Cine mexicano en
Maracaibo
La
época de oro del cine Mexicano en Maracaibo, es el título de un libro de
Antonio Soto (Serviluz, Kuruvinda Edt, 2005) cuyo contenido fue revisado por
Ileana Morales Gollarza en el No.1 de la ya desaparecida Revista Kuruvinda, en
Maracaibo, Noviembre 2007. En la presentación del libro en 2006, Edixon Caldera
señalaba como durante varias décadas en la segunda mitad del siglo XX, las
películas mexicanas tenían la preferencia del público maracaibero y zuliano y
cómo fue que a través de ellas serían transmitidos pautas y valores que fueron
asumidos por gran parte de la población. Estos se referían a diversos aspectos
como el papel de la mujer ante los hombres en hogar y en la sociedad, el culto
a la madre como eje de la familia, el machismo y la apología del medio rural,
destacándose fundamentalmente el gusto por la música mexicana.
¿Me
permiten una interrupción? Es tan solo, que me ha parecido una coincidencia, y
quiero volver hasta algo que recordé, un retazo de mi novela de 1978 “La Peste Loca”, solo eso, en el
Capítulo 1, donde dice…: “En
la noche de "Aquí está el detalle", sin lluvia ni luna, el doctor
Ferrer se carcajeó hasta más no poder con las interminables reláficas de
Cantinflas. En la oscuridad se le apelotonaban entre el chirrido de las
chicharras los recuerdos de su infancia y adolescencia... Al final de la
película, los bombillos incandescentes se hallaban rodeados por hormigas
voladoras y había sonrisas. Véngase doctor y échese un palo. Abrazo cálido de
hombres sencillos. Tengo que volver a la medicatura. ¡Solo un lamparazo! De pie
en la tierra de la media calle. Tengo trabajo pendiente. Una vueltica hasta la
pulpería de Lucio Portillo. Bueno vamos. Febril pasión de la investigación.
Paqueche su conversaíta. Láminas y frotis esperándolo. ¡No me se haga rogar mi
doctorcito! El microscopio de Crisanto Navarro. Solo un rato compá Ramón, un
rato amigos. ¡Ese si es mi gallo! Vacuolas en los leucocitos, conteo de células
blancas. Sin palitos, eso sí. Anjá. Mascada y salivazo sepia que se arropa de
arena. El comentario sano de la gente del campo en alpargatas. ¡Tantas cosas
vistas en las sábanas de la mujer de Argimiro! Otra vez a discutir sobre
"El peñón de las ánimas", tres semanas en eso y ni los chistes de
Cantinflas daban fin a la contienda. Inquebrantable posición, sin tregua, los
extrapoladores insistían, aquellos eran hechos calcados de la vida del pueblo.
La contrariedad del grupito purista. Impúdico el buscar semejanzas, peligroso
mezclar el prestigio de las hermanas y de las sobrinas, nunca las hijas ni las
esposas. Era el honor de las mujeres y no debían conversarlo en la pulpería.
Resquemores de familias enteras, alusiones veladas. Rancheras, huapangos y
corríos lo atestiguaban, una historia real para una gente de carne y hueso.
Pero Casigua era un pueblo de machos, Jorge Negrete estaba bien respaldado.
