todo en el siglo pasado, luego de la guerra donde los Estados Unidos robaron a México, a la entrada de la Bahía de San Francisco, está la más nombrada: la Isla de Alcatraz, que sirvió de sitio de defensa de la ciudad en los tiempos españoles; fue fortificada i armada, i algo similar lo siguió siendo bajo el Tío Sam. Allí en 1934 se estableció la más célebre prisión Federal, donde los intentos de fuga fracasaron (aunque se habla de dos éxitos desconocidos) i hubo huéspedes famosos como Al Capone que término allí, no por sus crímenes i turbios negocios, sino por el “más criminal de los pecados del capitalismo” evadir impuestos. Pues bien, en 1963, por gestión del Fiscal Robert Kennedy, la prisión fue clausurada, primero por el daño espectral a la ciudad, por lo costoso de su mantenimiento i el pago de carceleros profesionales, más, otra vez el gran pecado: mientras mejores prisiones más seguras i modernas el preso tenía un costo de tres dólares, en Alcatraz llegaba o pasaba de 10 dólares, sumado el deterioro del ambientes, los deshechos, los transportes, etc. Igual en otras prisiones; en Venezuela tuvimos la del Lago de Valencia i Guasina en una de las islas del Delta del Orinoco, i ambas desaparecieron, i tierra libre i apropiada para seguras prisiones modernas, nos sobran. Yo visité en Europa, hasta campos de concentración alemana durante la Segunda Guerra Mundial, i eran más que seguras, sin necesidad de contaminar islas o enturbiar ríos. Además, Alcatraz por ejemplo, está en el mar, en el océano pacífico nada menos, donde hasta los deshechos, las aguas servidas, o algunos suicidios, eran comida de tiburones. ¿Cómo pensar, entonces que una isla como Providencia,  justo frente de la ciudad, al costado del Puente sobre el Lago, en las narices de Palmarejo, Punta de Leiva, Los Puertos de Altagracia, o Barrancas i La Rita, pueda ser sitio de una prisión. Hasta a nado se puede mover uno en sus aguas; de joven, junto a un amigo de apellido Arteche, nos bañábamos con otros muchachos en Isla de Pájaros. Las construcciones en islas, se deterioran más rápido (pasaba en Alcatraz) i hasta las mismas bases del puente requieren repararlas con cierta frecuencia.
      A esto agregamos lo contaminado de nuestro lago, incluyendo en ello a la Petroquímica (mal colocada allí por Rafael Caldera) i el mechurrio, un fuego indignante. Cuando viví algunos años en Isla Dorada, al principio podíamos bañarnos en la playa; luego las aguas se hicieron turbias i hediondas; la arena amanecía de un blanco plateado extenso que, eran palometas muertas (un pez llamado así) o una densa neblina que era, nos explicaban, un derivado del amonio tratado en El Tablazo. Un pueblo situado al lado de la Petroquímica (El Hornito) hubo que mudarlo de allí i en fin muchas cosas que posiblemente olvido. Argumentar que allí hubo un Leprocomio, no es ningún argumento válido. Era, una isla poco poblada i creo que hasta tenían letrinas con pozo séptico. De eso el criminólogo no sabe absolutamente nada, i empero el Leprocomio hubo que sacarlo de allí. ¿Por qué? Ahora: ¿Imaginan ustedes lo que sería una cárcel, un hotel para la guardia i un hotel para los familiares de visita? ¿Qué chorro de aguas negras teñirían toda la costa oriental, i hasta la de nuestro lado en Maracaibo, incluyendo las orillas del Hotel del Lago?  ¿Han imaginados el caos que sería el transporte marítimo, cuando los “vaporcitos” como decimos aquí, son conflictivos de abordar tanto en Los Puertos, como aquí en el malecón? ¿Ha valorado le zaperoco que es siempre la Av. Libertador (deberían cambiarle el nombre) con sus buhoneros i otros comercios ignorados? Sin embargo, como los disparates llegan al colmo, hasta han dicho que programarían el Metro, para el traslado de los familiares visitante. A los tres días está paralizado i semi destruido por alguna protesta aunque trivial. ¿Han llevado cuenta de lo ruinoso, sucio i hediondo que cada dos o tres años, está el llamado Mercado Las Pulgas? Así estará cada sitio del proyecto de cárcel. Ya lo dije: quitamos el cacure del patio i lo colocamos de lámpara en la sala o ¿también tendré en suerte lo ocurrido al hacer autocrítica?

lunes, 23 de septiembre de 2013

Otro avance sobre la isla de Lázaros, futuro Gulag zuliano . . .



De la novela “El año de la lepra” 20012
Editorial   elotro@elmismo  
Distribuye en el país: EdicVen
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Fragmento del CAP 2

Vos seguramente quisieras descansar y sentirte arrullado por el zumbido del aire acondicionado, pero de momento no lográis conciliar el sueño, y mientras pensáis y repensáis en la necesidad de ir nuevamente hasta la isla y aclarar si cuanto habéis escuchado es cierto, regresáis entonces a la imagen de Ruth, siempre ella, allí, en una nebulosa, sonriéndote, tal vez insinuante, ella quien cada vez más se adherirá a tus pensamientos hasta hacerte creer otra vez que de repente y tal, vos mismo, casi hasta podéis creer estar comenzando de nuevo a sentirte esperanzado... 
Iremos a la isla, creo que no nos queda otra opción, quién sabe si resultará de algún provecho, siento que allí he de hallar alguna respuesta, se escuchan tantas cosas, cuando el río suena, piedras, seguramente, ir será lo mejor, mañana lo intentaremos, será, es probable, isla de los leprosos, porción de tierra rodeada de agua por todas partes, definición de isla, menos por una, ¡claro está!, es por arriba, una vez fuimos estudiantes, chistosos, ¿remembranzas tal vez?, una isla en la corriente, ¿de algún río?, del Esequibo y el Mazaruni, ¿allá en Guyana?, ¿del río San Juan?, el del Perú, o ¿nuestra isla con “la ciudad de fuego” al frente?, en la corriente que sube al norte bajo el puente, que baja al sur, centro del lago, no es un juego, pleamar de luna, acaso brillando, cabrilleando en las ondas, y la pienso cual si fuese una isla flotante, Solentiname sin volcanes lejanos, es la nuestra una isla desgarrada, de historias tristes, y además sin poetas, ¿en el lago de los poetas?, precisamente… ¡Ay!, tal vez hay por aquí mucho hidepueta, ¿será la de Platón?, él allá admirando las columnas de Heracles, ¿una isla como la de Morel?, una sin fugitivos, sin fantasmas inventados, mas bien, ¿será la otra isla?, ¿la de Suniaga?, ¿quizá la del doctor Moreau?, para experimentar con animales, Dasypus sabanicolas, ¿sus humanoides?, para nosotros está a la vista, cruzar el puente y está más cerca, una isla como en el río San Juan, sin un motociclista, la isla de Gael protagonista, cruzando el río, a nado, y los leprosos a la espera, él acezante, ellos en la ribera, río de corriente amazónica, meandros en la selva peruana, el Ché Gael y el leprocomio infecto, selva de Pantaleón, albergando leprosos a montón, sin visitadoras, tan solo él, queriendo cumplir con su deber, soñando con lograr alguna curación, joven Guevara Lynch, Gael ahora, asmático, y su amigo Granados, que no es el César bólido de la tele, éste Granados irá a tener a cabo Blanco, irá a parar, a tener dicen algunos en Caracas, a dar al leprocomio guaireño, el de Jacinto, con grandes piedras blancas, cual fortaleza frente al mar, obligado estoy a recordar, Miranda en la Carraca, fuera sido es por allá lo que es hubiera por aquí, ¿mejor hubiese?, juegos gramaticales, resabios infantiles, aprendidos de la madre mía, la gran educadora, fina maestra de gramática, y para mí, especie de manía, viene y se va, ella sola, maña o reflejo, en esto quizás me pueda parecer a Alejo, ¡que Dios me ampare!, ya se lo he dicho a Ruth, todo es cuestión de cómo vea las cosas, cierta objetividad, nada es casual todo es causal, es como si aquí nos diera por denominarles los cusucos, en Panamá así les dicen, igual en Costa Rica, les conocemos como los sabanícolas, son como los conejos, cachicamos escavadores, Dasypus, raíz griega, animalitos acorazados, son ellos quienes albergan los bacilos, puede que los trasmitan, se dio la gran sorpresa, súbitamente, mis cachicamos se brotaron, es un secreto, hace ya muchos meses, ¡no puede haber dasypus leoninos!, separamos las cepas, no era posible, sabemos que no se pueden cultivar, Silvester el gran maestro, presto lo decidió, ¡inoculemos pues!, presentimos que les bastaba un solo inóculo, por otra parte preparados estábamos, organizamos tremendo bioterio, Ruth tuvo mucho que ver en ese asunto, ¡ah mi querida Ruth!, tan dedicada, ruda labor, hasta llegar a estar seguros, habrían de parir en cautiverio, nacen cuatro de cada madre y una sola placenta, pequeñines con los ojos abiertos, la carcasa es blandita, inolvidable la emoción de Ruth, ¡encantadora, mi querida doctora!, ha sido todo un éxito, la poliembrionia, así la llaman, solo en ellos se ve, sin duda es un misterio, ya hemos inoculado varias madres, las tenemos a todas preparadas, parirán con los bacilos que han mutado, gestación de seis meses, grandes expectativas, en muchas madres tan solo dos semanas nos faltan, rayos ultravioleta del astro rey, calor de arenas, animalitos a pleno sol, bien lo sabíamos, en la temperatura parece resolverse la charada, es la parte importante, he allí la clave, tal vez unos dasypus leoninos, nacerán repletos de bacilos, las madres mientras vivan refrigeradas, nos consta que sobrevivirán, ya conocemos por donde van los tiros, pero está lo otro, la isla de Providencia, cosas que dicen, para todos nosotros creo se aclararán, isla de Lázaros, como la Kaow del Esequibo, Ruth cerniendo arena bajo el sol, frente a Bartica, allí estuvimos, también en nuestra isla, ya hace unos años, buscar arenas, arduo trabajo, vana ilusión, ¿quién sabe?, puede que las arenas y el calor sumados, ciudad de fuego refulgente, en la temperatura está la cosa, conocemos que pasa en la cubierta celular de las bacterias, esos cambios ocurren en la superficie, son los residuos de manosa, la arabinosa terminal, lo comprobamos, lo hemos hallado, está condicionado por sus genes, sin menospreciar lo otro, la cuadriga del sol, es evidente, las corinebacterias han mutado, y cernimos arenas en la isla de Beauperthuy, y buscamos arenas en volcanes de Nicaragua, nada que ver, todo estaba en los genes, es como un cuento, una novela, puede escribir Alejo su novela sobre la isla Kaow, hace años que está en eso, el pobre Alejo, un cuesta abajo sin retorno, una miseria humana, puede que yo también me hubiese echado al abandono, ¿cómo saberlo?, Alejo, tantos padecimientos, y todo por pendejo, las tristes consecuencias de lo que fuera un absurdo ruleteo, un escritor taxista, ¡quien habrá visto cosa igual!, ¿me habría vuelto un borracho?, ¿lo sería?, podría, pudiera ser, yo no lo creo, pero ¿y Ruth?, no debo ser tan pesimista, ella tal vez, está llegando al tope, no la entiendo, ella persiste y yo no se como logra seguirlo soportando, alentándolo, cuidándolo, ¿queriéndolo?, ¿y qué de nuestra isla?, la de Los Mártires, la del leprosario que fundó El Libertador, aplastada, arrasada, flota ante “la ciudad de fuego”, refulgente, que reluce con ígneo resplandor, no así Bartica, opaca y gris la vimos, la Demerara, lluvioso pueblo de pescadores, no obstante, desde su orilla, remaba Beauperthuy en su canoa, zarpaba a diario, esperanzado, decidido a curar a sus leprosos, los elefantiásicos, los hombres leoninos, él les ungía con emplastos oleosos. Han pasado los años, un centenar, y ante nosotros, está ahora la isla, siento que nos espera, debemos resolver esta quimera, absurdo chisme, un juego pareciera, tal vez pleno de historias falsas, o de medias verdades, de espantosas mentiras, yo convencido estoy, saltaremos sobre todas las expectativas, desvelaremos el enigma, espero logremos hallar las evidencias, en medio de la noche, penetraremos este misterio arcano, acaso haya gato encerrado, minino o fiera, lo sacaremos de la isla, divina providencia, ingresaremos todos en penumbras, nos moveremos sigilosos, ese es el plan, muy pronto, y luego, en cuanto paran nuestros sabanícolas, podremos ofrecerle al mundo la noticia, los de las nueve bandas, ¡tremenda carambola!, va a ser como en un juego de billar, las novecinctus, han de parir hijos brotados, cachicamos enfermos en útero materno, con bacilos mutados, habremos de tener mucho cuidado, ser discretos, tenemos que guardar nuestro secreto, el gran Korzeniowski lleva las riendas, es imposible que la información se haya filtrado, ¿quien puede imaginar lo que sucede?, el sol, la mutación, los genes, quien sabe si por algún resquicio, ¿pudiese ser posible?, hemos protegido nuestro experimento hasta donde cabe, pero siempre hay hendijas, no existen evidencias, pero nunca se sabe…

