martes, 28 de febrero de 2017

Sobre la creaciòn de "El moderno Prometeo"




Sobre la creación de “El moderno Prometeo”

Cuando se fugó de su casa con el poeta Percy Shelly, Mary tenía solo 17 años. Un año antes,  el joven Percy se había enamorado de la hija de 16 años del filósofo inglés William Godwin. Este había enviudado de Mary Wollstonecraft (1759-1797), la fallecida la madre de Mary, una brillante filósofa, quien escribió novelas, cuentos, ensayos, tratados y hasta un libro de literatura infantil. William Godwin quien se había vuelto a casar, tenía dos hijas y regentaba una librería en Londres donde recibía a menudo la visita de Percy Shelly quien estaba interesado en sus tesis anarquistas. Mary Godwin, muy pronto Mary Shelly, apenas había cumplido los 19 cuando escribió Frankenstein, el moderno Prometeo, creado en una noche de lluvia en la residencia de Lord Byron, a orillas del lago Ginebra, en Suiza. Con Mary estaba también su hermanastra Claire Clairmont embarazada de lord Byron, todos reunidos en la quinta Diodati con Percy Shelly, y lord Byron, con su secretario Polidori. Mary Shelley imaginó un científico obsesionado quien, impasible ante el poder de su ciencia, decide consagrarse a investigar la manera que le hiciese posible crear vida. Mary  imaginó a un joven a quien denominó, Víctor, un investigador cuya pasión por los misterios de la vida y de la muerte le llevarán a concebir la idea de crear un hombre. 

Así encontraremos al personaje en la Universidad de Ingolstadt, donde conversará con su primer maestro, el señor Krempe, y le hablará emocionado sobre sus lecturas de Alberto Magno, Paracelso y Cornelio Agripa, diciéndole : “Bajo la guía de mis nuevos preceptores, me inicié con la mayor diligencia en la búsqueda de la piedra filosofal y el elixir de la vida”. Le hablaría entonces al señor Krempe sobre sus lecturas de De unitate intellectus, Summa de creaturis, Summa Theologiae, De vegetalibus y De animalibus, todos ellos de su admirado autor, el erudito e ilustrado Alberto Magno. Víctor Frankenstein encontraba en Alberto Magno una doctrina que mezclaba diversos elementos sostenidos en la idea de un todo cuyas partes estaban relacionadas, pero a su vez estaba señalada por un camino metódico. Otro de sus libros en particular, era el tratado De oculta filosofía de Cornelio Agripa, lo había conocido a los 13 años y sabía que Agripa había sido médico, astrólogo, nigromante, cabalista, una especie de Fausto, y así alguien lo denominó cuando fue acusado y encarcelado por brujería, influenciado quizás por las teorías de Nicolás de Cusa y de Raimundo Lulio. Víctor entusiasmado le hablaría también al señor Krempe sobre el universo de Paracelso, vasto y complejo, el cual encerraba muchas nociones que habrían atraído la mente del joven Frankenstein. Una de las más interesantes seguramente sería la de los “homúnculos”, seres vivos creados in vitro para lo que se dice que dejó establecida una fórmula. Algunos de los textos de Paracelso, trataban fundamentalmente de la medicina como el Libro de los prólogos, y el Libro de las entidades, conformado por cinco libros que hablan de los astros y su influencia, del veneno, y de entidades naturales, espirituales y divinas. Estaba también el Libro de las paradojas sobre de las causas y los orígenes de las tres sustancias, el mercurio, la sal y el azufre y de las enfermedades que de ellas provienen. 

