Pneumocystis jirovecii -antiguamente conocido como Pneumocystis carinii-, es un hongo patógeno, oportunista, extracelular, que parasita el árbol respiratorio del ser humano, produciendo una infestación en muchos pacientes que han sufrido de inmunosupresión. Es un agente infeccioso común entre los afectados por el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). La enfermedad que provoca es conocida como Neumocistosis.
Este tipo de infección es muy común en SIDA y se conoce como la neumonía por Pneumocystis. En otras épocas, la neumonía por Pneumocystis fue la mayor causa de muerte en las personas con VIH/SIDA. Pero hoy es posible prevenir o tratar la mayoría de los casos. La clave para sobrevivir la neumonía por Pneumocystis es el tratamiento temprano. Los primeros signos de neumonía por Pneumocystis son fiebre, tos seca, dificultades para respirar y fatiga. Hoy día, entre los pacientes infectados por el VIH, la infección por P. jirovecii es menos frecuente en Europa y Norteamérica por el desarrollo de los fármacos antiretrovirales que controlan la enfermedad. En un principio, se pensó que este germen era un protista, no clasificándose como hongo hasta que el desarrollo de las técnicas moleculares de análisis filogenético han permitido identificar su ADN como perteneciente a un hongo Ascomiceto.
Se cree que este hongo se desarrolla en el tejido pulmonar sin producir síntomas, siendo capaz de provocar una infección en pacientes con inmunodepresión. El SIDA y la administración de fármacos antitumorales alteran las defensas inmunitarias hasta un grado incapaz de erradicar el P. jirovecii. No hay vacuna para prevenir la neumonía por Pneumocystis. Voy a relatar la historia de cómo descubrieron este hongo patógeno, pero antes tengo que referir una anécdota y como tal, al ser real para mí su recuerdo imborrable debería ser uno de esos hechos que no se comentan, pero los protagonistas ya no están en este mundo, de modo que señalaré como culpable al Pneumocystis.
Había una vez un residente de postgrado que le caía mal a un profe (es un hecho descrito), no estoy descubriendo el agua tibia, lo sé, y era que vivíamos los años cuando comenzábamos a conocer los gérmenes oportunistas en las autopsias de SIDA y surgió la posibilidad de hablar sobre el Pneumocystis que pensábamos era una especie de protozoario, un bicho raro, sin duda y en una reunión la pregunta del profe fue directa a su residente mal visto. ¿Que es el Pneumocystis? El chamo, en algún sitio había leído -porque él se preparaba para las reuniones- que el bichito aquel que proliferaba en los pulmones, era un hongo, y con el mayor desparpajo, se atrevió y lo dijo! Su información fue considerada por el profe como una disparatada burla y lo sacó. ¡Expulsado de la reunión! El chamo había dicho una verdad que sería reconocida muchos años después…
La historia real, no la anecdótica, nos relata que la primera persona que encontró este organismo extraño fue Carlos Chagas en 1909, el propio Chagas lo descubrió en animales de experimentación, pero lo confundió con una parte del ciclo de vida del Trypanosoma cruzi (agente causal de la enfermedad de Chagas) y llamó a ambos organismos Schizotrypanum cruzi. Un año después, los quistes de Pneumocystis fueron informados por Antonio Carinii también en Brasil, y el Pneumocystis fue nuevamente descubierto en 1912 por Delanoë y Delanoë, esta vez en el Instituto Pasteur, en París; lo encontraron en ratas y se propuso el nombre de género y de especie Pneumocystis carinii en honor a Carini.
En 1942 dos investigadores holandeses, Van der Meer y Brug, lo encontraron otra vez, pero en nuevos casos humanos: un bebé de 3 meses con una cardiopatía congénita y en tres de 104 casos de autopsia: un niño de 4 meses, un infante de un mes y un adulto de 21 años. Entonces el Pneumocystis fue re-descrito como un germen patógeno humano. Habiendo solo una especie descrita en el género, consideraron que el parásito humano era el P. carinii.