domingo, 22 de septiembre de 2013

De una novela ya publicada y distribuida...



De la novela “El año de la lepra” 20012
Editorial   elotro@elmismo          Distribuye en el país: EdicVen
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Fragmento del CAP 19

“18 deNoviembre 2005: Querido diario, pareciera que nos ha caído la pava macha. Brino y Rubén, ambos han perdido totalmente su estabilidad económica. Rubén con su familia padecen esta época de agobio por estar desempleado y evidentemente, sin haber recibido ninguna compensación salarial. Tengo mucha rabia porque estamos viviendo una mala racha, justamente cuando ya creía que iba a estar totalmente realizada, recién graduada de Medicina y con deseos de hacer investigación, sí, entonces nos llegó el accidente y atravesamos este calvario. Es que en esta crisis se han venido a sumar muchas cosas y se presentan diferentes. Cambiantes… No me debo quejar, me toca estar de regreso, casi obligada por las circunstancias, pero sin problemas de trabajo pues de nuevo estoy haciendo investigación bajo la protección del profesor Sarmiento. Al menos estoy otra vez con mi viejo, mi padre, y él está feliz de tenerme a su lado. Es lamentable, pero la razón de nuestros males, no es casual, yo insisto en que es de otro orden. Puede que sea lo que le sucede a mucha gente en el país, o puede que todo se deba a la política, a esta especie de maldición que nos arropa, quien sabe si es porque soy hija de un “adeco” quien insiste en que morirá siendo “adeco” y yo he aprendido sin ser fanática, sin querer meterme en la política, que la frase emblemática de mi padre debe tener un significado importante…”

Fragmento del CAP 20

“El gordo Pinilla se encuentra mal, está periqueao y se ha bebido toda la botella de “Something Special”. No suelta su Beretta y mira desconcertado al cura. Tiene un humor de perros (…que clase evaina me ha echado el coñoemadre de Don Cheo…). La cara desencajada de Omar quien ya ha dejado de sangrar por la brecha en la frente está muy pálida. Él, está tembloroso, con las magulladuras en nariz y pómulos (…este güón, creo questácagao…) producidas por los cachazos y su cuerpo se estremece adolorido por las patadas (…parece un machorro…). El gordo piensa en lo que le ha comunicado Don Cheo (…¡que bolas!, que se lo lleve a Goncalves, nojoda!...). Él sabe que sería más fácil “despachar” al curita. Con meterlo en la maleta del auto “FiatUno” y hacerlo desparecer bastaría (…¡auf!, ya lo tendría resuelto…), una chatarra ahumada en “palito Blanco” o en la vía de La Paz, y fuera cacho, pero ¡mielda no!, (que ladilla DonCheo, en vez de apurar lo de “su boloña” ponerme a mi en estagüevonáa…). Las instrucciones fueron muy certeras y él, casi prefiere hablar con su cautivo golpeado (…stácagao el mardito este…) para pedirle una colaboración mínima, puesto que es lo menos que puede exigirle. Al fin y al cabo, no lo va a mandar para el otro mundo. Mira a Omar y golpeándolo en la pierna con la Beretta le dice exigente…
-A ver malparío, te estáis salvando de verguita, pero tenéis que pararte, ya, porque vamos a salir.
Omar comenzaba a enderezar su cuerpo y los dolores lo obligaron a replegarse quejándose. Mientras gime y se lleva las manos a la cabeza, mira como el gordo da un brinco, se pone de pie y pistola en mano sale rápidamente de la sala, para un momento después estar de vuelta. Ha ido hasta el dormitorio y le trae un pantalón y una franela, negras.
-Ponéte esta mierda que está seca, porque tenemos que dar unas vueltas para visitar a unos amigos.
Omar se levantó y tembloroso comenzó a vestirse, y cuando ya se había puesto la franela, el gordo sacó su gorra de pelotero del bolsillo de atrás y se la encasquetó hasta los ojos. Después lo miró y se rió a carcajadas, señalándolo, con la mano derecha sin soltar la pistola
-Te veis como un carajo fino y casi que ni se te notan los coñazos. Atendeme. Ve güevon, vamos a salir en mi carro y vos vais a conocer a unos coños amigos míos, pero tenéis que tener la jeta cerrada. Vos solo actuá como si fueras mi pana. Si te portáis bien, puede que salgáis vivo de esta. ¿Comprinfais?
Omar hizo gestos afirmativos y el gordo tomó su paquete bajo el brazo. Apagó la luz y fue abriendo la puerta de la casa.
-Vámonos rápido pues- le dijo y sin soltar la Beretta lo llevó delante de sí, clavándosela en las costillas hasta su auto “Ford Fiesta”…

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Fragmentos del CAP 21

“Cheo Ortega maldice nuevamente. Tampoco el portugués Gocalves responde en su teléfono. Por el contrario, vuelve a sonar el repique del celular que era el contacto con el gordo Pinilla con una insistencia tal que decide atender la llamada. El serbio Martinovic le mira de soslayo y ve encenderse su rostro y lanzar contra el suelo el aparato, luego lo pisotea con furia, salta sobre él vociferando, ¡con la verga si creen que por aquí me van a localizar!, malditos policías. Agitado mira al serbio quien no le dice ni pío mientras indiferente se bebe un largo trago del cubalibre que le sirvió Yolanda y voltea a mirarla. El show de la gordita “vedette” ha concluido y hace ya un rato que Nicolai, avisado de la muerte de Germán el gordo, tan solo bebe mientras contempla la desesperación de Cheo Ortega quien continúa luchando con los dos teléfonos para localizar al General Henares. Súbitamente, aparece Manú en la puerta del ChiquitaNais Bar y Cheo se hace el que no lo ha visto mientras se pregunta maldiciendo que donde andará metido el coñoesumadre y remardito Alcides que a estas alturas de la negociación aún no aparece. El tuerto se le acerca y le pregunta que si ya se van. Cheo enfurecido le grita que se vaya a la mierda y regresa de nuevo a concentrarse en los teléfonos en la búsqueda del General Henares, una acción sin sentido porque él ya casi está seguro de que no habrá respuesta alguna. El Manú le pedirá un ron a Yolanda y Nicolai terminará de beberse el cubalibre cuando Cheo Ortega tomará una decisión que por expiatoria se le ocurre a él que pueda traerle suerte. Llamará a Nicolai, lo tomará del brazo y saldrá con él del local.  Ya son casi las tres de la mañana. 
……

Dimitri voltea a mirar hacia atrás, divisa el pasillo y las tres puertas de vidrio que él ha dejado abiertas. A su derecha están las jaulas y él observa a los cachicamos enfermos, su aspecto es deplorable, le inspiran cierto temor. A pesar de la máscara percibe un vaho fétido y piensa en las glándulas odoríferas de los dasypus y en sus efluvios aceitosos.  Apestan. Abre una refrigeradora y puede divisar un sin fin de tubos con tapones de goma y con siglas escritas en el vidrio con marcador negro. Dentro existen algunas masas de material granular y friable, otras de aspecto mucoso muestran pegostes de color gris que parece crecer en capas y en algunos tubos parecen ir cubriendo sus paredes internas. Toma varios que aparentemente están repletos. Abre el maletín y los coloca dentro. Continúa seleccionando más tubos, los que ve más llenos de algo que a la vista es repugnante, los separa y luego los guarda en el maletín. Mira su reloj, luego busca algo con la mirada y encuentra sobre el mesón un par de inyectadotas y un bisturí. Con el escalpelo en la mano se acerca a uno de los cachicamos que yace postrado con apariencia monstruosa y hiende con la lanceta el tejido amarillo grisáceo del lomo del dasypus. Un chorro de un líquido seropurulento fluye y salpica su bata. Con alguna dificultad le quita un fragmento de tejido blando que nace entre las placas del lomo. Lo sostiene en la mano y acerca el mismo a la luz de una lámpara para observarlo cuidadosamente. Extrae de la maleta unas bolsas de plástico y coloca dentro de ellas varios fragmentos de los tejidos. El animal hace ruidos y pareciera mirarlo, sus gruñidos obligan a Dimitri a voltearse y acercarse de nuevo hasta la jaula. Súbitamente el cachicamo enfermo produce un chillido agudo. Dimitri se retira asustado y por ende molesto. Se acerca hasta los congeladores. Los abre y de uno de ellos, extrae algunas placas con muestras que parecen ser tejidos pero están congeladas. Coloca varias en los empaques de plástico, los cierra y los pone igualmente dentro de la pequeña maleta. Voltea a mirar hacia todos lados. De nuevo comprueba la hora. Son las dos y media de la mañana. Regresa por donde llegó pero al abrir la puerta de salida se tropieza con el vidrio que había partido para abrirla y siente que se ha cortado en el dorso de la mano con el borde del cristal astillado. Maldice y se sacude, se le han roto los dos guantes de látex que cubrían su mano derecha y sangra”…

domingo, 15 de septiembre de 2013

Andrés Vesalio, el anatomista condenado a muerte

Fragmento de una novela inédita
de Jorge García Tamayo




En los primeros días de octubre del año 1559 Andrés Vesalio, había sido llamado por Felipe II para retomar su puesto como médico de la Casa Real de los Habsburgo, y se mudaría con su familia desde Flandes a Valladolid, la capital de España. En Bruselas había vivido con su esposa y su pequeña hija, como una feliz familia en una casa ubicada en la parte céntrica de la ciudad durante la apacible temporada que cumplió desde los inicios del verano de 1556 cuando ya habían cesado sus obligaciones al servicio del emperador CarlosV, y éstas permanecieron inalterables hasta agosto de ese año 1559, cuando nuevamente le fueron solicitados sus servicios médicos, en esa ocasión por su majestad el rey don Felipe II. Aquellos años vividos en Bruselas mientras Andrés estuvo dedicado al ejercicio de la medicina privada con gran éxito, transcurrieron plenos de felicidad. Su clientela era rica y muy numerosa y siempre existían estudiantes venidos de Alemania o de Inglaterra queriendo aprender. Algunos de ellos le acompañaban en ocasiones a visitar los enfermos a domicilio o eran llamados por él, a presenciar casos clínicos y quirúrgicos difíciles que se le presentaban en la consulta privada. En esos años, antes de fallecer el emperador ya retirado en Yuste, estimuló la defensa de la religión católica, considerada para él crucial para sostener la unidad del imperio, y a través de decretos y en su correspondencia, acicateó las actividades de la Santa Inquisición. Había dejado en manos de Felipe su hijo, las labores militares hasta asegurar el triunfo de los ejércitos de los Habsburgo en Italia, de manera que finalizando el año 1557 Italia ya estaba dominada por los ejércitos del emperador y los franceses habían sido derrotados en la batalla de San Quintín donde fallecerían casi ocho mil combatientes. En aquellos días, viviendo en Bruselas, Andrés recordaría los festejos del triunfo en San Quintín por el repicar de las campanas que sonaron durante tres días en todas las ciudades flamencas gobernadas para aquel tiempo por doña Margarita de Parma. A pesar de la intensa actividad profesional de Andrés en Bruselas, él aprovechó esos casi tres años para viajar a varios países. Estuvo de visita en Hamburgo en dos ocasiones y fue varias veces a París. En los primeros meses del año 1558, viajó hasta Padua, Milan, Bolonia y Pisa. Gratos recuerdos tuvo al regresar a su querida Universidad de Padua y pasear por las riberas del Brenta conversando con algunos de sus discípulos. En uno de estos viajes, se encontraba Andrés en Grenoble la capital de Estado de Saboya, cuando conocería a Inés Salcedo quién le fue presentada como la esposa de un importante servidor de la Corona, don Domingo Manrique y Revilla, nativo de Valladolid quien ejercía su oficio como Corregidor en las Indias. Ella había nacido en Burgos y era una mujer alta, rubia, de 32 años quien viajaba con su marido y sus dos hijas, unas mellizas que tenían la misma edad de Ana la hija de Andrés. Buena conversadora, Inés aquella noche departió con Andrés y entre ambos se entablaría una amistad destinada a florecer hacia el futuro. Inés le comentaría al doctor Vesalio sobre las ausencias de su marido quien trabajaba en El Nuevo Mundo, y de explicó que se encontraba en España en una misión especial. Durante la cena se habló sobre Jean Crespin amigo de Juan Calvino el reformista que residía en Basilea y de una imprenta que poseía en Grenoble. Crespin era investigado por la Inquisición española y Andrés Vesalio recordó al mencionar a Calvino, cuanto sabía sobre Miguel Servet, un filósofo y hombre de ciencia español interesado en la circulación de la sangre a quien había conocido por sus conexiones con una imprenta de Bruselas. Servet había publicado un libro titulado “Christianismi Restitutio” por el cual había sido quemado vivo por la Inquisición española en Ginebra en el mes de octubre del año 1553. En aquellos años, Andrés preparaba una edición revisada de su De Humanis Corporis y luchaba en la corte del emperador Carlos V para ser visto como médico y no como un simple barbero. En la cena de aquella noche en Grenoble, don Domingo habló con desparpajo sobre sus estrechas relaciones con las autoridades del gobierno español, de sus misiones en el Perú, e insistentemente recalcó que su cometido en la península era temporal pues se hallaba en la ciudad para investigar las imprentas y en particular la del señor Crespin, ya que existía gran peligro por la evangelización calvinista a través de la llegada de textos, impresos quizás en territorio francés, tanto a los Países Bajos como a la Península Ibérica. La Inquisición estaba dispuesta a adelantar las investigaciones necesarias para evitar la contaminación del imperio con protestantes luteranos y calvinistas. Fue durante aquella interesante misión de don Domingo Manrique y Revilla el comisionado especial del rey don Felipe II, y estando en Grenoble, cuando Andrés Vesalio se enteraría cómo desde el año 1558 inmediatamente después de la muerte del emperador Carlos, don Felipe II había prohibido, bajo pena de muerte y de confiscación de bienes, la importación de textos impresos que figuraran en el Índice de libros prohibidos, elaborado por la Inquisición; supo también en esa oportunidad que en aquel catálogo, aparecían no solo escritos de autores protestantes, sino también de reputados católicos, incluso de santos, cuya lectura podía prestarse a interpretaciones equívocas, como Tomás Moro, Juan de Ávila y fray Luis de Granada. Durante la cena de gala en Grenoble, Andrés oiría hablar hasta del papa a quien denominaron Pietro Caraffa y explicaciones sobre como tras el triunfo en San Quintín, Paulo IV quien en su bula Cum nimis absurdum había despojado de sus propiedades a los judíos obligándolos en un gueto creado en Roma a llevar sombreros amarillos a los hombres y velos a las mujeres. El papa, dijeron que era quien le daba en aquellos días todo el apoyo a don Felipe II y todo el poder a la Santa Inquisción. En la cena de Grenoble, cuando Inés Salcedo y Andrés Vesalio amigablemente charlaron durante varias horas, saldrían desde aquella noche con el serio propósito de volver a encontrarse hacia el futuro, pues ambos parecían estar persuadidos de que de alguna manera hacia el futuro estarían enlazados en un destino común.  