El señor Krempe, quien era profesor de filosofía natural, se burlaba de las lecturas de Víctor por considerar que aquellas teorías ya estaban totalmente refutadas y le dirá. No esperaba ya, en estos tiempos ilustrados y científicos, encontrar un discípulo de Alberto Magno y de Paracelso. Mi querido amigo, usted debe comenzar sus estudios completamente desde el principio”. En esa ocasión estaba presente un hombre de grandes conocimientos en filosofía natural, el cual, quien comenzó a explicar una teoría que había desarrollado sobre la electricidad y el galvanismo y Víctor supuestamente ya conocía las leyes más elementales de la electricidad. La idea que comenzará a manejar el joven Víctor es la de una esencia etérea que pudiera vivificarse con una descarga eléctrica, descarga que podría ser generada por la electricidad de los rayos, pues para introducirlo en  el tema de la electricidad y el galvanismo, Víctor ya habría tenido una experiencia con las tormentas eléctricas, y por eso, cuando la criatura que habrá de crear logrará abrir los ojos, lo hará en una noche lluviosa, la que tantas veces han reproducido, las numerosas películas sobre el monstruo de Frankenstein, una noche tenebrosa plena de relámpagos y truenos. Mary Shelley se inspiró en un médico escocés, el doctor James Lind (1736-1812) que realizaba experimentos con descargas eléctricas en animales, a quien no conoció personalmente, pero si lo conocía bien su esposo, el poeta Percy Shelley, ya que Lind había sido su tutor para las materias científicas cuando estudiaba en Eton. Mary Shelley conocía también de los experimentos de Franklin y el pararrayos sometido a prueba en 1753, y supo que James Lind, se carteaba con Benjamín Franklin.  El rayo habría de proveerla de la “chispa vital” y así haría pensar a su personaje: he aquí la tecnología que me ofrece la posibilidad de crear vida... 

Aquí cabría también pensar que Mary conocía de los experimentos que llevó a cabo Erasmus Darwin, médico, naturalista, fisiólogo y filósofo británico, que escribió sobre temas de medicina y de botánica, además de libros de poesía, un señor que era el abuelo paterno de Charles Darwin. Erasmus experimentó con el uso de aire y gases para calmar infecciones y el cáncer, e investigó sobre la formación de las nubes. Se ha dicho que los experimentos del señor Darwin sobre el galvanismo fueron una importante fuente de inspiración para la novela de Mary Shelley. Todas estas interesantes situaciones llevaron a plantearle a Mary Shelly un episodio que habría de vivir su personaje Víctor a la edad de 15 años cuando vería como un rayo destruía un gigantesco roble. Víctor también relatará su interés en construir cometas para indagar por la electricidad en el cielo. Galvani era igualmente un anatomista que mostraba interés por la fisiología de los nervios, y al pensar que lo que estimulaba a los nervios era la electricidad, trató de probarlo con ancas de ranas muertas. Las fijó con agujas de cobre a rejas de hierro, viendo como estas experimentaban convulsiones. El anatomista italiano pensó entonces que había descubierto una electricidad desconocida, la electricidad animal, que más tarde sería llamada galvanismo, y no era tal, como después lo demostró Volta al establecer que era posible producir electricidad sin los animales, creando así la primera pila de corriente eléctrica( Ref :lapestelocablogspot.com 13 de marzo 2016: “De amores, de electricidad y de serendipia” ).

El supuesto encuentro de Víctor con el señor Waldman y la química moderna le abriría nuevos derroteros, y el joven investigador comenzaría a creer que su sueño creador tendría finalmente una posibilidad. En efecto, a Waldman, Víctor  le contará sobre sus autores favoritos y el maestro no se sorprenderá ni se burló de tales teorías; al contrario, él le dirá que es posible encontrar en esos personajes a los precursores de los estudios modernos y estimulándole leinsistirá: “…ellos saben que los metales no pueden transmutarse y que el elixir de la vida es una quimera, pero estos filósofos, cuyas manos parecen estar hechas sólo para hurgar en la suciedad y sus ojos para escrutar con el microscopio o el crisol, han hecho realmente milagros, han penetrado hasta lo más oculto de la naturaleza y han demostrado cómo funciona en sus escondrijos; han subido a los cielos, han descubierto cómo circula la sangre y cómo es el aire que respiramos. Hemos adquirido poderes nuevos, y prácticamente ilimitados, que pueden gobernar el rayo, imitar terremotos y hasta simular al mundo invisible con sus propias tinieblas” Así pues, el joven Víctor Frankenstein terminaría luego de muchos esfuerzos entre cadáveres y meses de ensayos experimentales con animales, por crear el monstruo que habría de ensombrecer su destino. Una desapacible noche de noviembre contemplé el final de mis esfuerzos. Con una ansiedad rayana en la agonía, coloqué a mi alrededor los instrumentos que me iban a permitir infundir un hálito de vida a la cosa inerte que yacía a mis pies; era ya la una de la madrugada, la lluvia golpeaba las ventanas sombríamente y la vela casi se había consumido…   …¡Ay, ningún mortal podría soportar el horror que inspiraba aquel rostro!”. 

