viernes, 31 de julio de 2020

William E. Ehrich “Professor of Pathology”

William E. Ehrich “Professor of Pathology”

En el verano del año 1965, a la edad de 26 años con la intención de continuar mi entrenamiento como residente de postgrado en Anatomía Patológica decidí aceptar la idea de viajar manejando mi auto desde Madison-Wisconsin hasta Philadelphia la ciudad capital de Pennsylvania. En julio de 1963 me había graduado como médico-cirujano en Universidad del Zulia (LU

y estuve trabajando en el Servicio de Patología del hospital Universitario de Maracaibo bajo la tutela del Dr Franz Wenger; en enero del año 64 ya había completado unas 60 autopsias sin percibir sueldo alguno, cuando me ofrecieron una beca del Club Rotario que me valió para trasladarme a una ciudad cubierta por varios metros de nieve y temperaturas de 20ºC bajo cero, lo que para un maracucho sin duda resultaba un cambio desproporcionado. 

Todo se había iniciado con una beca que por 9 meses ofrecía el Distrito 625 del Rotary Club de Wisconsin. la que me permitió arribar a Madison desde marzo del año 1964 y trabajar en el Departamento de Patología de la Universidad de Wisconsin dirigido por el profesor Murray Angevaine, para aquel tiempo director de la revista Archives of Pathology. Fui aceptado para iniciarme autopsiando, trabajando en un proyecto de investigación sobre patología pulmonar experimental y haciendo microscopía electrónica y en eso estuve durante más de un año... 

“Howevel” (como decía SamChak, un residente chino muy amigo), decidí cambiar de universidad y creo debo explicar el por qué. Iniciándose el año1965 fui motivado por mi amigo y compañero de promoción Alfonso Ávila Mayor, quien había sido becado por LUZ desde el año 1963 y hacía su postgrado en el Philadelphia General Hospital (PGH); él me convenció, de que debería entrenarme en el PGH, un hospital donde se veían ¡dos mil autopsias al año!, y además podría tomar un curso de Ciencias Básicas en la Escuela de Medicina para Graduados de la Universidad de Pennsylvania. En realidad, yo había presentado el examen para poder ejercer legalmente y continuar con mi entrenamiento como residente en Wisconsin, pero los resultados no los sabría hasta el mes de junio de ese año 65, y ante la duda de si habría aprobado el ECFMG decidí probar suerte en Philadelphia.

Cuando me enteré que había aprobado y de que tenía mi puesto listo en el Departamento de Patología en Madison, sentí, sin conocerlo personalmente, que me había comprometido con el profesor Dr.William E. Ehrich, jefe del Servicio de Patología del PGH, quien era desde 1942 Professor of Pathology, at the Graduate School of Medicine of the University of Pennsylvania, Chief of the Division of Pathology del Philadelphia General Hospital en Philadelphia”. Hoy quiero recordar a este médico patólogo, de quien aprendí muchísimo y a quien vi supervisar casi la totalidad de las 2000 autopsias médicas del PHG entre 1965 y 1966. Él personalmente me controló cada tejido de los centenares de autopsias que me tocó realizar durante mi entrenamiento como residente de 2do año en el PGH.. 

No tengo una fotografía del Dr Ehrich, tampoco una copia del cuadro al óleo que le regalé donde se veía ante la mesa de autopsias rodeado por sus 15 residentes. Pero quiero hablar sobre mi profesor del PGH precisamente hoy pues hace un par de días escribí sobre Paul Ehrlich y su “bala mágica” y de su premio Nobel de 1908 que compartió con el increíble Elías Metchenikov. Sabemos, que serían ambos quienes crearían las bases de todo cuanto es hoy la inmunología, y en particular los anticuerpos que nos han permitido a los patólogos avanzar tantísimo en el diagnóstico y cuanto ha valido para ayudar a los pacientes en la manera como decidir el tratamiento de los tumores gracias a la inmunohistoquímica. Mostré en el blog (bit.ly/2rOcoG3) la imagen de una células cebada (Mastzelle) dibujada por Paul Ehrlich quien andaba siempre con los dedos multicolores de los tintes utilizados en sus preparaciones.

