Historia patria…
Hoy
hace 38 años y unos meses, cuando unos trece médicos venezolanos, especialistas
en patología, estábamos sentados en las frágiles silletas de un avión ruso
Ilyushim que había sido cedido a Cubana de Aviación desde Praga, el epicentro
de la ayuda logística de la Unión Soviética para Cuba, con el objetivo de
trasladarnos desde Panamá hasta La Habana. Algo asustados, unos más que otros
ante la trepidación del aparato, ya ajustados nuestros cinturones, no
disimulábamos la emoción de que al fin, a pesar de que nuestro país había roto
relaciones con la isla caribeña, todos íbamos a conocer las maravillas de la
revolución cubana.
Era
que… Creo que usaré el título de la novela de Javier Vidal “todos éramos de
izquierda”, e íbamos henchidos de emoción, a participar en el XIV Congreso de
la Sociedad Latinoamericana de Patología (SLAP). Éramos todos primo-visitors de
Cuba y les confieso que lo sucedido en aquel viaje, habría de ser transformado por
mí en lenguaje escrito y el recuerdo de cómo caminamos por La Habana durante 9
horas y de cuanto lloramos aquella noche triste, ya lo he relatado,
ocasionalmente. De aquel primer viaje del 83 y de otras varias visitas
ulteriores que hice siempre relacionadas con eventos de patología, nacería mi
novela “Escribir en La Habana” premiada en Narrativa por la Bienal José Rafael
Pocaterra del año 1994.
Veinte
años después, aunque suene a título de novela de Dumas y hasta habrá quien
piense en el Conde de Montecristo, a finales del 2002 escribiría mi relato ¡Oh
Cuba!, divulgado por internet a través de “el gusano de luz”, un texto que he
citado y he reproducido en este blog. Sin querer repetir secuencias, debo,
supongo que para no dejar mal parados a mis colegas acompañantes de aquella
aventura del 83, recordaré que en Panamá, ya de regreso antes de tomar un
Avensa hacia Caracas, ninguno de ellos se atrevió sinceramente, a aceptar mi
propuesta de opciones y cambiar lo que teníamos en nuestra patria por los
avances de la revolución cubana. El tiempo ha servido para demostrar así, que
sin ser pitonisos, privaría la sinceridad y la razón por encima de nuestras
izquierdosas emociones.
Regresaré
al año 1982 cuando acompañando a Reyes Reyes, el teniente Chávez (ChF) visitaba
al subteniente William Izarra en su apartamento de Los Palos Grandes; se
conocían desde 1981 y ambos coincidían en la idea de hacer una revolución
comunista en la seguridad de que contaban con el apoyo de Cuba y de los
soviéticos. Para aquellos días, Izarra veía a ChF como lo que era, un
“presentador de espectáculos folklóricos” quien recién había sido nombrado jefe
de deportes. Más leído, Izarra desde 1967 cuando era un Subteniente de 19
años, al comenzar operaciones en los teatros anti-guerrilleros, y ver la
realidad político-social que confrontaban, se afianzarían en él sus
convicciones políticas y todos los lineamientos patrióticos que había aprendido
en su Academia Militar Venezolana terminarían por desaparecer de su mente sin
considerar la lógica traición que implicaba querer entregar su patria a fuerzas
extranjeras...
Es
necesario recordar que en esta época, Venezuela estaba rodeada por el este por
Surinam y Guyana, dos países gobernados por dictaduras militares comunistas muy
pertrechadas por la Unión Soviética y por el oeste, estaba Colombia, con más de
30.000 hombres en armas apoyados por Fidel y los soviéticos. Al norte estaba la
isla comunista de Cuba amparada por los rusos. Las FFAA venezolanas ya habían
sido infiltradas por la inteligencia soviética y el G2 cubano funcionando con
el sistema de anillos de seguridad aprendidos de la KGB. William Izarra,
conectado con Simón Sáez Mérida y Douglas Bravo llevaba los hilos de la
conspiración con Emilio Arvelo, Ramón Santelíz y Sánchez Peláez, y con Gruber
Odreman y Cabrera Aguirre en la Naval y cada vez era mayor el número de jóvenes
que ingresaban a la Academia Militar confabulados con los conspiradores
militares comunistas.
Divididos
en grupos de trabajo, los militares conspiradores viajaron sin ningún tropieza a
Irak (Hussein formaba sus cuadros de inteligencia en la KGB de Moscú), a la
Libia de Gadafi y a Cuba que mantenía los nexos con Nicaragua y El Salvador.
Había sido en esta época cuando las FFAA venezolanas aniquilaron el último
grupo guerrillero en la masacre de Cantaura y todo estaba preparado para dar el
golpe comunista en el 83 cuando Regan asumió el mando en febrero de 1982 y
frenó el avance soviético en Europa lo que repercutió en la región. Los militares
de acá viajaban seguirían viajando; Izarra
viajó 3 veces a Libia y estuvo en Irak. Arias Cárdenas viajó a Libia a través
de España y como la gente de Sendero Luminoso lo hizo a través de París, como
lo harían también los integrantes del Frente Occidental y del M19 que perpetraron
el asalto y asesinatos en el Congreso de Colombia. Todos tenían un maravilloso respaldo
financiero.
Los
tres difuntos Fidel, Gadafi y Sadam Hussein estaban totalmente entregados a
Rusia y haciendo negocios millonarios, para la época aquella, cuando la KGB
controlaba por completo el DGI cubano, mientras que en Venezuela la
infiltración de las FFAA ya estaba asegurada y en bandeja de plata los politicastros
locales le entregarían las riendas al ahora también difunto, engendro de
Sabaneta. Él prometería freírles las cabezas en aceite a los adecos quienes
ahora se abrazan con los directivos de la Asamblea Nacional y pactan con los
capos del heredado narcorégimen, ante el asombro y la vergüenza del mundo que
no entiende cómo es que todos se han sumado a la comparsa del foro de Sao
Paulo. Quien tenga oídos que oiga y que abra los ojos mientras pueda ver…
En
Maracaibo, con escasa corriente, agua racionada y poca gasolina el día lunes 7 de octubre 2019.
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