Nunca me haga busté una comparación. En la rockola de Brinolfo Morales se
escucha… De piedra ha de ser la cama, de piedra la cabecera... Las hembras en
los botiquines de las carreteras, las mujeres del pueblo en sus casas. ¡No me
joda no joda, si viene busté y me jode yo lo jodo, no joda! Emidgio se empinó
su botella de refresco casi a temperatura ambiente y en el camino hacia la
medicatura meditó sobre la afinidad peculiar de su gente para con aquella
música. Venidos del lejano piedemonte, muchos de ellos eran muy andinos en el
fondo, en el decir de Don Rafael Osuna emigrado de las montañas muchos años
atrás, la explicación radicaba en la identificación de la idiosincrasia
cordillerana con todo aquello que cantaban las rancheras y los corríos
mexicanos. Esos son, pensó Emidgio, los valores fundamentales de sus vidas. El
honor, el amor por la tierra, la defensa de sus mujeres y el suspirar por las
hembras. ¡Por ellas aunque mal paguen y nos echamos el otro! Cariño por el
aguardiente. Sombrero de paja de ala ancha, mascada de tabaco, en las malas y
en las piores. Sentado en el oasis que había creado en la medicatura, aquella
noche le costó trabajo al doctor el sumergirse en sus frotis teñidos con Giemsa
y con Wright. Pensaba en Crisanto Navarro y en Yolanda, lejos en su ciudad del
lago. Por la ventana llegaba como un susurro la música lejana, era valiente y
arriesgado en el amor... Bostezo y restregar de ojos. Un día domingo que se
andaba emborrachando, la oferta de Don César Cuello, se lo echaron a montón, no
le había dicho nada a Yolanda, él también quería casarse, ella nunca se vendría
a un pueblo como Casigua, con una beca la cosa cambiaría, podrían irse fuera,
estudiar, investigar sobre las infecciones virales de los niños, en uno de esos
sitios de los que le hablaba el doctor Navarro, quizás en el Centro de
Investigaciones de Atlanta, en los Estados Unidos. En una choza muy humilde
llora un niño y las mujeres se aconsejan y se van …”
La época de 1935 a 1940 es
revisada en el Capítulo III, del libro de Antonio Soto, y la presidencia de
Lázaro Cárdenas, precisamente, es también coincidente con el inicio de la época
de oro del cine mexicano. Allá en
el Rancho Grande era un película
que aunque podría catalogarse como un drama romántico rodado en 1936, fue dirigida por Fernando de Fuentes y protagonizada por Tito Guízar y Esther Fernández. Considerada como la cinta mexicana que inició el
“cine industrial mexicano” llevaría a la llamada “época de oro del cine mexicano”, es la película que inició la denominada
“comedia ranchera” cuyas
bases parecen haber sido tomadas de las zarzuelas, de manera que ese cine, muy
musical se extenderá hasta los años 40 con Las cuatro milpas, Amapola del camino, Bajo
el cielo de México, Alma jarocha, Nobleza ranchera, La tierra del mariachi,
Adiós mi chaparrita, y El
charro Negro”. Será en esta época cuando harán su aparición los cómicos
en el cine; Cantinflas, Tintán, y Chaflán.
El libro de Antonio
Soto ofrece detalles muy poco conocidos, como la inauguración del Cine Vallejo
en 1939, con la presentación de la película Nobleza ranchera, con
Alfredo del Diestro como director y actuando igualmente con Daniel Armengol.
Fue luego cuando se popularizaría la figura del deslenguado “policía del
Vallejo” que controlaba con su pintoresco léxico la entrada de adolescentes a
películas prohibidas para para ellos. Vendrían después nuevas películas de 1940
en adelante y algunos de sus títulos me llegan, por el recuerdo del Cine Landia
de Bellavista a una cuadra de mi casa y podríamos comenzar por la emblemática Ay
Jalisco no te rajes, hasta el famoso Fu Man Chú, con el
curioso detalle del libro de ver registradas las fechas de cada película
estrenada.
El Peñón de las
Ánimas es
una película mexicana de drama romántico estrenada en 1943,
dirigida por Miguel Zacarías y protagonizada por Jorge Negrete y por María Félix.
La película marcó el debut cinematográfico de quien con los años se convertiría
en una figura legendaria del cine: La Doña. La
perla es una
película mexicana inolvidable, filmada en 1945 y dirigida por Emilio
"Indio" Fernández;
es la primera película en lengua hispanohablante en ser galardonada con un Globo de Oro. Sin lugar a dudas, Pedro Gregorio Armendáriz Hastings, simplemente
conocido como Pedro Armendáriz, fue otra de las figuras más importantes
en la historia de la cinematografía mexicana.
