La Lepra, antes y ahora…
Era una jovencita maracaibera que terminaba el
bachillerato y esperaba entrar en la universidad, pero venía con una pequeña
erupción en la frente que no cedía. Un dermatólogo había finalmente decidido
hacerle una pequeña biopsia. Llegó la joven con su biopsia en parafina sin
diagnóstico preciso (dermatitis crónica) y al mirarla en el microscopio, pues
sí, existía una severa infiltración linfocitaria… ¿Un linfoma? Al hacerle el
estudio de inmunohistoquímica, la mayoría eran linfocitos T por lo que el
patólogo se comenzó a mortificar… Un linfoma T en la cara quizás extendiéndose
a la nariz, era lo que llamaban antes “el granuloma letal de la línea media”:
un linfoma realmente destructivo. Consulté el caso con un experto dermatopatólogo
en USA quien pensó aquello era “dermatitis solaris”, puro efecto del sol. Cada
vez más preocupado, hice más cortes y dos semanas después, no me convencía, y el
caso ya me tenía insomne. Mirando de nuevo y atentamente, logré localizar cierta
infiltración perineural y de inmediato hicimos una coloración de Fite-Faraco,
entonces se detectaron los bacilos de Hansen. Diagnóstico: Lepra tuberculoide.
Unos días más tarde me tocó decirle a la mamá, con
la joven presente, que al fin mis temores de lo que pensé era un terrible
linfoma muy difícil de tratar… ¿Algo como cáncer?; pues sí, les dije, y
añadiría, que aquella biopsia me tenía muy preocupado y hasta desvelado, pero
el resultado no era maligno, y mostraba una enfermedad que se curaba con
antibióticos y que en la Sanidad le iban a proporcionar el tratamiento.
Planteado así, cedió el temor natural a la palabra que nombraba la enfermedad
de Hansen: la lepra, y el caso se resolvió favorablemente…
“La lepra”
no cesa de verse en el mundo, pero es necesario saber que esta “enfermedad
bíblica” es un mal que, aunque se esparce primariamente entre la miseria, el
hambre, el hacinamiento y la ausencia de condiciones higiénicas, es una
enfermedad poco contagiosa y es curable. Aunque casi todo el mundo piense que
la lepra es muy contagiosa, eso no es cierto. Existe una predisposición
genética que hace más probable la infección lo cual puede potenciarse en
condiciones de vida precarias, pero en situaciones normales es poco probable
que una persona transmita la bacteria a otra. La clave reside en el diagnóstico
temprano. Plantearlo y hacer una cloración para detectar el bacilo de Hansen. En
lugares con carencias sanitarias es donde florece este mal, y uno está obligado
a pensar en nuestro depauperado país asediado por enfermedades antes ya
desaparecidas…( https://bit.ly/2L9havQ ). Con
la lepra, lo máximo que se puede
ambicionar, es diagnosticarla de forma temprana para curarla y evitar las
secuelas que deja si no se trata a tiempo. Porque sí, si tiene cura.
Pero,
como dicen, “se han visto casos”, y hasta para fortalecer un régimen
dictatorial, la lepra ha sido utilizada como mecanismo político. En 1946 la leprosería africana de Mikomeseng, era un
recinto vigilado por guardias armados en el que las autoridades franquistas
metieron a los 4.000 enfermos de lepra de la Guinea Ecuatorial Española. Hay historiadores que han documentado las
atrocidades cometidas por las autoridades franquistas en esa leprosería que era
casi un campo de concentración. Con
los enfermos detenidos se cometían “actos de verdadera barbarie”. La
leprosería de Mikomeseng era una especie de cárcel amurallada, y las
autoridades iban por los pueblos y se llevaban a los enfermos a la fuerza. La
medicación en la década de 1940 era totalmente ineficiente y muy cruel; “a las
personas con lepra les quitaban sus
hijos”. En un ensayo publicado en 2016, la profesora Benita Sampedro, especialista en estudios coloniales de la
Universidad de Hofstra en Nueva York describió la leprosería de Mikomeseng,
como “un miniestado semiindependiente, autocontrolado y totalitario, con su
propia moneda de metal”. La
dictadura franquista utilizaba la leprosería para hacer propaganda del régimen
en un intento de las autoridades españolas para legitimarse internacionalmente
a través de su supuesta obra social.
De mi
novela, “2011, el año de la lepra”
copiare textualmente algunos datos que pudiesen resultar de interés: “Desde el año 1828 cuando Simón Bolívar,
presidente de la República de Colombia ordenó la edificación de un leprosario
en la isla llamada “de los Mártires” luego denominada de “Providencia” o de
“Lázaros” y dejó establecido que para su funcionamiento se contaría con las
rentas derivadas de los derechos aduanales de los barcos que fondearan en La
Vela de Coro y el proveniente de las numerosas galleras que existían en el
Departamento del Zulia. Con tan solo tres kilómetros de largo por dos de ancho
y la forma de una tortuga plana y contrahecha, ubicada a 14 kilómetros frente
a Maracaibo y a 3
kilómetros de Los Puertos de Altagracia, la isla se
halla ubicada en la margen oriental del lago.
A report made by the United States Consul at
Maracaibo, Mr. F. H. Plumacher, to the American Government in 1890, leprosy
began to be felt as early as 1828. In
1876 the cases had assumed alarming numbers, so as to seriously to endanger the
sanitary future of the State. In the year 1890 there were 125 patients in the lazaretto, and many
more at large in the city and environs, and all attempt to segregate them is
thwarted by the efforts made by friends for their concealment”. Luego de haber transcurrido más de 168 años desde su
creación y 35 años desde la decisión de terminar con la política de
confinamiento para los leprosos nacionales, en el mes de agosto del año 1985,
se decidió la evacuación de la isla de Lázaros en el lago Coquivacoa.
Con del
advenimiento de las Sulfonas, y en particular de la Dapsona desde la década de
los 50 del pasado siglo XX, la resolución acordada por los organismos de
Sanidad del país que establecía desde
el año 1947 la dispersión ambulatoria de los enfermos del mal de Hansen comenzaría a aplicarse. Al utilizar
éstos y otros medicamentos locales y sistémicos, los tratamientos ambulatorios
tenían que haber suplantado la política de confinamiento de los pacientes en
leprocomios. Estas razones hacían que el lazareto en la isla ubicada a la
entrada del lago Coquivacoa, desde ese entonces, estuviese irremediablemente,
destinado a desaparecer. Habrían de ser derribados los 17 pabellones para
mujeres y para hombres, los locales para la hospitalización capaces de albergar
cerca de un millar de enfermos, las 60 casas para las parejas de enfermos que
hacían vida marital, la casa de los médicos construida en 1951, las dos
iglesias, una para católicos y otra para los protestantes, la escuela de artes
y oficios, el cine, la oficina de correos, la cárcel, el cementerio, las
plazoletas y demás estructuras físicas que así como las monedas de uso interno,
se fueron organizando en aquella isla”...
Hasta aquí, lo de la novela “2011, el año de la lepra”
que puede leerse como E-book de Amazon, en KDP kindle, donde la “isla de
lázaros” frente a Maracaibo va a ser parte de una trama política en los años
del “engendro de Sabaneta” y confío en que los cachicamos albergando bacilos de
Hansen mutados, distraerán la atención del lector que se permita caer en el
embrujo de su trama.
Mississauga, Ontario, en la periferia de Toronto, el día viernes 19 de julio, 2019.
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