Maracaibo 28 de febrero del año 2017

Ver: lapesteloca.blogspot.com del 28 de noviembre del 2016 “Visiones sobre la literatura y el cine”.

el gusano de la ceguera de los rios



El gusano de la ceguera de los ríos

En la línea imaginaria que traza la frontera entre Brasil y Venezuela los yanomami transportan con ellos a un monstruo: un gusano que ha dejado ciegas a 500.000 personas en el mundo. En el año 2005, el gusano infectaba a más de 140.000 personas en Colombia, Ecuador, México, Guatemala, Brasil y Venezuela, pero la distribución de 11 millones de dosis de antiparasitario, acabaron con el gusano responsable de la llamada ceguera de los ríos, una enfermedad olvidada que es conocida entre los científicos como oncocercosis,  sin embargo, el último refugio del gusano en América es la tupida selva de los yanomami. Se calcula que Brasil y Venezuela conseguirán interrumpir la transmisión del gusano en el área yanomami y alrededor del año 2020, tras un proceso de verificación por parte de la Organización Mundial de la Salud, América podría declararse vencedora en su guerra contra el gusano de la oncocercosis.

La enfermedad sigue ahí actualmente y muchos yanomami lucen en sus cabezas una especie de chichón, que es un repugnante ovillo de gusanos machos y hembras reproduciéndose bajo su piel. En cada uno de estos nódulos, los gusanos adultos producen miles de gusanitos pequeños que viajan por todo el cuerpo, arrasando la piel de los indios, que puede quedar con el aspecto de un pergamino. El picor es lo primero que sienten al despertarse y lo último antes de dormirse de manera que la vida se les convierte en un infierno. Los yanomami, ni siquiera tienen una palabra para la enfermedad que entre ellos es motivo de vergüenza, y que termina por producirles un aspecto apergaminado de la piel, lesiones estas que para los yanomamis son el fruto de un ataque de un chamán armado con pociones mágicas, como el kramosi, una sustancia elaborada con escamas de una mariposa nocturna.

Carlos Botto, un médico uruguayo que lucha en primera línea contra el parásito en el lado venezolano de la frontera señala que “los yanomami asocian la ceguera con un espíritu del Sol y creen que sólo el chamán puede curarla”. El equipo del doctor Botto ha encontrado indios que son verdaderos nidos de gusanos, con “hasta 1.000 microfilarias por cada miligramo de piel”. Botto y sus colegas se dedican a peinar la selva, en helicóptero o en canoa, en busca de grupos yanomami para suministrarles Ivermectina, droga con una poderosa actividad microfilaricida frente a la Wucheredia bancrofti, la Brugia malayi, la filaria Loa loa y la Mansonella Ozzardi  que aunque no llega a matar las formas adultas, para tratar de conseguir lo cualse puede tratar conjuntamente con Albendazol

