Lucía Miranda y “La tempestad”
Dentro de las leyendas sobre la conquista española
en el litoral argentino existe la historia de Lucía de Miranda y los habitantes
originarios, los indígenas Chaná-Timbúes y nos cuenta de Sebastián Gaboto
(Cabot), quien antes de partir en su expedición de hacia las Islas
Molucas (Indonesia) se encontró con sobrevivientes de una expedición al sur de
América. Ellos le contaron de un Rey Blanco, una Sierra de la Plata y muchas
riquezas, y Gaboto, sin dudarlo mucho, haciéndole más caso a la ambición que a la prudencia y
decidió rumbear hacia las riquezas. Fue
así como se internó en el
Río de la Plata y remontó el río Paraná, hasta llegar a la desembocadura con el
río Carcarañá, donde levantó el fuerte
Sancti Spiritus en
1527. Gaboto se reunió con las tribus del lugar, para conocer los caminos a la
Sierra del Plata e indagaría entre los timbúes con la esperanza de encontrar el
sitio de un “Dorado”, plateado…
Según la
leyenda, los principales caciques de la etnia timbú eran Mangoré y Siripo, dos hermanos, valientes y expertos en la
guerra, muy temidos y respetados.
Mangoré se enamoró de la bella Lucía de Miranda, esposa del español Sebastián
Hurtado. Entonces planeó y logró que parte de la expedición abandonase el
fuerte en búsqueda de alimentos. Entre los que partieron estaba Sebastián
Hurtado. Mangoré atacó el fuerte con 4.000 timbúes,
pero murió acuchillado en un combate cuerpo a cuerpo con los españoles. El
fuerte con las veinte casas que hiciera construir Gaboto fue destruido, y solo
sobrevivieron al ataque cinco mujeres entre las que estaba Lucía Miranda y
algunos niños. Vista por Siripo
la muerte de su hermano, y la dama que tan cara le costaba, optó por llevarse
a Lucía como su esclava. Sebastián
Hurtado, al regresar decidió buscar a Lucía, pero los timbúes lo apresaron.
Llevado ante Siripo, este ordenó matarlo y Lucía, usando su influencia
sobre el cacique, le pidió que le perdone la vida. Siripo, tratando de
agradarla accedió y le ofreció a Hurtado por esposa una mujer timbú. Lucía
y Sebastián fueron descubiertos juntos y la muerte les llegó en forma cruenta. Siripo mandó hacer un
gran fuego y quemar en él a la buena Lucía quien así murió y luego el cacique mandó asaetear a Sebastián Hurtado,
quien atado de pies y manos, fue flechado hasta que así acabó su vida.
Esta es una historia que ochenta años más tarde,
en 1612, Ruy Díaz de Guzmán escribiría
en: "La Argentina manuscrita". La realidad, que no dice Ruy Díaz de Guzmán,
es la de los excesos y abusos españoles que terminaron en el incendio y
destrucción del Fuerte Sancti Spiritus. Aunque la crónica revela
a Sebastián Hurtado como miembro de la expedición de Gaboto, ninguna mujer
española es nombrada, por lo que no se puede asegurar que la historia de Lucía haya
sido real o un invento. Sebastián Gaboto, al no encontrar en ningún lado al rey
Blanco y sus infinitas riquezas, regresó a España donde fue juzgado por el
abandono del destino original de la expedición.
La leyenda parece haberse reconstruido nuevamente
en el siglo XIX. En 1860,
Eduarda Mansilla escribió en el folletín
La Tribuna “La novela Lucía Miranda”. Ese mismo año Rosa Guerra editaría
otra novela con el mismo nombre. En 1876
Manuel José de Lavardén, escribió la tragedia en verso Siripo. En 1924, Felipe Boero compuso la ópera del
mismo nombre. En 1929, Hugo Wast, el
controvertido escritor cordobés, redactó una novela “Lucía Miranda” con la
leyenda. El poeta Pelayo Relos escribió una extensa poesía que en sus últimos
versos dice: “Hay festejos de sangre en
la espesura:/Siripo ha condenado a la Miranda,/por no corresponder sus
pretensiones/a morir consumida por las ramas”.
“El
sueño de una noche de verano”, fue escrito al comienzo de la carrera de
William Shakespeare (1564-1616) y “La tempestad” es un drama que
redactaría prácticamente al final de su vida. En este drama fue escrito cuando
Shakespeare se encontraba ya retirado y viviendo en su pueblo, y es una
historia curiosa, que por lo fantástica, podría parecerse a su primer sueño en
la noche de un verano con hadas y elfos,
y que en realidad nos muestra a Próspero, el duque de Milán, y de cómo fue despojado
del poder por su hermano Antonio, y colocado en una barca con su hijita
Miranda, ambos fueron entregados a merced de las olas hasta naufragar en una
isla. Allí la hechicera Sycorax vivía desterrada y Próspero, lograría liberar
varios espíritus aprisionados por la maga, entre ellos a Ariel, y a Calibán,
una criatura monstruosa pero ingenua. Transcurrirían doce años, y el usurpador
Antonio, navegando con Fernando, un hijo de Alonso rey de Nápoles, naufragarán también
y arribarán a la isla. Allí, Miranda y Fernando se enamorarán y crearán todo el
meollo del drama shakesperiano, “La tempestad”.
Si atendemos
a los nombres de Sebastián, Fernando y Miranda y al ambiente claramente
"indiano"-americano de la isla en “La tempestad”, es muy
probable que Shakespeare conociera alguna de las crónicas que existieron a
mediados del siglo XVI sobre la conquista de América hacia 1526 y posiblemente
también debe haber leído la leyenda de Lucía Miranda. Cuando Sebastián Gaboto
fundó a orillas del Paraná el primer establecimiento español en el Río de la
Plata, en el fuerte Sancti Spiritu habitado por los indios timbues, Lucía
Miranda supuestamente era la esposa de Sebastián Hurtado, y el cacique Siripo cuando
heredó el mando, raptó a Lucía enamorado
también de ella... En realidad, se dice que: “Posiblemente Shakespeare conoció
este relato quedándosele el nombre de Lucía Miranda”. No se explica de
otro modo que le diese a una mujer, la hijita de Próspero, el nombre de
Miranda, siendo un apellido...
Quien
investigue en la actualidad “Miranda” a través de internet, se enterará -“en
directo”- que Miranda… “Es una banda electropop argentina
creada en 2001”. Cualquiera piensa que esto es para “el cono sur”, como
si quisiéramos remontarnos a la leyenda (que aunque cercana, no es “la del
indiecito guaraní”). ¡Miranda! Una
banda rockosa y pop argentina, suena en internet, tanto o más que la historia
real y verdadera del apellido del ilustre venezolano de origen canario, precursor
de nuestra independencia, el de el “¡bochinche!” quien murió olvidado en La
Carraca española, cuyo apellido, por demás, está inscrito en el arco de triunfo
en París…¡Curioso! ¿Verdad? Solo me cabe decir, recordando al gran periodista
Oscar Yánez… “Así son las cosas”
Mississauga, Ontario, viernes 17 de mayo del año
2019
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