Al atardecer del día 7 de octubre de 1559, llegaron Andrés y su familia a Valladolid, la capital de España, y en la noche tuvieron que alojarse provisionalmente en los aposentos del cuartel de la Capitanía General. El último tramo del viaje desde Flandes, lo habían hecho deteniéndose en Aranda del Duero una hermosa zona vinícola. Allí habían pernoctado en el convento de Santa María de las monjas clarisas, y como eran parte de la comitiva que venía acompañando al rey don Felipe, ellos se quedaron en el convento, en tanto que  una parte de la servidumbre hubo de alojarse en el cuartel de Infantería. Al llegar a las puertas de la ciudad de Aranda, tras los honores que le dispensara el duque de Alburquerque, su majestad se ubicaría en su castillo-fortaleza situado en la parte más alta, una loma que domina el Duero. Esa noche, Andrés en compañía de su mujer, asistiría a una cena de gala en el castillo del duque donde les servirían exquisitas lonjas de cordero asado y otras delicias gastronómicas de la meseta castellana escanciadas con el vino tinto Duero, que según le explicaron solo era superado por los vecinos tintos de La Rioja, más al norte en las riberas del Ebro, cerca de Logroño, comarcas que ya habían atravesado en los días previos. El día 8 de octubre, ya en Valladolid, se establecerían en la casa que les habían asignado en la ciudad. Era aquel un caserón de dos plantas y de anchos muros con altos techos que poseía chimenea y un patio trasero que servía de cochera. Allí había un pequeño huerto con árboles frutales y un pozo donde el agua siempre estaba fría y limpia. La casa situada en la plaza de San Pablo se hallaba en un área vecina a la universidad, en el casco central de la ciudad. La Casa Real les asignaría un criado. Allí, en el nuevo hogar vallisoletano, con su mujer Anna y su hija quien tenía 9 años y gozaría al tener su habitación propia al lado del cuarto principal. Pronto Anna y su hija comenzarían a acostumbrarse a usar el castellano como el idioma necesario para comunicarse con los vecinos y en particular con una joven criada que les ayuda en la limpieza, de muy buen ver, según le parecía a Andrés y quien además cocinaba maravillosamente. En la Universidad de Valladolid, el doctor Vesalio impartirá lecciones de anatomía, pues lo habían aceptado como catedrático temporal gracias a la intervención de su amigo el cardenal Granvela. Por las tardes, Andrés atendía a una cada vez más nutrida clientela en su consultorio que ocupaba un par de cuartos de la planta baja de la casa con entrada por separado desde la calle. En la universidad llegaría a reunir en una oportunidad a más de 40 alumnos quienes se acercaban desde varias regiones de España y de Portugal. Todos los días, a las diez de la mañana Andrés destinaba dos horas a la disección anatómica en el anfiteatro de la misma universidad. Frecuentemente paseaba con su mujer al atardecer y en las noches por las calles de Valladolid, especialmente por la Calle Real y los alrededores de la Plaza Mayor. La ciudad, ofrecía gran actividad comercial, con talleres de peletería y orfebrería, y mostraba siempre gente en sus calles, y muchos vecinos ya algunos conocidos, iban y venían hasta las once cuando los alguaciles comenzaban sus rondas y cesaba la actividad en las tabernas y mesones donde se reunía la gente para degustar jamones y butifarras con el buen vino del Duero, y algunas veces con vinos venidos de La Rioja.

Recién llegando a Valladolid, Andrés Vesalio hubo de presenciar el auto de fe del 8 de octubre de 1559. Al día siguiente de haber arribado a la ciudad y todavía instalándose en su nueva casa, Andrés fue llamado por el rey. Tenía que acercarse con el cortejo real hasta la Plaza Mayor, donde en presencia de su majestad don Felipe II, y ante los dignatarios y jerarcas de la Corte y de la Iglesia, se produjo un hecho especial que nunca antes Andrés había presenciado. Un auto de fe. Para esta ceremonia, se presentó en la plaza Felipe II, acompañado de la princesa doña Juana y el príncipe D. Carlos. En el séquito le acompañaban el condestable y el almirante de Castilla, el marqués de Astorga, el duque de Arcos, el marqués de Denia, el conde de Lerma, el prior de San Juan, don Antonio de Toledo, y otros grandes señores. El conde de Oropesa sostuvo en alto su estoque desnudo delante del rey. La Santa Inquisición juzgaría a unos hombres y mujeres, algunos de ellos frailes y monjas, acusados de herejía. Luego de un largo proceso que había durado todo un año, a través de interrogatorios y de torturas se habría logrado desvelar una conspiración de carácter luterano supuestamente urdida por algunos vecinos de la ciudad y de otros pueblos cercanos, y fueron todos inculpados de herejía. Ya había escuchado Andrés los comentarios que señalaban como el emperador desde su refugio de Yuste antes de fallecer le había exigido a doña Juana, la hermana menor de don Felipe quien fungía como regente del reino durante la ausencia temporal de su hermano, que se castigase con todo el rigor a los inculpados, sin hacer excepciones, pues era necesario dar un ejemplo para conservar la unidad religiosa del imperio. La puesta en escena de aquel solemne acto religioso y fundamentalmente político, dejaría una honda impresión en Andrés. Le pareció cruel y despiadada, la manera como La Santa Inquisición cumplía su cometido, al incendiar hasta verlos morir achicharrándose, los cuerpos de don Carlos de Seso, un noble italiano quien había servido con reputación de valor en los ejércitos del emperador  Carlos V y quien por su casamiento con doña Isabel de Castilla estaba enlazado con una rama bastarda del rey D. Pedro. Don Carlos de Seso, era vecino de Villamediana, cerca de Logroño, y había sido corregidor de Toro y con él, también se quemaría en una hoguera el cuerpo de Juan Sánchez, hereje acusado por dudar de la existencia del purgatorio. Llevados ambos, amordazados para que no pudiesen difundir sus ideas protestantes, ya en un terreno ejido de la periferia de la ciudad, fueron incinerados vivos. El resto de los condenados, una veintena de personajes conocidos por muchos de los habitantes de la ciudad y varias monjas de un convento fueron sometidos al garrote en un recinto cerrado. Se informó que a los penitentes reconciliados y arrepentidos se les destinó una casa cerrada por prisión, en el barrio San Juan donde estarían para siempre haciendo vida monacal para arrepentirse de sus pecados. Andrés conservaría en su mente las crueles escenas de su primer día en tierras vallisoletanas, en una ciudad que era la capital de España y donde unos meses antes, el 25 de mayo se había producido otro acto de fe. La muchedumbre clamaba pidiendo la muerte de los herejes. En un tablado de madera alto y suntuoso en forma de Y griega, ubicado en la plaza de Valladolid y defendido por verjas y balaustres, frente a las Casas Consistoriales y de espaldas al monasterio de San Francisco se habían creado gradas de madera en forma circular para los penitentes y un púlpito para que uno por uno, los condenados oyesen la sentencia. No estaba en España don Felipe, pero el acto fue presenciado por la princesa gobernadora, doña Juana y por el débil y contrahecho príncipe don Carlos, acompañados por el condestable de Castilla, el marqués de Astorga y el de Denia, los condes de Miranda, Andrade, Monteagudo, Módica y el de Lerma, don Diego García de Toledo quien fungía como ayo del príncipe, los arzobispos de Santiago y de Sevilla, el obispo de Palencia, y el maestro Pedro de la Gasca obispo de Ciudad Rodrigo y a todos les precedía el Consejo de Castilla y los grandes, seguidos por las damas de la princesa, ricamente ataviadas, aunque de luto, y todavía delante de los príncipes venían dos maceros y cuatro reyes de armas vestidos con dalmáticas de terciopelo carmesí, que mostraban bordadas las armas reales, y finalmente el conde de Buendía, con el estoque desnudo. Los penitentes que eran unos treinta y llevaban velas y cruces verdes; trece de ellos, lucían corozas y destacaba el licenciado Herrezuelo, quien iba con una mordaza, y los demás con sambenitos y candelas en las manos. Los hombres iban sin caperuza y eran todos acompañados por unos sesenta familiares. Entonces fue cuando fray Melchor Cano, electo obispo de Canarias, dio un sermón que duró más de una hora y versó sobre San Mateo “Attendite a falsis prophetis, qui veniunt ad vos in vestimenta ovium: intrinsecus autem sunt lupi rapaces”, y acabado el sermón, el arzobispo Valdés, acompañado del inquisidor Francisco Vaca y de un secretario, se acercó a los príncipes y les hizo jurar sobre la cruz y el misal para asegurar que era por el bien de la Iglesia y para preservar la fe, cuanto se iba a llevar adelante. La muchedumbre también rugió “Sí juramos”. Al final más de una veintena de vecinos habrían sido ejecutados. Andrés Vesalio conoció de estos horrores a través de la correspondencia de su hermana Ana Vesalio de Bonnard, quien viviendo en Gante le escribió, no sin cierto temor una carta donde le comentaba que existían ciertos rumores de que la capital sería mudada a Madrid, y le contaba sobre el trágico final del doctor Cazalla, predicador de la ideas de Erasmo de gran prestigio en tierras flamencas y le detallaba los sucesos del acto de fe en Valladolid de fecha 8 de octubre. La carta que recibiera Andrés desde Flandes estaba fechada el 16 de octubre de ese año 1559. Valladolid, cual si fuese un venganza de don Carlos de Seso, padecería por un terrible incendio el día  21 de septiembre del año 1561, en la parte céntrica de la ciudad y en breve espacio de tiempo el fuego destruiría más de cuatrocientas casas, muchas de ellas de mercaderes, algunas justamente en la cuadra donde habían sido reducidos los penitentes reconciliados, dando al traste con aquella fama de Valladolid sobre su antigua prosperidad y opulencia. Andrés estaba convencido de que los herejes no eran otra cosa que una suerte de vecinos a quienes algunos catalogaban de iluminados o alumbrados y eran simples cristianos que creían que mediante la oración podían llegar a un estado tan perfecto, que no necesitarían practicar los sacramentos ni las buenas obras. Al sentirse libres de pecado independientemente de sus actos, sus ideas tenían fuertes afinidades con las del protestantismo en particular por la negación del purgatorio y del valor de los sacramentos y el rechazo de la confesión y de la autoridad pontificia. Él había conocido personalmente al doctor Agustín de Cazalla, canónigo de Salamanca, a quien había acompañado con el emperador Carlos V en sus viajes por Alemania y los Países Bajos. Cazalla era un predicador reconocido que no tenía recato alguno a la hora de discutir públicamente sus puntos de vista reformadores y el inquisidor Valdés logró el permiso pontificio para poder enjuiciarlo y para condenar a muerte a los herejes, aunque se arrepintiesen y pidiesen misericordia, y terminó con ellos organizando los dos autos de fe en 1559. El abogado Antonio de Herrezuela fue el único que no se retractó, por ello moriría quemado vivo en aquel primer auto de fe en Valladolid al cual su majestad Felipe II no asistió personalmente.

