Crio-electronmicroscopía, y un escritor
frustrado
Entre
1962 y 1985 el doctor Humberto Fernández-Morán introdujo el concepto de crio-microscopía
electrónica y en su publicaciones [1], hablaría del crio-microscopio
electrónico [2], del uso de lentes
superconductoras [3] y del crio-ultramicrotomo
[4]. En 1982, Aaron Klug recibió el Premio Nobel de Química por el uso
cuantitativo de las imágenes del microscopio electrónico que en aquellos años,
le permitían extraer información más detallada. En 1985 Fernández Morán
escribirá sus reminiscencias y reflexiones sobre la crio-microscopía electrónica, y hasta su muerte, acaecida en
Estocolmo 1999 sería considerado como el precursor de los avances en crio-electronmicroscopía.
En las
dos últimas décadas, la criomicroscopía
electrónica de partículas aisladas ha emergido como una técnica de biología
estructural aplicable al estudio de sistemas biológicos complejos Los últimos
avances en instrumentación y programación han mejorado enormemente la capacidad
de la criomicroscopía electrónica para dilucidar la estructura de partículas
aisladas. Las bases de datos se están colmando de nuevas estructuras aportadas
por la criomicroscopía electrónica, que hasta hace muy poco se consideraban
metas fantasiosas. Con la introducción de recientes mejoras la aplicabilidad,
rendimiento y resolución de la crio-microscopía electrónica se ha despertado un
gran interés en todo el mundo y ha sido considerada método del año por la
revista Nature Methods.
Joachim Frank (1940) es un biofísico, nacido en
Siegen, Alemania, nacionalizado estadounidense, quien fue galardonado con el Premio Nobel de Química en 2017. Se le considera como el fundador de la Criomicroscopía electrónica (cryo-EM) de partículas. Frank también hizo contribuciones significativas a la
estructura y función del ribosoma de
bacterias y de las células eucariotas. Entre 1975 y 1986, desarrolló una herramienta para
fusionar las imágenes borrosas en dos dimensiones obtenidas con los
microscopios electrónicos. Su técnica permite, utilizando electrones en lugar
de luz visible, juntar las piezas para generar una sola imagen nítida en tres
dimensiones. Joachim
Frank compartió el Premio Nobel
(2017) con Jacques Dubochet y Richard Henderson, que les fue otorgado al trío por "desarrollar
la criomicroscopía electrónica para la determinación estructural en alta
resolución de biomoléculas en soluciones".
El
desarrollo de esta tecnología tiene un inmenso potencial en el campo práctico
de la medicina. Frank fue quien hizo la tecnología más fácil de aplicar en un
marco general, procesando el material de forma que las borrosas imágenes en dos
dimensiones se transformaran en claras estructuras en 3D. Dubochet logró
vitrificar el agua (conservando todas sus características en su estado líquido)
en el microscopio electrónico, permitiendo que las biomoléculas conservaran su
forma natural incluso en el vacío, y Henderson logró presentar la estructura de
una molécula bacteriana a una resolución atómica.
Joachim
Frank ha comentado con entusiasmo sus logros científicos, pero se entristece su
voz cuando dice percibir su existencia como si actuase en una vida paralela: “la
de un escritor frustrado”. La razón de esta afirmación de debe a que ha
terminado tres novelas, pero no encuentra ninguna editorial que se las
publique. Además de ser profesor de Biología en la Universidad de Columbia, en
Nueva York, Frank, el premio Nobel de Química en 2017 insiste en que él comenzó
su carrera literaria hace más de 35 años, cuando se apuntó a un curso del
escritor estadounidense William Kennedy, posteriormente ganador del Pulitzer.
Joachim Frank considera que sus tres libros inéditos, de alguna manera están
relacionados con la ciencia. “El observatorio”, cuenta sobre un
astrónomo que espera recuperar un antiguo observatorio convertido en prostíbulo
con estriptis, pero terminará viviendo con su antigua secretaria y ejerciendo
como contador en una peluquería. En “Narcis” la situación en un entorno
post apocalíptico en un Nuevo México desértico donde un laboratorio
estadounidense hacía experimentos con animales y habrá cucarachas gigantes
deambulando por el desierto. Finalmente en “Adam Zee” un científico
que acude a una conferencia en Los Países Bajos, se hospedará en un viejo hotel
donde va a encontrar un túnel del tiempo…
Frank
viaja a menudo a España para, entre otras cosas, visitar a su antiguo discípulo
José María Carazo, del Centro
Nacional de Biotecnología, en Madrid. En septiembre de 2018, el Ministerio de
Ciencia español anunció una inversión de ocho millones de euros para instalar
en el Centro Nacional de Biotecnología el primer
criomicroscopio electrónico de última generación de España. Hace tan solo unos días, se realizó el
simposium 25 años de criomicroscopía electrónica en España. Un homenaje a José L. Carrascosa y se
ha celebrado los días 12 y 13 de junio en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC). El
encuentro contó
con la presencia de ponentes de renombre internacional, como los profesores
Frank y Richard Henderson. A lo largo de dos jornadas, más de 30 científicos
expertos pusieron en común sus logros y su experiencia en el uso de técnicas de
criomicroscopía electrónica en sus investigaciones en diferentes campos que han
permitido dar respuesta a problemas científicos tan diversos como el
cáncer, la estabilidad genómica, las infecciones virales o la enfermedad
de Parkinson.
Resultó
para mí imperativo recordar al doctor Fernández Morán, ya que gracias al apoyo
que entre él y el doctor Pedro Iturbe le dieron a la microscopía electrónica en
Maracaibo, me tocó la suerte de trabajar en ese campo de la investigación desarrollando,
lo que denominamos la patología ultraestructural. Por ello, personalmente he
querido hacer un comentario adicional, sobre lo que me he atrevido a ver como
un paralelismo (salvando la distancia científica) entre el profesor Joachim
Frank, y mi persona, y es que se me ha hecho difícil pasar por alto la
increíble circunstancia para ambos, de escribir novelas y sentir que le resulte
a un brillante laureado premio Nobel, casi imposible poder publicarlas. Confío
en que ya el profesor Frank haya superado este escollo y con unos argumentos
tan sensacionales, estoy seguro de que al publicarlas, sus novelas serán todo
un éxito.
Referencias: 1- H. Fernández-Morán. Proc. Natl. Acad. Sci. USA
56: 801, 1966; 2.- H. Fernández-Morán. Proc.
10th. Int. Cong. E.M. Berlin Vol 1, pp751, 1982; 3.- H. Fernández-Morán. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 53:
445, 1965; 4.- H. Fernández-Morán. Appl. Cryog. Technol. 5: 153, 1973.
En Mississauga, Ontario, el lunes 1 de julio del
año 2019
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