José Antonio
Ramos Sucre y su prosa poética
La obra de José Antonio Ramos Sucre es relativamente breve; está
recogida en tres libros: La torre de
Timón (1925), El cielo de esmalte y
Las formas del fuego, ambos editados
en 1929. En La torre de Timón se
recogen escritos de Trizas de papel,
editado en 1921. Para la época en que viviera Ramos Sucre, Venezuela se encontraba bajo
los lineamientos del Modernismo y del Criollismo, y su poesía comenzó siendo plasmada
en las revistas “Elite” y “Válvula”, pero la misma será vista como extraña y
sólo sería leída por unos pocos. “Ramos Sucre no fue comprendido en cuanto
resultó ser la voz poética más fuerte, más alta e importante de su tiempo en
Venezuela y que se inscribe a la par de un Vallejo o un Huidobro en el
horizonte innovador de la literatura de América Latina” (Elvira Mach
-1990).
José
Antonio Ramos Sucre nació en Cumaná el mes de junio del año 1890. Sus padres fueron Jerónimo
Ramos Martínez y Rita Sucre Mora de Ramos, nieta del Coronel José Gerónimo
Sucre Alcalá, hermano del Mariscal Antonio José de Sucre. Su infancia, bajo la estricta
tutela de su austero tío, el padre Ramos Martínez, estuvo alejada de juegos con
los compañeros, y dedicada desde muy temprano a la ardua tarea de la lectura y
el estudio. El temperamento tímido del niño se iría sustrayendo a la realidad y
él construirá su mundo entre las vivencias de personajes conocidos a través de innumerables
libros que pronto lo convertirían en el único habitante de la biblioteca de su
tío, su único refugio, la torre de timón. Su afán por el aprendizaje lo llevará
a estudiar la cultura greco-latina y de los autores de la literatura universal.
Como autodidacta dominará los idiomas para leerlos en el original, y se imbuirá
en complejos tratados de filosofía y de mitología oriental, de geografía e historia,
de lingüística, de religión y de esoterismo. Su mente irá madurando a todas las
ideas y propuestas poéticas que hallaría en sus textos. Después de la muerte
del tío Ramos Martínez, el 23 de octubre de 1903, José Antonio regresó a
Cumaná; en su ciudad natal estudiará en el Colegio Nacional de Cumaná, dirigido
por don José Silverio González Varela, donde en 1908, será nombrado su
asistente. Allí entablaría amistad con Cruz María Salmerón Acosta. En 1910 se
gradúa de bachiller en Filosofía, y en 1911 viajó a Caracas, donde se dedicará
a aprender los idiomas francés, inglés, italiano y algo de alemán. José Antonio
cumpliría los 18 años de edad al iniciarse el gobierno del General Juan Vicente
Gómez (1908-1935). Presentará los
exámenes de admisión en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y durante una
epidemia que obligó a cerrar temporalmente la universidad Ramos Sucre se dedicaría
a estudiar como autodidacta, y tras los exámenes de admisión universitaria, en
1912 iniciará comienza sus estudios de Derecho y Literatura y continúa
aprendiendo los idiomas griego antiguo y moderno, francés, inglés, italiano,
portugués, alemán, danés, sueco y sánscrito. En 1913, la Universidad Central de
Venezuela cerrada por el gobierno del General Juan Vicente Gómez, obligará a Ramos
Sucre a continuar los estudios como autodidacta y a dar clases de latín. En
1916 y durante tres semestres presentará exitosamente los exámenes de la
carrera de Derecho en la UCV para culminar sus estudios en 1917. El poeta, en el aislamiento inicial de sus primeros años verá recrudecer la imagen de
un mundo perturbado por la Primera Guerra Mundial, ante la
visión de un país desgarrado por la dictadura gomecista. Sin embargo, su obra
no será comprendida por sus contemporáneos, tal vez porque ninguno se interesó
en profundizar en ella y tan solo será a partir del 1958, cuando las
generaciones que se agruparían en torno a Sardio,
a Tabla Redonda y a El Techo de la Ballena, comenzarán a
verlo como el gran maestro.
