lunes, 28 de noviembre de 2016

Visiones sobre la literatura y el cine



Visiones sobre la literatura y el cine


La Literatura se ha interesado en múltiples ocasiones por la figura del médico, por las enfermedades y los enfermos, por la investigación médica y otros aspectos. La Literatura en ocasiones nos ha mostrado médicos competentes, abnegados, entregados a los demás, en otros casos nos ha presentado médicos locos y malvados que se han entregado a terribles investigaciones científicas que se les han ido de las manos. El doctor Jekyll y el doctor Frankenstein son dos ejemplos creados por la imaginación de Robert Louis Stevenson y de Mary Goodwin de Shelly.  

Sobre la criatura creada por la pluma de Mary Shelley puede ser interesante comenzar refiriéndonos a la trágica muerte del esposo de la escritora y del deseo de ésta de conservar el corazón de su marido el amado poeta Percy Bysshe Shelley. Este requerimiento de Mary Shelly, pudo ser visto como un acto de amor y de romanticismo, pero igualmente ha valido para ser interpretado como el extraño deseo de emular a su personaje, el doctor Victor Frankenstein… Evidentemente que no parece que esta fuese la idea de la escritora viuda, y lo que fue una realidad es la existencia desafortunada del poeta Shelley. Su vida fue breve, sería expulsado de la Universidad de Oxford y de su casa paterna por pensar libremente y haber hecho un trabajo adverso a la religión y  se vería obligado a refugiarse en otra patria porque no podía vivir en la suya. Abandonó Inglaterra para instalarse en Italia y esto lo hizo, afortunadamente en compañía de su inseparable esposa Mary Goodwin y de su gran amigo Lord Bryon.
El 8 de julio de 1822, moriría ahogado al sucumbir a una tempestad el barquichuelo donde viajaba, acompañado de un adolescente de nombre Eduardo Elliker Williams, cuando costeaban el litoral etrusco entre los puertos de Ligurio y Vía Reggia. Diez días más tarde, su cuerpo fue depositado en la playa por las corrientes marinas, y los cadáveres serian encontrados en la costa cercana a Via Reggia. Shelley apareció mutilado y desfigurado. Se dice que solo pudo ser reconocido gracias a un volumen de poemas de Keats y un tomo de Sófocles que llevaba en los bolsillos. Sus restos fueron enterrados a la orilla del mar y posteriormente exhumados e incinerados allí mismo, frente al mar en presencia de Mary Shelly, Jane Williams, Byron, Hunt y pescadores de la zona. Trelawny, quien fue compañero y amigo de Byron y Shelley, hizo estampar sobre la tumba del poeta este verso del libro “la Tempestad” del poeta muerto: “Nada de él se perderá, sino que el mar lo ha de cambiar en algo raro y rico”. Sin embargo, su corazón, extirpado y conservado primero por Hunt, luego por Mary, y descansa en el cementerio de Bournemouth junto al sepulcro de uno de sus hijos, Percy.  Mostramos una imagen del funeral de Shelly pintado por Louis Edouard Fournier.

Douglas Walton interpreto al poeta Percy Bysshe Shelley en la película La novia de Frankenstein (Bride of Frankenstein) dirigida por James Whale estrenada en  1935. Fue vista como la secuela de Frankenstein (1931), y en ella, desempeñaron roles principales los actores Boris Karloff y Colin Clive. La cinta cuenta también con la actuación de Elsa Lanchester, que encarno a Mary Shelly y a la novia del monstruo, y con Ernest Thesiger  en el papel del doctor Pretorious, y Gavin Gordon interpretando a Lord Byron.  En 1988, el poeta inglés Percy Shelley fue interpretado por Valentine Pelka, Mary Wollstonecraft  por  Lizzy McInnerny –que poco después se convertirá en Mary W. Shelley, tras casarse con Percy- y la hermanastra de Mary, Claire Clairmont fue interpretada por Elizabeth Hurley, en la pelicula, Remando al viento, dirigida por Gonzalo Suarez  y se describen los conocidos hechos de la temporada en la Villa Diodati a orillas del Lago Léman, en Suiza, donde Lord Byron es interpretado por Hugh Grant, y su médico, John William Polidori por José Luis Gómez. Se muestra el nacimiento de la novela, que Mary acabará titulando “Frankenstein o el moderno Prometeo”. La escritora imagina que el monstruo salido de su imaginación se convierte en algo real y que las desgracias que transcurren en su entorno en los siguientes años están causadas por su criatura. En este periodo, su hermanastra dará a luz una hija de Byron, y los Shelley proseguirán en sus viajes por Europa y regresaríamos al comienzo de lo escrito con la muerte del joven poeta.

