martes, 21 de mayo de 2019

De “Alegre” al “666”…



De “Alegre” al “666”…

Una de las primeras novelas que tuve la suerte de leer fue “Alegre”, de Hugo Wast. Mi madre que era buena lectora me la dio. Tendría yo unos 9 años y me pareció fantástica aquella aventura de un niño raptado en su África natal, quien en América descubre el amor y se convierte en héroe a la edad de 12 años. Esta fue también la primera novela que escribió el controversial argentino cordoobees, Gustavo Adolfo Martínez Zubiría quien con el seudónimo de “Hugo Wast” habría vendido al momento de su muerte, más de tres millones de ejemplares de sus novelas. Recuerdo algunas que estaban en mi casa: Valle negro, Desierto de piedra, La casa de los cuervos. Sobre su escritura diría don Miguel de Unamuno al referirse a Valle negro: “su lenguaje es limpio, claro, preciso, sin contorsiones metafóricas, sin retorcimientos estilísticos a que ahora hay alguien tan aficionado”. Esto, seguramente explica el éxito del escritor entre sus lectores. Mi madre a quien a menudo recuerdo tocando al piano “La polonesa” de Chopin, además del amor a la música, nos incentivaría a leer tempranamente… Recuerdo que luego de Alegre pasé a Los verdes años deAJCronin, y luego Oliverio Twist y David Cooperfield de Dickens, especialmente este último que era un libraco gordo, que no obstante me leería un par de veces.

Dije que era controversial Martínez Zubiría, por diversas razones que hasta hace poco desconocía, las cuales, gracias a la maravilla de internet puedo brevemente señalar para mis lectores, aunque sean para mí, poco ejemplarizantes. Al examinar someramente a este Gustavo Adolfo, me impresiona como si Hugo Wast, fuese un personaje que padecía de lo que podría denominar “fanatismo dextrógiro”, así como vemos hoy día, padecer –y vaya que es contagioso- del fanatismo de izquierda, que en química lo podríamos catalogar de “levógiro”. Nuestro peculiar argentino natural de Córdoba, mezclaría la religión católica con tendencias antisemitas envueltas en militarismo y una pasión natural por los dictadores, que harían de él, sencillamente “un facha”.

Martínez Zubiría fue fundamentalmente un político simpatizante del franquismo español, quien alcanzó notoriedad por sus novelas, algunas de las cuales fueron adaptadas al cine, así como por su ferviente militancia religiosa y nacionalista y por su antisemitismo. En su  acción pública como diputado y ministro de Educación en 1944, durante la dictadura del general Pedro Pablo Ramírez implantó la enseñanza ordinaria, aunque no obligatoria, de la religión católica en todas las escuelas del país. Fascinado por la mitología escandinava, escogió desde su tercera novela, Flor de durazno el seudónimo de Hugo Wast, de resonancia nórdica, y anagramático de su nombre de pila en una grafía inventada «Ghustawo». La novela, Flor de durazno fue adaptada al cine por Francisco Defilippis Novoa en 1917 sería también un éxito de taquilla, y marcaría el debut de Carlos Gardel en el cine. 

Combinó la literatura y la política durante su legislatura y al no lograr la reelección, regresó a Santa Fe a ocupar su cátedra en la Universidad de Santa Fe en 1920.  Durante esa década se dedicó casi exclusivamente a la literatura, publicando varias novelas. En 1927 abandonó la Argentina para viajar con su esposa e hijos durante un quinquenio por Europa y Estados Unidos. En 1928, durante su estancia en España, fue designado miembro correspondiente de la Real Academia Española. En 1927 abandonó la Argentina para viajar con su esposa e hijos durante un quinquenio por Europa y Estados Unidos. En 1928, durante su estancia en España, fue designado miembro correspondiente de la Real Academia Española

No volvería a la Argentina hasta después del golpe de 1930, en que el general José Félix Uriburu, compañero de militancia en el PDP (Partido Demócrata Progresista) que depuso al presidente democrático Hipólito Yrigoyen iniciando un periodo de corrupción llamado “La Década Infame”. En 1931 la dictadura militar nombró a Martínez Zuviría director de la Biblioteca Nacional, cargo que desempeñó durante casi un cuarto de siglo. La Biblioteca que disponía de 270 000 volúmenes, ascendería a 700 000 al renunciar Martínez Zuviría en 1955 durante el gobierno de Juan Domingo Perón. Fue también uno de los miembros fundadores de la Academia Argentina de Letras.

En 1935 publicó El Kahal, una novela antisemita que postulaba un Kahal supremo, con sede en Nueva York, que dirigiría la conjura judía mundial. La obra fue un éxito entre los crecientes círculos antisemitas y nacionalistas de la Argentina. Martínez Zuviría colaboró en esa época con la revista Clarinada que informaba sobre una supuesta conjura mundial judeocomunista. Sus publicaciones en la revista merecieron elogios de la prensa del nazismo en Alemania. En 1937 firmó un manifiesto de apoyo a Francisco Franco en España, simpatizando con la “reivindicación heroica de la nacionalidad, la religión y las glorias tradicionales de su patria”. Martínez Zuviría vio con buenos ojos el gobierno de Juan Domingo Perón mientras mantuvo buenas relaciones con la Iglesia católica. Las medidas del gobierno de Perón favorables a los judíos (permitió celebrar sus fiestas religiosas y reconoció la legitimidad del Estado de Israel), llevaron al personaje a alejarse, definitivamente, de la acción política. 


Hugo Wast es un exponente de la literatura antisemita en Argentina, situado entre el nacionalismo y el catolicismo, antidemocrático, tradicionalista y antimodernista. En sus novelas Juana Tabor-666, El Kahal y Oro, los judíos son vistos como un cuerpo extraño en la sociedad cristiana, sospechosos de explotar a los pobres, la Argentina es una república "anarcomarxista" con comerciantes judíos que explotan a las costureras y donde los sindicatos han conducido a que no se haya desarrollado la industria, y los "anarcomarxistas" son presentados como héroes y patriotas, dirigidos por antiguos militares… Juana Tabor y 666 son dos novelas de Hugo Wast, donde la segunda es continuación y desenlace de la primera, publicadas en los años cuarenta que son una recreación del libro del Apocalipsis y la llegada del Anticristo; la humanidad es convertida en rebaño y la apostasía de la verdad. … “y ardió Buenos Aires por las cuatros puntas, y se comprobó la triste verdad de que la nación estaba dividida espiritualmente, y que era llegada su hora, conforme a la sentencia evangélica:  “Todo reino dividido contra si mismo desolado será".

La acomodada situación de Martínez Zuviría, que a la fortuna familiar había sumado los abultados ingresos por derechos de autor de su obra literaria y la jubilación como diputado nacional, le permitió dedicarse a escribir exclusivamente en estos últimos años, sobre todo acerca de temas religiosos. En 1954 recibió la condecoración de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio del gobierno franquista. El 28 de marzo de 1962 falleció en su casa, y fue enterrado en el panteón familiar del cementerio de la Recoleta.

Mississauga, Ontario, martes 20 de mayo, 2019

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