Prtenece a una parte del texto de una novela inédita titulada : “Andrés Vesalio, el anatomista condenado a muerte” de Jorge García Tamayo

viernes, 6 de septiembre de 2013

Fragmento de música y cine en "Escribir en La Habana"



Marcelo no regresa. Las teclas bajo las manos de Anabella hacen surgir la música y esta fluye e inunda la mansión de protocolo, se difumina por la casa, penetra por la puerta entreabierta de mi cuarto y yo allí estoy, sigo esperándolo. Sobre el piano puede que esté colocada la estatuilla, o tal vez sobre la mesita, al lado de Marito, quien debe estar sentado en el sillón. Es, el Halcón Maltés, se hará presente, él aparecerá, sonriendo con ese gesto suyo, expresión tan de Bogart, su rostro pétreo y rudo, en blanco y negro, puede que iluminado con tonos de pastel rosado, azul celeste, amarillo pollito, como pintan ahora en la televisión a las viejas películas, colores por computadora, tenues tonos, rosa vieja, si. Agujetas de color de rosa y un sombrero grande y feo, el sombrero tiene plumas, de color azul pastel, oh, ou, guo, oh... ¡Ay Nelson! Pantalón bota ancha, la camisa entreabierta, y cadenas de oro sobre el pecho, Nelson bailando rock, Nelson yeyé y gogó... ¡Oh si ella usa malla también! Éramos miembros de la cofradía de los hermanos de la cristiandad, pero no por eso dejábamos el baile, porque había que ver como nos gustaba un bochinche organizado y una fiesta decente. En esos tiempos, en aquellos años. Dejábamos los chiquitos en la casa de papaito y mamaita y salíamos a discotequear. ¡Que contraste! Antes todo era angelical, cristiano, fanáticamente hermoso y, ¡que curioso!, éramos dos modelos, la pareja ideal, la sensación y envidia de mucha gente, de misa y comunión semanalmente, bendición papal y demás, siempre en las nubes, soñando con el cielo, las reuniones del Colegio de los niños, las ultreyas de la cofradía. La cosa comenzó a modificarse con mis embarazos, era indudable, siempre estaba preñada y Nelson… Yo no me percaté, pero sé que fue él quien empezó a enfriarse. ¿Como imaginar que estaba haciendo de las suyas? ¿Tal vez hubiese sido saberlo?, o mejor no saber nada. Tal vez sería mejor que lo olvidara... No lo sé, claro yo enferma y engordando, llegué a ponerme como una vaca. Todo vino después del nacimiento de Hercilita. Ana y Luz María, mis mejores amigas se atrevieron y me lo dijeron, pero yo no les creía. Ellas insistían en que ya no podían seguirlo soportando aquello, y yo las juzgaba envidiosas, chismosas, ellas parecían persuadidas de su misión redentora, se les salía la piedra al verlo vivir conmigo, con tanta hipocresía, eso decían, ellas. Pero la última en saberlo siempre es una, siempre es así. Luz Marina toda la vida estuvo enamorada de Nelson José y eso yo lo sabía, después el tiempo me dio la razón, pero tampoco ella lo supo retener. ¡Jajaja! Quizás he debido hacerme yo la tonta. ¿Saber llevar ese sacrificio?, ¿por mis hijos? Sí, tal vez. En realidad él no les ha hecho mucha falta, un padre así de irresponsable. Fuimos en el Hillman Hunter de Ana. Ella manejaba, en realidad me llevaron. Yo me sentía muy mal, estaba aún convaleciente, soportando la terrible dieta sin sal, los diuréticos, el Inderal, no valió de nada. Me dijeron que lo viera yo misma para que me convenciera y pude verlo llegar, andaba de lo más orondo, él tranquilo. ¡Un hijo y la enfermera preñada por segunda vez! ¡Era inaudito! Cuando salió, pude ver como se besaban en el porche, entre matas de isora y berberías, entre los crotos, ella lo despedía amorosa y claro está, se me subió la sangre a la cabeza, por poco y no me muero allí mismo, casi quedo en el sitio. ¿Como podría creérselo a ninguna de mis amigas? ¡Ni a mi peor enemiga! Éramos tan felices, éramos un hogar modelo, pareja de cristianos practicantes. Perdí la fe en el mundo y en la gente, pero creo que fue mejor así. Todo ocurrió hace tantísimos años, que es un disparate encontrarme recordando estas cosas ahora. ¿Será por los boleros y el piano de Anabella? ¡Bendito seas Marcelo! ¡Ay Dios Santo! Anabella ahora interpreta una contradanza, es "Soberana"... Si, Marcelo se largó después del almuerzo de hoy, se escapó con Natasha, y cualquier locura en él yo me la puedo figurar. Se perdieron de vista. La rusa, la misteriosa, ¿Greta Garbo? Se parece a la Bergman, ¿en Stromboli?, no sé pero rusa ella no es, se hace la sueca, aunque al mirarla, más bien me recuerda a Ana Karenina. Ella es en realidad, por el hablar, demasiado cubana. Mi sobrina Anabella, es una virtuosa con el piano, ha regresado a otro bolero. No sé si podré olvidarte, no sé si me moriré, mi luna y mi sol… ¿Será dedicado al compañero Marito el recital que nos está brindando? Él está sentadito, casi se ha dormido. Es tan nostálgica esta música. Marcelo se fue con Natasha, se escaparon  y hay algo extraño, yo no sé que será, pero es curioso, estoy segura de que él está viviendo un episodio peligroso, algo tiene esa mujer y siento que Anabella bien conoce el secreto, estoy segura, pero no me quiere soltar prenda. Es que te has convertido, en parte de mi alma, ya nada me consuela, si no estás tú también. Nada, nothing, si acaso llegaras ahora mismo, si vinieras, si me hablaras, ay Marcelo, si me dijeras la verdad. Si me comprendieras tan siquiera un poco. Aparecerías en la puerta, en blanco y negro, o con un tono sepia como un film del pasado, o si quieres con colores pastel. Por la hendija de la puerta del cuarto está entrando la música, entonces tú te asomarías, como si fuese una película, todo irreal, y de mentiritas. Tan siquiera un poco, así tú verías, tú comprenderías, y me cantarías. El día que me quieras... Como un Gardel engominado. Tú cantándome... El día que me quieras tendrá más luz que junio, Marcelo amor, el día que me quieras alegrará la vida el pájaro cantor, renacerá la vida, no existirá el dolor. La noche que me quieras será de plenilunio y en el estanque, nido de gérmenes ignotos, florecerán las místicas corolas de los lotos...
Alicia suspiró oyendo las notas del piano y recordando sus días de juventud, los tiempos cuando empezaba a estudiar Medicina y su padre había llevado a la casa un gran televisor. Estaba la tele comenzando en el país, era en blanco y negro y todo el santo día en su casa se la pasaban mirando los programas de la capital, las canciones de moda, vecinos y familiares querían ver a las cantantes en el show de las doce del mediodía y ni que decir de las películas en las noches, o las películas aquellas que se veían después de terminar el estudio de los gruesos textos de Anatomía, siempre estaba la tele...
Entonces me hice aficionada al cine argentino, eran mis películas favoritas, en la noche, hasta muy tarde, reconocía a Catita por su inconfundible acento, los gestos del viejito Serrano, Hugo del Carril, Gardel cantando "sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando", reía con Luis Sandrini y me emocionaba con la voz de la novia de América, linda y joven aparecía Libertad Lamarque con aquello de, "déjame no quiero que me toques no quiero que me beses me tortura tu presencia". El cine sureño me encantaba, y quizás, pienso yo ahora, tenía que ver con el dominio que ejercían en él las catiras. Rubias platinadas, altas, elegantes, en trajes de seda, con sus cabelleras peinadas en una onda ascendente, rodeadas de caballeros apuestos siempre de frack. A las once por Florida muy bien vestida, pasa Isabel, allá va la catirita, la porteña bonita, figura exquisita de gracia sin par, la gente la admira, murmura y se agita al verla pasar. Isabelita, como la que suplantó a Evita. Su silueta distinguida, es preferida como la miel. ¡Que impresión! Que de años hace y la vida y las modas han pasado pero siempre las rubias con los bucles hacia arriba o de lado a lo Grace Kelly, las catiras, imponemos la moda. Suben y bajan las faldas, hasta los tobillos, se usaron y regresan los vestidos floreados con hombreras, vuelven las plataformas, poco falta para que aparezcan los armadores, pero lo que somos las rubias, siempre estamos dando la hora. ¡Hasta en el cine mexicano dominado por María Felix hubo rubias!, allí estaba Silvia Pinal, la Viridiana de Buñuel. El Cine Landia era especial para ver las películas mexicanas. Desde la casa se escuchaba el timbre anunciando cuando ya iba a iniciarse la función y oíamos la música y el griterío, cada vez que se cortaba la película, se podía oír clarito porque no tenía techo. Sí. El Landia fue el primer cine que conocimos. Fuimos