He recordado como fue mi profesor, el Dr William Ehrich quien me enseñó a reconocer los mastocitos en los intersticios fibrosos de los corazones con cardiopatía isquémica. El doctor Ehrich respondía a todas mis preguntas y me hablaba de la importancia de hacer coloraciones especiales (Ritter-Oleson) para ver los mucopolisacáridos ácidos en las paredes vasculares sugiriendo la presencia de anticuerpos, los que él pensaba tenían algo que ver en la génesis de las enfermedades colágeno-vasculares (William E. Ehrich, Nature of collagen diseases. Amer Heart Journal 1952, 43, 1: 121–156). 

Fue una época fructífera. En febrero del 66 nació mi segundo hijo, Juan Pablo y éramos varios amigos maracuchos de LUZ en Filadelfia con decenas de anécdotas y todos confluían en el PGH donde mi amigo Alfonso y yo nos confundíamos entre los residentes de Tailandia, Alemania, India, Japón y China en una gran sala donde estábamos alineados todos ante su  microscopio y entre libros y lamineros. En el PGH no teníamos microscopios de dos cabezales y a mis preguntas sobre cada caso de autopsia el doctor Ehrich respondía con precisión y ampliaba sus conceptos mientras una a una revisaba cada lámina, y todas sus palabras encerraban una enseñanza inolvidable. Recuerdo haber profundizado en la patología de la púrpura trombótica trombocitopénica y en detalles como la coagulación intravascular diseminada y lam presencia de evidencias detectables en las paredes vasculares, todo esto y más sobre la naciente inmunopatología que abrirían mi mente para decidirme a dedicar mi vida a la investigación en patología.

El Dr William E. Ehrich (1899-1967) se graduó de médico en 1924 en la Universidad de Rostock, situada en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Alemania. La Universidad de Rostock fue fundada en 1419 por el Papa Martín V y es la universidad más antigua del norte de Europa, en la región del Mar Báltico. William E. Ehrich estuvo como profesor en la Universidad de Rostock entre 1930 y 1935 y en 1936 fue contratado como patólogo en Nueva York por el hospital del Instituto Rockefeller, donde laboró desde 1926 a 1930. Se trasladó  a la Universidad de Pennsylvania en 1936 donde pasó a ser desde el año 1946 Chairman del Departamento de Patología de la Escuela de Medicina para Graduados, posición que mantuvo hasta 1966. William E. Ehrich  fue jefe de la División de Patología del Philadelphia General Hospital de Philadelphia desde 1946, y era miembro de la Asociación Americana de Patólogos y Bacteriólogos, de la Sociedad Americana de Patología Experimental y de la Sociedad de Biología y Medicina Experimental de los Estados Unidos. El PGH fundado en 1729 fue el hospital donde trabajarían William Osler y Florence Nigthingale y era uno de los centros en EUA más adelantados en diagnóstico y radioterapia del cáncer. Cesaría sus actividades en 1977.

 

El Dr Ehrich fallecería el 24 de diciembre del año 1967. En el mes de julio del 66, yo había regresado a la Universidad de Wiscosin para hacer investigación en patología experimental pulmonar con Enrique Valdivia y neuropatología con la profesora Gabrielle ZuRhein y solo me enteraría del fallecimiento del Dr Ehrich varios años después estando ya de regreso en mí tierra. Con este artículo recordándolo espero honrar a su inolvidable presencia.  Esto fue escrito en este blog, el 25 de mayo del año 2017 y lo traigo nuevamente hoy finalizando el mes de julio, en medio de la pandemia de Covid-19 para homenajear a uno de mis insignes maestros, ya fallecido, más nunca olvidado.

Maracaibo, viernes 31 de julio, en el año de la pandemia, 2020


jueves, 30 de julio de 2020

Atxaga en Obaba

Atxaga en Obaba

José Irazu Garmendia (Asteasu, Gipuzkoa, 1951), conocido con el seudónimo de

Desde los años treinta hasta finales del siglo XX, desde Obaba hasta California, de la infancia en la escuela a los infiernos de la guerra y de la violencia, Atxaga aborda de forma valiente el tema de la memoria, la nostalgia, la amistad y también de la tristeza del que deja su tierra sabiendo que no volverá. En el centro de las múltiples ramificaciones la única posibilidad de salvación frente a las circunstancias más dramáticas: el amor.

Atxaga es autor de En los años sesenta, los cronistas que pasaban por allí camino de la costa o que, más frecuentemente, acudían a cubrir algún acontecimiento deportivo, se referían a él llamándolo "la Guipúzcoa olvidada"; años más tarde, cuando me convencí de que se trataba de un mundo, y no sólo de un territorio, yo lo bauticé de otra manera: "Obaba".

