Mis tepalcates de Xochicalco
El hecho de estar invitado, desde ahora, a
presentar un trabajo en el próximo Congreso Mexicano de Patología que habrá de
darse en Mérida, Yucatán en abril y mayo del próximo año 2017, me llevó de vuelta
con el pensamiento a la ciudad donde en 1973 (hace la bicoca de 43 años),
describimos en un Congreso de la SLAP y por primera vez en la historia, la
relación entre el virus del papiloma humano (VPH) y el cáncer del cuello
uterino. Volver a la península de Yucatán será para mí, estoy seguro, algo muy
significativo, y quizás por eso, en estos días volví a mirar la novela “La
Entropía Tropical”, la primera que escribiría, por allá en la década de los 80,
y que solo sería publicada el 2003(dizque por estar escrita parcialmente “en
maracucho” y por decir “groserías”) y hojeándola busqué el párrafo que
trascribo a continuación…
“Rodrigo piensa en tantas cosas como podría contarle
sobre México a Sergio, no todas eran desfavorables, era una exageración sentir
rabia por los mariachis, él admiraba en muchos aspectos a aquella nación, y le
gustaba su música... En una de las ruinosas fortalezas de piedra, en
Chichenitzá, durante aquel viaje a Mérida en la península de Yucatán, él se
quedó extasiado ante la cultura de los Mayas, impresionado por sus
conocimientos astronómicos y entonces fue cuando comenzó a relacionar a los
indoamericanos con los babilonios. Comparó las costumbres religiosas de
aztecas, olmecas y toltecas con las de los incas y de los mayas y
asombrosamente, era admirable lo matemáticamente precisos que fueron nuestros
antepasados, los primeros pobladores del paraíso tropical... Como reliquias, en
su casa, durante muchos años había guardado pequeños fragmentos de barro
cocido, pedazos de vajillas de barro, los tepalcates, recogidos del polvoriento
terreno en las excavaciones arqueológicas de Xochicalco, recuerdos de una
tradición tolteca, esperar el fin el mundo y recomenzar otra vez, cada cierto
número de años, los designios estaban en las estrellas, y las piezas de barro
de cada uno de los recipientes destruidos al final de cada ciclo, eran ahora
los pequeños tepalcates... Allá, desde las entrañas de la tierra, Rodrigo miró
hacia el cielo a través de un agujero hecho en lo alto del observatorio
astronómico, sin telescopios, solo él como miraron con sus ojos rasgados
nuestros antepasados toltecas, aborígenes americanos, quienes en las constelaciones
precisaban el número de años que faltaban para cada ciclo y luego, la espera, y
romper los cántaros y recomenzar, otra vez... Ciclos, pensó Rodrigo…
( Fragmento de “La Entropía Tropical”-novela-2003)
Los tepalcates: son de acuerdo con el diccionario, trozos o
fragmento de un recipiente o de utensilios de barro. También se les dice a los
utensilios de barro viejos o deteriorados...
Xochicalco: es un sitio arqueológico que se ubica en
el Municipio de Miacatlan en el estado de Morelos, México, a 38 km al sudoeste
de la ciudad de Cuernavaca, y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la
Unesco en 1999. De acuerdo con algunos
investigadores, Xochicalco surgió tras el abandono de Teotihuacan para ocupar
el vacío de poder económico y político provocado por ese hecho. El apogeo de
Xochicalco tiene lugar en el período llamado Epiclásico (650-900). Durante este
lapso se construyó la mayoría de la arquitectura monumental que es visible hoy en día; su
desarrollo y surgimiento se debe entender a partir de su relación con
Teotihuacan, que siempre se ha considerado el asentamiento dominante en
Mesoamérica a lo largo del período clásico.
Se especula que Xochicalco debió haber tenido una comunidad de artistas
provenientes de otras partes de Mesoamérica. Son de especial interés los
relieves esculpidos en los lados de algunos edificios. El templo de la
Serpiente Emplumada tiene finas y estilizadas representaciones de la deidad, en
un estilo que incluye una aparente influencia teotihuacana y maya.
