El
lector soñado
En un artículo publicado en octubre del año 2015, el
escritor español Javier Cercas hablaba sobre “el lector soñado”, y decía que “la literatura no existe por sí misma, aislada del
lector; aislado del lector, un libro es apenas letra muerta, y sólo cuando el
lector lo abre y empieza a leerlo, es decir, a interpretarlo, empieza a operar
la magia de la literatura, gracias a la cual lo que está muerto resucita y el
mundo que el autor ha cifrado en signos abstractos cobra vida concreta en la
mente del lector”. Lo expresado por Javier Cercas resulta una realidad,
al pensar que cada escritor esconde en el fondo de su mente, conocer de
antemano al lector que pueda interpretar todos los matices, las ideas, los
sentimientos y algunas veces las intenciones que el escritor desarrolla con su
trabajo, las que en su oficio y sin tener idea de quien habrá de ser su lector,
se arriesga al sentarse ante la página en blanco. Regresare a las observaciones
de Javier Cercas, quien insistirá en la realidad de cuanto dice.
“Es la
verdad: un libro es sólo una partitura, y es el lector quien la interpreta; si
no hay lector, no hay libro. Sobra aclarar que cada lector interpreta a su
manera, de forma que hay tantas lecturas de El Quijote o de Rayuela
como lectores de El Quijote o de Rayuela. Lo del lector activo ni
es un experimento ni es pueril; de hecho, la expresión lector pasivo es un
oxímoron: todo lector es un lector activo. No todos los lectores son igual de
activos, claro está, del mismo modo que no todas las interpretaciones son igual
de buenas. Pero sea cual sea la interpretación de un libro, es el lector quien
lo crea, en la misma medida en que lo crea el escritor. He dicho que el lector
crea el libro tanto como el escritor; quizá me quedé corto: quizá el lector
crea el libro más que el escritor, al menos en el caso de los mejores libros y
lectores. Es lo que pensaba Paul Valéry, heroica encarnación del antipopulismo
intelectual: “No es nunca el autor el que
hace una obra maestra. La obra maestra se debe a los lectores, a la calidad del
lector. Lector riguroso, con sutileza, con lentitud, con tiempo e ingenuidad
armada. Sólo él puede hacer una obra maestra”. Ese lector encarnizado es el
lector con el que todos los escritores soñamos”.
Siento que no hace falta ser escritor, ni siquiera
un buen escritor para hallar un buen lector, un lector que entienda lo que se
quiere expresar con la palabra escrita. Hoy cuando pareciera que la noche de la
historia se cierne sobre nosotros, me gustaría contradiciendo la tesis de
Walter Benjamin(1892-1940) sobre el Angelus
Novus, de Paul Klee (1879-1940) que le mostró las alas enredadas por el huracán
del progreso soplando cual vorágine desde El Paraíso, y que le hizo creer que
la historia solo podría afirmarse a través del olvido, me gustaría, repito hoy, recordar: regresar a los hombres a caballo, aquellos que con El Libertador ascendieron
por las cumbres de Los Andes para después liberar a los pueblos de América, y también
de quienes cayeron del caballo como Sucre en la selva de Berruecos, o como
Zapata al trote en la emboscada fatal mientras los campesinos esperaban por él,
o Miquelón Contreras-creado en la poesía de mi tío Fernando- derribado de su cabalgadura y muerto en la sabana de
Tocuyito tras marchar con los sesenta de Cipriano y su compadre, soñando siempre
con un país diferente, sin entender que los esperaba la historia para afianzar la
realidad el mal hado caudillismo venezolano..., o como Aguirre, con Elvira en la
grupa marchando rumbo a Barquisimeto para darle un finiquito a su historia de
incomprendidas esperanzas, y es que así pareciera haberse detenido la noche de la historia,
sobre nosotros mismos...
Cuando parecía que habíamos dejado atrás la
Venezuela rural, y creíamos estar dispuestos a ingresar en un nuevo siglo de
progreso, conscientes ya de que El Dorado no se encuentra en Miami, cerradas
las heridas de la inútil y cruenta lucha armada, ante un mundo globalizado que tecnológicamente
avanza a pasos agigantados obligándonos a estudiar cada vez más para estar
actualizados, vemos como nuevamente, el negro
excremento del demonio pareciera continuar torciendo el rumbo del país. En esta
larga temporada de oscuridad, mientras observamos crueles ideologías que contaminan
tristemente al mundo, mentes perversas con directrices transnacionales, minando
desde adentro a las fuerzas que deberían servir al pueblo para que traicionen a
su patria, y usando viejas tácticas populistas, insisten en adueñarse de
Venezuela, para controlar la riqueza del subsuelo y retrotraernos a etapas ya superadas.
El lector soñado por quien escribe, tiene que ser uno, con gran imaginación, pero a
la vez con un ápice de inteligencia, la necesaria para no dejarse engañar. Nada
hay peor que el fanatismo y tengo amigos que al leer, prefieren despojarse de su
identidad, ganada con el esfuerzo de generaciones enteras para adoptar ideologías
trasnochadas que por demás históricamente han demostrado llevar a millares de
seres humanos a la ruina y a la muerte. Basta con el actual ejemplo del llamado “Estado
Islámico” para aceptar que estamos viviendo en una larga noche y en nuestro país, el
de nosotros y el de nuestros soñados lectores inteligentes, dependerá que podamos vivir un
renovador despertar.
Maracaibo,
(aunque esté
en Toronto), el 25 de noviembre del año
2016
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