Releyendo a Julio Cortázar
La relectura de cada cuento y
relato de Julio Cortázar (1914-1984), siempre nos lleva a pensar en lo real y
lo fantástico como funciones del lenguaje escrito. Sus textos pueden siempre
ser leídos, de una u otra manera, como metáforas de una creación que resulta
ser única e incomprensible, a la cual, quien lee, puede aproximarse pero no siempre
puede explicarla. Los acercamientos a su narrativa son tan variados como sus
obras, la que cada persona decida releer y que sin duda, le permitirán
reflexionar sobre lo escrito. Cortázar crea una literatura abierta a la
posibilidad de exploración de la realidad, por una parte, y de lo virtual y de la
otredad, que es lograda por medio de su singular manera de narrar. Lo
fantástico y lo extraño se encuentran como parte de experiencias cotidianas
donde los personajes viven como si estuviesen condenados en un mundo de libertades
restringidas donde la incomunicación y la existencia de mundos paralelos
resulta ser un juego de espejos y las realidades posibles se ramifican, creando
una tensión latente en cada relato donde la introspección y el aislamiento de
los sujetos termina por plantear un modo de ver las cosas que terminará por ser
aceptado por el lector como la verdad.
Las puertas del cielo (Bestiario 1951);
La noche boca arriba (Final del
juego, 1956), Todos los fuegos el
fuego (Todos los fuegos el fuego, 1966), o Lejana, donde el diario de Alina Reyes pareciera estar buscando
escapar a un algo que sueña y que encierra cierto misterio y al final, cuando
las fechas desaparecen y el diario se cierra, ya no es Alina la que nos cuenta
sobre la mendiga que recurrente llega hasta su mente, y el frío en Budapest, y
la nieve cae mientras el relato cambia a tercera persona para dar cuenta del
abrazo entre Alina y la mendiga, en medio del puente de los Leones sobre las
aguas heladas del Danubio. Ahora es un testigo el que nos hace saber los
hechos, cuando Alina es Lejana y Lejana es Alina, quizás la misma persona que
viven en universos paralelos, o es Alina quien pasa a la dimensión de Lejana y
viceversa, y nos sorprende Cortázar al crear una crisis y el lector comenzará a
entender lo que temía. Todos vibrarán en la atmósfera creada por la magia del
autor y la belleza de su lenguaje deslumbrante, donde algo intrascendente puede
constituirse en la llave que abre la puertas de dos mundos, como estar
atisbando con la nariz pegada al vidrio de una pecera en Axolotl (Final del juego 1956).
A menudo, la observación tiene que
ver con una obsesión. En El perseguidor,
(Las armas secretas 1959) el lector
comienza a dudar sin terminar de
entender si lo fantástico existe como tal o si sólo existe la obsesión, y que tal
vez sea esa obsesión la que provoca lo
que le parece real a quien está viviendo la narración (Continuidad de los parques (Final
del juego 1956). (23/09/2016 lapesteloca.blogspot.com http://bit.ly/2cYkXaZ).
Cortázar una vez declaró: "Para mí, una literatura sin elementos
lúdicos era una literatura aburrida, la literatura que no leo, la literatura
pesada...". Esa, básicamente será la manera como logró el autor,
crear esa especie de ambigüedad en la que se mueven las acciones de lo
relatado, cual si fuese un juego, cosas que son vistas algunas veces
parcialmente, desde un ángulo particular o progresivamente de manera que no es instantáneamente
como suceden las cosas sino que en ocasiones van como en una especie de cámara
lenta. El punto de visión de quien relata a menudo es el del personaje situado
en su asiento, en un sitio particular.
En La
isla al mediodía (Todos los
fuegos el fuego, 1966), es Marini, el steward de la aerolínea que vuela sobre
las islas griegas deseando visitarla, hasta sorprendernos con un final muy
extraño. Puede ser que el personaje a la
vez esté tomando el lugar del objetivo mientras escribe, para luego regresar a
las vivencias de otro, el que yace pensando o escribiendo, ese mismo personaje quien
una vez que ingresó a través de la imagen creada para el disfrute mismo
del lector. Para Cortázar el disfrute de
la lectura es así: “Un escritor
de verdad es aquel que tiende el arco a fondo mientras escribe y después lo
cuelga de un clavo y se va a tomar vino con los amigos. La flecha ya anda por
el aire, y se clavará o no se clavará en el blanco; sólo los imbéciles pueden
pretender modificar su trayectoria o correr tras ella para darle empujoncitos
suplementarios con vistas a la eternidad y a las ediciones
internacionales". El lector de los cuentos y relatos, de Julio Cortázar, con emoción regresará
a percibir nuevas vivencias en cada re-lectura.
Maracaibo, 18 de febrero del año
2017
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