El éxito de la expansión
humana por el planeta ha incidido sobre la extinción de los
demás miembros del reino animal. El caso de las aves es uno de los más dramáticos,
si consideramos que según un nuevo estudio publicado en Science, unas 600
especies se han extinguido en los últimos 130.000 años.
Más allá de los
números, el trabajo de Science destaca que con cada pájaro
que se va, se lleva con él la función que cumplía en la naturaleza. Papeles
claves como la polinización, el control de los insectos o la retirada de la carroña se ven comprometidos.
La situación irá a peor de acuerdo con los autores de la investigación quienes temen
que más de 1.300 especies aviares desaparezcan en los próximos 200 años.
Más allá de los cataclismos (meteoritos, supernovas o
megavolcanes) que han provocado las distintas extinciones masivas, la desaparición de una especie en el
pasado era excepcional. Entre las aves, se estima
que la tasa natural de pérdidas no era mayor de 0,1 por cada millón de especies
al año. Poco después de que los humanos iniciaran su gran expansión por el
planeta, la cifra se triplicó. El estudio, está apoyado en la revisión del
registro arqueológico y las principales colecciones taxonómicas de grandes
museos y destaca que desde la parte final del Pleistoceno (hace unos 130.000
años), han desaparecido al menos 610 especies aviares y casi todas (562)
desaparecieron por causas antropogénicas como la caza, la destrucción del
hábitat o por la introducción de especies invasoras, en especial las domésticas
o asimiladas, como los gatos y las ratas.
Un aspecto que confirma este
trabajo es la aceleración del ritmo de las desapariciones. Otros estudios
sostienen que los humanos han elevado en 100 veces la ratio natural. Estos
datos son la base en la que muchos científicos sostienen que estamos ante la sexta extinción masiva, la primera provocada por una única
especie y en muy poco tiempo. Incluso el impacto del meteorito necesitó de
muchos miles de años para acabar con el último de los dinosaurios. Según esta
investigación, si se suman a las ya extinguidas las 1.300 las que podrían
hacerlo en los próximos 200 años, casi el 20% de las 10.000 especies de aves
que había en el planeta antes de la expansión humana.
En la actualidad, la situación se
ha complicado debido a la aparición de “el cambio climático”, ya que especies invasoras llegan más fácilmente debido al aumento de la
movilidad de las personas o a la pérdida de hábitat. Estos son algunos de los
problemas que enfrentan las especies. “El
escenario se complica si se combinan varios de estos impactos”, explica Ferran
Sayol, el investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones
Forestales (CREAF) y coautor del estudio.
“No es solo el número de especies que se han
perdido o se pueden perder”, añade el investigador. “Cada una podía tener un rol importante, la novedad aquí es que
intentamos cuantificar qué consecuencias tiene ese número de especies para el
ecosistema”, añade. Y pone un ejemplo: “Hemos
observado que hay una tendencia a que se extingan especies que desempeñan una
función única en el ecosistema. Entre ellas, el icónico Dodo dispersaba
semillas de frutas grandes en la isla de Mauricio y pocas aves sustituyen esta
función”.
La especie Raphus cucullatus (Dodo) no tenían ningún depredador que
la acechará. Pero, fue una aparición en su hábitat el motivo por el que esta
terminó extinguiéndose. el pájaro
dodo fue visto en la Tierra por última vez hace más de 350 años.
Sin embargo, los científicos continúan
estudiando las particularidades de esta ave que
fue muy representativa en la cultura de la República de Mauricio, ya que es
originario de esas islas. Específicamente, el pájaro dodo desarrolló
su hábitat muy cerca de Madagascar,
que fue donde mantuvo la mayor parte de su ciclo vital antes que aparecieran
los humanos.
Navegantes europeos durante el año
1574 tuvieron su primer encuentro con el ave,
hasta que finalmente en el año 1581 los españoles capturaron a un dronte para
llevarlo al continente europeo.