Precisamente el  El Nobel de Medicina del año 2015 fue concedido a los investigadores William C. Campbell, de Irlanda, y Satoshi Omura, de Japón, por su trabajo para descubrir nuevas terapias contra la elefantiasis. Campbell y Omura descubrieron la avermectina, cuyos derivados han reducido drásticamente la incidencia de la filariasis linfática (elefantiasis) y la oncocercosis (ceguera de río). Los descubrimientos realizados por estos investigadores cambiaron radicalmente la manera de tratar la elefantiasis, e infecciones como la ceguera de río, que han tenido un severo impacto en países de Asia y América Latina. La Ivermectina no mata a los gusanos adultos, refugiados en los chichones de los yanomamis, pero sí extermina a sus crías, los gusanitos que viajan por el cuerpo causando estragos en piel y ojos. Así que cuando las moscas negras pican a una persona tratada, chupan una sangre limpia y se impide la transmisión de la enfermedad. Si el tratamiento se mantiene durante unos tres años, los gusanos adultos pierden su capacidad de reproducirse y acaban muriendo de viejos sin dejar crías. Con esta estrategia, Colombia fue el primer país que detuvo la transmisión de la enfermedad, en 2007, seguido por Ecuador, en 2009, Guatemala y México, ambos en 2011.
 
Maracaibo, 28 de febrero del año 2017

miércoles, 22 de febrero de 2017

PATRIA O MUERTE



PATRIA O MUERTE

Alberto Barrera Tyszka
(Caracas, febrero 1960) es un conocido narrador, poeta, columnista y guionista venezolano, ganador del Premio Haerralde de Novela el año 2006 por “La enfermedad”, y del XI Premio Tusquets de Novela en el mes de septiembre del 2015 por Patria o muerte”,una novela con diferentes lecturas: literaria, sociológica y política” según el doctor Fernando Guzmán Toro (Letralia: 09/03/2016).  Sobre la novela de Barrera Tyszka, desde su presentación hecha por César Miguel Rondón, quien la calificaría como “una maravillosa novela coral” se ha escrito mucho sobre la misma. Quiero aprovechar la oportunidad de haber leído recientemente “Patria o muerte”, para hacer algunos comentarios sobre la misma y en particular sobre las opiniones que mi amigo y colega, Fernando Guzmán Toro expresara en su artículo de Letralia,  aunque sea casi con un año de atraso, creo que nunca es tarde...

Dice Fernando Guzmán Toro que “Patria o muerte es una novela cuya trama a momentos parece inconexa, con una pobre elaboración psicológica de los personajes, plagada de lugares o situaciones cotidianas, como las que frecuentemente invaden las redes sociales… Es una novela difícil de leer desde Venezuela, posiblemente debido a esa intoxicación producida por la política que invade a la dinámica vital venezolana, caracterizada por frecuentes rumores que surgen desde y en las redes sociales. La novela pareciese condensar esa legión de rumores en 246 páginas que producen una sensación similar a una mala película que se contempla hasta el final para evitar la pérdida del dinero invertido”. En mi opinión, la trama no es inconexa aunque el ritmo impuesto y la cantidad de personajes imposibilitan al autor profundizar en la psicología de los mismos. La mayoría de los lectores (y han sido muchos los que han expresado su parecer) no opinan que “Patria o muerte” es difícil de leer, por el contrario Sergio Antillano en el Papel Literario de El Nacional (06/01/2016) ha mencionado que la destreza del autor logra hacer “sintonía con los acordes que resuenan en el corazón de los lectores” en su artículo titulado “¿Por qué es tan buena la novela de Alberto Barrera Tyszka, Patria o muerte?”.

Es curioso porque es el mismo Fernando Guzmán quien cita a Sergio Antillano, así como lo hace con Juan Liscano de quien afirma que “criticaría esa tendencia de los escritores a testimoniar las experiencias compartidas en un determinado momento de nuestra historia”, no obstante Luis Yslas Prado afirmó en PRODAVINCI que : “La novela, ya lo dijo Balzac, es la historia privada de las naciones”, para más adelante referirnos que “Kafka aconsejaba leer únicamente libros que mordieran y punzaran, que fueran como un puñetazo en el cráneo, un hacha en el mar helado que llevamos dentro.” Al escribir: “Kafka: un escritor de la enfermedad y la vergüenza”, en sus “Apuntes sobre la novela de Barrera Tyszka” escritor de “La enfermedad” y de “Patria o muerte”, Yslas Prado dirá: “Confieso entonces que a mí la historia de “Patria o muerte” de Alberto Barrera Tyszka me dejó avergonzado”. Regreso a Fernando Guzmán Toro para analizar sus palabras cuando dice: “Existe el riesgo de considerar atractiva, dentro de la temática de la novelística venezolana, la situación política actual” y me pregunto yo, ¿por qué verla como “un riesgo”?; y cito a Eduado Liendo al recordar sus palabras textuales :“el escritor debe ser testigo de su época”. Bien lo decía en su programa radial César Miguel Rondón al avisar tempranamente que había sido invitado nuevamente a presentar otra novela de Alberto Barrera Tyska “Venezuela necesitará muchos textos para poder reflexionar sobre lo que hemos vivido en estos años de revolución”.