Desde 1945, las
películas de Cantinflas se harían cada vez más populares y sus dichos y
reláficas disparatadas serían repetidas durante mucho tiempo por mucha gente.
Hoy sin ir más lejos, estaba mirando por la televisión El señor fotógrafo y
capté varios disparatados comentarios (como decirle a una señora no muy
agraciada que llegó tarde a la repartición de caras) que desde la infancia,
están en presentes en mi subconsciente. Ni sangre ni arena, El circo, El gendarme
desconocido, Allí está el detalle, Un día con el Diablo, El sietemachos y muchas otras que hicieron reír al público
maracaibero; luego comenzarían a llegar las películas de Tintán,(https://bit.ly/35SXdiK) como Músico, poeta y loco (1947), El niño perdido (1947), Hay muertos que no hacen ruido (1946), Con la música por dentro (1946), El hijo desobediente (1945),
y Hay muertos que no hacen ruido y
otras muchas.
Ya entre 1946 y 1952 comienza a
verse el cine mexicano de las rumberas y ambientes de cabarets con actrices que
ganaron mucha fama como Maria Antonieta Pons y Ninón Sevilla. Después las
sentidas epopeyas del pueblo mexicano con las casa de vecindad y los barrios
con su población sufrida, como “Nosotros los pobres” y “Ustedes
los ricos”. Nosotros
los pobres la película mexicana de 1948, corresponde a un género situado en el melodrama urbano.
El argumento cinematográfico fue de Ismael Rodríguez y Pedro de Urdimalas. Este último interpreta en la cinta a un cargador
de apodo el
"topillos", es el autor de una serie radiofónica de gran popularidad Una
tumba para llorar donde se narraba la historia de una niña apodada
"Viruta", hija de un carpintero simpático, muy pobre, pero trabajador
y honrado. El personaje de "Viruta" fue el que interpretó Evita Muñoz
"Chachita" en la
película (Nosotros los pobres), cambiándole el apodo y así la radionovela
sirvió de base al argumento cinematográfico de la cinta cuya última frase la
dice "Chachita" contestando una pregunta de otro personaje: “No señora, ahora ya tengo una tumba donde
llorar”.
Ismael Rodríguez representa en su filme la realidad
de un submundo compuesto por personajes que muestran el amor, la alegría y la
desgracia de la pobreza en México, desventaja notable para muchos con respecto al
resto de la sociedad. Vale
la pena mencionar, a Cuando lloran
los valientes (1945), cuyo título parece un resumen de su personaje
arquetípico; Soy charro de Rancho
Grande y Nosotros los pobres,
ambas estrenadas en 1947, y en las que comenzaba a brillar Pedro Infante
(1917-1957) renovando con su interpretación a un emblemático personaje
mexicano. En la novela de Eduardo Liendo “Si yo fuera Pedro Infante” (1999),
Perucho Contreras narra su vida imaginando ser un, Pedro Infante, ya figura
célebre e ídolo latinoamericano de multitudes por sus canciones y películas.
Pedro Infante llegó a grabar más de trescientas canciones que siguen gozando de
gran popularidad en toda Latinoamérica y su muerte, en un accidente de aviación
en las proximidades de Mérida (Yucatán) en 1957, provocó un dolor y
manifestaciones semejantes a las vistas en desaparición del mítico argentino Carlos Gardel.
Ya en el Capítulo
VI del libro el autor se refiere a películas como “La doncella de piedra”, “Santo
contra el cerebro del mal, “Dinamita Kid” y “Ando volando bajo”, pero ya me salí de los cines de Maracaibo
y esta historia se me hace que ya está “retelaarrga”, así que por hoy será
suficiente. Gracias por leerme.
Maracaibo
viernes 27 de diciembre 2019
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