De “Alegre” al “666”…
Una de las primeras novelas que
tuve la suerte de leer fue “Alegre”, de Hugo Wast. Mi madre que
era buena lectora me la dio. Tendría yo unos 9 años y me pareció fantástica
aquella aventura de un niño raptado en su África natal, quien en América descubre
el amor y se convierte en héroe a la edad de 12 años. Esta fue también la
primera novela que escribió el controversial argentino cordoobees, Gustavo
Adolfo Martínez Zubiría quien con el seudónimo de “Hugo Wast” habría vendido al
momento de su muerte, más de tres millones de ejemplares de sus novelas.
Recuerdo algunas que estaban en mi casa: Valle negro, Desierto de piedra, La casa
de los cuervos. Sobre su escritura diría don Miguel de Unamuno al
referirse a Valle negro: “su lenguaje
es limpio, claro, preciso, sin
contorsiones metafóricas, sin retorcimientos estilísticos a que ahora hay
alguien tan aficionado”. Esto, seguramente explica el éxito del escritor entre
sus lectores. Mi madre a quien a menudo recuerdo tocando al piano “La polonesa”
de Chopin, además del amor a la música, nos incentivaría a leer tempranamente…
Recuerdo que luego de Alegre pasé a Los verdes años
deAJCronin, y luego Oliverio Twist y David Cooperfield de Dickens,
especialmente este último que era un libraco gordo, que no obstante me leería
un par de veces.
Dije que
era controversial Martínez Zubiría, por diversas razones que hasta hace poco
desconocía, las cuales, gracias a la maravilla de internet puedo brevemente
señalar para mis lectores, aunque sean para mí, poco ejemplarizantes. Al
examinar someramente a este Gustavo Adolfo, me impresiona como si Hugo Wast,
fuese un personaje que padecía de lo que podría denominar “fanatismo dextrógiro”, así como vemos hoy día, padecer –y vaya que
es contagioso- del fanatismo de izquierda, que en química lo podríamos
catalogar de “levógiro”. Nuestro
peculiar argentino natural de Córdoba, mezclaría la religión católica con
tendencias antisemitas envueltas en militarismo y una pasión natural por los
dictadores, que harían de él, sencillamente “un facha”.
Martínez Zubiría fue
fundamentalmente un político simpatizante del franquismo español, quien alcanzó notoriedad por sus
novelas, algunas de las cuales fueron adaptadas al cine, así como por su
ferviente militancia religiosa y nacionalista y por su antisemitismo. En su acción pública como diputado y ministro de
Educación en 1944, durante la dictadura del general Pedro Pablo Ramírez implantó la enseñanza ordinaria,
aunque no obligatoria, de la religión católica en todas las escuelas del país. Fascinado por la mitología escandinava, escogió desde su tercera
novela, Flor de durazno el
seudónimo de Hugo Wast, de resonancia nórdica, y anagramático de su nombre de pila en una grafía inventada
«Ghustawo». La novela, Flor de durazno fue adaptada al cine
por Francisco
Defilippis Novoa en 1917
sería también un éxito de taquilla, y marcaría el debut de Carlos Gardel en el cine.
Combinó la literatura y la política
durante su legislatura y al no lograr la reelección, regresó a Santa Fe a
ocupar su cátedra en la Universidad de Santa Fe en 1920. Durante esa década se dedicó casi exclusivamente a la literatura,
publicando varias novelas. En 1927 abandonó la Argentina para viajar con su
esposa e hijos durante un quinquenio por Europa y Estados Unidos. En 1928, durante su estancia en España, fue designado miembro correspondiente de la Real Academia Española. En 1927 abandonó la Argentina
para viajar con su esposa e hijos durante un quinquenio por Europa y Estados Unidos. En 1928, durante su estancia en España, fue designado miembro correspondiente de la Real Academia Española.
No volvería a la Argentina hasta
después del golpe de 1930, en que el general José Félix Uriburu, compañero de militancia en el PDP (Partido Demócrata Progresista)
que depuso al presidente democrático Hipólito Yrigoyen iniciando un periodo de
corrupción llamado “La Década
Infame”. En
1931 la dictadura militar nombró a Martínez Zuviría director de la Biblioteca Nacional, cargo que desempeñó durante casi un cuarto de siglo. La Biblioteca que
disponía de 270 000 volúmenes, ascendería a 700 000 al renunciar
Martínez Zuviría en 1955 durante el gobierno de Juan Domingo Perón. Fue también uno de los miembros
fundadores de la Academia
Argentina de Letras.
En 1935 publicó El Kahal, una novela antisemita que
postulaba un Kahal supremo, con sede en Nueva York, que dirigiría la conjura judía mundial. La obra fue un éxito entre los
crecientes círculos antisemitas y nacionalistas de la Argentina. Martínez
Zuviría colaboró en esa época con la revista Clarinada que informaba
sobre una supuesta conjura mundial judeocomunista. Sus publicaciones en la
revista merecieron elogios de la prensa del nazismo en
Alemania. En 1937 firmó un manifiesto de apoyo a Francisco Franco en España, simpatizando con la “reivindicación heroica de la nacionalidad,
la religión y las glorias tradicionales de su patria”. Martínez Zuviría vio
con buenos ojos el gobierno de Juan Domingo Perón mientras mantuvo buenas
relaciones con la Iglesia católica. Las medidas del gobierno de Perón favorables
a los judíos (permitió celebrar sus fiestas religiosas y reconoció la
legitimidad del Estado de Israel), llevaron al personaje a
alejarse, definitivamente, de la acción política.
Hugo Wast es un exponente de la literatura antisemita en Argentina, situado entre el
nacionalismo y el catolicismo, antidemocrático, tradicionalista y
antimodernista. En sus novelas Juana Tabor-666, El Kahal y Oro, los judíos son vistos como un cuerpo extraño en
la sociedad cristiana, sospechosos de explotar a los pobres, la Argentina es una
república "anarcomarxista" con comerciantes judíos que explotan a las
costureras y donde los sindicatos han conducido a que no se haya
desarrollado la industria, y los "anarcomarxistas" son presentados
como héroes y patriotas, dirigidos por antiguos militares… Juana Tabor y 666
son dos novelas de Hugo Wast, donde la segunda es continuación y desenlace de
la primera, publicadas en los años cuarenta que son una recreación del libro
del Apocalipsis y la llegada del Anticristo; la humanidad es convertida en
rebaño y la apostasía de la verdad. … “y ardió Buenos Aires por las cuatros puntas,
y se comprobó la triste verdad de que la nación estaba dividida
espiritualmente, y que era llegada su hora, conforme a la sentencia
evangélica: “Todo reino dividido contra
si mismo desolado será".
La
acomodada situación de Martínez Zuviría, que a la fortuna familiar había sumado
los abultados ingresos por derechos de autor de su obra literaria y la
jubilación como diputado nacional, le permitió dedicarse a escribir
exclusivamente en estos últimos años, sobre todo acerca de temas religiosos. En
1954 recibió la condecoración de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio del gobierno franquista. El 28 de marzo de 1962 falleció
en su casa, y fue enterrado en el panteón familiar del cementerio
de la Recoleta.
Mississauga, Ontario, martes 20 de mayo, 2019
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