Sin ser un escritor laureado (más allá de la Bienal de Literatura José Rafael Pocaterra de 1994 y la Bienal de Literatura Elías David Curiel de 1997) coincido plenamente con César Miguel Rondón en la importancia de que escribamos novelas, y no hablo de ensayos, ni de arrebatos históricos del pasado o del presente, menos aún de literatura panfletaria, me refiero a novelas. Novelas que hablen sobre la Venezuela actual, que se atrevan a decir en lo que nos hemos transformado, en el caos y el desorden en que vivimos. No es fácil hacer literatura sobre circunstancias que lleven a sonrojarse de vergüenza a quien las describe. Acorde con la necesidad de mostrar la realidad que vivimos los venezolanos, quienes ejercemos el escribir como oficio, debemos sin temores de correr innecesarios riesgos, hacer literatura de calidad. Les invito a leer “El año de la lepra”, una novela venezolana del año 2011, en la cual lo que acontece corresponde a ese año 2011 y Uds., juzgarán y podrán atreverse a escribir sus opiniones al respecto. ¡Gracias anticipadas!

Maracaibo 22 de febrero de 2017
“El año de la lepra” EditoriaL  “elotro@elmismo” Distribuye EdicVen.

viernes, 17 de febrero de 2017

Trórula de Salerno




Trótula de Salerno

En el siglo XI, apenas saliendo de la centuria anterior, el verdadero siglo oscuro de la Edad Media, existe un hecho digno de mención: la escuela médica de Salerno. La escuela de Salerno se destaca por ser la primera escuela que dio oportunidad a la mujer para adentrarse en el mundo del conocimiento científico. En ella, sabemos de la aparición de un grupo de mujeres dedicadas al estudio y la práctica de la medicina. Por desgracia, la historia de la medicina ha olvidado prácticamente todos los nombres de estas mujeres, conocidas como “Las damas de Salerno”. Así pues, en esta escuela existieron una serie de mujeres y entre ellas aparecen nombres como Salernitana, Constanza, Calenda, Rebeca Guarna, Abella… Pero, sin duda, la mujer que más destacará será Trótula de Salerno.

El nombre y la obra de Trótula, figura al frente ya que por sus estudios y el conocimiento de la medicina de Hipócrates y de Galeno, sumados a sus propias investigaciones, la colocan en un lugar privilegiado en el terreno de la ciencia. Si bien es poco lo que se sabe sobre la vida de Trótula, se conoce que vivió en Salerno, ciudad italiana situada al sureste de Nápoles, en la bahía de Pestum, entre los siglos XI y XII donde ocupó la cátedra de medicina en la Escuela de Medicina, en la cual muchas mujeres fueron estudiantes y profesoras de dicha ciencia. Algunos la han identificado como la esposa de un médico, Johannes Platerius, y la madre de Matthias y Johannes el Joven, dos autores de libros de medicina; además, parece ser que perteneció a la noble familia de los DiRuggiero. Se piensa que murió en su ciudad natal en 1097. En relación con su obra, se han identificado dos textos de los que parece haber sido autora: el Passionibus mulierum curandorum y el Oenatu mulierum, libros estos en que algunos historiadores han creído ver la obra de un hombre; otros arguyen, no obstante, que esta falsa identificación se debe a la infinidad de copias que de su obra se hicieron durante el siglo XII, copias en las cuales su nombre fue sustituido por su forma masculina: Trottus, terminando por darle la autoría a su marido. No hay pues, un acuerdo general al respecto. No sería en modo alguno sorprendente que quien hubiese escrito dichos libros fuera efectivamente una mujer, ya que es bien sabido que las mujeres en Italia tuvieron grandes posibilidades de educación, y todo parece indicar que, tal como señala Margaret Alic, sus universidades siempre estuvieron “abiertas a las mujeres, y era tradicional su presencia en ellas como estudiantes o como profesoras”.