Nueve años más tarde, en 1951, el Dr. Josef Vanek de la Universidad Charles de Praga, Checoslovaquia, mostró en un estudio de secciones pulmonares de 16 niños que el organismo denominado " P. carinii " era el agente causante de la neumonía en estos niños y al año siguiente, Otto Jírovec reportó a " P. carinii "como la causa de neumonía intersticial en neonatos”. Al darse cuenta de que el Pneumocystis de los humanos no podía infectar animales de experimentación como las ratas y que la forma de Pneumocystis en las ratas difería fisiológicamente y tenía diferentes propiedades antigénicas, Frenkel fue el primero en reconocer el patógeno humano como una especie distinta y lo llamó " Pneumocystis jiroveci " (corregido a P. jirovecii ). Otto Jírovec (1907 – 1972) era un activo profesor de parasitología y protozoología checoslovako..Ver foto.
Existía una controversia sobre el reetiquetado de P. carinii en humanos como P. jirovecii, razón por la cual ambos nombres todavía aparecen en las publicaciones. Sin embargo, solo el nombre P. jirovecii se usa exclusivamente para el patógeno humano, mientras que el nombre P. carinii ha tenido una aplicación más amplia para muchas especies. Frenkel y quienes le precedieron -nos incluye a nosotros los estudiosos de la patología del SIDA en Venezuela-creíamos que todos los Pneumocystis eran protozoos, pero poco después comenzaron a acumularse pruebas de que Pneumocystis era un género fúngico. Estudios recientes muestran que es un género inusual, en cierto modo primitivo, de Ascomycota, relacionado con un grupo de levaduras.
Lo más interesante de este asunto es que cada primate probado, incluidos los humanos, parece tener su propio tipo de Pneumocystis que es incapaz de infectar de forma cruzada a otras especies huésped y que ha evolucionado conjuntamente con cada especie. Actualmente, solo cinco especies han sido nombradas formalmente: P. jirovecii de humanos, P. carinii como originalmente se nombró de ratas, P. murina de ratones, P. wakefieldiae también de ratas, y P. oryctolagi de conejos. El P. jirovecii no puede mantenerse fuera del pulmón del hospedador humano, de hecho, son formas distintas del hongo que infectan las diferentes especies animales. Definitivamente, P. jirovecii es el nombre del agente causante de la Neumocistosis humana, la cual es incapaz de infectar a otras especies animales.
Los organismos que se encuentran en animales no pueden infectar a los seres humanos. No se comprende aún la dinámica de transmisión del P. jirovecii, pero las evidencias actuales demuestran que ocurre de humano a humano, probablemente a través de partículas transportadas en el aire. Esta ruta se ve favorecida por encima de la teoría que el individuo cargaba al microorganismo desde la infancia, basado en pruebas que provienen de la observación de que una misma cepa del organismo infecta a los pacientes de un mismo hospital. Una vez dentro del pulmón del hospedador, una forma haploide trófica del P. jirovecii parece adherirse a las membranas celulares alveolares para luego formar agrupaciones que progresan a desarrollar quistes. Los quistes producen ocho esporozoitos que permanecen dentro de los quistes para luego ser liberados y diferenciarse en trofozoítos. Un mecanismo de supervivencia en el pulmón del hospedador puede implicar la desactivación de la actividad fagocitaria y la reducción de la activación de los macrófagos alveolares.
Para terminar de aclarar los conceptos, Pneumocystis jirovecii no es un protozoo, la nomenclatura de "quiste" y "trofozoito" es inadecuada. La forma actualizada sería "Cuerpos de Pneumocystis jirovecii"; "Ascas de Pneumocystis jirovecii"; "Formas de Pneumocystis jirovecii". Este hongo al igual que otros microorganismos, como el histoplasma se colorea con técnicas de tinción argéntica usando la metenamina. La tinción de Gomori, tinción argéntica, o el uso de la inmunofluorescencia directa. El tratamiento de la infección se realiza con trimetoprim-sulfametoxazol (co-trimoxazol). En caso de fracaso terapéutico, el tratamiento alternativo de elección es el uso de pentamidina o atovaquona.
Maracaibo, martes 1 de noviembre del año 2022