martes, 28 de febrero de 2017

el gusano de la ceguera de los rios



El gusano de la ceguera de los ríos

En la línea imaginaria que traza la frontera entre Brasil y Venezuela los yanomami transportan con ellos a un monstruo: un gusano que ha dejado ciegas a 500.000 personas en el mundo. En el año 2005, el gusano infectaba a más de 140.000 personas en Colombia, Ecuador, México, Guatemala, Brasil y Venezuela, pero la distribución de 11 millones de dosis de antiparasitario, acabaron con el gusano responsable de la llamada ceguera de los ríos, una enfermedad olvidada que es conocida entre los científicos como oncocercosis,  sin embargo, el último refugio del gusano en América es la tupida selva de los yanomami. Se calcula que Brasil y Venezuela conseguirán interrumpir la transmisión del gusano en el área yanomami y alrededor del año 2020, tras un proceso de verificación por parte de la Organización Mundial de la Salud, América podría declararse vencedora en su guerra contra el gusano de la oncocercosis.

La enfermedad sigue ahí actualmente y muchos yanomami lucen en sus cabezas una especie de chichón, que es un repugnante ovillo de gusanos machos y hembras reproduciéndose bajo su piel. En cada uno de estos nódulos, los gusanos adultos producen miles de gusanitos pequeños que viajan por todo el cuerpo, arrasando la piel de los indios, que puede quedar con el aspecto de un pergamino. El picor es lo primero que sienten al despertarse y lo último antes de dormirse de manera que la vida se les convierte en un infierno. Los yanomami, ni siquiera tienen una palabra para la enfermedad que entre ellos es motivo de vergüenza, y que termina por producirles un aspecto apergaminado de la piel, lesiones estas que para los yanomamis son el fruto de un ataque de un chamán armado con pociones mágicas, como el kramosi, una sustancia elaborada con escamas de una mariposa nocturna.

Carlos Botto, un médico uruguayo que lucha en primera línea contra el parásito en el lado venezolano de la frontera señala que “los yanomami asocian la ceguera con un espíritu del Sol y creen que sólo el chamán puede curarla”. El equipo del doctor Botto ha encontrado indios que son verdaderos nidos de gusanos, con “hasta 1.000 microfilarias por cada miligramo de piel”. Botto y sus colegas se dedican a peinar la selva, en helicóptero o en canoa, en busca de grupos yanomami para suministrarles Ivermectina, droga con una poderosa actividad microfilaricida frente a la Wucheredia bancrofti, la Brugia malayi, la filaria Loa loa y la Mansonella Ozzardi  que aunque no llega a matar las formas adultas, para tratar de conseguir lo cualse puede tratar conjuntamente con Albendazol

Precisamente el  El Nobel de Medicina del año 2015 fue concedido a los investigadores William C. Campbell, de Irlanda, y Satoshi Omura, de Japón, por su trabajo para descubrir nuevas terapias contra la elefantiasis. Campbell y Omura descubrieron la avermectina, cuyos derivados han reducido drásticamente la incidencia de la filariasis linfática (elefantiasis) y la oncocercosis (ceguera de río). Los descubrimientos realizados por estos investigadores cambiaron radicalmente la manera de tratar la elefantiasis, e infecciones como la ceguera de río, que han tenido un severo impacto en países de Asia y América Latina. La Ivermectina no mata a los gusanos adultos, refugiados en los chichones de los yanomamis, pero sí extermina a sus crías, los gusanitos que viajan por el cuerpo causando estragos en piel y ojos. Así que cuando las moscas negras pican a una persona tratada, chupan una sangre limpia y se impide la transmisión de la enfermedad. Si el tratamiento se mantiene durante unos tres años, los gusanos adultos pierden su capacidad de reproducirse y acaban muriendo de viejos sin dejar crías. Con esta estrategia, Colombia fue el primer país que detuvo la transmisión de la enfermedad, en 2007, seguido por Ecuador, en 2009, Guatemala y México, ambos en 2011.
 
Maracaibo, 28 de febrero del año 2017

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