En virtud del ocultamiento natural que las mujeres han padecido en el curso de la historia, tampoco sorprende que buena parte de las tareas llevadas a cabo por ellas haya sido olvidada o quizá hasta consciente o inconscientemente, borrada. Muchas investigadoras, historiadoras y estudiosas de las distintas trayectorias de otras mujeres en el pasado. Ya lo ha dijo Umberto Eco refiriéndose a las filósofas: “No es que no existieran mujeres que filosofaban. Es que los filósofos han preferido olvidarlas, quizá tras haberse apropiado de sus ideas”. Quizás es por ello que también se han olvidado de Trótula, y aunque tal vez nunca lo sepamos, con base en lo que se ha podido saber sobre esta médica del siglo XI, para rescatarla del olvido y poner de manifiesto cuando menos su factibilidad histórica y su relevancia científica, va esta breve reseña extraída de diversas fuentes.

La escuela de Salerno entre los siglos XI y XII fue una institución educativa considerada como la primera universidad de Europa. En los siglos de confusión en los que se gesta el periodo medieval tras la caída del Imperio Romano tratarán de inventarse nuevas configuraciones culturales que asuman en su seno al cristianismo naciente, e igualmente se intentará recuperar el pasado pagano. Nuevos modelos vitales y sociales, la ciencia, la filosofía, y el arte serán reconfigurados con un elemento nuevo: la religión. Nace entonces un horizonte de ciencia y religión y ambas inician su recorrido. Por ello será en los claustros donde surgirán los primeros signos del nuevo desarrollo cultural. La primera ciencia que empieza a florecer será la medicina. Si bien la Iglesia comenzó desdeñando el conocimiento científico de los paganos por considerarlo profano y antirreligioso, no pudo obviar las artes curativas, pues no era posible soslayar un deber cristiano como el cuidado de los enfermos. En el siglo VI encontramos a los benedictinos dedicados a estudiar las obras de Hipócrates y Galeno, aunque no será sino hasta el siglo IX que la ciencia médica aparezca con un carácter secular en la escuela de Salerno. A lo largo de ese siglo y del siguiente, dicha institución alcanzaría un reconocimiento cada vez mayor como centro de actividad médica, y ya en el siglo XI se convertiría en la primera facultad de medicina del mundo occidental. La enseñanza se centraba en la medicina antigua, en la práctica de la medicina hipocrática y sobre todo de la galénica, que era la predominante, aunque con el tiempo también se incluyeron los conocimientos derivados de la medicina árabe. Así pues, en la escuela de Salerno no sólo se enseñaba medicina sino que en ella estaba depositado el saber médico de la época, si bien a finales del siglo XII tal fama empieza a ser oscurecida por el florecimiento de otras escuelas de medicina, como las de Bolonia, Padua y muchas otras.