Algunos navegantes se instalaron en las Islas Mauricio y llevaron con
ellos animales que se convirtieron en
depredadores del pájaro dodo, el cual era muy fácil de abordar, pues no
tenía experiencia previa para huir del peligro y su instinto de defensa era
nulo. Su carne no era su principal atractivo, sino sus plumas y sus huevos,
sobre todo los del dronte blanco. Al hacerse famoso este animal en el
viejo continente, comenzó su caza indiscriminada.
Algo similar debió suceder
con la extinción del moa.
“Eran unas aves gigantes que vivían en
Nueva Zelanda y que pastaban. Serían como los grandes herbívoros de allí,
porque no había mamíferos terrestres”. Aepyornis es un género de
aves estrutioniformes de
la familia Aepyornithidae. Es uno de los dos
géneros extintos de aves corredoras gigantes de Madagascar,
conocidas como las aves elefantes. Estas aves eran las de mayor tamaño
conocidas junto a la también extinta moa de Nueva Zelanda, con alturas de hasta 3
metros y pesos superiores a los 500 kg. Se han encontrados huevos de hasta
un metro de circunferencia.
La extinción de moas, dodos y las llamadas aves elefante permite detectar
algunos de los rasgos que más ponían en peligro a las aves: las tres eran
grandes, ninguna conservaba la capacidad de volar y vivían en islas. De hecho,
la insularidad está detrás de hasta un 80% de las extinciones pasadas. Criadas
y desarrolladas en ausencia de los humanos y todo lo que venía con esa
colonización, desaparecieron al poco de llegar ellos, debido sobre todo a la
caza y a la introducción de especies invasoras.
Podría
pensarse que se trata de circunstancias que ocurrieron en la prehistoria, pero
no es así, la mayoría de las desapariciones se han producido en tiempos
relativamente recientes, desde los siglos XV y XVI. Era la época de las grandes
exploraciones. Jorge Orueta, investigador y experto en especies de SEO
BirdLife, dice: “no han sido tanto extinciones provocadas por los humanos en general,
sino por el hombre occidental en concreto”.
Los
autores del estudio han cifrado la pérdida de diversidad funcional, con la
merma en las funciones ecológicas que las aves desaparecidas cumplían, en un
20%. Cifra que subiría al 27% si se mantiene el ritmo de desaparición de
especies estimado por los científicos para los próximos 200 años. En algunos
ecosistemas y para cierto papel determinado, la extinción ha comprometido a
todo el ecosistema. En algunas de las islas de Hawái, por ejemplo, la
extirpación de muchas de las especies frugívoras está facilitando la
deforestación: sin los pájaros comedores de frutas, no hay quienes dispersen
sus semillas. La presión humana y los incendios azuzados por el cambio climático
completan un futuro desértico para el archipiélago.
Thomas J. Matthews, de la Universidad de Birmingham (Reino Unido) y primer autor del estudio, pone los ejemplos de las islas Mauricio y Hawái, donde todos o casi todos los frugívoros nativos. “La frugivoría es una función importante, ya que al comer los frutos y luego desplazarse, los pájaros dispersan las semillas de las plantas a las que pertenecen los frutos”, recuerda que una de las consecuencias es la de las extinciones secundarias, que la ilustra la primera de las islas. “Por ejemplo, Mauricio tiene un gran número de especies de árboles amenazadas”.
El
científico británico añade otro ejemplo, este más reciente, tanto que el
problema es empezando ahora: “La pérdida
de carroñeros (por ejemplo, los buitres), que comen y reciclan animales
muertos, ha supuesto un aumento de la cantidad de cadáveres de animales que
quedan en el medio ambiente y, a continuación, un aumento de la prevalencia de
determinadas enfermedades en las poblaciones humanas que viven allí”.
Orueta,
el experto de SEO BirdLife, que no ha participado en el estudio, destaca sobre
los carroñeros que no hace falta que se extingan por completo. “En el sur de Asia, en la India o Bangladés,
aún quedan buitres, pero la merma de sus poblaciones ha provocado que, sin
extinguirse ellos, se extingan sus funciones”. Los científicos temen que,
doblándose las extinciones de aves en los próximos dos siglos, se multipliquen
los casos de funciones ecológicas que no tengan quien las desempeñe.
Maracaibo, sábado 15 de
diciembre del año 2024
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