Sobre Obabakoak se ha filmado una hermosa película basada en la novela y titulada Obaba dirigida por Montxo Armendáriz. La película trata de la naturaleza del misterio, de la búsqueda de lo desconocido, de las cosas no dichas y, de las que decimos y no hacemos. El filme es la difícil adaptación del libro con el que Bernardo Atxaga ganó el Na­cional de Narrativa en 1989, se inauguraría la 53 edición del Festival de San Se­bastián.

Buen contador de historias, “de modo que los personajes sean verosímiles y desprendan emoción”. Cuenta cosas, y transmite cierta emoción y algo de misterio en lo que ayu­da especialmente la banda sonora. Se nota la buena mano de

Imanol Rayo (Pamplona, 1984) presentó en el Festival de San Sebastián 2011 su primer largometraje, "Bi Anai” (Dos hermanos), rodado en euskera, una interpretación estática de la novela homónima de Bernardo Atxaga, en la que escasean los diálogos y las palabras son sustituidas por extensas descripciones visuales. Si Atxaga le dio a su obra un formato corto, Imanol Rayo ha optado por una película de 104 minutos para contar la historia de dos hermanos huérfanos de madre, uno de ellos con una deficiencia mental, que viven en un pequeño pueblo y que también acaban perdiendo a su padre, como un adelanto de la melancólica atmósfera que impregna todo el relato, donde los niños juegan pero no ríen y las personas se encuentran pero no se saludan, en un universo rural en el que los animales carecen de voz interior, al contrario que en el relato de Atxaga quien por esa novela "Bi Anai” (Dos hermanos), recibió el Premio de la Crítica en 1985.

Otras novelas de Atxaga son El hombre solo (1994) Durante el Mundial de Fútbol de 1982, un grupo de amigos en España intenta llevar a cabo un plan contra el sistema en las afueras de Barcelona, en el hotel dondee está alojada la selección polaca de fútbol y que será el escenario de una novela de intriga con el personaje “a quien todos llamaban Carlos”, que sin avisar, mete al lector en el territorio del miedo, del que él no ha logrado salir en años de lucha armada. En Irene decide separarse de la organización armada a la que pertenece y tras cuatro años de cárcel, es una mujer de 37 años de quien Atxaga muestra a quien que en la cárcel, ha sufrido por amor, y necesita enfrentarse a su soledad. Atxaga luego de la historia de Irene, continuó con su genial   El hijo del acordeonista (2004) es la novela más personal de Atxaga, un verdadero mosaico hecho con distintos tiempos, lugares y estilos, va la historia de dos amigos: Joseba y David, el hijo del acordeonista.

Hasta aquí la información que fue puesta en este blog, el 19 de marzo, 2017. Hoy en 2020, he releído a

Finalizado el ciclo Markak. Gernika 1937 (bombardeo nazi sobre la villa vasca.Real Academia de la Lengua Vasca desde 2006, en noviembre de 2010 también fue nombrado miembro de la Academia de las Ciencias, de las Artes y de las Letras; actualmente vive en la localidad alavesa de Zalduendo.

Maracaibo, jueves 30 de julio, 2020

 


miércoles, 29 de julio de 2020

Violaciones en el Arco Minero


Violaciones en el Arco Minero

Florantonia Singer el 19 julio y Gioconda Cunto de San Blas anteayer 23 de julio, 2020, se han referido a el Arco Minero de Venezuela y a las repetidas violaciones de todo orden que han puesto de manifiesto cómo se abusa irrespetando los derechos de las comunidades indígenas al facilitar la extracción de minerales, hasta un extremo tal que pocos días atrás las Academias Nacionales, hicieron un pronunciamiento conjunto, para denunciar la gravísima situación de ilegitimidad e inconstitucionalidad, de las múltiples veces demandada por organismos diversos, mostrando la ilegalidad que rodea a la actividad minera, criminalmente desplegada en los estados Amazonas y Bolívar, principalmente en el denominado “Arco Minero del Orinoco”.

