lunes, 14 de octubre de 2019

Andrés Eloy


Andrés Eloy


Sentir a Andrés Eloy Blanco, sencillamente leyendo sus poemas, para mí ha sido siempre un ejercicio de venezolanidad; de modo que aunque parezca extemporáneo y/o hasta cursi, aquí les dejo hoy, algunas de sus letras, en este mi blog, que espero lleguen a su memoria, como el “Canto de los hijos en marcha”, el ”palabreo de la Loca Luz Caraballo”, “La renuncia”, o, particularmente “Los hijos infinitos”…

Coplas del amor viajero  
 Ya pasaste por mi casa, a flor de ti la sonrisa... Fuiste un ensueño de gasa; fuiste una gasa en la brisa.../ Te vi flotar en la bruma que tu blancura aureola, como un boceto de espuma sobre un pedestal de ola. /  Yo, que he buscado el lucero que a Belén lleva el camino, preso por lazos de acero al potro de mi destino, Pensé:  -¡En sus brazos, con Ella, ¡romperé, acero, tus lazos! ¿Para qué quiere una estrella quien tiene al cielo en los brazos?/ Y tan cerca llegué a verte que te rozaba mi dedo... Tuve miedo de quererte... y ya es querer, tener miedo.

Ansiosos se han emboscado en mis ojos, mis antojos, y tú también me has besado veinte veces con los ojos./ Y tu mano pasionaria, aquella noche huyó en vano, porque mi mano corsaria fue gavilán de tu mano. / Y he sentido que temblaban tus labios en el café, cuando mis pies se angustiaban acorralando tu pie.../ Pero te vas, sin dejar ni una huella en el camino... Sombra azul que cruza el mar la borra el azul marino.../
 
No sé si me olvidarás ni si es amor este miedo; yo solo sé que te vas, yo solo sé que me quedo./ Tal vez mañana, un mañana remoto, traiga a tu lado, con el sol, por tu ventana, un rayo azul del pasado./ Releyendo viejas cosas y evocando cosas idas, entre amarillentas rosas y epístolas desvaídas, Encontrarás al acaso entre coplas del camino, como en el fondo de un vaso roto una mancha de vino./Al oído de la nieta tu voz de abuela hablará: –Son los versos de un poeta que no sé si existe ya... Ella dirá: – ¿Cómo era? ¿Cruzará ignotos países y cual tú, sombra viajera, tendrá los cabellos grises?

Yo, entre tanto, junto al mar, esperaré tu venida y en un eterno esperar se me pasará la vida. Vida traidora, por quien todo este Sueño se muere, si no te hice ningún bien, ¿por qué tu mano me hiere? Mi voz querrá ensordecer al propio mar con su llanto: ¿Por qué no la vuelvo a ver, mi Dios, si la quiero tanto?/ Y mi canción irá sola hacia donde tú te pierdes... donde ella pase, la ola tendrá un dolor de aguas verdes...

No sé si me olvidarás ni si es amor este miedo; yo solo sé que te vas, yo solo sé que me quedo. Y que si te quise ayer, hoy te siento más tirana y si así crece el querer ¡cómo te querré mañana!

El dulce mal  
Vuelvo los ojos a mi propia historia. Sueños, más sueños y más sueños... gloria, más gloria... odio... un ruiseñor huyendo... y asómbrame no ven en toda ella ni un rasgo ni un esbozo, ni una huella del dulce mal con que me estoy muriendo.../ Torno a mirar hacia el camino andado... Mi marcha fue una marcha de soldado, con paso vencedor, a todo estruendo; mi alegría una bárbara alegría... y en nada está la sombra todavía, del dulce mal con que me estoy muriendo. Surgió una cumbre frente a mí; quisieron otros mil coronarla y no pudieron; solo yo quedé arriba, sonriendo, y allí, suelta la voz, tendido el brazo, nunca sentí ni el leve picotazo del dulce mal con que me estoy muriendo.

Mas, yo fui vencedor del mal tremendo; fui gloria empurpurada y vespertina, sin presentir la marcha clandestina del dulce mal con que me estoy muriendo. /Fuerzas y potestades me sitiaron y, prueba sobre prueba, acorralaron mi fe, que ni la cambio ni la vendo, y yo les vi marchar con su despecho, feliz, sin presentir nada en mi pecho del dulce mal con que me estoy muriendo.

Mujeres... por mi gloria y por mis luchas en muchas partes se me dieron muchas y en todas partes me dormí queriendo y en la mañana hacia otro amor seguía, pero en ninguno el dardo presentía del dulce mal con que me estoy muriendo. Y un día fue la torpe circunstancia de quedarnos a solas en la estancia, leyendo juntos, sin estar leyendo, mirarnos en los ojos, sin malicia, y quedarnos después con la delicia del dulce mal con que me estoy muriendo.

Maracaibo, Martes 15 de Octubre, 2019

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