con papaito a ver a Romeo y Julieta y recuerdo que me impresionó tanto aquello de la muerte por amor, con Leslie Howard y el cementerio y los frailes, en blanco y negro, pero fue tanta la emoción de nosotras que esa noche dormimos todas las tres hermanas en la cama con mamaita. Fue en el Landia donde vi a Casablanca, no tenia ni doce años pero como ya me había desarrollado, yo era una catira corpulenta y me dejaron pasar con mis dos hermanas mayores y mi tía Mercedes. Durante años yo fui Ingrid Bergman y siempre había un Humphrey Bogart imaginario. Después pasé a ser Juana de Arco dentro de una armadura azul, postrada ante su majestad el rey José Ferrer y luego reviviría con Gary Cooper las aventuras de Heminway entre los riscos de España sin saber exactamente por quien doblaban las campanas. Pero la melodía de Casablanca nunca dejó de sonar en mis oídos, desde niña, por eso cuando vi Stromboli con el Vesubio lejano y supe del escándalo de Rosellini, ya en el Colegio comenzaron a hablar muy mal de la sueca, y yo entendí que ella estaba vetada para todas, y sin embargo nunca dejé de admirarla. Éramos Bergman and Bogart, mejor que Bogart and Hepburn, también fue en el Cinelandia donde los pude ver por primera vez como pareja, metidos en un manglar, en el Reina Africana, él lleno de sanguijuelas que se le pegaban como corronchos en la espalda, y ella flaca como una espátula, con sus crespitos rojos y más pecas que un huevo de chocorocoy. De nuevo Anabella regresó sobre el piano a la melodía de Casablanca, ¡que de recuerdos! ¡Es increíble mi sobrina en el piano! ¿Como pude pensar que estaba conquistándome a Marcelo? Que loca soy. Lo cierto es que él no llega. Es muy tarde y me parece ver a Peter Lorre con sus ojos saltones diciéndole a Ingrid, no hay nada que hacer, él no regresará. Bogart and Bergman, ¡que de cosas! ¿Bogart and Bacall? La flaca Laureen con su mirada oblicua, sería su verdadera mujer, pero yo no sé si sería por celos, pero siempre la sentí como una patada. Gringa esperpéntica, ella me caía tan mal como la Dorothy Mc Guire del cinemascope, con todo y su Fontana de Trevi, o como la Juliette Greco con la barriga pelada, sus pantalones de bota ancha y luces estroboscópicas girando en un ambiente lleno de humo, y ella con su voz cavernosa. Todas tienen un común denominador, son flacas, ¡todas! Como las dos Hepburn, Audrey desayunando en Tiffany bajo una lámpara Deco, y la otra, la Katherine, ¡disfrazada de Eleonor de Aquitania!, pero ¿como voy a dejar por fuera a Julie Harris?, entre violetas y jazmines, gimoteando bajo un árbol llorón, encima de James Dean, always a rebel without a cause, el Abel de Al Este del Paraíso, ¿o era acaso Caín? Si no hubiese sido por la dirección de Elia Kazán, la novela de Steinbeck, tan pesada, nunca hubiese sido tan famosa. Cosas del cine. ¿Qué me dirá Anabella si le comento ese ejemplo? El cine promoviendo la literatura. ¡Jajaja! ¿Qué suena ahora? ¿Es una melodía italiana? ¡Oh Marcelo! Como Marcelo Mastroianni, con Federico Fellini dirigiendo a la rubia Anita Ekberg en La Dolche Vita, Anita repartiendo leche, la inglesa Diana Dors también tenía sus dotes encantadoras, ¿y Doris Day?, todos los suéteres de mi juventud, los pijama games, las medias tobilleras con sus mocasines, ella, ¿sobreviviría a la mastectomía? ¡Oh, casi olvidaba a Lana Turner! Vestida de seda negra, tan elegante y refinada, no tan suave como Eleanor Parker, una divina diva, aunque fuese casi de la época de Virginia Mayo. La Parker en la marabunta. Ese bachaquero comiéndoselo todo y ella allí, envuelta en Opium o quizás en LouLou de Cacharell, ante el Moisés, Ben Hur o el comandante astronauta del planeta de los simios, el bello y joven Charlton Heston con su sonrisa imperecedera, una dentadura perfecta, sonrisa pepsodent, tan sólo comparable con la de Burt Lancaster, el pirata hidalgo, el gatopardo, se ha puesto viejo, con los años, ahora ha quedado para extasiarse mirando a Susan Sarandon mientras ella se lava los senos con jugo de limón desde una ventana indiscreta en Atlantic City, ¡viejo verde! ¡Ay Marcelo es ya tan tarde!. Anabella dejó de tocar el piano. Terminó el concierto y ahora ya casi es medianoche, creo que tendremos que irnos a dormir, a dor m i r r…    Alicia caminaba por la calle derecha. Al fondo se veía la basílica de la Chinita y el sol caía vertical haciendo brillar los colores de las paredes de las casas con sus ventanales llenos de barrotes protruyendo hacia las aceras y sus medias puertas entreabiertas que permitían atisbar tras los zaguanes oscuros el sol reventando dentro de los patios centrales, llenos de matas. La detuvo una señora anciana con un vestido largo negro con florecitas blancas. Ella estaba llena de arrugas y le dijo tomándola de un brazo. Mijita, Nelson está muerto. Entonces entraron por una de las puertas y en la penumbra del zaguán se detuvo Alicia y le respondió a la señora. Él estará muerto pero yo estoy bien viva. No me mire así misia, que yo no tengo remordimientos. ¿Por qué voy a tener que hacer el papel de muerta? En todo caso seré viuda. The merry widow. Jajajá. Ay, es que estar divorciada es casi como ser una viuda. ¿Es que nadie pone la mano donde ya la puso el muerto? ¡Misia Carmen! Que locura es esa... ¿Estaré enloqueciendo? No hay locos en mi familia... Todo esto es como una crisis esquizofrénica, como las que provocaba el LSD. Lo usaban en Berkely, uno de mis créditos en UCLA fue a estudiar la mariguana y sus efectos. ¡Oh la California de Warren Beatty!, el hermanito de Shirley Mac Laine. ¿Qué pasó con él y conmigo? Pura química, fue desde su primera película, la de Elia Kazán con Natalie Wood, splendor on the grass, entonces yo sufrí con aquel dramón sureño. Estaba para la época terminando de estudiar Medicina y me fascinó el tema de la locura y aquel amor por Warren, esplendoroso sobre la hierba. Ese querer lo derivé hacia la psiquiatría. No era la primera vez, ya unos años antes con Joan Crawford en blanco y negro, en aquella inolvidable película de Robert Altman, quizás también influyó la música, sin duda. Con que pasión, me acariciabas, te acaricié, cuanto me amabas, que triste fue nuestro querer, pero un viento gris. Autumn leaves y la locura, sí... Ahora, yo no estoy loca, sólo que Marcelo me está fastidiando otra vez, me está haciendo sentir como si fuese una viuda. ¿Yo viuda? ¡Paso! Ni por asomo. Viuda no, asediada, atacada, perseguida quizás por las miradas y las lenguas de los hombres, las lenguas viperinas de las mujeres, envidiosas, yo en boca de todas ellas, ¡jajajá! Pero están equíferas si creen que voy a perder mis objetivos. Con o sin rusa, con o sin mujeres, contra toda una manada que se interponga, todas las que se atrevan, que vengan como un cardumen, una turba de mujeres furiosas, chismosas, no me vencerán. Que lleguen ellas graznando, como los pájaros de Hitchcock, como aves agoreras, como en el film de Kazantzakis el griego, las viejas vestidas de negro destrozándolo todo. El griego, Zorba sí, y yo, Irene Pappas, yo quien sólo ando buscando mi cabra perdida, bajo el aguacero y los hombres en la puerta mirándome, deseándome y el chaparrón cayendo, y ellos extasiados deseándome, quisieran poseerme, pero yo soy Irene, la viuda y los miro altiva y los desprecio a todos. ¿Yo Irene Pappas?, ¿con esta papada?, ¿con este aspecto de rubia regordeta? No se puede. Irene es angulosa, de grandes ojos negros, con cara de pepa de mango, yo no. Soy una gorda papuja, quizás deba tomar el papel de Bubulina, la señora gorda que suspiraba añorando el perfume del pasado. ¡Oh Marcelo! ¿Donde iba yo a conocer a cuatro viejos almirantes que bebiesen champaña en mi bañera? Ay no Marcelo, el papel de Bubulina para mí sería degradante, ¿estás loco? ¿Marcelo donde estás? Entonces Alicia notó que la señora del vestido de florecitas se había ido y el zaguán era un túnel interminable. Temerosa de tropezarse con algún conejo, marchó paso a paso y luego corriendo desesperadamente, hasta despertar.

Con ligeras modificaciones este es un fragmento del Capitulo X de “Escribir en La Habana” novela ganadora de la Bienal José Rafael Pocaterra del Ateneo de Valencia, en 1994.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Palabras del poeta Víctor Vielma en Maracaibo, Sept 5,2013



PALABRAS DEL POETA Víctor Vielma Molina
EN LA PRESENTACIÓN   DE LAS   DOS   ULTIMAS NOVELAS DE
 JORGE GARCÍA TAMAYO
El jueves 5 de septiembre durante el II FESTIVAL DE POESÍA de Maracaibo.

