domingo, 30 de junio de 2024

La princesa de Éboli

 

Esta es una historia sobre Doña Ana de Mendoza, más conocida como la princesa de Éboli quien tuvo una gran influencia en la corte del rey Felipe II de España pero terminó muriendo en la cárcel por orden del rey.

 

Ana Hurtado de Mendoza de la Cerda y de Silva y Álvarez de Toledo (1540-1592) fue una noble española con los títulos de II duquesa de Francavilla, II princesa de Mélito, II condesa de Aliano y II marquesa de Algecilla por derecho propio y adicionalmente por su matrimonio con don Ruy Gómez de Silva, noble portugués valido del rey Felipe II de España, Ana era también princesa de Éboliduquesa de Estremeraduquesa de Pastrana y marquesa de Diano. Coloquialmente, Ana es conocida como la princesa de Éboli.

 

La casa de Mendoza, era una de las familias castellanas más poderosas de su época. Ana fue la única hija del matrimonio de Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda -I duque de Francavilla, I príncipe de Mélito y virrey de Aragón- con su primera esposa María Catalina de Silva y Álvarez de Toledo, hija de los condes de Cifuentes.

 

En 1553, Ana tenía doce años de edad, y el futuro Felipe II de España era en aquellos días “el príncipe Felipe” cuando los padres de Ana firmaron las capitulaciones para su boda con un amigo de la infancia del príncipe Felipe, Ruy Gómez de Silva que era príncipe de Éboli, -denominación de la ciudad ubicada en el Reino de Nápoles- Ruy era igualmente ministro del rey y sus compromisos motivaron su presencia en Inglaterra por lo que el matrimonio no se celebró hasta aproximadamente 1557 cuando Ana tendría ya 17 años. ​

 

Ana era considerada como una de las mujeres de más talento e igualmente una de las damas más hermosas de la corte española de su época. Había perdido su ojo derecho, al ser este dañado durante su infancia por la punta de un florete manejado por un paje, dato que no es claro, por lo que se ha propuesto también que pudiese padecer de estrabismo.


 

Ana solicitó junto con su marido dos conventos de la orden religiosa de las carmelitas descalzas en Pastrana y entorpeció las obras porque quería que se construyesen según sus dictados, lo que provocó conflictos con monjasfrailes, y particularmente con Teresa de Jesús, fundadora de la orden religiosa. Ruy Gómez de Silva puso paz a aquel desagradable asunto, pero cuando éste murió en 1573, volvieron los problemas, ya que la princesa insistía en querer ser monja y que todas sus criadas también lo fueran. Deseo que le fue concedido a regañadientes por Teresa de Jesús quien la ubicó en una celda austera.

 

La princesa -ya viuda- pronto se cansó de la celda y se fue a una casa en el huerto del convento con sus criadas. Allí disponía de armarios para guardar vestidos y joyas, además de tener comunicación directa con la calle y poder salir a voluntad. Ante esta situación, por mandato de Teresa, todas las monjas abandonaron Pastrana y dejaron sola a Ana quien finalmente regresó a su palacio de Madrid, no sin antes publicar una biografía tergiversada de Teresa, la cual produjo un gran escándalo y la intervención de la Inquisición española, que prohibió la obra durante diez años.

 

Tras la repentina muerte de Ruy Gómez de Silva en 1573, Ana se vio obligada a manejar su amplio patrimonio y durante el resto de su vida tuvo una existencia problemática, pero gracias a sus influyentes apellidos consiguió una posición desahogada para sus hijos. Su hija mayor, Ana, casó con Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, VII duque de Medina Sidonia; el siguiente, Rodrigo, heredó el ducado de Pastrana; Diego fue duque de Francavilla, virrey de Portugal y marqués de Allenquer, y finalmente, su hijo Fernando, ante la posibilidad de llegar a cardenal, le hicieron entrar en religión, pero escogió ser franciscano y cambió su nombre por el de Fray Pedro González de Mendoza (como su tatarabuelo el Gran Cardenal Mendoza), y llegaría a ser arzobispo.