Maracaibo, (Toronto) 28 de noviembre de 2016

sábado, 26 de noviembre de 2016

El Colibrí


EL COLIBRI
La primera vez que escuche cantar El Colibrí, siento como si hubiese sido hace muchos años y no es tan cierto. Fue en la voz de una hermosa jovencita que amenizaba el cierre de un evento para mi muy especial, y estaba con mi esposa y con mis hijos menores recibiendo el premio de Narrativa en el Ateneo de Valencia otorgado a la novela “Escribir en La Habana”, el año 1994. No sabía yo, para ese entonces que la melodía se había popularizado en la voz de Soledad Bravo, y que estaba en un CD que solo llegaría a escuchar más de una década después.

Muchas cosas sucederían con el correr de los años, y los recuerdos son abrumadores, mientras que la canción seguiría sonando una y otra vez hasta terminar por hacerse muy querida entre nosotros, gracias a mi amigo gipuzkoano Eduardo quien la cantaba con gran sentimiento, ya sabemos que los vascos dicen las cosas cantando, y Eduardo lo hacía cada vez que tenía oportunidad y fueron tantas en muchos viajes y en muy buena compañía siempre, que terminamos por llamarlo “el colibrí vasco”, aunque cantase en Fuerteventura, la más grande de todas las islas Canarias...

Por esas y tantas cosas, aunque en ocasiones intercalásemos el ‘Madrigal” de Danny Rivera que a mí me sonaba con las mismas inflexiones de Sadel, o aunque me atreviese yo a cantar “Maite” y hasta “Maitexu mia”, con seguridad volveríamos a corear “adiós adiós mi diosa del mar” del “Mi viejo San Juan” entonado por Eduardo, y allí sabíamos que estaría siempre “El Colibrí” para cerrar otra parranda antes de la del estribo, y otra vez, una mas, siempre antes de irnos… “a casa?”. Fueron muchos los años cargados de buenos recuerdos por lo que no he resistido la tentación de plasmar para ustedes, la hermosa letra de l
a canción...
El Colibrí
(Anónimo: cubano)
 
Creció una flor, a orillas de una fuente
Más pura que la flor de la ilusión
Y el huracán tronchola de repente
Cayendo al agua la preciosa flor
Un colibrí que en el enrramaje estaba
Voló a salvarla solícito y veloz
Y mientras con el pico la tocaba
Sumergíase en el agua con la flor.
El colibrí, la persiguió constante
Sin poder detenerla en su aflicción
Y cayendo desmayado en la corriente
Corrió la misma suerte que la flor.
Así hay en este mundo seres
Que en la vida buscan un tesoro
Yo soy el colibrí, si tú me quieres,
Mi pasión es el torrente y tu la flor.
 Toronto, 26 de noviembre, 2016
 
 

viernes, 25 de noviembre de 2016

El lector soñado


El lector soñado

En un artículo publicado en octubre del año 2015, el escritor español Javier Cercas hablaba sobre “el lector soñado”, y decía que “la literatura no existe por sí misma, aislada del lector; aislado del lector, un libro es apenas letra muerta, y sólo cuando el lector lo abre y empieza a leerlo, es decir, a interpretarlo, empieza a operar la magia de la literatura, gracias a la cual lo que está muerto resucita y el mundo que el autor ha cifrado en signos abstractos cobra vida concreta en la mente del lector”. Lo expresado por Javier Cercas resulta una realidad, al pensar que cada escritor esconde en el fondo de su mente, conocer de antemano al lector que pueda interpretar todos los matices, las ideas, los sentimientos y algunas veces las intenciones que el escritor desarrolla con su trabajo, las que en su oficio y sin tener idea de quien habrá de ser su lector, se arriesga al sentarse ante la página en blanco. Regresare a las observaciones de Javier Cercas, quien insistirá en la realidad de cuanto dice. 

