Nota de Presentación
Esta misma
semana, el lunes 7 de octubre (https://bit.ly/2AOhDvJ) publiqué con el título de
“Historia patria”, estos comentarios sobre Cuba… “el
viaje, habría de ser transformado por mí en lenguaje escrito y el recuerdo de
cómo caminamos por La Habana durante 9 horas y de cuanto lloramos aquella noche
triste, ya lo he relatado, ocasionalmente. De aquel primer viaje del 83 y de
otras varias visitas ulteriores que hice siempre relacionadas con eventos de
patología, nacería mi novela “Escribir en La Habana”. El doctor Ildemaro Torres es un amigo médico, profesor
universitario, quien había sido el Director de Cultura de la UCV y a quien le
solicité escribiera algo para presentar la 2da edición de la novela en 1997. Él redactaría esta “Nota de
Presentación” que 22 años después se me ha ocurrido reproducir aquí, en mi blog
lapesteloca.blogspot.com
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“Escribir en La Habana no es lo mismo que
hacerlo en cualquier otro lugar del mundo, o al menos de América latina,
especialmente cuando lo que se quiere decir tiene que ver con la propia ciudad
cual escenario y con sus habitantes, protagonistas de una historia que plantea
como primer punto de reflexión y discusión si en marcha, a pesar de las
contingencias adversas, o si detenida y no necesariamente por causa de estas. Escribir en y desde La Habana no es nada
fácil, y sobre todo en circunstancias en que son muchas las posiciones asumidas
visceralmente a favor o en contra de lo que en ella sucede, y porque la
importancia y trascendencia de la Revolución Cubana demandan, de quien la
aborde como tema, no un vuelo superficial y apresurado sobre los hechos, sino
una actitud reflexiva, un sentido crítico verdaderamente analítico y objetivo,
y en particular, honestidad en los juicios. Visto lo cual cabe señalar como
virtud inicial de este libro y de su autor, la transparencia con que están
ventilados percepciones y sentimientos, de manera que más que el mérito de la
no evasión de una realidad, está el de haber ido al encuentro de la misma y
desde su seno percibirla y permitirse objetarla.
“Escribir en La Habana” de Jorge García
Tamayo, es una novela en la que van de la mano precisamente realidad y ficción,
a propósito de la vida y la conducta de cada personaje, como de las diferentes
sociedades que les hacen de marco en pasado y presente. Al leerla se es testigo
de un despliegue de sucesos que fluctúan entre lo que tiene connotación
histórica y lo que nutre el anecdotario, fluidamente presentado, en uso
eficiente de una técnica narrativa a su vez equilibrada entre el rigor de un
escritor serio y el juego festivo de un narrador con sentido del humor.
Un médico, que
bien pudiera ser el propio autor de esta novela, viaja a Cuba para asistir a un
congreso de su especialidad, y la suma de cuanto le sucede y lo que ve a su
alrededor, le sirven de pretexto para retratar la sociedad cubana y sus
características de entonces; y quienquiera que haya estado allí en algún evento
de tal naturaleza y tenga amigos que lo reciban y acompañen, en más de un
detalle se verá retratado en estas páginas, además de que reconocerá como
vivencias propias muchos de los lugares y situaciones descritos.
Resulta de
particular interés el paralelismo de la evolución física y anímica de uno de
los principales personajes femeninos, y los cambios en lo estructural y en la
emoción operativa de un proceso político revolucionario; la mezcla de
desencanto con que por momentos son encarados ambos, no es óbice para la
posibilidad de un rencuentro en el que, aunque sea por un instante, se vuelve a
sentir la vieja pasión de un vínculo alguna vez estrecho.
García Tamayo
ha sabido articular un relato en el que se conjugan juegos galantes, ritos,
amores, equívocos, tensiones, suspenso e intriga. Como en la conocida imagen
del diablito travieso que nos habla desde un hombro, en contraposición al
angelito que nos llama a capítulo desde el otro, el escritor saca a relucir sus
dudas sobre asuntos complejos, a la vez que deja caer abierta o sutilmente sus
cuestionamientos; siente que es honesto aceptar que hay que hacer y hacerse
preguntas, haciendo valer de facto la idea de que cuestionar no es desertar y
de que de ningún modo benefician a una causa revolucionaria la aceptación
acrítica de dogmas y de hechos cumplidos, el maquillaje de los hechos o el
disimulo de situaciones negativas; y a esa actitud agrega la de meditar,
también en voz audible, sobre el hecho de escribir y el rol del escritor, y
sobre la definición del llamado compromiso como inquietud sentida.
Asistimos, como
en aquella extraordinaria película “Memorias del Subdesarrollo”, a un
exposición de contradicciones que unos cuantos de nosotros llevamos por dentro
junto con el deseo genuino de revisarlas, más allá del tormento individual que
las dudas no resueltas o cuando menos discutidas con franqueza, pueden llegar a
constituir. Pero resulta que tal relación no es casual, porque evidentemente el
amor de este escritor por el cine es semejante al que siente por la literatura,
y de allí que no le baste con la evocación de artistas, de escenas célebres, y
de títulos y argumentos de viejas películas, sin que “Escribir en La Habana”
tiene capítulos de construcción abiertamente cinematográfica, a manera de un
dinámico guion y en manejo acertado de una cámara que cambia de lugar, ajusta
sus enfoques o explora acuciosa el lugar de filmación, a partir de
descripciones altamente sensoriales que le permiten al lector una clara
visualización de lo narrado.
Jorge García
Tamayo es un destacado patólogo e investigador, con múltiples ocupaciones
profesionales, y la misma disciplina que ha hecho de él un académico reconocido
por su desempeño en el campo de la ciencia, la aplica a la condición de
escritor. Sea que se trate del autor transmutado en personaje como recurso para
decir lo que él piensa, o que el asunto quede librado al juego de que el lector
siempre ve en una obra rasgos autobiográficos del autor, en muchos aspectos,
esta novela -ya ganadora de un importante premio- será leída con predecible
avidez por su trama bien estructurada, y estimulará interesantes reflexiones,
conversaciones y discusiones, en razón de los juicios que contiene”.
Ildemaro Torres
“Escribir en La Habana” ganó en Narrativa la Bienal José Rafael Pocaterra del Ateneo de Valencia,
Venezuela, el año 1994 y se ha publicado una tercera edición -especial con 812
citas en pie de páginas-, en 2011.
Maracaibo, sábado 12 de octubre,
2019
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