domingo, 12 de mayo de 2019

La historia de las lobotomías



La historia de las lobotomías

La lobotomía ha sido uno de los procedimientos más controvertidos en la historia de la salud mental. Fue “inventado” por Egas Moniz, neurólogo y profesor de la Universidad de Lisboa, quien inició sus propias investigaciones en 1935,  y desde entonces comenzó a popularizarse en todo el mundo. La lobotomía es un procedimiento quirúrgico mediante el cual se cortan las conexiones de uno o de los dos hemisferios cerebrales, de manera que la corteza prefrontal queda separada de las demás partes del cerebro. Se realizaron miles de lobotomías, hasta los años 50, cuando empezó a caer en desuso por sus impredecibles y graves efectos secundarios. Durante una buena parte del siglo XX fue una técnica usada para corregir enfermedades como la esquizofrenia, la depresión e incluso para tratar pacientes con comportamientos considerados desordenados o violentos. 

Egas Moniz, quien inició su propia “investigación” en 1935, no fue el primero en intentar este procedimiento, ya que en 1890 el médico Gottlieb Burkhardt realizó seis cirugías de este estilo, pero dos de sus pacientes murieron y por eso detuvo sus investigaciones. Aun así, Egas Moniz ganó el Premio Nobel de Medicina en 1949 por “su invento”. Lo cierto es que a finales del siglo XIX y luego en el siglo XX, la lobotomía cobró numerosas víctimas en todo el mundo.
Uno de los máximos artífices de la lobotomía fue, sin duda, Walter Freeman, un médico que desarrolló la técnica originaria desarrollada por Moniz y que en su expediente, contó con más de 3.000 lobotomías realizadas, llegando algunas veces hasta hacer 25 en un mismo día. Este médico estadounidense descubrió que podía acceder a varias zonas del cerebro más fácilmente a través de las órbitas. Introducía un instrumento similar a un picahielo, “revolvía un poco y ya estaba”. Freeman se hizo famoso con la ‘técnica del picahielo’, que consistía en introducir una guía con una lanceta dentro de la órbita ocular, y al golpear hacia arriba con una maza de goma para que penetrara hasta el lóbulo frontal, cortaba las conexiones nerviosas. Logró de esta manera hacer lobotomías en solo 5 minutos. Fue tal el grado de “industrialización” que con este procedimiento que Freeman comenzó a “ofrecer el servicio a domicilio”; tenía una furgoneta a la que llamaba “Lobotomóvil, en el que recorrió muchas regiones de Estados Unidos haciendo lobotomías a diestra y siniestra. La lobotomía no se llevaba a cabo para curar una enfermedad mental. Su objetivo era “calmar” al paciente. Por eso se aplicó con particular ensañamiento en quienes padecían trastornos de ansiedad, desórdenes obsesivo-compulsivos o en pacientes en depresión con riesgo de suicidio. Finalmente Freeman pasaría gran parte de su vida intentando demostrar que, efectivamente, esta técnica fue beneficiosa para sus pacientes.

Nos relataba José Esparza como mediados de 1945, Fernández-Morán se incorporó como Research Fellow en Neurología y Neuropatología en la Universidad George Washington, en la capital de los Estados Unidos, con Walter Freeman quien era el jefe del Departamento de Neurología de la Universidad George Washington, famoso por usar la lobotomía para el tratamiento de enfermedades mentales. A mediados de 1946, Fernández-Morán cuando era un joven de 22 años, con apenas dos años de graduado de médico, practicó 25 lobotomías en pacientes del Hospital Psiquiátrico de Maracaibo; “mostraban a Fernández-Morán dispuesto a traer a Venezuela los más recientes avances médicos de la época”.  
 
Rose Marie Kennedy, (septiembre de 1918-enero de 2005) fue la tercera descendiente y la primera hija del matrimonio formado por Joseph Patrick Kennedy y Rose Elizabeth Kennedy; hermana de Robert, Ted y John Fitzgerald Kennedy. Rosemary Kennedy fue víctima de una de las técnicas psiquiátricas más terribles de aquella época, a la edad de 23 años fue sometida a una lobotomía que la dejó incapacitada de por vida. Las razones y la importancia de aquella lamentable decisión para el futuro de “el clan Kenney” ha sido objeto de numerosas y serias especulaciones.
Frances Farmer(1913-1970) fue una actriz norteamericana que protagonizó varias películas en los años 30 y 40 del siglo pasado. Se atrevió a ser obstinada y la llamaron histérica; se atrevió a pedir papeles más profundos y la llamaron ingenua, y cuando quiso escapar de ese mundo la llamaron “loca”; Frances Farmer no obstante, cumplió su principal objetivo: licenciarse en periodismo. En la industria cinematográfica, le ofrecieron un contrato de 7 años, pero tuvo problemas y desavenencias en el set cinematográfico. En 1942 fue arrestada por conducir ebria y la internaron en una institución mental donde la sometieron a tratamientos de electro-choque, e “involuntariamente” le hicieron una lobotomía. Estuvo discapacitada durante varios años y fue dada de alta en 1950, pero logró regresar en 1958, protagonizando The Party Crashers y tuvo su propio programa de televisión  Frances Farmer Presents. En 1970, murió de cáncer a los 56 años. El grupo musical de Seattle “Nirvana” le dedicó una canción titulada "Frances Farmer Will Have Her Revenge on Seattle". Jessica Lange fue nominada a un Óscar por encarnar a Frances Farmer en el film Frances, de 1982.

Atrapados sin salida (One Flew Over the Cuckoo's Nest) es una película de 1975 dirigida por Miloš Forman, basada en la novela homónima de Ken Kesey, protagonizada por Jack Nicholson, Louise Fletcher y Danny DeVito, (https://bit.ly/2HFQr4J) en la cual al final, un amigo de McMurphy (Jack Nicholson) lo ve cuando lo regresan de vuelta a su cama, y descubre por una cicatriz en la frente que McMurphy había sido lobotomizado. No aceptando permitirle vivir en tal estado, ahogará a su amigo con una almohada hasta quitarle la vida. Después, arroja un carrito de hidroterapia a través de una ventana, se escapa hacia la noche, y fin del film…

La lobotomía no resultó ser un método adecuado para solucionar las conductas violentas, ni las  enfermedades mentales como la esquizofrenia. Seccionar las vías nerviosas entre el lóbulo frontal y los núcleos subcorticales pareció ser un remedio, hasta que llegaron los antipsicóticos y la clorpromazina, abriéndose las posibilidades con un nuevo arsenal terapéutico, aunque tristemente, quedaría el recuerdo de ese procedimiento “neuroquirúrgico” que dejaría una terrible estela de numerosas víctimas anónimas.
Mississauga, Ontario, domingo 12 de mayo de 2019

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