“No pasa nada” es el ya conocido corolario que resuena ante las innumerables fechorías de este régimen que le ha entregado las riquezas naturales del país a extranjeros y a los grupos narcocriminales que hacen y deshacen a sus anchas en el territorio nacional. El presidente de la Asociación Kapé Kapé, que lucha por los derechos de las comunidades indígenas de los territorios explotados ha informado sobre las ciento noventa y siete comunidades ubicadas dentro del Arco Minero del Orinoco, que ocupa el 12% del territorio nacional, donde, desde hace cuatro años el régimen habilitó para su el aprovechamiento económico, una zona que se ha convertido en escenario de graves violaciones de derechos humanos, descritos por la Alta Comisionada de Naciones Unidas, Michelle Bachelet.  

La zona descrita es uno de los municipios mineros con la tasa de homicidios más alta del país, -84 asesinatos por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio Venezolano de Violencia-. Al resaltar las violaciones a los derechos constitucionales de los pueblos indígenas y los daños con frecuencia irreversibles a la salud -contaminación tóxica con mercurio y cianuro, e incremento en áreas potenciales de transmisión de enfermedades emergentes (covid-19) y reemergentes como la malaria, el sarampión y la tuberculosis- se destaca la manera incontrolada como se da el hostigamiento, las persecuciones, y las desapariciones de familias enteras, torturas, abuso sexual, el trabajo infantil, la migración forzada, maltratos y masacres que son acciones sin control y de ocurrencia diaria en la región.

La reciente Resolución Nº 0010 del Ministerio del Poder Popular del Desarrollo Minero Ecológico, (8/4/2020, Gaceta Oficial No. 6.526 Extraordinario), publicada en medio de la conveniente cuarentena decretada por la pandemia del coronavirus, determina –in extenso-las áreas en las cuales se podrá ejecutar la extracción fluvial de oro y de diamantes y su procesamiento en el marco del Arco Minero del Orinoco. Esta resolución afecta aproximadamente 700 km de ríos al sur de Venezuela en un área directa de 254 Km2 desde las riberas de los ríos Cuchivero, Caura, Aro, Caroní, afluentes del río Orinoco, y de los ríos Cuyuní y Yuruari, cuyas aguas fluyen al río Esequibo.

Las graves e irreversibles violaciones de DDHH fundamentales a la dignidad de los venezolanos denunciadas ante el Consejo de DDHH por la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos de la Naciones Unidas (Acnudh) quien en su Informe de este mismo mes de Julio, 2020, señalaba que: “la minería afecta el derecho a la autonomía y autodeterminación de algunos pueblos indígenas…es un factor perturbador de sus formas de vida tradicionales y afecta su capacidad para mantener una relación espiritual con sus territorios”. Declaraciones que  supuestamente le obliga decir que…“al Acnudh le inquieta profundamente la falta de consentimiento libre, previo e informado con respecto al establecimiento del Arco Minero del Orinoco en sus territorios tradicionales”. ¡Eso es todo! Le inquieta…

Felix Oliveros, uno de los socios que formó parte en 2016 de la apertura del Arco Minero y que involucró empresas como Faoz Corp, Ecomine, Camimpeg, Gold Reserve y Supracal, aseguró para un reportaje publicado por Venezuelausa.org en julio del 2019, que todo el negocio del oro se lo llevó este clan de Nicolasito, Oliveros aseguró que la parte operativa de los negocios del oro para el exterior era manejada por Ricardo Morón con enlace directo a través de Alex Saab, el hombre de Maduro en otro negocio turbio como son las cajas CLAP que administra el hambre y la miseria en Venezuela. Los Morón son Santiago José Morón Hernández y Ricardo José Morón Hernández, los testaferros de “Nicolasito” Maduro Guerra y su padre, Nicolás Maduro y sus aliados más cercanos con toda una red que se encuentra ubicada en lujosos complejos residenciales en la ciudad de Doral al sur de la Florida.

El maltrato ecológico a la región del Arco Minero no será fácil de revertir. Sus suelos delicados, sus ríos envenenados, el daño a la cultura y a la vida de los pueblos que allí habitan suman delitos contra DDHH de todo tipo que tendrán que ser reparados algún día, más pronto que tarde, cuando la institucionalidad retorne al país. El Estado venezolano es cómplice de las prácticas de un modelo económico extractivo, violatorio de las leyes ambientales y contrario a la supuesta protección ecológica y desarrollo sustentable contemplados en la Constitución, esa misma Constitución que fue aprobada en 1999 y que durante años ha sido promocionada por el régimen como “la mejor constitución del mundo”… “Quien tenga oídos que oiga”
Maracaibo, miércoles 29 de julio, 2020