Ramos Sucre publicó varias contribuciones
sobre temas tan variados como poesía, la democracia, el feminismo, la herencia,
la desigualdad, el contrato de venta, etc.; esos escritos aparecieron en los
diarios Renacimiento, El Heraldo, El Universal, El Nuevo Diario y en revistas
como Actualidades y Élite. En 1916, José Antonio Ramos Sucre publicó sus
traducciones del poeta alemán Ludwig Uhland; en (1921), reunió sus primeros
poemas en la obra Trizas de papel;
en (1923) publicó como panfleto su texto Sobre las huellas de Humboldt; ambas
obras las incluyó posteriormente en su libro La Torre de Timón (1925). Ramos Sucre siempre fue un habitante de
su interioridad más plena. Si acaso se producía algún acercamiento a otros, era
porque quizás fueron capaces de entender el tormento de un hombre en perpetuo
reconocimiento de sus propios males. Igualmente estuvo aislado del amor carnal,
y de toda realización de pareja. Este fue quizás otro nivel de fracaso, junto a
sus razones y a la incomprensión de su obra que iría minando poco a poco, el
pulso de su pluma con mayores males. En el mundo imaginario y fantasmal de sus innumerables
lecturas y los universos traducidos, en el dolor de sentirse un ser destinado a
la dispersión y al extrañamiento, parecería haber vivido en una constante preparación
del final, y escribiría… “Quiero morir y busco las sugestiones
lúgubres, y a mi lado arde constantemente este tenebrario, antes escondido en
un desván de la casa” (La vida
de maldito). “ He sentido el estupor y la felicidad de la muerte. Un aura deliciosa,
viajera de otros mundos, solazaba mi frente e invitaba al canto los cisnes del
alba”. (El Desesperado). La poesía
de Ramos Sucre está en prosa y sus textos brillan por la supresión del que
relativo, por la acentuación del yo que le da impulso y respiración
al poema. El debatido tema de la diferencia entre la prosa y la poesía, puede
conducirnos a la pregunta de qué es en realidad la poesía. Se podría afirmar después
de Baudelaire y de los simbolistas, hasta los surrealistas y la actual concepción
de lo que significa la poesía, una muestra perfecta es el poema en prosa. La
mejor demostración de que la poesía no depende de cuestiones como la estrofa, o
la rima, se percibe al leer a Ramos Sucre.
Fernando Guzmán Toro obtuvo el Premio Único
de ensayo en el II Concurso por una Venezuela Literaria en 2012 con su obra “Los arquetipos y arcanos e el viaje por el
imaginario poético de José Antonio Ramos Sucre” publicado por el Grupo
Editorial NSB (2013). Los arquetipos vinculados a lo simbólico y presentes en
la psique de los humanos son parte del inconsciente colectivo y según Guzmán
Toro, los arcanos del tarot configuran para Ramos Sucre una especie de viaje
onírico y a través del mismo, él logra establecer en su prosa poética, veintiún
arcanos que se pueden numerar desde el primero como “el loco”, y así
sucesivamente “la papisa”, “la emperatriz”, “el emperador”, “el Papa”, “el
enamorado”, “el carro tirado por dos caballos”, “la justicia”, “el ermitaño”,
“la rueda de la fortuna”, “la fuerza”, “el colgado”, “un esqueleto con
guadaña”, “un Ángel que es acuario”, “el diablo”, “la torre”, “el río”, “la
luna”, “el sol”, “el Ángel de la trompeta” y “el mundo”. El análisis que hace Guzmán
Toro sobre todos estos simbolismos que se perciben centrados en un ambiente
medieval, se detectan en el imaginario poético de Ramos Sucre, creando una
interesante investigación sobre los simbolismos ocultos en su obra.
En la Cancillería José Antonio Ramos Sucre permanece
hasta finales de 1929, cuando será nombrado cónsul en Ginebra, hecho este que
le abriría sus esperanzas de curación de sus insomnios, padecidos durante tanto
tiempo. Ese mismo año viajará a Europa, pero las crisis de insomnio que venía
sufriendo antes se hacen más severas, y los médicos diagnostican desórdenes
nerviosos. Pasa una temporada en el sanatorio Stephanie, en la ciudad italiana
de Merano. En marzo de ese año se encarga formalmente del consulado en Ginebra.
El 09 de junio de 1930 cumple 40 años y su estado depresivo empeora. En cartas a su prima Dolores Emilia Madriz le dirá. “Me prometen curarme, levantarme de esta fosa. Anoche dormí en paz y lo
declaro por milagro”(…) “Solamente el
miedo al suicidio me permite sufrir con tanta paciencia”…”Prima adorada: sólo
puedo asegurarte que no volverás a verme enfermo”(...) “yo no me resigno a pasar el resto de mi
vida, ¡ quién sabe cuántos años!, en la decadencia mental”. La larga lucha de
Ramos Sucre contra el insomnio la perdería en la ciudad de Ginebra, y el 13 de
junio de 1930 se consumó su muerte, a la que se había entregado voluntariamente
cuatro días antes. Sus restos reposan en el Cementerio de Santa Inés de la ciudad de
Cumaná.
Maracaibo,
4 de noviembre de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario