Retórica… Para hoy, Navideña.
Me atrevo
a reseñar fragmentos de varios “discursos” pronunciados en el curso de los
últimos ya casi 30 años para diferentes audiencias, en los que creo reiterar mi
sentir como zuliano y como venezolano. Reciban todos mis estimados lectores de
este blog, una Feliz Navidad.
1991: Por extrañas circunstancias
del destino, (pudiera parecer un desatino revolver tantos recuerdos en
penumbras), pero así fue, hace años ya que me alejé de la tierra infeliz de los
palmares, donde a lo lejos está esa luna que se encumbra y un cielo azul de porcelana
alumbra, y en el lago, la onda medio caliente, entumecida, coronada de espuma,
continúa soñando melancólica. Apartado de aquella extraña medianoche de las
regiones índicas, he vivido mirando al Ávila empinado, entre edificios, humo y
algunos techos rojos y hasta una blanca torre y al fondo las azules lomas que
aún muestran bandadas de tímidas palomas; entre el follaje exuberante, hay
ahora, diminutas ranitas silbadoras y en un instante ellas provocan que la
noche gire en el cielo y cante. Todas estas cosas me hacen reflexionar y me
pregunto si en este andar cotidiano por el trillado sendero de la ciencia, no
habrá llegado para mí el momento de regresar... Resuenan en mi mente las
estrofas del bardo, aprendidas en mi bachillerato caletrero por la gracia de
Dios. “Es tiempo de que vuelvas, es
tiempo de que tornes”...
1997: Quizás el
cielo límpido de nuestra la “Ciudad de Fuego”, la de Américo Negrette,
continuará brillando en el próximo siglo, o en las noches cuando la luna “se
encumbra y un cielo azul de porcelana alumbra, y en el lago sin brumas, la onda
medio caliente, entumecida, coronada de espumas, soñando melancólica” siga
recordándonos a Yépez, pero en verdad después del holocausto ecológico a que lo
hemos sometido, el “lago de los poetas”, ya no es el mismo, no es el que soñara
Lossada cuando escribió: “ Siglos yo pasara bordando quimeras, cual monje que
escucha celestes bandolas, bajo tus paraguas de azules palmeras, con la
desmayada canción de tus olas”... Ahora quizás la ciudad de las palmas está
ante el lago del poeta Guillermo Ferrer... Más contemporáneo... “Hoy las torres
de acero, forman tu cielo oscuro y el lodo de las piedras palpita desde el
fondo, el alcatraz ha muerto, las gaviotas se fueron, en las palmeras sube la
savia del petróleo”, y ciertamente nos duele repetir con Ismael Urdaneta que
“la alberca de zafiro se hizo tina de aceite”. Quizás pronto nosotros, los
escritores y los poetas de esta región del occidente venezolano, podremos
volver a sentir que era cierto, aquello que decía Udón, de los zulianos y del
lago, aquella historia, de que... “és
fama que le basta, ya encinta, a la madre futura, somorgujar sus formas en la
corriente pura, para que luzca el hijo sobre su sien de esteta, la aureola que
anuncia la gloria del poeta”.
2016: han
transcurrido 487 años de la
fundación de Maracaibo, pero no he venido a hablarles, de historia… Nací en “El
Hospitalito”. Así le decían al hospital Chiquinquirá, al lado de la Basílica de
La Chinita, en la parroquia de San Juan de Dios. En el mero Saladillo… En una
de nostalgia podemos ponernos a recordar muchas cosas… Yo por ejemplo, no puedo olvidar la casa de
mi abuela, de dos pisos, a dos cuadras de RJ Villasmil, en una esquina de la
Calle derecha. Así le decíamos a la calle Ciencias, pero… La «piqueta les
cayó»… El año 1970, bajo el mandato de Caldera, prometiendo la llegada del
progreso, destruyeron sin piedad la barriada de El Saldillo y más allá, sí, más
allá, y al echar al suelo los linderos geográficos del barrio más popular de
Maracaibo” nos arrebataron un pedazo de nuestra historia y La Basílica, se
quedó sola en el Saladillo. Ahora, quizás cuando se han disipado los muros que
separaban a Santa Bárbara de la Chinita, frente a frente, a través de llamado
“paseo Ciencias”, están hoy día, y como dice la gaita, “desde
San Juan de Dios podéis rezarle a las dos camino a Santa Lucía”.