 

Debido a la posición de Ana de Mendoza en la corte española, ella mantenía relaciones cercanas con el entonces príncipe y luego rey Felipe II. Esta conexión animó a varios a catalogarla como “amante del rey”, principalmente durante el matrimonio de este con la joven Isabel de Valois, de la cual Ana era amiga. Lo que sí parece seguro es que, una vez viuda de 23 años, en 1573, sostuvo relaciones con  Antonio Pérez del Hierro (1540-1611) el secretario de cámara y del Consejo de Estado del rey de España Felipe II, quien tenía la misma edad que ella y es difícil saber si realmente lo suyo fue simplemente una cuestión de amor, de política o de búsqueda del apoyo que le faltaba desde que muriera su marido.


 

Estas relaciones fueron descubiertas por Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austria, -el hijo natural del rey Carlos I de España, quien además mantenía contactos con los rebeldes de los Países Bajos Españoles-  El secretario Antonio Pérez, temeroso de que revelase el secreto, le denunció ante el rey acusándolo de graves manejos políticos y Escobedo apareció muerto a estocadas, por lo que la opinión pública acusó al secretario Antonio Pérez; pero pasaría todo un año hasta que finalmente el rey dispuso su detención.

 

Es probable que, junto a la posible revelación de la relación amorosa entre Ana y Antonio Pérez, también existiesen otros motivos, en una compleja intriga de ambos acerca de la sucesión al trono vacante de Portugal contra don Juan de Austria, en su intento de casarse con María I de Escocia, de la Casa de Estuardo. Felipe II se empeñó en mantener recluida a la princesa de Éboli hasta su muerte, aunque nunca dejó claras sus razones.

 

Como resultado de esta compleja trama, Ana la princesa viuda del príncipe de Éboli el 28 de julio de 1579, fue encerrada por orden del rey Felipe II de España en el Torreón de Pinto. Luego, en febrero de 1580 seria trasladada al fortaleza de Santorcaz,​ privada de la tutela de sus hijos y de la administración de sus bienes. Para en 1581 seria trasladada a su Palacio Ducal de Pastrana, muy conocido por el balcón enrejado que da a la plaza de la Hora, llamada así porque era donde se permitía a la princesa melancólica asomarse una hora al día. Allí, Ana estuvo acompañada y atendida por su hija menor, Ana de Silva (llamada como la hija mayor de la princesa, que tuvo dos hijas del mismo nombre, quien se haría monja luego) y tres criadas. Ana falleció en dicha localidad el 12 de febrero de 1592. Ana y Ruy están enterrados juntos en la Colegiata de Pastrana.

 

No está muy claro el porqué de la actitud cruel de Felipe II para con Ana, quien en sus cartas le llamaba “primo” al monarca, y le pedía en una de ellas “que la protegiese como caballero”. En tanto que Felipe II se referiría a ella como “la hembra” o “la marrana”. ​La actitud de Felipe hacia Ana fue dura y desproporcionada, aunque siempre protegió y cuidó de los hijos de esta y de su antiguo amigo Ruy Gómez de Silva. Felipe II nombró administrador de sus bienes y más adelante llevó las cuentas, a su hijo Fray Pedro.

 

Juan de Escobedo estaba emparentado con doña Ana de Mendoza y de la Cerda, esposa del príncipe de Éboli, y disfrutó de la protección de Ruy Gómez, a quien acompañó a Inglaterra en el verano de 1554, al tiempo de la boda de Felipe II con María Tudor. Hasta la muerte de Ruy Gómez, en julio de 1573, le acompañó en destacados cometidos en la Corte.


Después, en 1574 fue recomendado por Antonio Pérez, secretario del rey, para ocupar el cargo de secretario personal de don Juan de Austria. Esta elección, hecha en principio con ánimo de que vigilara a don Juan, nombrado en noviembre de 1576 gobernador de Flandes, resultó fallida, pues se convirtió en uno de sus más fieles partidarios.

 

Durante esta etapa, Escobedo viajó varias veces entre Flandes y España a requerimiento de don Juan para conseguir que el rey aprobara los fondos que sufragaran sus proyectos de paz con los rebeldes flamencos, salida de los Tercios de los Países Bajos, para utilizarlos en la invasión de Inglaterra, rescatando a María Estuardo de su prisión, casándose con ella y reimplantando el catolicismo en aquel reino, tras el destronamiento forzado de Isabel I de Inglaterra.

