lunes, 30 de diciembre de 2024

"En este país”

 


“En este país” es un artículo escrito cuatro años después de iniciarse “el proceso” y publicado en diciembre del 2014 en este blog lapesteloca. Esto nos lleva hasta donde estamos hoy en 2024 cuando con algunos recortes (…) lo estoy mostrando de nuevo sin olvidar que es igualmente el título de una novela de Luis M. Urbaneja Achepol.

 

El título de una novela del siglo pasado, es propicio para hablar de un problema grave que estamos viviendo, en este país. Es una terrible historia, y por las telecomunicaciones y por los satélites, ella seguramente le llega al mundo, y la escucharán, algunos preocupados, la mayoría impasible, así ocurre cuando son tragedias ajenas, y esta es solo nuestra, de los venezolanos. Casi como aquella novela del Gabo, esta, la nuestra, es “la crónica de una muerte anunciada”. El desmoronamiento de nuestra nación es de consecuencias impredecibles, y nos está llevando a la ruina a todos los venezolanos, pero, además, será catastrófica para muchas naciones del mundo que dependen de nuestros recursos energéticos. Se está dando paso a paso, en este país, la estamos viviendo paulatinamente, ahora, cuando estamos comenzando este nuevo milenio. ( … )

 

Los resentidos sociales, en nuestro país, son ahora un tema del común, casi podría decirse que son el pan nuestro de cada día. Ciertamente. Pero el asunto este de los resentidos, no sería tan grave, si no existiesen sinvergüenzas capaces de especularlos… ¿Cómo? Es algo muy cierto. Pongámosle atención a nuestros resentidos sociales, los de estos tiempos… (…)

 

Ahora tenemos una horda de resentidos sociales “sui generis”, ¡son vivitos!, y además tenemos una cáfila de truhanes que son aprovechadores de los mismos, estos, por tanto son, más vivos aún. Estos sujetos, usualmente se ubican ahora en posiciones de poder. Ha llegado la hora para muchos de ellos, el momento de llenarse, los pusieron donde es, ¡yupi!, y es que venían buscándolo desde hacía tantísimos años, ¡casi nada! ¿Recuerdan el lema aquel de “que me pongan donde haiga”?, pues, llegaron. Estas consideraciones van por igual para los sinvergüenzas y trepadores, magos de la política populista, como para una gran cantidad de militares quienes fueron comprados, con sueldos y autos nuevos y créditos blandos, como si fuesen pedazos de queso palmita, silenciados, y ¿la divisa del honor?, bien gracias… Hay algunos de estos elementos que hasta se las dan de intelectuales ¡Que triste tragedia! Lamentablemente como dijo un ilustre venezolano años atrás, nuestro país sigue siendo el de las reputaciones consagradas y de las nulidades engreídas.

 

Pero antes, hace menos de treinta años, en este país, y en el curso de toda nuestra historia, ¡todos éramos venezolanos!, y nuestro orgullo estaba en la mezcla de razas, en ese crisol que permitía a cualquier negrito, o zambo, o a cualquier indio o blanco de orilla, llegar a donde le permitiese su capacidad de trabajo y de lucha. Ahora, es triste decirlo, pero han bastado cuatro terribles años y las cosas han cambiado. Estamos cosechando la siembra de cuatro años de atizar el odio entre hermanos, de ver sistemáticamente a un presidente insultando, amenazando, vociferando mentiras, estimulando las diferencias para cosechar rencores, dividiendo de la manera más meticulosa y sistemática a los ciudadanos, gesticulando siempre con gestos de golpear con el puño para aplastar. Cuatro años de un país obligado a verlo y a escucharlo en cadenas interminables por la televisión, en todas partes amenazando, hasta que el daño germinó en suelo fértil, el mal anda suelto en este país, se ha regado como la mala hierba y la maleza crece por los cuatro confines de la patria de Bolívar.

