Mambrú
se fue a la guerra
“Mambrún ya está bien muerto y lo llevan a enterrar.
Venimos al sepelio, lo tiene en capilla, tras luchas y batallas y guerra de
guerrillas, combatir hasta el fin, abrazar con pasión la justicia, tomarla como
causa, después de aquella afirmación, los ideales revolucionarios consolidados,
después de... El Presidente ratificó en su cargo al ciudadano Ministro de la
Defensa. Atención, ¡firm! Presenten armm. Aplausos, abrazos, besos, también
consternación, suspiros y gemidos. A discreeeción...
Envuelto como un tequeño en el pabellón nacional, el
duque de Malborough ensordeció ante la retumbante presencia de las autoridades,
se estremeció vibrante por las salvas, el fuego chisporroteante y las cenizas
rodeadas por humo blanquecino, que fue naciendo en la boca de los veinte
cañones y casi lo hacen estornudar. Escuchó el rumor de cientos de miles de
palomas aleteando, sin misiva, torcazas al aire sin destinatario, tuptucú,
ellas ascendiendo, rucptucú, remontando su vuelo, como espesa cobija alada y
plumosa, y el celestial cobertor nubló El Paseo de Los Próceres; lógicamente
algunos corrieron asustados, era un fenómeno inusual, se desparramaron para
ubicarse alrededor de las fuentes, para resguardarse como si fuesen paraguas las
mismísimas estatuas de piedra, fornidas mujeres semiocultas bajo la capa de
moho y algas, para guarecerse entre los jarrones gigantescos, debajo de las
palmeras y de los chaguaramos, corrieron pasando sobre los helechos de un
verdor exuberante y allí esperaron...
Dentro del catafalco, imponente, un muerto elegante,
Mambrún, aspiraba su propio denso perfume, aroma de inquilino difunto y
consideró seriamente la necesidad de incorporarse, lo pensó porque sin lugar a
dudas, él tenía una curiosidad natural irrefrenable, él hubiese querido divisar
a través del vidrio, la facies de cada uno de los gordos truhanes de leontina y
paltó levita y las de los gendarmes con sus gorras ribeteadas de espigas de
oro, todos ellos con sus sonrisas empalagosas, empero lo que percibía era tan
solo el tener sobre el rostro aquel pañuelo. Es el blanco lienzo, pensó, más
calmado.
Entretanto el cortejo marchaba y unos sollozaban y
otros silenciosos, se organizaban, reculaban, hormigueaban, murmuraban ante la
pira. Es por todos y cada uno de los del pueblo, los que fenecieron, y gajo
pelaron, es por los que se piraron, también es por ellos... Eso comentaba la
gente; otros hablaban del último deseo, lo del epitafio de Mambrún, ¿del
adefesio? Indalecio con otro maracucho le sugirieron a José Alipio, una idea
más a lo gocho, escribir sobre la tumba su último adiós con mil balas.
¡Ora pues! ¿Acaso no ve usted que el que se fue no
vuelve? Chivo que se devuelve sesnuca. ¿Volver, volver, volver? Venga y vea,
¿acaso vuelve el polvo al polvo?, ¡quizás va el alma al cielo!... Girando ahora,
la nube aleteante descendió vertiginosamente. ¡Birsia atendele que se vienen en
picada! "Su cuerpo dejarán, no su cuidado, serán cenizas, más tendrá
sentido, polvo serán, más polvo enamorado." Alas Alipito, ¿se me está
enamorisqueando? Otro cañonazo, luego chispas, lengüetas, ¿cómo él?, ¿lengüeteo
dice?, en volutas tenues, ascendió al morir... Ahora enfilan todas hacia
arriba, un cardumen alado, hacia el fúlgido cenit disparado. ¡Soñador! Hasta
quedar desecho, vuelto polvo de amor, desintegrado para el porvenir.
Esta raláfica la he
copiado textualmente de la manera como finaliza el Capítulo I de mi novela
“LaPesteLoca” (Maracaibo, 1978) y coinciden allí los versos de Quevedo “del Amor constante más allá de la muerte”
de quien prefiero hablarles, más bien mañana; aunque en realidad no está de más recordar que, lo de
Mambrú, o Mambrún como lo escribí hace años, es una canción popular infantil francesa: “Marlbrough s'en va-t-en guerre”, que aunque según Chateaubriand,
era de origen árabe
y había llegado a Francia llevada por los cruzados, se cree
más bien, que fue compuesta tras la batalla de
Malplaquet
(1709),
cuando los franceses, a pesar de su derrota, creyeron muerto en la batalla a su
enemigo John Churchill, duque de Marlborough.
Se
dice que en
tiempos de Luis XVI: una de
las nodrizas del delfín solía cantarla y como la canción agradó a los
reyes, pronto se difundió por Versalles y luego
por toda Francia, llegando a España por
influencia de los Borbones. Así, el
nombre Marlborough fue reducido a Mambrú.
También así sería como uno la conoció en la infancia, ya que dicen que solían
cantarla sobre todo las niñas, típicamente acompañando al juego de la rayuela.
Complementaré la información señalando que Mambrú
se fue a la guerra también es una
película española de 1986 dirigida y protagonizada por Fernando Fernán Gómez, sobre la ocultación de un republicano durante la dictadura franquista y su vida familiar después de la muerte de Franco.
Mississauga,
Ontario, martes 16 de julio, 2019
2 comentarios:
La mente inquieta, no permite quedarnos con dudas.
El apellido Vilchez, probablemente fuera el Vilcheize, quizá de origen frances.
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