 

En el otoño de 1577, reunió pruebas de los negocios ilícitos y apoyo a los rebeldes flamencos de Antonio Pérez y conocería de la más que probable relación con su pariente y antigua benefactora Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli. Cuando, Escobedo amenazó a Pérez con divulgar su confabulación a menos que este apoyara las pretensiones de don Juan de Austria en los Países Bajos y en su intento de invasión de Inglaterra, Antonio Pérez temió ser denunciado de traición ante el Rey y ordenó su asesinato.

 

Primero mediante un intento fallido de envenenamiento y, posteriormente, contratando a 5 sicarios que finalmente le asesinaron mediante emboscada la noche del 31 de marzo de 1578 en la calle de San Juan del antiguo barrio de Santiago de Madrid. Este lóbrego incidente de intrigas y confabulaciones, uno de los más oscuros del reinado de Felipe II y en el que posteriormente se ha llegado a involucrar al propio rey. Temeroso Antonio Pérez que se descubriera su doble juego y manejando al monarca a su favor, aprovechó la ocasión de que Juan de Escobedo regresase a la corte para ordenar su muerte. Sufrió dos intentos de envenenamiento en sendas comidas en casa de Antonio Pérez durante los días 8 y 12 de marzo de 1578 que no fructificaron. Sin embargo, días después, murió acuchillado por parte de seis sicarios a pocas manzanas del antiguo palacio real de Madrid, cuando regresaba ya de noche de la casa de la Princesa de Éboli.

 

Pérez cayó en desgracia en julio de 1579, detenido a la vez que la Princesa de Éboli, sería sometido a un largo proceso judicial con potro de tortura incluido, pero logró escaparse a Aragón en abril de 1590 para refugiarse en sus Fueros primero y luego, cruzando la frontera llegaría a Francia después, sin poder ser cumplida su sentencia de muerte.

 

Con este relato que es una historia de amores y traiciones terminamos con el mes de junio …

 

Maracaibo, el día domingo 30 de junio del año 2024

 

sábado, 29 de junio de 2024

La novela perdida

 

El año 1928, se rebelarán los estudiantes en La Rotunda y Enrique Bernardo Núñez quien ya no era un estudiante no se atrevería a unirse a ellos. Poco después aceptará trabajar para el gobierno gomecista y será designado Secretario de la Embajada de Venezuela en Bogotá. Luego pasará a La Habana donde, en enero de 1929, empieza a escribir una novela que terminará a mediados de 1930 en Panamá. Será en 1931 cuando publicará “Cubagua” (https://tinyurl.com/49k6s6yj) y en febrero de 1931, escribiría en Panamá su otra gran novela, “La galera de Tiberio”. 

 

La galera de Tiberio fue la cuarta novela de Enrique Bernardo Núñez, escrita entre 1930 y 1932, la cual fue publicada y destruida por su propio autor en 1938. Luego de esto, en 1967 fue reeditada intentando incluir correcciones dejadas incompletas a la hora de la muerte de Núñez, lo que resultó en una versión apócrifa, que luego fue reeditada por Biblioteca Ayacucho, en 1986. Esta obra se adelanta en muchos sentidos a algunas propuestas del neorrealismo y, luego, del cine latinoamericano de los años 60, y, en otras, al testimonio como vía de representación de voces subalternas.

Buena parte de la data para el breve artículo para este Blog lapesteloca es tomada del trabajo de publicado por Alejandro Bruzual del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, el año 2017 en Caracas. Enrique Bernardo Núñez terminó de escribir La galera de Tiberio. Crónica del Canal de Panamá, entre Ciudad de Panamá y la Mesa de Guanipa, hacia 1932; pagó él mismo su edición en Brujas, en 1938, y casi de inmediato lanzó sus ejemplares al río Hudson, en Nueva York. A partir de entonces, re-trabajó el texto durante más de 20 años, sin llegar a una versión definitiva. En 1959 intentó editarla de nuevo en Perú, de manera infructuosa.

La obra, La galera de Tiberio, sólo circuló en 1967, por primera vez y en Venezuela, luego de la muerte del autor, pero en una versión que sufrió fuertes intervenciones de parte de sus editores que, más allá de las buenas intenciones de reconstruir la última voluntad del autor, no pudieron controlar la falta de claridad de las correcciones que quedaron en un ejemplar superviviente del “naufragio voluntario” de la galera al que la sometió su creador.

 

Todas estas circunstancias impedirían que esta pueda verse como, la "novela perdida de la literatura latinoamericana" la cual pudiera ser realmente leída. Sus características meta-narrativas, serian el producto de la experiencia de la matanza bananera de Santa Marta, Colombia, en 1928 que conduciría al autor a proponerse a desarrollar una narrativa de ruinas, que pudiera dar cuenta de hechos históricos que habían sido silenciados con la complicidad de la "literatura de arte" y la violencia del Estado. Esta “obra collage”, de retazos textuales, generarían un conflicto con su autor que nunca fue resuelto.

Se ha repetido que la insatisfacción del autor se debía por una parte a los múltiples errores de la edición belga (no más abundantes que los que aparecieron en sus otras obras), a, el que no tuviera completo su pie de imprenta o que la destrucción de los ejemplares se debió a un acto extremo más y una expresión radical del sentido autocrítico del autor. Pensamos, dice Alejandro Bruzual que, sin embargo, existía a una tensión nunca resuelta entre el escritor y su obra. En esos mismos años, el escritor mudó profundamente su percepción ideológica, hecho que queda documentado en la misma novela al presentar una temática, precisamente, centrada en lo político.

 

De alguna manera, todo esto produjo lo que podría denominarse “una crisis textual”, es decir, un conflicto del autor con su propia obra, e intuimos que incluso el hecho de haber sido editada y destruida -como si hubiese temido su efecto, más que literario-, el texto siguió creándole problemas durante el resto de su vida, y de allí los irrefrenables e incompletos cambios.

 

Los vínculos de este libro y del tortuoso destino del autor relacionados con los cargos diplomáticos que ocupó, no han llamado la atención de la crítica, y no obstante obligadamente pasa a ser uno de los marcos sociales referenciales de la trama, y el más duramente atacado. En efecto, Bernardo Nuñez concibió y escribió la obra siendo secretario de la legación venezolana en Colombia, Cuba y Panamá, durante el gobierno de Juan Vicente Gómez. Luego, la editaría siete años más tarde, siendo cónsul en los Estados Unidos, durante el gobierno de Eleazar López Contreras. Sin lugar a dudas, la primera experiencia fue crucial para fijar su posición anti dictatorial y antimperialista que, mantendría el resto de su vida. Residiendo en el país del Norte, no resistiría la tentación de dar a conocer una obra de un contenido tan rebelde y latinoamericanista en momentos en que el mundo se lanzaba a la Segunda Guerra Mundial, mas, sin embargo, quedaría por interpretarse el sentido de su destrucción, bajo aquellas mismas circunstancias…

 

Núñez llegó a Bogotá, en 1927, meses antes de los sucesos de la Semana del Estudiante en Caracas. Así, cuando algunos de los exilados lo acusaron de complicidad con la dictadura de Gómez, con la violencia de sus atropellos y la encarcelación de más de la mitad de la

población universitaria, Núñez respondió por la prensa colombiana de manera virulenta, expresando su adhesión de funcionario. Casi de inmediato, publicó un libelo en contra de Gonzalo Carnevali recurriendo a los argumentos que justificaban el gomecismo, según su criterio: la pacificación del país, el pago de la deuda externa y -como escribió también en El Tiempo- “las obras públicas hechas con recursos nacionales no obstante los créditos ofrecidos por Wall Street” (1928), observación final que desliza ya visos de inquieto Nacionalismo; en particular, le obcecaba el que se debatieran las circunstancias políticas nacionales en medios públicos de otros países, propiciando la injerencia extranjera.

 

Poco más tarde, ya a finales de 1928, y muy cerca de Santa Marta, tuvo lugar la huelga de los obreros de la empresa United Fruit Company, que concluiría con una masacre de campesinos desarmados y de sus familiares en manos del ejército, el 6 de diciembre de ese año. No conocemos una reflexión, ni siquiera una nota de prensa en la que Núñez haga referencia a estos hechos, pero La galera de Tiberio no deja ninguna duda en cuanto a su visión sobre lo sucedido, fijando una nueva posición política.

 

Por sus páginas deambulan personajes inspirados en intelectuales, conspiradores, líderes políticos y revolucionarios latinoamericanos, que el autor conoció en esa etapa de su vida. Pero lo más significativo es el que se haya inspirado en el internacionalista venezolano Pío Tamayo para la construcción de su protagonista, Pablo Revilla, el “enemigo del gobierno de Venezuela”. Si tenemos en cuenta su enfrentamiento con los exilados del movimiento estudiantil venezolano, en Bogotá, pocos meses antes, se debe interpretar entonces que su novela es una reconsideración significativa de lo sucedido en Venezuela, y hasta pudiera interpretarse una voluntad de desagravio.

 

En efecto, Revilla, como el propio Tamayo, participaría en las manifestaciones caraqueñas y posteriormente seria encarcelado en el Castillo de Puerto Cabello. Más tarde, formó parte del asalto al Cuartel San Carlos. Al lograr huir, llega a Colombia poco antes de los trágicos sucesos obreros: “En seguida se trasladó a la zona bananera. Su alma hirvió de cólera y de gozo. Octubre y noviembre de 1928. Los incendios estallaban en las plantaciones. Se fusilaba a los huelguistas por la espalda”.

 

El protagonista apoya e instiga la huelga, la resistencia, y logra sobrevivir cuando el ejército procede a quemar a los sobrevivientes. El gobierno establecerá un cerco informativo, atribuyendo los muertos a falsa propaganda y califica lo sucedido como un acto subversivo de los obreros, ocultando una verdad que muchos años más tarde, y sólo en parte, se lograría dilucidar. Estos hechos dieron inicio a la novela donde Enrique Bernardo Núñez declara su voluntad de denuncia y de inscripción histórica para los hechos falseados y borrados por el gobierno colombiano y para la compleja armazón escrituraria, el narrador de La galera de Tiberio, asumirá una omnisciencia que excede su caracterización ficcional. 

 

Xavier Silvela, señalaría que no sólo el jefe de operaciones militares había establecido la versión oficial de los sucesos, sino que lo había hecho con una declarada y abyecta intención estética “se holgaba tanto del mérito literario de su obra (...) satisfecho de su estilo. Esta preocupación le hacía trazar arabescos sobre aquellos recuerdos y le hacía olvidar todo, hasta la sangre vertida”. Núñez percibe este hecho como un falseamiento de la escritura, lo que lo llevó a definir de manera peculiar las decisiones formales y estilísticas de su obra.

 

En un preámbulo que forma parte de la ficción, firmado con sus iniciales –“E.B.N.” como lo hacía en la prensa– y en un interesantísimo gesto metanarrativo, advierte al lector la “imperfección” de la obra, que mostraba “desorden”, “premura”, “descuido y negligencia” en el manejo de sus materiales. De este modo, exigía un interlocutor dispuesto a negar los “arabescos falseadores” del “historiador-jefe de operaciones”, uno que aceptara enfrentarse a la “crisis textual” que se produciría inevitablemente, y cuya intención era reactivar la memoria como resistencia ante la crisis también de la posibilidad de narrar, de opinar, de hablar ante la violencia.

 

Proclamaba, entonces, una “verdad” desde la voz traumática de los hechos, además de que actuaba de manera casi inmediata. Así, su texto cobraría un sentido de urgencia testimonial, si bien relata hechos que, aunque estuvo próximo, no vivió a plenitud. Es así como la propia superficie argumental problematiza el concepto de representación artística, confrontando realidad y ficción.

 

Maracaibo, sábado 29 de junio del año 2024

viernes, 28 de junio de 2024

Emperipolesis y entosis

 

 
Emperipolesis es el nombre de un fenómeno biológico por el cual unas células penetran dentro de otras células, estando ambas células vivas, esto tiene relación con la “fagocitosis” de la que inicialmente hablamos (https://tinyurl.com/4yt29c9v) en el mes de diciembre del año 2015 a propósito de la disertación del Dr. Ruy Pérez Tamayo sobre “El elefante y la Echerichia Coli” y todo alrededor de las interesante ideas del sabio Elías Metchnikoff a quien también detalladamente mencionáramos en mayo del 2018 en este blog lapesteloca (https://tinyurl.com/2me54apv).

 

La fagocitosis se caracteriza porque las células ingeridas por otras células son digeridas en el interior de las mismas gracias a las enzimas hidrolíticas de los lisosomas. Sobre el tema de los lisosmas, el pasado mes de mayo conversamos (https://tinyurl.com/mwc2rd5d) apropósito de la “autofagia” y previamente en 2022 nos habíamos referido en este blog lapesteloca a la autofagia y el envejecimiento (https://tinyurl.com/mr43twww).

 

En la emperipolesis (del griego: em-dentro; peri-alrededor; polemai-polémico), las células aparentemente atrapadas dentro de los macrófagos, siguen viables y son capaces de salir de ellas indemnes. Este proceso que lleva el nombre que identifica esta breve revisión, es patognomónico de la “enfermedad de Rosai y Dorfman” originalmente denominada “Histiocitosis sinusoidal con lindadenopatía masiva” y puede verse también en las células gigantes de la “enfermedad de Hodgkin”.


 

En noviembre del año 2007, Michel Overholtzer y colaboradores describieron un fenómeno similar a la emperipolesis y decidirían llamarlo Entosis (1) La entosis es también un proceso de fagocitosis celular, pero resulta ser una forma excepcional de canibalismo celular que se observa frecuentemente en tumores humanos, constituyendo un modo novedoso de supresión tumoral (2). Hay numerosos indicios que señalan como se desencadena la entosis, tras el desprendimiento de las células de su matriz extracelular de soporte, un fenómeno observado y ya descrito en el cáncer. Sin embargo, se desconocen los mecanismos moleculares y celulares precisos que rigen la entosis.

 

La entosis también parece ser capaz de promover la multinucleación de células externas, favoreciendo a la larga la aparición de aneuploidía e inestabilidad genómica. En el proyecto denominado ENTOSIS 2013 se pone de manifiesto la existencia de un vínculo entre la frecuencia de la mitosis y el canibalismo celular en tumores de mama humanos.

 

La entosis como proceso de fagocitosis celular mediante el cual las células vivas son engullidas completamente por otras, es una forma excepcional de canibalismo celular, por el cual la mayoría de las células fagocitadas son destruidas y digeridas por sus huéspedes. Ya dijimos que el proceso de entosis se observa en tumores humanos, proporcionando un modo novedoso de supresión tumoral.

 

Existen numerosos indicios que señalan como se desencadena la entosis tras el desprendimiento de las células de su matriz extracelular de soporte, fenómeno observado en el cáncer, aunque se desconocen los mecanismos moleculares y celulares precisos que rigen este fenómeno. El proyecto financiado por la Unión Europea ENTOSIS 2013 demostraría que la proliferación celular a través de la mitosis también puede actuar como desencadenante de la entosis. Siendo la proliferación celular una característica distintiva del cáncer, los hallazgos de la entosis, se cree que pueden tener importantes repercusiones clínicas.

 

El mecanismo responsable de la entosis mediada por la mitosis, se ha examinado suprimiendo genes específicos conocidos por su papel en la biología de células epiteliales y sus conexiones con la matriz extracelular. La monitorización de la entosis mitótica en células cancerígenas cultivada in vitro y en presencia de agentes quimioterapéuticos permitió determinar que este fenómeno se relaciona con el índice mitótico celular, de manera que la mitosis puede regir el canibalismo celular en el cáncer, y a la vez actuaría como un potencial supresor tumoral.

 

Examinando el destino de las células de la línea MCF10A, (células epiteliales derivadas de tejido mamario normal suspendidas en un medio de cultivo), encuentraron que algunas células parecían estar en el interior de grandes vacuolas de otras células. Confirmaron la conjetura marcando las células con dos colores diferentes de fluorescencia y analizando el proceso de incorporación con microscopia confocal (en tres dimensiones). No se trataba de una superposición de células sino de la inclusión completa, no sólo de una célula dentro de otra, sino también, a veces, de más de una. La inmuno-marcación de las membranas celulares con beta-catenina, la microscopia de contraste de fases filmada en intervalos de tiempo (time-lapse microscopy), y la microscopia electrónica de trasmisión y de barrido, confirmaron el fenómeno en su morfología y secuencia temporal. Descartaron que el fenómeno esté relacionado con la apoptosis y la fagocitosis.