“Es la verdad: un libro es sólo una partitura, y es el lector quien la interpreta; si no hay lector, no hay libro. Sobra aclarar que cada lector interpreta a su manera, de forma que hay tantas lecturas de El Quijote o de Rayuela como lectores de El Quijote o de Rayuela. Lo del lector activo ni es un experimento ni es pueril; de hecho, la expresión lector pasivo es un oxímoron: todo lector es un lector activo. No todos los lectores son igual de activos, claro está, del mismo modo que no todas las interpretaciones son igual de buenas. Pero sea cual sea la interpretación de un libro, es el lector quien lo crea, en la misma medida en que lo crea el escritor. He dicho que el lector crea el libro tanto como el escritor; quizá me quedé corto: quizá el lector crea el libro más que el escritor, al menos en el caso de los mejores libros y lectores. Es lo que pensaba Paul Valéry, heroica encarnación del antipopulismo intelectual: “No es nunca el autor el que hace una obra maestra. La obra maestra se debe a los lectores, a la calidad del lector. Lector riguroso, con sutileza, con lentitud, con tiempo e ingenuidad armada. Sólo él puede hacer una obra maestra”. Ese lector encarnizado es el lector con el que todos los escritores soñamos”.

Siento que no hace falta ser escritor, ni siquiera un buen escritor para hallar un buen lector, un lector que entienda lo que se quiere expresar con la palabra escrita. Hoy cuando pareciera que la noche de la historia se cierne sobre nosotros, me gustaría contradiciendo la tesis de Walter Benjamin(1892-1940) sobre el Angelus Novus, de Paul Klee (1879-1940) que le mostró las alas enredadas por el huracán del progreso soplando cual vorágine desde El Paraíso, y que le hizo creer que la historia solo podría afirmarse a través del olvido, me gustaría, repito hoy, recordar: regresar a los hombres a caballo, aquellos que con El Libertador ascendieron por las cumbres de Los Andes para después liberar a los pueblos de América, y también de quienes cayeron del caballo como Sucre en la selva de Berruecos, o como Zapata al trote en la emboscada fatal mientras los campesinos esperaban por él, o Miquelón Contreras-creado en la poesía de mi tío Fernando- derribado de su cabalgadura y muerto en la sabana de Tocuyito tras marchar con los sesenta de Cipriano y su compadre, soñando siempre con un país diferente, sin entender que los esperaba la historia para afianzar la realidad el mal hado caudillismo venezolano..., o como Aguirre, con Elvira en la grupa marchando rumbo a Barquisimeto para darle un finiquito a su historia de incomprendidas esperanzas, y es que así pareciera haberse detenido la noche de la historia, sobre nosotros mismos...

Cuando parecía que habíamos dejado atrás la Venezuela rural, y creíamos estar dispuestos a ingresar en un nuevo siglo de progreso, conscientes ya de que El Dorado no se encuentra en Miami, cerradas las heridas de la inútil y cruenta lucha armada, ante un mundo globalizado que tecnológicamente avanza a pasos agigantados obligándonos a estudiar cada vez más para estar actualizados, vemos como nuevamente, el negro excremento del demonio pareciera continuar torciendo el rumbo del país. En esta larga temporada de oscuridad, mientras observamos crueles ideologías que contaminan tristemente al mundo, mentes perversas con directrices transnacionales, minando desde adentro a las fuerzas que deberían servir al pueblo para que traicionen a su patria, y usando viejas tácticas populistas, insisten en adueñarse de Venezuela, para controlar la riqueza del subsuelo y retrotraernos a etapas ya superadas. El lector soñado por quien escribe, tiene que ser uno, con gran imaginación, pero a la vez con un ápice de inteligencia, la necesaria para no dejarse engañar. Nada hay peor que el fanatismo y tengo amigos que al leer, prefieren despojarse de su identidad, ganada con el esfuerzo de generaciones enteras para adoptar ideologías trasnochadas que por demás históricamente han demostrado llevar a millares de seres humanos a la ruina y a la muerte. Basta con el actual ejemplo del llamado “Estado Islámico” para aceptar que estamos viviendo en una larga noche y en nuestro país, el de nosotros y el de nuestros soñados lectores inteligentes, dependerá que podamos vivir un renovador despertar.

Maracaibo, (aunque esté en Toronto), el 25 de noviembre del año 2016

 

 

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Dicken Castro, un talento excepcional



Dicken Castro, un 'talento excepcional'