Todo escritor es, de alguna manera, un veedor del orden y un desvelador del caos; pero, es a su vez, un proponente de cambios. Allí empieza, un empecinado hito que viaja, subrepticiamente, en el relato. Este hito siempre será original e inusitado. Y en su dinámica crítica, lucha por mantener el orden ético.  En consecuencia, la creación literaria tiene un algo de divino, que de alguna manera conjura contra el mal. En el Egipto de hace 5.000 años, dioses y hombres tenían que asegurarse que el desorden no venciera a la justicia y al orden. En el mundo religioso egipcio, el orden “se manifiesta en la naturaleza como la normalidad de los fenómenos”[1] y para ellos «maat» era el orden. Y este orden, estaba conectado “con los eventos cósmicos que revelaron la naturaleza de la vida divina”.[2]  De tal manera, la novela, pareciera colocarse entre los dioses y los hombres para preservar los preceptos  de justicia y orden. Y para ello, parte desde su contexto, hacia lo suyo, universal.
Si hablamos de un novelista, es para retrotraer al recuerdo más extraordinario que pueda tener la humanidad acerca del intento más despiadado, que se haya hecho contra la poesía. Esta negación hace que la poesía insurja, de manera más creativa, para fruición de lectores.
Hace aproximadamente 2.300 años Sócrates, conminó a su discípulo Platón, a echar su poesía al fuego; pero el discente, en disimulada desobediencia, entrega a la posteridad sus Diálogos. Que vienen, sin más, a ser el preludio de la novela.   Es por ello, que nos encontramos en el II Festival de Poesía, hablando y disertando sobre este género literario, que también es «poiesis».
Traigo la intención de agitar banderas a favor de la narrativa del país. Me manifiesto en contra del abandono, en que la crítica literaria y la sociedad venezolana,  mantiene a los novelistas de provincia. Pareciera que en Venezuela, sólo se es, si se vive y crea en Caracas. Y aquí, para contradecir a los centralistas, he de referirme a una sentencia de Siéyès, que colocara como epígrafe  Stendhal,  en su novela Rojo y Negro: “En la capital está la elegancia y en provincias, el carácter” Pero, para alejarme de esta sentencia, digo: en provincias, nuestro carácter es la elegancia.
El crítico literario uruguayo Ángel Rama, a decir de Ludovico Silva, solía quejarse de: “… que los venezolanos no le damos a nuestros valores literarios el sitio que merecen, ni les consagramos los dantescos «largo estudio y largo amor» que sin duda necesitan”.[3] Ciertamente, poca notoriedad dan los críticos venezolanos a nuestros novelistas. Este acto, sin más, es justicia a favor, de uno de los hombres, que de verdad, han hecho y hacen nación desde la provincia. Hablamos, del novelista zuliano Jorge García Tamayo. Y para él van las siguientes palabras:
Un texto literario es un llamado singular de una o varias intenciones nacidas de su autor. Leerlo es un acto re-creativo. Pero, “…escribir sobre un texto es producir otro texto; desde la primera frase que el comentador articula queda falseada la tautología que sólo podía subsistir al precio de su silencio”.[4] Relatar es darle vida a la existencia de algo. La existencia, pareciera tender una inevitable celada a los seres humanos. Su rostro enfático los lanza a ser partícipes de su tragicomedia.  Y éstos, acosados por el empuje de las circunstancias, toman decisiones, que habrán de marcar sus destinos. Y ante este acontecer ineludible, el escritor, siempre está a la caza de la trayectoria y del resultado de estas decisiones. Jorge García Tamayo, como novelista, no es una excepción. Cumple este papel a cabalidad. Producto de esta caza y bajo el sello de la Editorial: el otro@el mismo; nos entrega dos nuevas novelas: Ratones desnudos y El año de la lepra.
La novela Ratones desnudos, empieza por relatar el viaje a Ciudad Bolívar del periodista Hernando Salazar. Busca al testigo clave que pueda informarle de las causas de la desaparición del Instituto de Neurología y Psiquiatría creado en la “ciudad de fuego”. Va al encuentro del científico Eduardo Soriano y sólo halla a un anciano hundido en sus pesares y el alcohol. Al parecer en Soriano: “(…) existía una extraña historia sobre unos ratones desnudos, sin pelos.”[5] Hernando Salazar, a través de lo que queda de este personaje; viaja a otros, que van dando pistas, testimonios y puntadas hasta pegar, retazo a retazo, la historia del INP. Y, todo aparece, a manera de interesantes y excitantes biografías, de relatos amenos, sustanciados con inusitada belleza literaria. Así es, esta magnífica novela. 
En la novela: El año de la Lepra, Jorge García Tamayo nos presenta al inseguro escritor Alejo Plumacher, que tiene en mente una o varias historias por narrar. Plumacher, busca los aportes de las narrativas de escritores reconocidos como: Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Stefan Zweig, Sergio Ramírez, Ednodio Quintero, Auster, Puig, Oswaldo Trejo, entre otros. Los analiza y conoce de sus variadas técnicas y conocimientos; hasta que por fin, después de dudas y escarceos del cómo iniciar la narración de esta novela, se lanza a contarnos la historia o, para mejor decir, las historias que se entrecruzan en un festín narrativo sin par.
El año de la lepra, es un recorrido subyugante, acarreado por las experiencias de médicos investigadores y de sus vidas henchidas de inusitadas historias personales. Es el prodigioso y tortuoso viaje, hacia los procesos investigativos del paludismo,  la fiebre amarilla y la lepra. Estos personajes están imbuidos dentro de la atrayente narración de los impredecibles amores entre el médico judío-polaco Silvestre Korzeniowski y Nadja Kovac. La vida azarosa de los amores de la médico zuliana Ruht Romero y del frustrado escritor Alejo Plumacher. O la insultante conspiración del espía bielorruso Dimitri Yakolev, quien quiere apropiarse, para fines bélicos, de los resultados de las investigaciones de médicos venezolanos en torno al micobacterium leprae.  Toda la obra es un viaje que nos lleva de la caribeña isla de Guadalupe a la isla Kaow, situada en la región oriental de la Guyana Inglesa. Desde El Esequibo al lago Coquivacoa, justo al Leprocomio de la isla de Providencia. Del Zulia a Caracas. De Caracas a Táriba, la “Perla del Torbes” o a Ciudad Bolívar. Y en estas singladuras, bajo apasionantes descripciones y narraciones literarias de gran esplendor, atraviesa, entre otras ciudades europeas, a Polonia, Roma, Venecia o París.  Así, este magistral relator venezolano, narra la conflagración de hombres  que vivieron de la II Guerra Mundial, el Holocausto  judío y a los grandes sacudones psíquicos que estos acontecimientos causan. En consecuencia, esta novela, relata la trayectoria fascinante de personajes, que al huir de sus propias tragedias, llegan a confundirse con la idiosincrasia  de los pueblos; en entrega abnegada y pasión a favor de la humanidad.
La novela Ratones desnudos, está narrada con claridad y corrección. Sus personajes aparecen descritos bajo el expresivo retrato de lo contextual y situacional. El controvertido Carloni-Corso, médico, que escala la posición de presidente del Instituto de Investigaciones en Neurología y Psiquiatría (INP), embriagado por el poder político, deja al instituto, gana la senaduría de la República, para terminar enredado en su propia trampa, en detrimento de sí mismo y del INP. Seguidamente, aparece el doctor Diego Carías, quien lo sustituye como director del INP. Diego Carías, después de estar con su equipo, cercanos al éxito de la investigación científica en torno a lo ratones desnudos, lo encontramos  secuestrado en la cajuela de un coche. Allí,  se nos aparece como la conciencia que va surgiendo y revelando pormenores, de los por qués, de su situación comprometida y sufriente. En esta novela, algunos personajes parecieran decirnos que hay que vivir para la vida.  Hay que verla, olerla y saborearla en su médula, en su goce espléndido. Otros, aparecen hundidos en problemas, errores personales, intrigas políticas o en la esclavitud de sus sentidos. Son como seres desgastados, echados al rincón kafkiano, mascullando la frustración y la soledad frente a una botella de licor para anestesiar la memoria y al pasado. El viejo científico Eduardo Soriano, se nos presenta como consciente evidencia, de lo que pudo suceder con el Instituto de Investigaciones en Neurología y Psiquiatría (INP), de los escándalos  y del caso de las investigaciones científicas sobre ratones desnudos y festeja la visita del periodista Hernando Salazar, diciéndole: “Estamos vivos, sí. (…) Cada uno con su drama, ha podido ver como todo ha desaparecido, se ha hecho escombros, ruido, moho. Hemos llegado a un deterioro abominable, y con nosotros como si fuéramos chatarra, más de un centenar de costosísimos equipos supersofisticados, todos ahora inservibles, hum, ¡jajá! Sí, pero estamos vivos ¡Maldita sea! Sí. Respiramos, y al menos esta vaina de sobrevivir, vale para que le pueda relatar esta historia…”[6] Más adelante, el doctor Soriano, nos narra las vicisitudes que sufrió el científico Fernández Morán, a causa del sin sentido de las diatribas políticas, la incomprensión y del exilio que acabaron con los sueños y  proyectos, de este venezolano ejemplar, a favor de la medicina investigativa del país. 
En El año de la lepra, aparecen personajes, marcados  por lo trágico.  Pareciera, que cada uno fabricara sus propias trampas, para caer en ellas. Como el caso del cura Omar Yagüe Oliva ante el inconveniente general retirado Alcides Henares.  En este tráfago, en esta agonía, encontramos la conspiración y el espionaje del bielorruso Dimitri Yakolev. Al enigmático Jaim Grudzinsky, agente de la CIA, traficante de armas, desleal amigo y rival del doctor Silvestre Korzeniowski.  O la sublime, dolorosa y seductora historia de amor del joven oficial Monsieur ¨Papillón¨ y Cristina, ocurrida en la paradisíaca isla de Guadalupe.
La novela, El año de la lepra, está promediada de personajes que se dan al trabajo creador, al servicio del prójimo y crecen como seres auténticamente útiles. Y los menos, desde la perfidia, destacan por su ambición y codicia. Esto es, se aprovechan de la dominante “ética del individuo”, de la que nos habla el filósofo Franz Hinkelammert. Enfermedad social del sujeto que se abre para destruir nuestras formas de ser, dar campo al egoísmo, al delito y al desarraigo, “que tienen como principio axial aquello de: yo vivo si te derroto a ti.”[7]  Pero seguidamente, surgen los personajes, que por su ejemplo moral, militantes del amor y de las virtudes, confrontan lo antiético. Qué como figuras emblemáticas, se sitúan en “La ética del sujeto”.[8] Que no es más que aquella virtud que rompe el “ensimismamiento del individuo y su ética” con el depurativo actuar del: “yo vivo si tu vives”.[9] Así se centran los casos de los médicos investigadores: Luis Daniel Beauperhuy, conocido como: “el médico de Cumaná”, del judío Silvestre Korzeniowski, de Arístides Sarmiento, de Víctor Pitaluga y la doctora Ruth Romero. Su tiempo narrativo se desplaza desde el primer tercio del siglo XIX al presente, donde muchos personajes de la vida real saltan al espacio novelesco por sus atrayentes ejecutorias. Pero, hemos de advertir, que en la atmósfera y espacio donde se mueven los personajes, está la tentación de un sistema político corrompido que impele al vicio. Allí no está la realidad al calco. Y con ello, pretendemos decir, que si la realidad es inimitable, ésta, sólo en la ficción novelesca, puede, con el ímpetu de la imaginación del narrador, ser superada. Así es la virtud narrativa de García Tamayo. Puesto que una novela es, como quererse mirar al espejo, mirando a los demás. Es un espejo que se busca inagotablemente; para verse instalado en otro mundo. Es, a su vez, un cambio de espejo; que acepta la alteridad. Es una total búsqueda para despertar despierto. Para decir verdad, toda novela, de algún modo, plantea una utopía; para llegar a la topía, que es el mundo del autor; que jamás será el narrador.
En las novelas Ratones desnudos y El año de la lepra, la intriga se hace una infatigable presencia en la trama. Ésta navega sin dejar incólumes a sus personajes. Pasa por el minucioso quehacer de los seguidores de Hipócrates y los avatares de la investigación científico-médica. Allí, donde unos buscan, desde el resultado del avance de sus investigaciones, servir a la humanidad. Por paradoja, otros, están a la saga, para la burla previa ante el éxito o el fracaso de los avances científicos; porque es cuesta arriba sopesar que el vecino sea un genio. Los más perversos buscan sus resultados para utilizarlos como arma bacteriológica. Y quienes no pueden resolver sus conflictos personales, se precipitan en el paroxismo de la caída cierta de sus destinos. Pero aparecen, aquellos que, desde sus investiduras políticas, militares, sociales o religiosas se aprovechan del desorden gubernamental, para atesorarse de lo indebido. O para hundirse en la molicie, el vicio y los desdenes de no llegar a nada como muchos de los personajes de la novela Ratones desnudos, que al entrar al cargo del Instituto de Investigaciones, se van perdiendo entre la política mal asimilada, sus debilidades y problemas personales, hasta propiciar el estancamiento o destrucción de lo que administran.
El autor, en cada novela inserta varios relatos, que pudieran por sí mismos, ser una novela; De esta manera se conjugan en lo medular, hasta constituirse en un solo cuerpo literario. Así, son las estructuras de: Ratones desnudos y El año de la lepra.  En ellas van de la mano la ficción y la supuesta realidad. Cruce de intrigas amorosas y políticas. Espionaje, conspiraciones, vidas refutables de tránsfugas y saltimbanquis de la política y de la iglesia. Buscadores de fortuna fácil en connivencia con políticos y burócratas laxos y proclives a la complicidad maleva. Y entre la mixtura de traidores, estafadores y operadores de la corrupción, -todo no está perdido-. En ese marasmo de disolutos, crápulas y licenciosos,  surgen otros personajes, que a duras penas, viven en la virtud del término medio, casi aristotélico, sin caer en la decadencia. En otras palabras: en medio del lastre y las miserias humanas encontramos personajes de alto contenido ético, amantes de la vida, el trabajo, el estudio y la investigación, que intentan pasar el pantano sin mácula y ser  útiles al prójimo. Son la expresión de la “Ética del sujeto”[10]
El año de la lepra, es ficción que recoge el acontecer socio-político nacional y mundial, sin desprenderse del registro literario. Si la realidad es comparable a novela; la ficción la sustrae. Allí, la ficción es un girar, un ir y venir por la tragedia y las grandes conflagraciones mundiales y los asuntos domésticos del hombre dentro de su entorno social. Donde algunos personajes, parecieran quedarse debajo de un cedazo y pocos lo atraviesan para ascender a otro escenario. A ese, casi imposible escenario, donde milagrosamente se puede salir indemne y resurgir desde las mismas cenizas.  La ficción, juega a los vericuetos de la cicuela, que es ese juego venezolano,  donde el narrador se coloca a distancia, para atinar a que la bola creativa entre en la abertura que tiene el número más alto de los andamios de la imaginación. Es justo allí, donde la narración, lo reiteramos, se hace más que la realidad. Este es el estilo narrativo de Jorge García Tamayo.
En las novelas Ratones desnudos y El año de la lepra, los personajes lastiman las llagas del cuerpo político-social. Puesto que, los personajes, al encontrarse con la deflagración de sus vidas, van más allá de su propio infierno e impactan al lector. Todo su cuerpo literario, es recuperación de la memoria o, simplemente, rememoración y reconocimiento. En otros casos la narración se torna en acerba denuncia contra los grandes proyectos gubernamentales que no llegan a nada. Los personajes virtuosos demuestran, desde sus vidas ejemplares, que en mucho, son víctimas de quienes viven de la apariencia y de la perversidad. Señalan, los meandros sociales y políticos que siembran la decadencia.
Parte de la tragedia de los escritores está, en no poder eludir en sus reacciones, el acontecer de sus vidas personales con su entorno vital. Nuestro novelista, en su bienaventurado semblante como narrador, no deja de desvelar lo autobiográfico ni de simular la ocultación de personajes que se movieron o moran en su realidad, sumidos en el olvido o en el anonimato. Por ello, el mismo novelista expresa, que todo: ¨... conviene catalogarlo como una novela y por lo, tanto, en su mayor parte pertenece al territorio de la ficción.¨
El novelista Jorge García Tamayo, a lo largo de su vida como médico, científico, cuentista, columnista, pintor, cinéfilo y melómano. Sabe, como J.A. Greimas, “que las estructuras lingüísticas del relato resultan ser, en el plano de las manifestaciones narrativas, la transposición  o el correlato de las estructuras narrativas fundamentales.”[11] Por ello, no hace más que valerse de la narración, para contarnos, a través de sus personajes, el mundo que ama y el infierno que rechaza. Como en el caso de su galardonada novela Escribir en La Habana (1994), o en su intrincada obra, La peste loca (1977). La vida de investigador científico y médico en ejercicio, de docente y pintor que destaca en su laureada obra Para subir al cielo… (1998). La condición de cronista de la medicina, escritor y amante de la historia política del país se siembra como contenido en El Movedizo encaje de los uveros (2003), la Entropía tropical (2003), y en estas dos novelas recientes, Ratones desnudos (2012) y El año de la lepra (2012). Allí, en cada una de sus novelas, la audacia del narrador, se impone y borra al cronista. Es así, como Jorge García Tamayo, nos brinda su interesante talento de novelista

