lunes, 13 de mayo de 2019

¿Ya vienen lo rusos?, o ¿serán los marines?


¿Ya vienen lo rusos?, o ¿serán los marines?

Ante la grave situación de la narcodictadura que agobia a nuestro país, los hechos acaecidos ha llevado a plantear si acaso estaremos ante un reinicio de “La Guerra Fría”; el viernes pasado me pareció que cualquiera podría considerar a Venezuela como parte de un mundo distópico (https://bit.ly/2WzNfOQ). Hoy, parecería una broma de mal gusto, que se me haya ocurrido usar el título de esta crónica para hablar sobre dos escritores rusos y hasta mencionar una película cómica del año 1966… ¿Por qué hablar hoy de Yevgueni Ivánovich Zamiatin y de Aleksandr Aleksándrovich Bogdánov?…( ? )

Zamiatin (1884-1937) fue un escritor ruso que en 1921 publicó su obra maestra, la novela “Nosotros”. Esta novela, ha sido considerada como la primera obra literaria que iniciaba el género distópico; “Nosotros” influyó tanto en Aldous Huxley y en George Orwell, que ellos mismos declararon su admiración por la obra de Zamiatin, y los tres escritores, hoy día son considerados padres del género literario de la distopía o antiutopía. … Pero, ¿Qué hay de Bogdánov? Bogdánov (1873-1928) fue un médico, filósofo, economista y conocido político bielorruso, quien como autor de ciencia ficción, en 1908 publicó una novela, “Estrella Roja, que era una utopía futurista ambientada en Marte, en la cual realiza predicciones acerca de los desarrollos científicos y sociales en torno a la cibernética. Además, la utopía de Bogdánov, tocaba temas feministas que más tarde serían comunes en el desarrollo de la ciencia ficción contemporánea.    

Nosotros (1921), la novela de Zamiatin, estuvo prohibida en la URSS hasta 1988. La primera novela que iniciaba el género distópico, en realidad vio la luz en el Reino Unido en 1924. Los británicos fueron quienes la llamaron Nosotros” para poder hacer su edición. En 1927, sin permiso de los editores ni del autor, el periódico checo Volya Rosii publicó por entregas el libro, lo cual  provocó problemas al autor con las autoridades soviéticas. Zamiatin intentó exiliarse varias veces dado que las medidas censoras y económicas contra él eran cada vez mayores. Su éxito mundial ocurrió en 1929 cuando la novela fue editada en Francia. En 1932 emigró a París. Antes de exiliarse, publicó el relato La inundación (1929). Zamiatin murió en Paris en 1937 en extrema pobreza. 

En cuanto a Bogdánov, quien parecía ser el último, rival de Lenin en los albores de la organización bolchevique, él compuso dos novelas cortas: Estrella roja (1908) y El ingeniero Menni (1913). Su intención era que sirvieran para formar a la pequeña burguesía y al proletariado ruso en aras de una revolución marxista. Tanto su obra de ciencia ficción como sus escritos políticos fueron presentados a la espera de una hipotética próxima revolución contra el capitalismo, para formar una sociedad tecnocrática. Como bolchevique no leninista, el trabajo de Bogdánov tuvo gran influencia en las fracciones disidentes de la Unión Soviética, que se volvieron en contra de la autocracia bolchevique entre 1920 y 1939, pero que aceptaron la necesidad de una revolución y el deseo de preservar los logros obtenidos por el poder soviético. En 1928 Bogdánov  fallecerá como resultado de uno de sus experimentos médicos hematológicos, cuando se le inyectó en una transfusión la sangre de un estudiante que padecía de malaria y tuberculosis. Se ha especulado si su muerte pudo haber sido un suicidio ( Bogdánov escribió una carta política crítica poco antes de su último experimento), pero otros lo atribuyen a la incompatibilidad sanguínea, cuestión poco entendida en aquella época. 
 
Se me hacía difícil, concluir esta historia sin regresar a una película estadounidense de 1966, basada en la novela juvenil “The Off-Islanders, de Nathaniel Benchley, adaptada a la  pantalla por William Rose con el título de  Que vienen los rusos, que vienen los rusos (The Russians Are Coming, the Russians Are Coming en inglés).  La película, ambientada en plena Guerra Fría, trata sobre un submarino ruso, (el Sprut Calamar en ruso), que accidentalmente encalla en la costa de una pequeño pueblo de Nueva Inglaterra, desatándose el pánico entre los residentes del pueblo ante lo que creen que es una invasión soviética… Lo cierto es que la película tuvo gran impacto en los Estados Unidos y en Rusia, quizás por ser una de las pocas ocasiones, dentro de la Guerra Fría, donde se retrataba a los rusos de forma amable. El senador Ernest Gruening la mencionó en un discurso en el Congreso y en el Kremlin se proyectó una copia. 

Como verán, la crónica de hoy, transportada a la actual situación del país bajo el control de la narcodictadura, plantea con urgencia, ante dos relatos distópicos de origen ruso y una película gringa sobre una  irreal invasión soviética, que es poco el tiempo que nos queda para resolver cómo extirpar totalmente de Venezuela, la patraña del socialismo del siglo XXI.

Mississauga. Ontario, el lunes 13 de mayo del año 2019

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