El arquitecto y decano de los diseñadores gráficos en Colombia falleció a los 94 años. Así lo confirmó su hijo Jerónimo, presidente de Colfuturo: “Su vida estuvo llena de alegría, con una capacidad de ver lo bello en lo más simple. Vivió su vida a plenitud, estuvo siempre rodeado de gente que lo quiso y lo admiró, y fue un excelente ser humano y un bello papá”. De su matrimonio con Lía Jaramillo también son hijos Cristóbal, artista y herrero; Rosalía, comunicadora social; Pedro, comunicador y desarrollador de software, y el arquitecto Lorenzo Castro. A ellos se suman diez nietos.
Aprovecho esta oportunidad para escribir sobre este famoso arquitecto colombiano, casado con una prima hermana, Lía Jaramillo Tamayo, hija con su hermana Alba de mi tía Albina, la hermana mayor de mi madre, quien era la menor de las Tamayo ( María Amelia Jacinta mejor conocida como a Maruja). Mi tía Albina, se casó con don Pedro Jaramillo Montoya y vivieron en Medellín hace ya mucho tiempo y nosotros, los Garcia Tamayo conocimos a Albita y a Lía en una visita que hicieran a Maracaibo en la década de los 50.
Oriundo de Medellín (nació en 1922), Dicken Castro estudió arquitectura en la Universidad Nacional e hizo un posgrado en la Universidad de Oregon, en Estados Unidos, entre otras actividades que lo llevaron a convertirse en un referente del diseño gráfico en el país, gracias a la creación de logotipos y símbolos como el de la caja de compensación familiar Colsubsidio, el de la moneda de 200 pesos y el del XXXIX Congreso Eucarístico, celebrado en Bogotá, entre muchos otros de gran trascendencia.
Dicken Castro fue un nadador consumado. En un texto de esta publicación especializada que compartió con EL TIEMPO, explican que “en su juventud participó en importantes campeonatos, y hasta pasados los 80 años seguía haciendo sus piscinas diarias en el Club de Los Lagartos, donde, precisamente, realizó algunos diseños arquitectónicos”. Además, era un creador nato, gracias a su gran capacidad de observación, que conjugaba con su amor por lo autóctono (desde lo precolombino hasta sus investigaciones sobre la arquitectura popular, como la que hizo sobre la guadua o sobre la gráfica de las chivas). La vena de arquitecto de Castro se complementó con la decanatura del programa de Arquitectura de Interiores de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en Bogotá, entre 1992 y el 2005. El presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos (SCA), lo recuerda como un gran exponente del oficio, no obstante su reconocimiento como diseñador gráfico. Incluso, realizó investigaciones importantes sobre la guadua. “Fue maestro de maestros, de quien aprendimos mucho”, anotó Flavio Romero, quien señaló cómo por su aporte a la arquitectura, se tomó la decisión de crear, en el 2004, el Premio Arquitectura de Interiores, que fue identificado como Premio Dicken Castro Duque. En 1996 DickenCastro fue el encargado de diseñar el logo de la Bienal Colombiana de Arquitectura, aún vigente.
Dicken Castro abrió la primera oficina de diseño gráfico en Colombia tras regresar de Europa, a principios de los años 70. Se especializó en Planeamiento Urbano en Róterdam (Holanda), lo que lo llevó a trabajar en la Oficina de Planificación de La Haya. Después regresó a la Universidad Nacional como profesor de las facultades de Bellas Artes y de Arquitectura. Su actividad docente fue complementándose con exposiciones, entre ellas, en 1957, la de acuarelas en el Museo La Tertulia, de Cali.  Luego llegaron otras, en 1970, en la Biblioteca Luis Ángel Arango, donde mostró algunos de sus diseños bajo el nombre “Símbolos”. En 1976 se consolidó con la exposición “Diseñadores precolombinos”, en el Centro Colombo Americano, y un año después, una serie de acuarelas y crayones, lo llevó a la galería de la Sociedad Colombiana de Arquitectos. Como arquitecto, Castro legó proyectos de gran relieve, principalmente en Bogotá, como el teatro y el refugio infantil del Club Los Lagartos (1955), el mercado de Paloquemao (1960), y la plaza de mercado del barrio Restrepo (1967). A estos se suman, en Ipiales, Nariño, el diseño del centro de exposiciones y bodegas de Alpopular (1976). Igualmente, Castro promovió la creación del gabinete de artes gráficas del Museo Nacional.
“No hay que construir solo para ser famosos ni creerse los mejores arquitectos del mundo”, eran algunas de las recomendaciones de este profesional colombiano. El uso del ladrillo a la vista también tiene al arquitecto como referente en Colombia. Fue algo que probé eficientemente en mi casa en Suba, donde pasaba los fines de semana con mis cuatro hijos, amigos y familiares, y así la humildad de los grandes sabios fue algo que siempre sembró en las muchas generaciones de estudiantes a los que él, de manera generosa, compartía sus conocimientos. “Se fue el nadador, el arquitecto, el diseñador, el papá, el hombre que gozaba con todo, el bailarín, el ojo de lo popular, el ser de la Guadua. Estarás siempre con nosotros. Dicken Castro septiembre 1922 – 21 de noviembre 2016”, escribió su hija Rosalía Castro en su página de Facebook.