 
El siglo XI marca así, con la escuela de Salerno y sus famosos y reconocidos médicos, un periodo importante en la evolución de la ciencia médica, y en dicha época, encontramos a Trótula, maestra de medicina en la escuela de Salerno. Si dudamos de esta distinción si podemos decir que ella debió estudiar la medicina previamente y ahí mismo. Es posible imaginar a Trótula asistiendo a cursos durante un periodo aproximado de cinco años, tiempo en que seguramente se ocupó del estudio de la Articella, una antología de breves tratados médicos que incluía una introducción a la medicina de Johannitius y a las obras hipocráticas. Aunque al parecer dichos textos fueron sustituidos por las obras de Galeno y algunos otros autores hasta el siglo XIV, no resulta aventurado señalar que en aquella época, al menos en Salerno, la obra de Galeno era ya bien conocida y hasta parece que había mayor predilección por éste que por el mismo Hipócrates. Trótula y sus compañeros de escuela conocieron las obras hipocráticas, galénicas y algunas árabes. Ella debió cursar asimismo una especie de talleres prácticos que estaban dirigidos a dominar las artes curativas. Al haberse conservado algunas de sus obras, podemos determinar que sus estudios le proporcionaron un marco de referencia que le hizo posible llevar a cabo una investigación amplia y acertada que la condujo al campo de lo que hoy conocemos como las especialidades de la ginecología y la obstetricia. Trótula se encaminó al ámbito de las enfermedades propias de la mujer e hizo allí aportaciones relevantes, como fueron sus investigaciones sobre el control de la natalidad y la infertilidad. Escribió sobre procedimientos dietéticos, ejercicios físicos y belleza, y también sobre una serie de problemas médicos generales, como la sordera, el cáncer, los dolores de dientes y las enfermedades de los ojos; además, cosechó gran fama como cirujana. Al parecer se adelantó en mucho a la propia práctica de su época en cuestión de procedimientos quirúrgicos y anestésicos.

Dos obras se atribuyen a Trótula. La primera y más importante es Pasionibus mulierum curandorum, texto conocido como Trotula major que comprende sesenta y tres capítulos que tratan sobre la menstruación, la concepción, el embarazo, el parto y las enfermedades en general, así como de los tratamientos y remedios recomendados. La otra obra es un tratado de cosmética, disciplina ésta que se incluye en el Corpus hippocraticum, llamada Ornatu mulierum, también conocida como Trotula minor. En ambos textos se reconoce la mano de una mujer, y sus lineamientos teórico-prácticos parecen ser muy modernos. En particular, el Trotula Major ha corrido con toda suerte de aventuras e incidentes a lo largo de la historia; hasta el siglo XVI se usó como texto de medicina en las escuelas, y en el siglo XVIII forma ya parte del folclore popular.


Llámese o no Trótula, siguiendo a los historiadores italianos de la medicina, es posible sostener medianamente la autenticidad de nuestra Trótula y, sobre todo, la existencia de las mujeres médicas de Salerno y tomando como base la referida obra, sobre la ciencia médica de Trótula, lo primero que llama la atención es lo que podemos llamar su “vocación médica”, que se caracteriza por dirigirse directamente en favor del sector que considera más desprotegido: las mujeres, de quienes anhela el alivio de su sufrimiento. La misma Trótula nos lo dice en el prólogo de su obra: Puesto que las mujeres son por naturaleza más débiles que los hombres, es razonable que las enfermedades abunden en ellas con más frecuencia, especialmente alrededor de los órganos implicados en la labor de la naturaleza. Como esos órganos están localizados en un sitio apartado, las mujeres, por modestia y por la fragilidad y delicadeza del estado de esas partes, no se atreven a revelar la dificultad de sus enfermedades a un médico hombre. Por lo cual yo, apiadándome de sus desventuras y por instigación de cierta matrona, empecé a estudiar cuidadosamente las enfermedades que con mayor frecuencia afligen al sexo femenino. En pleno Medioevo –época de oscuridad y estancamiento– una mujer decide que las enfermedades de las mujeres han de ser tratadas particularmente dentro de la ciencia médica porque responden a los mismos mecanismos de cualesquiera otras enfermedades. Y entonces, si de ciencia se trata, afecciones como la menstruación, la concepción, las relaciones sexuales y todo lo que con ellas se relacione, han de responder a leyes naturales que permitan diagnosticar, prevenir, tratar y curar utilizando los mismos principios y recursos que proporciona la ciencia médica en general.

Maracaibo, 18 de febrero del año 2017