“En este país” es un artículo escrito cuatro años
después de iniciarse “el proceso” y publicado en diciembre del 2014 en este
blog lapesteloca. Esto nos lleva
hasta donde estamos hoy en 2024 cuando con algunos recortes (…) lo estoy
mostrando de nuevo sin olvidar que es igualmente el título de una novela de
Luis M. Urbaneja Achepol.
El
título de una novela del siglo pasado, es propicio para hablar de un problema grave
que estamos viviendo, en este país. Es una terrible historia, y por las
telecomunicaciones y por los satélites, ella seguramente le llega al mundo, y
la escucharán, algunos preocupados, la mayoría impasible, así ocurre cuando son
tragedias ajenas, y esta es solo nuestra, de los venezolanos. Casi como aquella
novela del Gabo, esta, la nuestra, es “la crónica de una muerte anunciada”. El
desmoronamiento de nuestra nación es de consecuencias impredecibles, y nos está
llevando a la ruina a todos los venezolanos, pero, además, será catastrófica
para muchas naciones del mundo que dependen de nuestros recursos energéticos.
Se está dando paso a paso, en este país, la estamos viviendo paulatinamente,
ahora, cuando estamos comenzando este nuevo milenio. ( … )
Los resentidos
sociales, en nuestro país, son ahora un tema del común, casi podría decirse que
son el pan nuestro de cada día. Ciertamente. Pero el asunto este de los
resentidos, no sería tan grave, si no existiesen sinvergüenzas capaces de
especularlos… ¿Cómo? Es algo muy cierto. Pongámosle atención a nuestros
resentidos sociales, los de estos tiempos… (…)
Ahora tenemos una
horda de resentidos sociales “sui generis”, ¡son vivitos!, y además tenemos una
cáfila de truhanes que son aprovechadores de los mismos, estos, por tanto son,
más vivos aún. Estos sujetos, usualmente se ubican ahora en posiciones de
poder. Ha llegado la hora para muchos de ellos, el momento de llenarse, los
pusieron donde es, ¡yupi!, y es que venían buscándolo desde hacía tantísimos
años, ¡casi nada! ¿Recuerdan el lema aquel de “que me pongan donde haiga”?, pues, llegaron. Estas consideraciones
van por igual para los sinvergüenzas y trepadores, magos de la política
populista, como para una gran cantidad de militares quienes fueron comprados,
con sueldos y autos nuevos y créditos blandos, como si fuesen pedazos de queso
palmita, silenciados, y ¿la divisa del honor?, bien gracias… Hay algunos de
estos elementos que hasta se las dan de intelectuales ¡Que triste tragedia!
Lamentablemente como dijo un ilustre venezolano años atrás, nuestro país sigue
siendo el de las reputaciones consagradas y de las nulidades engreídas.
Pero antes, hace
menos de treinta años, en este país, y en el curso de toda nuestra historia, ¡todos
éramos venezolanos!, y nuestro orgullo estaba en la mezcla de razas, en ese
crisol que permitía a cualquier negrito, o zambo, o a cualquier indio o blanco
de orilla, llegar a donde le permitiese su capacidad de trabajo y de lucha.
Ahora, es triste decirlo, pero han bastado cuatro terribles años y las cosas
han cambiado. Estamos cosechando la siembra de cuatro años de atizar el odio
entre hermanos, de ver sistemáticamente a un presidente insultando, amenazando,
vociferando mentiras, estimulando las diferencias para cosechar rencores,
dividiendo de la manera más meticulosa y sistemática a los ciudadanos,
gesticulando siempre con gestos de golpear con el puño para aplastar. Cuatro
años de un país obligado a verlo y a escucharlo en cadenas interminables por la
televisión, en todas partes amenazando, hasta que el daño germinó en suelo
fértil, el mal anda suelto en este país, se ha regado como la mala hierba y la
maleza crece por los cuatro confines de la patria de Bolívar.
Estamos viendo
cómo se están consolidando, los planes que nos pondrán bajo el yugo de una
minoría que ha prometido falazmente ofrendarle la patria a los “estabanos” y
esto no es decirles peyorativamente que no han aprendido a hablar, ni tienen
idea de nada, ¡no! Lamentablemente, los pobres en este país, los que todavía
ciegamente son seguidores del régimen, no son los más capacitados. En este
momento no tenemos tiempo de ponernos a pensar que de quien fue la culpa, que,
si fue de las cúpulas podridas en los 40 años de la infausta democracia, o si
de veras cada cual no aprovechó las muchas oportunidades, ¡que eran abundantes!