Toronto, 23 de noviembre del 2016

Literatura, historia y politica


Literatura, historia y política

Brevemente quisiera poder conversar sobre la importancia de la asociación entre lo político, o lo que podríamos considerar como hechos realmente históricos, con el quehacer  literario, y en particular con la más proteiforme de las creaciones literarias, con la novela. Existen numerosos ejemplos de esta fusión. La reciente novela de Juan Gabriel Vásquez publicada por  Alfaguara es un ejemplo de esta conjunción. Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) se dio a conocer al haber ganado el Premio Alfaguara 2011, con El ruido de las cosas al caer, una novela que obtuvo también el Premio IMPAC Dublín 2014 y el Premio Gregor von Rezzori otorgado a la mejor obra de narrativa extranjera traducida al italia­no. Ahora, Juan Gabriel Vásquez no está dispuesto a desvelar cuánto hay de verdad y cuanto de mentira en su última novela, La forma de las ruinas (Alfaguara 2016). Desde su ciudad, Bogotá, el escritor logra a través de los magnicidios del abogado y líder político Jorge Eliécer Gaitán (1948) y del senador liberal Rafael Uribe Uribe (1914), hablarnos en una excelente novela, sobre  la preocupación de los colombianos con su pasado de violencia y el intento por dejarla atrás”. Ambos acontecimientos históricos, aunque distantes en el tiempo, confluyen precisamente en estos tiempos de plebiscitos y acuerdos de paz que intentan reparar la deuda de Colombia para con su destino. Gaitán y Uribe podrían ser cualquiera de los personajes públicos que a lo largo de la historia de Colombia han sido condenados a muerte sin juicio en el marco de violencia en el que ha vivido sumida, una nación que para los venezolanos siempre será apreciada como el “el hermano país”. Juan Gabriel Vásquez destacaría en una entrevista, que “el problema de fondo con estos crímenes es que no tienen culpables”, señalando el alto grado de impunidad todavía  existente en su país, para de inmediato afirmar que “un país así no puede mirarse al espejo cómodamente” (El País, enero 2016). Los venezolanos hemos arribado a grados inconcebibles de impunidad, y no existe ser alguno que no esté consciente de la grotesca politización de nuestra Justicia o que recuerden casos que destaquen por la impunidad y quizás se remontan paradigmáticamente a la muerte del fiscal Anderson, pero que sabemos están presentes y se repiten con deleznable complacencia de quienes impasibles llevan las riendas de este dizque gobierno que con la populachera promesa de trasladarnos a “el mar de la felicidad”  ha sumido al país en la peor crisis de su historia. 

El asesinato de Trotsky el 22 de agosto de 1940 en la ciudad de México, puede ser examinado como otro ejemplo de un crimen político que generó numerosas consecuencias. Resulto ser un episodio clave en la historia del siglo XX que escindiría al Partido Comunista de otras organizaciones izquierdistas, e igualmente provocaría la aparición de varios textos literarios. Sobre este tema podemos regresar a la última novela de Leonardo Padura El hombre que amaba a los perros, que como La segunda muerte de Ramón Mercader se basa en el asesinato de León Trotsky y se inscribe en una tradición cercana a la de Tres tristes tigres, regresando a La Habana y las conexiones de lo histórico y lo político con las novelas. La novela de Padura estéticamente no se parece a la de Semprún. En El hombre que amaba a los perros existen tres historias, dos de ellas formalmente históricas relacionadas con Trotsky y con Ramón Mercader, su asesino. La tercera, quizás es la que vertebra el relato completamente y corresponde a la verdadera historia del narrador. Hay que recordar que el título de El hombre que amaba a los perros es el mismo de un cuento de la colección Asesino en la lluvia del autor norteamericano de novelas policiacas Raymond Chandler, quizás por ello es explicable que el narrador, Iván, aparece casi como un doble de Conde, (el detective protagonista de la mayoría de las novelas de Padura) pero también se percibe como doble de Padura, el autor de la novela, quien evidentemente sin que sea necesaria la nota final, el lector habrá de reconocerlo, a Padura como Iván. Es decir, el personaje de Iván y el autor Padura vivirán en la excelente ficción biográfica, de historia y de política que constituye la novela El hombre que amaba a los perros. En Tres tristes tigres, la parodia literaria valdría para reunir en el asesinato y la traición las amargas realidades que definirían resultados revolucionarios en la Cuba que recién abandonaba Cabrera Infante. La segunda muerte de Ramón Mercader constituyo la lectura que hizo Semprún del fracasado proyecto histórico de un crimen perpetrado en las manos de la burocracia estalinista. En Iván se derrumban las ilusiones de los procesos que dieron origen a la historia, tanto a la de Trotsky como a la de Mercader y finalmente al desplomarse el techo de su casa en ruinas Iván y Padura terminan aplastados por el peso de una historia que resulta ser grotescamente verdadera. Cinco años de dudas y miedos llevan al autor a atreverse a escribir una especie de simulacro autobiográfico.  Miedo, y una metáfora de la generación de Iván que no es otra que la misma del autor Padura. El asesinato como traición al proyecto revolucionario desencadena relatos y en todos ellos, las profecías de Trotsky, como señala el narrador de Padura, “acabaron cumpliéndose”. La revolución seria traicionada, tal y como lo anunciaba el líder ruso en su ensayo de 1937.

