viernes, 25 de noviembre de 2016

El lector soñado


El lector soñado

En un artículo publicado en octubre del año 2015, el escritor español Javier Cercas hablaba sobre “el lector soñado”, y decía que “la literatura no existe por sí misma, aislada del lector; aislado del lector, un libro es apenas letra muerta, y sólo cuando el lector lo abre y empieza a leerlo, es decir, a interpretarlo, empieza a operar la magia de la literatura, gracias a la cual lo que está muerto resucita y el mundo que el autor ha cifrado en signos abstractos cobra vida concreta en la mente del lector”. Lo expresado por Javier Cercas resulta una realidad, al pensar que cada escritor esconde en el fondo de su mente, conocer de antemano al lector que pueda interpretar todos los matices, las ideas, los sentimientos y algunas veces las intenciones que el escritor desarrolla con su trabajo, las que en su oficio y sin tener idea de quien habrá de ser su lector, se arriesga al sentarse ante la página en blanco. Regresare a las observaciones de Javier Cercas, quien insistirá en la realidad de cuanto dice. 

“Es la verdad: un libro es sólo una partitura, y es el lector quien la interpreta; si no hay lector, no hay libro. Sobra aclarar que cada lector interpreta a su manera, de forma que hay tantas lecturas de El Quijote o de Rayuela como lectores de El Quijote o de Rayuela. Lo del lector activo ni es un experimento ni es pueril; de hecho, la expresión lector pasivo es un oxímoron: todo lector es un lector activo. No todos los lectores son igual de activos, claro está, del mismo modo que no todas las interpretaciones son igual de buenas. Pero sea cual sea la interpretación de un libro, es el lector quien lo crea, en la misma medida en que lo crea el escritor. He dicho que el lector crea el libro tanto como el escritor; quizá me quedé corto: quizá el lector crea el libro más que el escritor, al menos en el caso de los mejores libros y lectores. Es lo que pensaba Paul Valéry, heroica encarnación del antipopulismo intelectual: “No es nunca el autor el que hace una obra maestra. La obra maestra se debe a los lectores, a la calidad del lector. Lector riguroso, con sutileza, con lentitud, con tiempo e ingenuidad armada. Sólo él puede hacer una obra maestra”. Ese lector encarnizado es el lector con el que todos los escritores soñamos”.

Siento que no hace falta ser escritor, ni siquiera un buen escritor para hallar un buen lector, un lector que entienda lo que se quiere expresar con la palabra escrita. Hoy cuando pareciera que la noche de la historia se cierne sobre nosotros, me gustaría contradiciendo la tesis de Walter Benjamin(1892-1940) sobre el Angelus Novus, de Paul Klee (1879-1940) que le mostró las alas enredadas por el huracán del progreso soplando cual vorágine desde El Paraíso, y que le hizo creer que la historia solo podría afirmarse a través del olvido, me gustaría, repito hoy, recordar: regresar a los hombres a caballo, aquellos que con El Libertador ascendieron por las cumbres de Los Andes para después liberar a los pueblos de América, y también de quienes cayeron del caballo como Sucre en la selva de Berruecos, o como Zapata al trote en la emboscada fatal mientras los campesinos esperaban por él, o Miquelón Contreras-creado en la poesía de mi tío Fernando- derribado de su cabalgadura y muerto en la sabana de Tocuyito tras marchar con los sesenta de Cipriano y su compadre, soñando siempre con un país diferente, sin entender que los esperaba la historia para afianzar la realidad el mal hado caudillismo venezolano..., o como Aguirre, con Elvira en la grupa marchando rumbo a Barquisimeto para darle un finiquito a su historia de incomprendidas esperanzas, y es que así pareciera haberse detenido la noche de la historia, sobre nosotros mismos...

Cuando parecía que habíamos dejado atrás la Venezuela rural, y creíamos estar dispuestos a ingresar en un nuevo siglo de progreso, conscientes ya de que El Dorado no se encuentra en Miami, cerradas las heridas de la inútil y cruenta lucha armada, ante un mundo globalizado que tecnológicamente avanza a pasos agigantados obligándonos a estudiar cada vez más para estar actualizados, vemos como nuevamente, el negro excremento del demonio pareciera continuar torciendo el rumbo del país. En esta larga temporada de oscuridad, mientras observamos crueles ideologías que contaminan tristemente al mundo, mentes perversas con directrices transnacionales, minando desde adentro a las fuerzas que deberían servir al pueblo para que traicionen a su patria, y usando viejas tácticas populistas, insisten en adueñarse de Venezuela, para controlar la riqueza del subsuelo y retrotraernos a etapas ya superadas. El lector soñado por quien escribe, tiene que ser uno, con gran imaginación, pero a la vez con un ápice de inteligencia, la necesaria para no dejarse engañar. Nada hay peor que el fanatismo y tengo amigos que al leer, prefieren despojarse de su identidad, ganada con el esfuerzo de generaciones enteras para adoptar ideologías trasnochadas que por demás históricamente han demostrado llevar a millares de seres humanos a la ruina y a la muerte. Basta con el actual ejemplo del llamado “Estado Islámico” para aceptar que estamos viviendo en una larga noche y en nuestro país, el de nosotros y el de nuestros soñados lectores inteligentes, dependerá que podamos vivir un renovador despertar.

Maracaibo, (aunque esté en Toronto), el 25 de noviembre del año 2016

 

 

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