 

Estamos viendo cómo se están consolidando, los planes que nos pondrán bajo el yugo de una minoría que ha prometido falazmente ofrendarle la patria a los “estabanos” y esto no es decirles peyorativamente que no han aprendido a hablar, ni tienen idea de nada, ¡no! Lamentablemente, los pobres en este país, los que todavía ciegamente son seguidores del régimen, no son los más capacitados. En este momento no tenemos tiempo de ponernos a pensar que de quien fue la culpa, que, si fue de las cúpulas podridas en los 40 años de la infausta democracia, o si de veras cada cual no aprovechó las muchas oportunidades, ¡que eran abundantes! Sin duda que se podía llegar… ¡Para muestra un botón! He allí al señor presidente, ¿cómo llegó y desde dónde?, ¿y los demás presidentes?, esos que siempre fueron unos “reyecitos” cuando se sentaron en la silla, los que se olvidaron todos de su pueblo, ¿de dónde venían?, ninguno de ellos era un oligarca, aunque ese discurso haya sido cacareado también por el populismo de oficio. Lo que si es muy cierto es una sola cosa, a todos y más a este último ejemplar, a todos sin excepción, los agarró el fenómeno de los tres monitos, se quedaron sin poder oír, ni ver nada para quedarse complacidamente callados. Pero no es tampoco el momento de pensar en que tal vez no se hizo lo suficiente, puesto que estamos en una situación crítica, el país está, digo, estaba al borde del colapso. Perdón… Ya colapsó.

 

Pero también allí están ellos, los pobres, los marginales, los desnutridos, y ellos, ya lo dijimos, esperan confiados, sin tener los conocimientos, por no haber podido estudiar, quizás, pero no importa, ellos aguardan y creen que se les otorgará el país, como una dádiva, se lo tienen prometido… Quienes esto aseguran, son ilusos, buena gente al fin, pero nunca han vivido bajo un régimen totalitario, y no saben lo que es una dictadura, y menos una dictadura militar… Ellos juran que les entregarán los abastos, y las panaderías, y las refinerías, y las estaciones de gasolina, y los diarios, y las televisoras, y hasta los bancos… ¿Es esta una afirmación exagerada? Quien piense que es una exageración, es porque nunca ha conversado y se ha sincerado de verdad con gente “del pueblo”, o es porque quizás no sabe lo que implica la oferta de “el proceso”. Esto no quiere decir en absoluto que los vayan a complacer, ¡ojo!, pero es la oferta, la que está en pie y solamente se sostiene y se adelanta, en las aspiraciones de unos cuantos pobres de solemnidad y es especulada por los dirigentes que taimados se apoyan en la credulidad de la buena gente…

 

“El proceso” ya está en marcha. ¿Acaso no hace más de cuatro años que avanza? No hace ni un mes que se está mostrando de cara a todo el mundo, y las gentes en sus países están allí, impávidas, aguardado, sin saber a que atenerse, o algunas, hasta sonreídas… ¡Tanto petróleo, pero ya se les está acabando la suerte!, dirán… Quizás repiten aquello de que, los pueblos tienen los gobiernos que se merecen… Pero debemos preguntarnos si, ¿de verdad esta tragedia se la merece nuestro pueblo? Sin haber trabajado mucho, hay gentes que esperan por lo que les han prometido. También están los que trabajaron duro, los que se prepararon, los que estudiaron, los que han adquirido bienes con el sudor de su frente, pues es bueno que sepa el mundo que ahora, estos venezolanos han pasado a ser en el lenguaje del régimen, los “oligarcas”, “los escuálidos”, son “golpistas”, “ladrones”, “vende patria” y muchos de ellos también son “agentes del imperialismo y de la CIA”… Muchos pobres engañados por la canalla populista, han aprendido a recitar las consignas acuñadas por el presidente en un léxico de odio para fomentar una novedosa y nunca existente lucha de clases, y muchos pobres e indigentes, están convencidos de que serán recompensados en su devoción al caudillo, que ellos se merecen el país, y que este ha sido conculcado por cualquier ciudadano que posea algún bien material. En un populismo desquiciante, como nunca antes existió en América, con el slogan de que “ahora manda el pueblo”, ellos aspiran a tenerlo todo porque saben que “es bonita la revolución”, aunque en el fondo también comprendan que para muchos ha sido tan solo una “robolución” y que para todos, las siglas del MVR ( Movimiento Quinta República) sean sinónimas de “me volví rico”... Trágicamente, sin que se haya dado todavía en la magnitud que se espera, vemos como se repite el dicho aquel de que “el que nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver”.