Toronto, 22 de noviembre de 2016

 

miércoles, 16 de noviembre de 2016

El Golem. una leyenda de Praga, el cine y la literatura.



EL GOLEM en la leyenda de Praga, el cine y la literatura

Un golem es, en el diccionario medieval y en la mitología judía, un ser animado fabricado a partir de materia inanimada. No debe relacionarse con un tal Gollum quien es una retorcida criatura en la ficticia Tierra Media de J. R. R. Tolkien, popularizada por la trilogía fílmica El Señor de los anillos dirigida por Peter Jackson. El nombre de la criatura no es derivado de golem, como podría pensarse, más bien se origina del ruido gutural y monocorde que emite al toser la criatura bastante deforme de la Tierra Media de Tolkien. En hebreo, la palabra golem significa tonto o estúpido y realmente el nombre parece derivar de la palabra gelem, que significa “materia bruta”. En su obra "La Cábala y su Simbolismo", Scholem describe al Golem como una figura que cada treinta y tres años aparece en la ventana de un cuarto sin acceso en el guetto de Praga.

Los primeros judíos llegaron a Praga en el siglo X y fueron comerciantes. En 1142 un incendio arrasó el asentamiento judío al pie del Castillo de Praga en el barrio de Malá Strana, y la comunidad hebrea se trasladó a la Ciudad Vieja de Praga donde se formó el Barrio Judío. Según Gershom Scholem, catedrático de la Universidad Hebrea de Jerusalén, en Praga fue el lugar donde empezó a utilizarse la estrella de David de seis puntas como símbolo de los judíos. El monumental edificio de la Sinagoga situado en el corazón del guetto alimentaba las leyendas. Una noche dos músicos judíos que habían tocado en una alegre boda a pesar de las altas horas de la noche, vieron que las ventanas del templo estaban iluminadas y desde su interior se oían cánticos, se cuenta que ellos verían como en la Sinagoga estaban reunidos los difuntos y se leía la lista de las personas que iban a morir el próximo año y el músico escucharía mencionar su propio nombre. Otras leyendas se refieren al ser artificial Golem, que fue amasado por el rabino Löw con arcilla de la orilla del río Vltava (Moldava) en Praga, ser este que cobraba vida cuando se le colocaba en la boca un pergamino con una fórmula mágica, denominada shem. 

 
El Rabino Judah Loew ben Bezalel, conocido como el Maharal de Praga, fue un conocido rabino del siglo XVI, a quien se le atribuye haber creado el golem en la Sinagoga Vieja-Nueva (Altneuschul), para defender el guetto de Praga de los ataques antisemitas. Los golems no son inteligentes, son incapaces de hablar y si se les ordena llevar a cabo una tarea, la cumplirán de modo concienzudo pero lento y ejecutando las instrucciones lo más literalmente posible. Existe una anécdota, según la cual la mujer del rabino le pidió al golem que fuera al río a sacar agua y el golem accedió al pie de la letra; fue al río, y comenzó a sacar agua del mismo sin parar hasta que inundó la ciudad. En muchas historias el golem lleva grabadas palabras mágicas que le dan vida y lo mantienen animado. Los Nombres de Dios grabados en su frente, o bien la palabra Emet (verdad en lengua hebrea) en su frente son ejemplos frecuentes y al borrar la primera letra de “Emet” para formar “Met” (muerte en hebreo) el golem podía ser destruido o desactivado, quedando solamente su cuerpo de barro inerte. De acuerdo con la leyenda, los restos del golem original están aún guardados en un ataúd en el ático del Altneuschul en Praga, y, el mismo puede ser devuelto a la vida, de ser ello necesario.

