A mis colegas doctoras ( III )
Laura, fue la primera mujer
presidenta de la SVAP, ella es y será la eterna patóloga de Maracay en el
Estado Aragua, y por vecindad con Valencia la podríamos asociar al grupo antes
mencionado; aunque Laura, panameña de nacimiento, fue y ha sido siempre como una
tromba marina ya que ha logrado cuanto se ha propuesto, disposición ésta que
contrasta con su delgada y siempre elegante figura. Personalmente Laura al
iniciarse como presidente de la SVAP hizo publicar mí, varias veces antes
rechazado libro “Reflexiones de un anatomopatólogo”
que bautizaría con el apoyo de la Universidad de Carabobo; yo le he estado
eternamente agradecido. Fueron muchas las veces que la solidaridad de Laura,
salvó también a la SVAP con el respaldo de su presencia y su contribución
instalando Jornadas de emergencia en sus predios aragüeños. Mi sostenida participación
en variadas juntas directivas de aquella institución (SVAP) dan fe de esto que
estoy diciendo aquí.
He mencionado dúos de doctoras
quienes durante sus estudios de postgrado hicieron historia, pero existieron
también tríos; de ellos, seguramente ninguno como el de MariaElena, Mirian y
MaríaTeresa (alias LaNena), una
tripleta perfecta de jóvenes doctoras de esta tierra venezolana con sus
variados ancestros; de MariaElena en las tierras de Caripe, cerca de la cueva
del Guácharo, de LaNena en las orillas del lago de Coquivacoa, maracucha
zuliana, y la tercera, Mirian con su familia en el mero corazón del país, en
San Sebastián de Los Reyes. Mirian Josefína, formó parte de quienes como los 3
mosqueteros de Dumás, eran todas para una y una para todas, siempre refrescadas
por la risa y bromas de LaNena. Para mí, en lo personal Mirian fue especial, atravesó
el embarazo de su primer hijo varón en paralelo con la llegada de nuestro Pablo
Antonio, primogénito de Saudy, y todos viviríamos una temporada de gran
cercanía familiar; Mirian con sus dos hijas y su Manolo gastro-carupanero
rasgando el cuatro, nos incluiría en los planes del aquel trío de increíbles
buenas amigas; cuando nació Fernando operado pequeñito de estenosis pilórica,
luego le tocó ser paciente del cirujano ortopeda de MariaElena, pues sería
Marcel quien le repararía sus tendones de Aquiles. Me excusarán que haya
entrado en estas situaciones familiares, pero así eran las cosas, siempre las
doctoras y todos los residentes en general, fueron sentidos por nosotros como
parte de una gran familia. Al trio de MariaElena, Mirian y La Nena, a menudo se
le asociaba Kelly quien con una gracia irresistible, nos decía a sus maestros,
los “insen”, abreviando con ello su
calificación de “insensatos”, Grace era otra quien siendo fan del trío,
recuerdo era capaz de bailar incansablemente si le daban la oportunidad de
hacerlo.
Cuando la pandemia del SIDA, hubo
tantas historias que mejor me refiero tan solo al manifiesto interés por que se
preservara la memoria escrita de aquellas difíciles y al comienzo, tan temidas autopsias y en ello,
MariaEsther y Sindy, y Crisaida e Ivonne con otras muchas residentes hicieron
el esfuerzo de reseñar en publicaciones sus observaciones. No sé si se acuerdan
de AriCruz, quien justificaba cualquiera de sus simpáticas ocurrencias,
diciendo ser “loquita” por haber hecho en el primer año una autopsia de un
CreufeldJacob sin enterarse del diagnóstico hasta observar el micro. Virginia
haría una crisis de hipertiroidismo durante su postgrado pero yo la recuerdo
haciéndome bailar (y además con éxito cosa de por sí ya complicada), en unas
Jornadas de la SVAP. ¿I que tal Judith? Una linda portuguesiña venida de la
Escuela Vargas, quien hacía unos desmayos aparatosos que asustaban a la gente,
quien para sus compañeros más que la delicada “Barbie” les impresionaba por su
figura escultural. Si de Portugal admiramos aquel “Nascimento”, de Italia llegó
una “Napolitano” con habilidades crematísticas y otras aventuras de las que
será mejor no entrar en detalles, usualmente alcahueteadas por sus compañeros
residentes orientales.