Sin duda que se podía llegar… ¡Para muestra un botón! He allí al señor
presidente, ¿cómo llegó y desde dónde?, ¿y los demás presidentes?, esos que
siempre fueron unos “reyecitos” cuando se sentaron en la silla, los que se
olvidaron todos de su pueblo, ¿de dónde venían?, ninguno de ellos era un
oligarca, aunque ese discurso haya sido cacareado también por el populismo de
oficio. Lo que si es muy cierto es una sola cosa, a todos y más a este último
ejemplar, a todos sin excepción, los agarró el fenómeno de los tres monitos, se
quedaron sin poder oír, ni ver nada para quedarse complacidamente callados.
Pero no es tampoco el momento de pensar en que tal vez no se hizo lo suficiente,
puesto que estamos en una situación crítica, el país está, digo, estaba al
borde del colapso. Perdón… Ya colapsó.
Pero también allí
están ellos, los pobres, los marginales, los desnutridos, y ellos, ya lo
dijimos, esperan confiados, sin tener los conocimientos, por no haber podido
estudiar, quizás, pero no importa, ellos aguardan y creen que se les otorgará
el país, como una dádiva, se lo tienen prometido… Quienes esto aseguran, son
ilusos, buena gente al fin, pero nunca han vivido bajo un régimen totalitario,
y no saben lo que es una dictadura, y menos una dictadura militar… Ellos juran
que les entregarán los abastos, y las panaderías, y las refinerías, y las
estaciones de gasolina, y los diarios, y las televisoras, y hasta los bancos…
¿Es esta una afirmación exagerada? Quien piense que es una exageración, es
porque nunca ha conversado y se ha sincerado de verdad con gente “del pueblo”,
o es porque quizás no sabe lo que implica la oferta de “el proceso”. Esto no
quiere decir en absoluto que los vayan a complacer, ¡ojo!, pero es la oferta,
la que está en pie y solamente se sostiene y se adelanta, en las aspiraciones
de unos cuantos pobres de solemnidad y es especulada por los dirigentes que
taimados se apoyan en la credulidad de la buena gente…
“El proceso” ya
está en marcha. ¿Acaso no hace más de cuatro años que avanza? No hace ni un mes
que se está mostrando de cara a todo el mundo, y las gentes en sus países están
allí, impávidas, aguardado, sin saber a que atenerse, o algunas, hasta
sonreídas… ¡Tanto petróleo, pero ya se les está acabando la suerte!, dirán…
Quizás repiten aquello de que, los pueblos tienen los gobiernos que se merecen…
Pero debemos preguntarnos si, ¿de verdad esta tragedia se la merece nuestro
pueblo? Sin haber trabajado mucho, hay gentes que esperan por lo que les han
prometido. También están los que trabajaron duro, los que se prepararon, los
que estudiaron, los que han adquirido bienes con el sudor de su frente, pues es
bueno que sepa el mundo que ahora, estos venezolanos han pasado a ser en el
lenguaje del régimen, los “oligarcas”, “los escuálidos”, son “golpistas”,
“ladrones”, “vende patria” y muchos de ellos también son “agentes del
imperialismo y de la CIA”… Muchos pobres engañados por la canalla populista,
han aprendido a recitar las consignas acuñadas por el presidente en un léxico
de odio para fomentar una novedosa y nunca existente lucha de clases, y muchos
pobres e indigentes, están convencidos de que serán recompensados en su
devoción al caudillo, que ellos se merecen el país, y que este ha sido
conculcado por cualquier ciudadano que posea algún bien material. En un
populismo desquiciante, como nunca antes existió en América, con el slogan de
que “ahora manda el pueblo”, ellos aspiran a tenerlo todo porque saben que “es bonita
la revolución”, aunque en el fondo también comprendan que para muchos ha sido
tan solo una “robolución” y que para todos, las siglas del MVR ( Movimiento
Quinta República) sean sinónimas de “me volví rico”... Trágicamente, sin que se
haya dado todavía en la magnitud que se espera, vemos como se repite el dicho
aquel de que “el que nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver”.
No les ha llegado
la dicha, pero estamos viviendo el odio, la desesperación y la pérdida de la
cordura desatada por un populismo irresponsable, pero fríamente planificado.