Estas historias atestiguaron un cambio dramático del golem, por ello el golem pasa a convertirse en la creación de místicos ambiciosos que inevitablemente serían castigados, situación muy similar al Frankenstein de Mary Shelley y al homúnculo alquímico. Algunos han considerado al golem como precursor de los androides. Como pasa en Frankenstein, un mito que guarda más de un punto en común con esta historia. Al crear su criatura a partir del barro, el rabino Löw había repetido los pasos realizados por Dios al crear a Adán. Pero jugar a ser Dios acaba siendo un mal negocio. El Golem debía dormir cada sabbath. Pero un sábado la hija del rabino enfermó gravemente y Löw olvidó retirar de la boca de su criatura las tablas con las letras de la Torá. Un descuido fatídico. El Golem enloquecería y sin atender órdenes, se escapó de la casa y arrasaó todo, derribaría varias casas y acabó con la vida de varios judíos. En su locura, el protector se ha convertido en un asesino incontrolable... Alertados, los judios se reúnen con el rabino Löw. Le piden que acabe con la criatura. El Golem no es una bendición, es una amenaza. El rabbi se muestra de acuerdo. Apenado, se acerca hasta su criatura y al ver a su padre, el Golem se tranquiliza. Entonces Löw le borra una letra de su frente. Emet (verdad), se vuelve Met (muerte). El Golem de nuevo es una figura de barro y el rabino Löw lo desmonta y lo sube a lo alto de la sinagoga.


A finales del s. XIX, el grueso de la sociedad europea adoptó la figura del golem. La novela de Gustav Meyrink, El Golem, de 1915, está basada en los relatos sobre el golem creado por el Rabino Judah Low ben Bezalel. Este libro inspiró una serie de clásicos expresionistas del cine mudo y El Golem resultó ser una célebre película de cine mudo, dirigida por Henrik Galeen y Paul Wegener en 1915. Trata de un golem de barro creado por un rabino piadoso que lleva a cabo una especie de magia o hechizo que le proporciona la vida al golem en la Praga medieval. La película está basada en la novela de Meyrink. Existe también una serie El Golem, de la que es especialmente famosa "El Golem: cómo vino al mundo" (también estrenada como "El Golem", 1920, E.U.A. (1921). 

En 1966 se estrenó La Estatua Viviente, versión británica de El Golem , con Roddy McDowall como el curador de un museo despedido por sus patrones, que utilizando una fórmula medieval logra que la estatua cobre vida y  la usa contra el jefe del museo. Otro famoso tratado de la misma época es "El Golem", "poema dramático en ocho secciones" en yidis de H.Leivick, 1921. El escritor argentino Jorge Luis Borges, en su obra "El otro, el mismo", escribe un poema titulado "El Golem" donde se refiere a este mito. Borges como palabras preliminares a la lectura del poema declaró que "el Golem es al rabino que lo creó, lo que el hombre es a Dios. y es también, lo que el poema es al poeta". Además, notó que tanto Bioy Casares como él lo consideraban uno de sus mejores poemas. 

Maracaibo, 16 de noviembre del 2016

Leonor de Aquitania



Leonor de Aquitania





En estos días, he releído el libro de Pamela Kaufman Leonor de Aquitania y por ser historia novelada, a propósito de este tema y de la reciente publicación de mi novela Vesalio el anatomista, aprovecharé esta circunstancia para regresar a la verdadera historia de esta famosa mujer, uno de los personajes más controvertidas de la Edad Media. Duquesa de Aquitania, condesa de Gascuña, reina de Francia y posteriormente de Inglaterra, madre de diez hijos, luchó por sus intereses y los de sus descendientes, llegando a sufrir la reclusión ordenada por su segundo marido. Leonor era hija de Guillermo X, último duque de Aquitania. Tuvo su propio ejército con el que partió a las Cruzadas y  siempre luchó contra el machismo. 
Leonor nació en la ciudad de Poitiers en 1122. Fue la mayor de los tres vástagos habidos del matrimonio entre Guillermo X, duque de Aquitania, y de Leonor de Châtellerault. En 1130 murió su único hermano, Guillermo, lo que la convirtió en la heredera de su padre. El 9 de abril de 1137, Guillermo X falleció en una peregrinación a Santiago de Compostela y Leonor tomó posesión del inmenso ducado de Aquitania, que se extendía desde el Loira hasta los Pirineos y era mayor que los dominios directos del rey de Francia.