No les ha llegado la dicha, pero estamos viviendo el odio, la desesperación y la pérdida de la cordura desatada por un populismo irresponsable, pero fríamente planificado. Cada día más cerca, estamos viendo cómo llegan los malandros de baja ralea y atropellan e insultan, y agreden y asesinan, y como lo amparan los que tienen la conciencia comprada, o lo aceptan los tontos útiles, ilusos los menos, caimanes en boca de caño los más, intelectualoides criminales muchos dirigentes que aúllan sus trasnochadas consignas del pasado, las que ahora solo sostienen algunos escasos regímenes de fuerza, al menos en el mundo occidental, porque en este mundo globalizado, siempre puede uno referirse a Argelia, a Iraq, o Iran, o hasta usar la pobreza de Afganistán o de naciones africanas, y hasta llegar a coquetear con el coloso Brasil tan abatido por el hambre y la pobreza de sus gentes para quererse sentir parte de un mundo que no es ni ha sido nunca el de los venezolanos. Estamos mal. Los políticastros del régimen son sepulcros blanqueados por una impasible hipocresía. Mienten fría y descaradamente para poder de una buena vez, ponernos a todos bajo la égida de un Estado controlador. Al final, sabemos bien que no es un Estado, es un individuo, y el ejemplo de Cuba, con el mesianismo de Fidel, es el más evidente, y nadie negará que esa ha sido la esperanza y la intención de los dirigentes de “el proceso”, llegar detrás de un nuevo Mesías, que vaya caminando sobre mar de la felicidad.

 

Da vergüenza el espectáculo de profesionales universitarios, militares de carrera y hasta generales, sentados como borregos, riéndole las gracias al “Señor Presidente”, el mismísimo personaje de Miguel Angel Asturias. ¡Pena ajena nos dan estos pobres conciudadanos! El venezolano nunca había sido “un arrastrado”, nunca fue servil, ni en las dictaduras más feroces lo vimos reptando babosamente hasta estos extremos de postrarse y lamer las botas de “el Jefe”. Es muy triste decirlo, pero Adolfo Hitler era mucho menos simpático, tenía un bigotito horrendo, no lucía verruga y su pollina era poco elegante, no lanzaba bolas “rabo e cochino”, ni besaba ensalivando a las viejitas, ni juraba por Dios santo sacando a cada rato un crucifijo, y no cargaba carajitos ni prometía con taimada hipocresía acabar con los niños de la calle. Adolfo, el del bigotito tenía menor rating, quizás porque, claro está, en ese tiempo no existía la TV ni se hacían “cadenas”, por todo esto, pues, su handicap era menor, ¡definitivamente!, y mire usted lo que vivió el pueblo alemán, quienes además eran catiritos y no estaban lombricientos, ni desnutridos, ni andaban con las patas en el suelo… También ellos se emborracharon con “mi proceso” o “mi lucha”, y todos sabemos cómo terminó la historia…

 

Así que no es necesario ponerse anteojos, ni ser un historiador de muchos kilates, para ver por dónde viene la cosa. La historia ha sido siempre cíclica y desgraciadamente repetitiva. Es fácil comprender hacia dónde vamos, aceleradamente. Estamos en nuestra patria, en este país, mi país, tú país, y no siendo esta tierra de gracia una isla, pues no tendremos balseros, sobre todo porque… ¿saben qué?, es porque no nos vamos a ir. 

 

Es muy cierto que, en el curso de estos últimos cuatro dolorosos años, hemos presenciado la destrucción sistemática de las instituciones de la nación, del Congreso Nacional, de la Fiscalía, de la Contraloría, de la Defensoría del Pueblo, del proceso de descentralización, de las policías, de los partidos políticos, de las Fuerzas Armadas, y de otros estamentos solo han quedado pequeños baluartes… En la Central de Trabajadores el régimen perdió, como tenía que ser pero han intentado crear sindicatos paralelos, en las Universidades aunque han perdido todas las elecciones tienen sus “talibanes criollos” ejerciendo la presión del terrorismo, a la iglesia la mantienen casi silente a punta de crucifijos y del doble discurso con una abominable cháchara de amor y paz… PDVSA se defiende aun con valentía mientras está siendo desmantelada, vemos como todavía no han terminado de destruir a la Marina Mercante, ni han logrado callar a los periodistas, ni en sus diarios ni en sus televisoras y son ellos, los comunicadores sociales con la sociedad civil organizada quienes con la CTV y Fedecámaras y algunas ONG con más del 80% de los venezolanos, están dando la última batalla, la de la resistencia pasiva, la de las banderas y los pitos y las cacerolas contra los peinillazos, los perdigones, las balas asesinas y las bombas de gases lacrimógenos con o sin mostaza.

 

El mundo entero debería enterarse de la verdad, debería comprender que el bravo pueblo venezolano está luchando, y que seguirá ofrendado las vidas de sus ciudadanos para defender la posibilidad de ir a unas elecciones, que esta lucha sin cuartel, para tratar democráticamente de contarnos, está planteada de frente, sin dar, ¡NI UN PASO ATRÁS!

Maracaibo el lunes 30 de diciembre del año 2024

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