Cada día más cerca, estamos viendo cómo llegan los malandros de baja ralea y
atropellan e insultan, y agreden y asesinan, y como lo amparan los que tienen
la conciencia comprada, o lo aceptan los tontos útiles, ilusos los menos,
caimanes en boca de caño los más, intelectualoides criminales muchos dirigentes
que aúllan sus trasnochadas consignas del pasado, las que ahora solo sostienen
algunos escasos regímenes de fuerza, al menos en el mundo occidental, porque en
este mundo globalizado, siempre puede uno referirse a Argelia, a Iraq, o Iran,
o hasta usar la pobreza de Afganistán o de naciones africanas, y hasta llegar a
coquetear con el coloso Brasil tan abatido por el hambre y la pobreza de sus
gentes para quererse sentir parte de un mundo que no es ni ha sido nunca el de
los venezolanos. Estamos mal. Los políticastros del régimen son sepulcros
blanqueados por una impasible hipocresía. Mienten fría y descaradamente para
poder de una buena vez, ponernos a todos bajo la égida de un Estado
controlador. Al final, sabemos bien que no es un Estado, es un individuo, y el
ejemplo de Cuba, con el mesianismo de Fidel, es el más evidente, y nadie negará
que esa ha sido la esperanza y la intención de los dirigentes de “el proceso”,
llegar detrás de un nuevo Mesías, que vaya caminando sobre mar de la felicidad.
Da vergüenza el espectáculo de profesionales universitarios, militares
de carrera y hasta generales, sentados como borregos, riéndole las gracias al
“Señor Presidente”, el mismísimo personaje de Miguel Angel Asturias. ¡Pena
ajena nos dan estos pobres conciudadanos! El venezolano nunca había sido “un
arrastrado”, nunca fue servil, ni en las dictaduras más feroces lo vimos
reptando babosamente hasta estos extremos de postrarse y lamer las botas de “el
Jefe”. Es muy triste decirlo, pero Adolfo Hitler era mucho menos simpático,
tenía un bigotito horrendo, no lucía verruga y su pollina era poco elegante, no
lanzaba bolas “rabo e cochino”, ni besaba ensalivando a las viejitas, ni juraba
por Dios santo sacando a cada rato un crucifijo, y no cargaba carajitos ni
prometía con taimada hipocresía acabar con los niños de la calle. Adolfo, el
del bigotito tenía menor rating, quizás porque, claro está, en ese tiempo no
existía la TV ni se hacían “cadenas”, por todo esto, pues, su handicap era
menor, ¡definitivamente!, y mire usted lo que vivió el pueblo alemán, quienes
además eran catiritos y no estaban lombricientos, ni desnutridos, ni andaban
con las patas en el suelo… También ellos se emborracharon con “mi proceso” o
“mi lucha”, y todos sabemos cómo terminó la historia…
Así que no es necesario ponerse anteojos, ni ser un historiador de
muchos kilates, para ver por dónde viene la cosa. La historia ha sido siempre
cíclica y desgraciadamente repetitiva. Es fácil comprender hacia dónde vamos,
aceleradamente. Estamos en nuestra patria, en este país, mi país, tú país, y no
siendo esta tierra de gracia una isla, pues no tendremos balseros, sobre todo
porque… ¿saben qué?, es porque no nos vamos a ir.
Es muy cierto que, en el curso de estos últimos cuatro dolorosos años,
hemos presenciado la destrucción sistemática de las instituciones de la nación,
del Congreso Nacional, de la Fiscalía, de la Contraloría, de la Defensoría del
Pueblo, del proceso de descentralización, de las policías, de los partidos
políticos, de las Fuerzas Armadas, y de otros estamentos solo han quedado
pequeños baluartes… En la Central de Trabajadores el régimen perdió, como tenía
que ser pero han intentado crear sindicatos paralelos, en las Universidades
aunque han perdido todas las elecciones tienen sus “talibanes criollos”
ejerciendo la presión del terrorismo, a la iglesia la mantienen casi silente a
punta de crucifijos y del doble discurso con una abominable cháchara de amor y
paz…
PDVSA se defiende aun con valentía mientras está
siendo desmantelada, vemos como todavía no han terminado de destruir a la
Marina Mercante, ni han logrado callar a los periodistas, ni en sus diarios ni
en sus televisoras y son ellos, los comunicadores sociales con la sociedad
civil organizada quienes con la CTV y Fedecámaras y algunas ONG con más del 80%
de los venezolanos, están dando la última batalla, la de la resistencia pasiva,
la de las banderas y los pitos y las cacerolas contra los peinillazos, los
perdigones, las balas asesinas y las bombas de gases lacrimógenos con o sin
mostaza.
El mundo entero debería enterarse de la verdad, debería comprender que
el bravo pueblo venezolano está luchando, y que seguirá ofrendado las vidas de
sus ciudadanos para defender la posibilidad de ir a unas elecciones, que esta
lucha sin cuartel, para tratar democráticamente de contarnos, está planteada de
frente, sin dar, ¡NI UN PASO ATRÁS!
Maracaibo
el lunes 30 de diciembre del año 2024
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