2017: Desearía hablar confiadamente y lleno de optimismo mirando hacia el futuro
y como cualquier venezolano, quisiera poder a vivir en un país mejor, un país
sin inseguridad, un país abastecido de alimentos y de medicinas, sin las
terribles cifras estadísticas sobre la desnutrición, o sobre la mortalidad
materna e infantil… Sin esos datos endemoepidémicos, ausentes y que no obstante
reflejan nuestra muy precaria situación sanitaria. Quisiera no aceptar la
realidad de que paulatina y conscientemente, ¡hemos llegado a esto! Vivimos un
cuesta-abajo indetenible que mantiene el país en total deterioro y al borde de
la hiperinflación. Quizás lo peor es saber que sinceramente, nadie vislumbra
signos de rectificación. Pareciera no existir nadie que pueda plantear soluciones
efectivas, por lo que, ante esta cruel realidad, no debo…, es que no quiero,
hablar de política, esta tarde... Sería asumir una actitud plañidera ante los
daños sufridos, daños que aparentemente serán irreversibles… En el año
2005 decidí regresar a Maracaibo y le ofrecí mis servicios a la Universidad del
Zulia. Así fue, y tempranamente dicté por la Escuela de PostGrado de la Facultad
de Medicina un Curso de Inmunohistoquímica para patólogos, pero curiosamente no
asistió ninguno de mis colegas especialistas de la ciudad. Después, algunos me
darían algunas explicaciones que me parecieron absurdas… Más tarde, mi Alma
Mater me distinguió con un doctorado Honoris Causa, que agradezco
profundamente, pero ciertamente, hubiese querido contribuir mucho más con mí
universidad… y desde mi regreso, hace ya 12 años, nunca fue posible. Desde entonces he
tratado de hacer algo a través de la Academia de Medicina del Zulia, he sido
Secretario en dos Juntas Directivas, y aquí estoy sumamente agradecido por esta
oportunidad. He intentado hoy, no caer en el terrible tema de hablar de nuestra
caótica situación actual y de las dificultades que padecemos… Espero excusen mi
atrevimiento por haber tomado la libertad de desvelar fragmentos de mi vida
para ustedes, quizás queriendo señalar que hacer investigación en nuestro país,
tampoco ha sido una tarea fácil. Siento
que debo repetir algo que dijera en un discurso, de hace ya casi 30 años. Sería
en el año 1991, cuando traté de explicarles en la capital a mis colegas
patólogos, que era ya tiempo de abandonar el exilio y de regresar a mi tierra.
Ellos no querían aceptarlo… Recuerdo les hablé del lago, con sus ondas; la ola medio caliente, entumecida, coronada
de espuma, que para mí, flotaba melancólica y me llamaba… Bien. Al final
concluiría diciendo y lo repito ahora, que lo importante es trabajar y es ideal
poder hacerlo en lo que a uno le gusta, pero especialmente, hacerlo siempre,
con amor, para ser más humanos todavía, y poder dormir así, tranquilos, y
apaciblemente, vislumbrar en las madrugadas, bajo un cielo preñado de luceros,
como florece cada día, en el solar de cada quien, un limonero.
Maracaibo, 24 de diciembre del año 2019
NOTA: El Templo San Francisco
también conocido como El Convento, fue construido por los padres Franciscanos
entre 1699 y 1730. Es un edificio religioso de la Iglesia católica localizado
en la ciudad de Maracaibo del estado Zulia, al occidente de Venezuela. Este
templo constituyó una parte importante de la ciudad, pues allí era donde se le
daba la bienvenida a los que llegaban a Maracaibo por el viejo puerto. En este
templo donde se instaló el 11 de septiembre de 1891 la Universidad del Zulia. El Convento original fue remodelado en 1908, cuando se modificó su fachada
y se construyó la torre y el edificio de dos plantas para residencia, siendo
dirigidos dichos trabajos por el ingeniero zuliano Aurelio Beroes. El dibujo y
la pintura son del autor (Jorge García Tamayo).
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