Nadie de quien la vio, pudo
olvidar jamás a Sorayita en bikini, en las playas de Yare durante un paseo del
Congreso de la SLAP y luego en una rebelión de doctoras bañistas aprovechando
la piscina del hotel en Maracay durante las conferencias de unas Jornadas de la
SVAP, conmoción que llevaría a que los profes, impusieran o imploraran por
“mayor seriedad”… ¡Dígame usted! Era inolvidable, sentarse en el microscopio de
cinco cabezas, a oír diagnósticos histológicos, podía uno tropezarse con el
rimmel de Carmenchu impregnando los oculares, o recordar el “vómito en
escopetazo” cuando se enojaba Paulina…. ¿Quién no recuerda “los chimentos” que
el gran maestro les ofrecía a Vicky y a Mirian y justo al lado, ya que “estaban
en Cardio”, donde siempre sonriente aparecía Leticia, heredera de una saga
familiar de patólogos con Jorge y su padre Nelson…
Sorayita quien era de la misma
tierra de Cheo y de Yaneida, era dulce como la miel de sus cañaverales, aunque
los Sulbarán más de una vez me recordaron que Yaracuy era también la tierra de
Caldera y no sé si era por eso que la asociábamos con ser “tierra de culebras”…
Muy amiga de Soraya siempre fue Cathy, la pequeña gran trabajadora con quien
tuve la suerte de que fuese mi mano derecha en el ejercicio privado de la inmunohistoquímica
diagnóstica. Aquello que bautizaríamos como Novapath fue para aprender a querer
y admirar a Cathy con quien ya había publicados un trabajo sobre la
drepanocitosis en el hígado, quien me habría de acompañar siendo ya patóloga en
muchas publicaciones y en conferencias hasta el 2005 cuando decidiría regresar
a mi tierra.
Había una doctora quien al reírse
se le hacían unos hoyuelos preciosos pero era tan brava que sus compañeros la
apodaban “La crotálica”, de espíritu muy competitivo, siempre fue una excelente
estudiante y debo incluirla en el grupo de las valencianas: ¡inolvidable mi
queridísima Lesbia! Nunca supimos cómo ni porqué Norma desapareció al terminar
su postgrado, pero quien la conoció jamás pudo olvidar la belleza y la paz que
irradiaba su presencia, Norma, apellidada como el escritor inglés de mi
juventud… Hay algo que quizás pocos saben, pero conocí también a una diminuta
doctora con pinta de niñita, quien era capaz de recitar decenas de poemas con
un lirismo fascinante, su marido también sería patólogo, ella quien tenía una
mamá famosa en el ejercicio del derecho, se llama Dilcia y como Josefina,
Samaris y Lila la famosa cardiopatóloga era una bella representante de la
ciudad de los crepúsculos.
Me he extendido demasiado, y
hasta aquí llegaré hoy, porque es preciso detenerme y pensar que si no hubiese
sido por ellas y por muchas otras a quienes me es imposible nombrar por meras
razones de espacio y de tiempo, el IAP de la UCV no hubiese sido el semillero
de tantísimas excelentes especialistas que se formaron en el ejercicio de ésta
difícil especialidad médica, la cual en general, es poco valorada dentro del
mismo gremio médico. Me felicito por haber tenido la suerte de conocerlas y
poder compartir unos años de sus vidas. Vayan estas palabras escritas, que no
han podido ser dichas en un discurso, como un regalo de Navidad en este año
2019 para todas y cada una de mis queridas discípulas.
Muchas gracias.
Final de “A mis colegas doctoras”
Maracaibo, viernes 20 de diciembre del año 2019
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