Distopía vs realidad
Una
distopía o antiutopía se define como una sociedad ficticia
indeseable en sí misma. Una sociedad distópica, a menudo suele percibirse
mediante una novela,
un ensayo,
mirando un cómic,
viendo una serie televisiva, un videojuego o
una película. Una serie de ficción distópica, bien
podría enunciarse asi: …”Érase una vez un país muy pobre que logró
dominar a un país muy rico”... Uno diría para sí: creo que la he visto
en la pantalla de un cine, o quizás en una serie en la TV… Me parece que sí;
¿era de Netflix?, tal vez… Cree uno recordar que el argumento mostraba una isla
arruinada por una dictadura comunista y como con un plan muy bien pensado
lograba controlar a toda una potencia petrolera, diez veces más grande que la
isla y con el triple de su población... Entonces uno cree estar entendiendo… El
parásito no vivía oculto en un almohadón como en el cuento de Horacio Silvestre
Quiroga. Esa bestia es real, y al decirlo así, uno comienza a percibir que ella
está dispuesta a desangrar a su presa hasta matarla… Es entonces cuando, uno
entiende y acepta apesadumbrado que ahora mismo es cuando el verdadero
anfitrión de la bestia, se desmorona, y que esto no es ciencia ficción, ni
hablábamos de una engañosa distopía. Vemos con dolor, como La Habana hace lo
imposible por sostener al régimen narco-dictatorial y genocida de su títere, y
lo hace, a costa de prolongar la agonía de los venezolanos.
Maite Rico,
periodista de El País escribiría hace tan solo unos días, el 5 de mayo 2019: “Venezuela
vive momentos decisivos, con una operación en marcha para restablecer la
democracia. Un plan negociado entre Juan
Guaidó, el presidente encargado, Estados Unidos y
altas personalidades del régimen, que pasaría por enviar a Nicolás Maduro a una
suerte de exilio dorado, como los sátrapas de rigor… …Cuba está tratando de
manera agónica de evitar el fin del chavismo”. La joven periodista,
experta en política internacional, señalará como: “el viejo Castro, mucho más listo, vio en
ese militar iluminado la tabla de salvación de su régimen calamitoso, la ubre a
la que aferrarse tras el derrumbe de la URSS, que puso fin en 1990 a unas
ayudas de 65.000 millones de dólares (cinco veces el Plan Marshall, con el que
EEUU contribuyó a la reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial)”.
“Hoy La Habana
controla el sistema de identificación y pasaportes, registros y notarías
públicas, puertos, aeropuertos y puestos migratorios, y los sistemas
informáticos del Gobierno, la policía y la petrolera estatal, PDVSA”……
“Oficialmente, en 2013 había unos 45.000 cooperantes. Extraoficialmente,
los funcionarios duplicaban la cifra”. Maite Rico nos
deja ver como ante la estupidez de Hugo Chávez, “Castro se la cobró muy cara… …“Infiltró Venezuela como un alien”. Regresa
uno a “El almohadón de plumas” de Quiroga y entiende que lejos de ser un relato
distópico, Venezuela vive la espantosa realidad de ser un país donde su
estamento militar se dejó infiltrar por consejas sibilinas excretadas desde
otro país y fue comprado para mostrarle al mundo, posiblemente el más espantoso
ejemplo de traición a la patria, particularmente bochornoso por ser perpetrado
por quienes eran los herederos de un ejército que liberó cinco naciones de
América.
Concluyo esta
triste reflexión, regresando a las certeras palabras de Maite Rico en El
País: “la economía venezolana se ha hundido sin remedio. Para
este año, el FMI prevé una caída del PIB del 25%. La producción de crudo, que
llegó a los tres millones de barriles diarios, se ha desplomado hasta los
732.000 barriles”... “en lo que va de año, han retirado 24 toneladas del Banco
Central, mientras los gerifaltes militares explotan ilegalmente las minas de
oro, diamantes y coltán que venden a turcos, rusos, chinos y árabes.” …“¿Y
Cuba? La economía, que nunca despegó, está ahora en completo estancamiento. No
producen nada y tienen que importar la mayor parte de los alimentos y bienes de
consumo. ¡Incluido el azúcar, su gran materia prima!
Finalmente, ahora
que el cielo encapotado anuncia tempestad…
“Y
mientras Cuba y Venezuela, encadenados uno al otro, se hunden sin remedio, la
Rusia neo-imperial de Putin
y la China voraz de Xi-Jinping
vuelan en círculos sobre los moribundos. Ante esos avechuchos agoreros, viene
a mi mente lo que siempre decía mi primo recientemente fallecido, Ernesto
García MacGregor, “Que oiga quien tenga
oídos”
Mississauga, Ontario, viernes 10 de mayo,
2019
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