Bibliografía:
1-[1] BERIAIN, Josetxo. La lucha de los dioses en la modernidad. Del monoteísmo religioso al politeísmo cultural. Anthropos Editorial. 2000. Caracas. P. 34
2-[1] Ídem.
3-[1] SILVA, Ludovico. Belleza y Revolución. Fondo Editorial Fundarte. Alcaldía de Caracas. 2011. Caracas. P.54.
4-[1] TODOROV, Tzevetan. Literatura y significación. Editorial Planeta. S. A. 1971. Barcelona. España. P. 175.
5-[1] GARCÍA TAMAYO, Jorge. Ratones desnudos. Ediciones El otro, el mismo. Colección Salvador Garmendia. 2012. Colombia. Pp. 13-14.
6-[1] GARCÍA TAMAYO, Jorge. Ratones desnudos. Ediciones El otro, el mismo. Colección Salvador Garmendia. 2012. Colombia. P. 97.
7-[1]HINKELAMMERT, Franz. Hacía una crítica de la razón mítica. El laberinto de la modernidad. Materiales para la discusión. Fundación Editorial el perro y la rana. Caracas. 2008. P. 46.
8 [1]Ídem.
9 [1] Ídem.
10-[1] HINKELAMMERT, Franz. Hacía una crítica de la razón mítica. El laberinto de la modernidad. Materiales para la discusión. Fundación Editorial el perro y la rana. Caracas. 2008. P. 46.
11-[1] GREIMAS, Algirdas Julien. En torno al sentido. Editorial Fragua. 1973. Madrid. P. 186-187.