Xochicalco, palabra náhuatl que significa “en el lugar de la casa de las flores”,
es un centro urbano de Mesoamérica cuidadosamente trazado y construido en una
serie de terrazas artificiales sobre un grupo de cerros (como La Bodega, La Malinche
y Xochicalco) cuya ubicación aunada a la construcción de fosos, murallas y
otros elementos defensivos permitiría contener posibles ataques. Este
importante centro, referido por algunos estudiosos como el mítico Tamoanchan de
los relatos prehispánicos, tuvo su apogeo entre los años 650 y 900 de nuestra
era, justo entre la caída de Teotihuacan y el surgimiento de Tula. La Plaza
Central, fue posiblemente el espacio cívico-religioso más importante de la
ciudad. En el centro de la plaza se ubica un adoratorio que contenía una estela
con dos glifos, a los costados los edificios Este y Oeste, y al fondo la Gran
Pirámide, que es la construcción de mayores dimensiones del sitio. Con un carácter básicamente político y
ceremonial, la Plaza Principal, contaba con un acceso sumamente restringido. En
su interior se encuentran las estructuras más importantes del sitio, como la
Pirámide de la Serpiente Emplumada, edificio de extraordinaria belleza y enorme
significado, decorado con relieves por sus cuatro caras; el Templo de las
Estelas, donde se descubrieron las tres estelas relacionadas con Quetzalcóatl y
que actualmente se exhiben en el Museo Nacional de Antropología, y la
Acrópolis, residencia de los principales señores de la ciudad, que se localiza
en la parte más alta del sitio.
La Malinche. En esta área se localiza el Juego de
Pelota Sur, el más grande de los tres que se conocen en el sitio, así como
veinte altares redondos y uno cuadrado que tal vez se utilizaban para el
cálculo del calendario ritual de 260 días, y un conjunto habitacional conocido
como El Palacio, que quizá era ocupado por un grupo de nobles. El Conjunto Este. En él encontramos el
Juego de Pelota Este, la Rampa de los Animales, integrada por 255 losas con
representaciones de animales, y el Conjunto Central, área donde se localiza un
altar policromado, un complejo temascal o baño de vapor y una cisterna para
almacenar agua de lluvia, la cual era distribuida hacia todo el conjunto,
mediante un elaborado sistema de drenaje. El Conjunto Oeste. La gran cantidad de cuevas que se encuentran en las
laderas del cerro, no son naturales, fueron excavadas por los xochicalcas para
obtener materiales para la construcción; muchas de ellas, fueron acondicionadas
para ser usadas con diferentes propósitos, tal es el caso de la cueva en donde
se encuentra el Observatorio, en donde se estudiaba el movimiento del sol. Integrado por estructuras situadas
sobre la cueva del Observatorio, el cual fue utilizado para la exploración
astronómica.
El observatorio astronómico, es el principal
atractivo del Sitio Arqueológico y se encuentra ubicado dentro de una cueva con
escalones labrados hacia el interior, en donde en el Equinoccio, los rayos
solares la iluminan creando un haz de luz extremadamente brillante. Fuera de
este día y de la hora cenital; el rayo de luz que posee un punto de enfoque de
aproximadamente cincuenta centímetros de piso, si el observador disminuye la
distancia del punto de enfoque de la sombra al acercar, por ejemplo la mano al
suelo, se crea un fenómeno óptico que difumina el haz hacia los lados creando
en el suelo un asombra difusa con más luz al centro del objeto dando el aspecto
radiopaco de los huesos de los dedos y brazos como si se tratase de una
radiografía, siendo esto sólo una ilusión óptica. Presenta en su interior un pasillo y una gran
cámara con una chimenea que mide de la base a la superficie 8.7 metros, cuya
boca del tiro es hexagonal; dicho tiro tiene una ligera inclinación para que
los rayos penetren y se vea el hexágono proyectado en el piso de la cueva,
además se encontraba recubierta con estuco y pintado de colores negro, amarillo
y rojo. En el período de 105 días, que
va desde el 30 de abril al 15 de agosto, el sol penetra por la boca de la
chimenea. En el movimiento del sol hacia el Trópico de Cáncer y a su regreso,
respectivamente los días 14/15 de mayo y 28/29 de julio, el astro está en su
cenit y en el mediodía astronómico: el haz de luz cae directamente a través del
tubo proyectando la imagen del sol en el piso del subterráneo. Seguramente
aprovechando el fenómeno solar, el lugar fue usado también para ceremonias religiosas. Actualmente el observatorio se encuentra
abierto al público, ya han concluido las labores de conservación. Dada su
ubicación geográfica, Xochicalco goza de fama a nivel mundial y es muy
visitado, sobre todo al inicio de verano, en que los rayos del sol penetran
perpendicularmente e iluminan de manera particular las cuevas, creando un
ambiente misterioso.
Maracaibo 10 de noviembre del año 2016
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