En Burdeos, el 4 de julio de 1137, contrajo matrimonio a los 15 años de edad con Luis VII de Francia, futuro rey de Francia, un año mayor que ella. Ese mismo año, ambos ascendieron al trono francés tras la muerte del rey Luis VI (1137-1152) Ocho años más tarde, en 1145, nació su primera hija, María, futura condesa de Champaña. Las tensiones entre la pareja se iniciaron, cuando la reina apoyó el matrimonio ilegítimo de su hermana Petronila con el conde Raúl I de Vermandois, y el rey enviaría a su hermano Roberto a invadir Vermandois en castigo por la bigamia del conde. El comportamiento emancipado y liberal de Leonor fue muy criticado por la curia eclesiástica, especialmente por Bernardo de Claraval, por el abad Suger y, al parecer, por su propia suegra, Adelaida de Saboya. Sin embargo, nada de esto le importó al soberano francés, enamorado de su esposa. En 1147, los jóvenes esposos marcharon a la Segunda Cruzada, movida por la predicación de Bernardo de Claraval. El rey no quería que Leonor lo acompañara, pero ella, en su calidad de duquesa de Aquitania la mayor feudataria de Francia, insistió en partir como los demás señores feudales. Durante su estancia en Antioquía, la relación de la reina con su tío Raimundo de Poitiers, príncipe de la ciudad, dio lugar a murmuraciones, que provocaron el distanciamiento en la pareja real. Luis obligó a su mujer a volver con él a la fuerza, aunque lo hicieron separadamente. En su camino a Francia, se detuvieron en Roma, donde el papa trató de reconciliar al matrimonio y el resultado fue su segunda hija, Alix, futura condesa de Blois, nacida en 1151; sin embargo, la relación entre ambos estaba irremediablemente dañada. El 21 de marzo de 1152 los reyes consiguieron la anulación de su boda, basándose en su parentesco. El precio que puso Leonor a esta separación fue la conservación de sus dominios.

El 18 de mayo de 1152 Leonor contrajo matrimonio, en la Catedral de San Andrés de Burdeos, con Enrique Plantagenet, quien pronto sería Enrique II de Inglaterra(1154-1189). Unía así sus vastos dominios en Francia a los que ya poseía el heredero al trono inglés (dueño de Anjou, Maine y Normandía, además del Reino de Inglaterra y Gales). De este modo, se formó el llamado Imperio angevino, en el cual los reyes de Inglaterra, aun siendo vasallos del rey de Francia, controlaban un territorio ocho veces superior al dominado por Luis VII De este matrimonio nacieron ocho hijos, cinco varones y tres mujeres. En su corte, establecida principalmente en Poitiers, tuvo gran auge la lírica caballeresca y trovadoresca, y Leonor fue mecenas de numerosos trovadores. La existencia de una amante de Enrique II provocó el enfrentamiento entre Leonor y el Enrique, y a partir de 1173 Leonor promovió la rebelión de tres hijos del rey contra su padre. Tras reprimir la rebelión, el rey encarceló a Leonor, primero en Chinon y luego en Salisbury, donde permaneció bajo arresto hasta la muerte de su esposo, en 1189.

Recuperada la libertad, Leonor se convirtió en regente de los dominios angevinos durante las ausencias de su hijo Ricardo (Corazón de León). Tras la vuelta de este rey de la Tercera Cruzada, Leonor se retiró a la abadía de Fontevrault. La muerte de Ricardo, el 6 de abril de 1199, hizo que Leonor abandonara de nuevo su retiro hasta conseguir la coronación de otro hijo, Juan, relegando a su nieto, el duque Arturo I de Bretaña, al que prácticamente no conocía. En 1200, contando casi 80 años, dio muestras de una fortaleza impresionante cuando decidió viajar hasta Castilla, cruzando los Pirineos, para escoger entre sus nietas, las infantas de Castilla, hijas de su hija Leonor y de Alfonso VIII de Castilla, a aquella que se convertiría en esposa del hijo de Felipe II Augusto, el futuro Luis VIII. La elegida fue Blanca, una de las reinas de Francia más célebres, regente del reino en tres ocasiones y modelo de virtud y habilidad política. Murió el 1 de abril de 1204 en la abadía de Fontevrault, a los 82 años de edad, y fue sepultada allí mismo, junto a su esposo Enrique y su hijo Ricardo.

Leonor de Aquitania es el personaje principal de la película El león en invierno (The Lion in Winter( 1968), del director Anthony Harveycon guion de James Goldman, basado en su propia obra de teatro. Katharine Hepburn interpretó el papel de Leonor y Peter O'Toole el de Enrique II.

Maracaibo, 16 de noviembre del 2016