“Debola”y Ebola, el virus
La
enfermedad por el virus del Ebola (EVE), antes llamada fiebre hemorrágica del
Ebola, es muy grave y frecuentemente mortal en el ser humano. Se ha dicho que la infección por el virus
ébola será la nueva pandemia del siglo XXI. El virus es transmitido al ser humano por animales salvajes y se propaga
en las poblaciones humanas de persona a persona. Se cree que la pandemia será similar a
aquella otra que a mediados del siglo XIV, entre 1346 y 1347, estalló en
Europa, tan sólo comparable con la que asoló el continente europeo en tiempos
del emperador Justiniano (siglos
VI-VII).
En la época de Justiniano, la peste negra era una
inseparable compañera de viaje de la población europea, y así, con espasmos,
fue diezmando a la gente hasta su último brote que se dio a principios del
siglo XVIII. Al tenor de la pobreza y de la falta de higiene, la peste negra viajaba
a pie pero con prisa, “iba saltando barrancos” como lo escribiría el profesor
Rafael Muci el año 2018 al llamar la atención sobre la epidemia de Ebola y el
envío al África de supuestos médicos cubanos. En
aquella situación, como conocedor del tema, nuestro profesor diría: “La mesa está servida, vengan señores
comensales a beber del néctar de la muerte”…
El brote de Ebola, declarado el pasado 1 de agosto de 2018, es el más
letal de la historia del Congo y el segundo del mundo por muertes y casos, tras
la epidemia en África Occidental de 2014 que dejó 11.300 víctimas. En nuestros días, cuando se viaja en aviones, los
virus no necesitan de pulgas ni de ratas como en los años de la peste negra;
los virus solo precisan de la indiferencia de la atención sanitaria y del
simple contacto con el cuerpo del enfermo, o con sus humores, sus secreciones o
sus ropas que harán posible la diseminación de persona a persona sin vector
interpuesto. Como en el filme “Guerra
mundial Z”, la enfermedad puede avanzar como un incendio en la sabana
dejando tras de sí “una estela de ceniciento polvo, de tierra arrasada y de
muerte segura”…
A propósito de Ebola y del significado de las palabras, no está de más y espero
que excusen mi atrevimiento, al señalar que, Ebola no es lo mismo que decir “de bola” o proponer “dar bola”... Por lo tanto aprovecho el momento para recordar
que en Latinoamérica estas palabras pueden ser expresiones de variadas
connotaciones. En la Argentina dar bola
es sinónimo de prestar atención y su antónimo es ignorar; pero si vamos al
Lunfardo: Boludo: es ser imbécil, o un idiota, pero si se
trata de un amigo ya decirle boludo no
es tan importante, se le puede decir: “Sos un boludo”, o, “Che, boludo, ¿me
pasás la botella por favor?”; sin
embargo: Boludez: es una tontería, una pavada, casi una imbecilidad. Embolar: se
le dice a fastidiar, hastiar. “¡Cómo me embola que la gente lo crea así!” Finalmente está, Embole:
que es sencillamente aburrimiento. “Esta fiesta es un embole”. En
Colombia. Dar bola es sinónimo de
tener sexo; pero también pararle bola
a cualquiera, es de uso muy común en Venezuela y en Colombia y significa
prestarle atención. En México dar bola
es ser mandadero de alguien y su antónimo será sentirse superior a alguien,
pero es también usado para lustrar el calzado de alguien (darle bola a los zapatos). El bolero de Raquel es una película mexicana de 1956, la primera en colores en que participó Cantinflas quien era, “bolero” (limpiabotas). En
Venezuela existe la expresión de ser antiparabólico, para denominar a quien
no le importa o no se inmuta por nada. El antiparabolismo
es muy común entre los políticos, es más, en ellos es una característica
relevante.
Regresando a la cordura, debo
avisarles que en el noreste de
la República Democrática del Congo (RDC) desde que
se declaró el brote de la enfermedad el pasado mes de agosto, un informe oficial remitido con cifras vigentes hasta el 4 de abril
2019, hay 702 decesos, entre los 636 casos que dieron positivo en pruebas de
laboratorio y los casos de contagio ascienden a 1.117, de los cuales 1.051
están confirmados en el laboratorio. Es el brote más letal de la historia de
RDC y el segundo del mundo por muertes y casos, tras la epidemia en África
Occidental de 2014. Entre otros estragos, la epidemia ha dejado, hasta la
fecha, a 1.400 niños huérfanos o separados de sus padres en Butembo y Beni, en
la provincia de Kivu del Norte, según informó este viernes el Fondo de la ONU
para la Infancia (Unicef).
Mississauga,
Ontario, martes 7 de mayo del 2019
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