 

La entosis también puede promover la multinucleación de células externas, favoreciendo a la larga la aparición de aneuploidía e inestabilidad genómica. Se ha demostrado que el tratamiento con agentes quimioterapéuticos también indujo entosis mitótica en células cultivas y en modelos de xenoinjertos de ratón para el cáncer de mama, revelando una nueva función para estos fármacos que previamente se había pasado por alto.

 

En conjunto, los resultados del proyecto ENTOSIS 2013 ha puesto de manifiesto la existencia de un vínculo claro entre la frecuencia de la mitosis y el canibalismo celular en tumores de mama humanos. El conocimiento básico obtenido sobre la mitosis y la entosis en el cáncer y durante la quimioterapia, justifican la puesta en marcha de nuevos estudios para demostrar el potencial traslacional de este nuevo mecanismo para el diagnóstico, la prognosis o la predicción de la respuesta al tratamiento.

 

La muerte de las células ingeridas por células neoplásicas, en el proceso denominado “muerte celular entoótica” ocurre en células no apotóticas como un mecanismo dependiente de las proteínas de cadena ligera 3 (LC3) de los microtúbulos, las cuales se transforman en vacuolas lipídicas entoóticas, un mecanismo que ofrece la posibilidad de cuantificar el fenómeno por su asociación con LC3(3).

 

La pregunta de si acaso la emperipolesis y la entosis son procesos muy similares, ha llevado a ponerle más atención al fenómeno de la división celular ya que tanto entosis como emperipolesis ofrecen un modelo ideal para estudiar mecanismos de interacción entre células (4) y se espera permitan entender si acaso la entosis es una estrategia de las células neoplásicas para escaparse de las defensas de las que nos provee el sistema inmune.

 

Referencias

1-       Overholtzer  M, Mailleux A , Mouneimne G, Normand G, Schnitt SJ, King RW, Cibas ES, Brugge JS. A nonapoptotic cell death process, entosis, that occurs by cell-in-cell invasión. Cell, 2007 Nov 30;131(5):966-979.

2-       Arnaud A Mailleux A.A, Overholtzer M,  Brugge JS. Entosis, a cell death process related to cell cannibalism between tumor cells. Med Sci (Paris). 2008 Mar;24(3):246-248.

3-       Hamann JC, Sung Eun Kim SE,  Overholtzer M.  Methods for the Study of Entotic Cell Death. Methods Mol Biol, 2019:1880:447-454.

4-       Xia, P., Wang, S., Guo, Z. et al. Emperipolesis, entosis and beyond: Dance with fate. Cell Res 2008 18, 705–707 

Maracaibo, viernes 28 de junio del año 2024

 

jueves, 27 de junio de 2024

Más de 3 palabras

 

Se me antojo comenzar por dos Metáfora y Anáfora, palabras mencionadas hace unos días a propósito de las figuras literarias (https://tinyurl.com/yvutpdx8) y las cuales sencillamente resultan ser giros del lenguaje que usualmente son empleados para embellecer un discurso. Pero ahora dije: “más de tres”…

 

Podíamos recordar que “Tres palabras” es un bolero del compositor cubano Osvaldo Farrés (1902-1985) célebre por sus más de 300 canciones, particularmente boleros que le dieron fama internacional, e inicio con: Tres palabras, Toda una vida, No sé qué voy hacer, No, no y no, No me vayas a engañar, Madrecita, Acércate más, En el mar y Quizás, quizás, quizás. No diría quizás sino seguro que casi todas les suenan conocidas.


Antes de ponernos a cantar el bolero de Farrés, se los recordaré: “Oye la confesión, de mis secretos, nace de un corazón que esta desierto. Con tres palabras, te diré todas mis cosas, cosas del corazón que son preciosas. Dame tus manos, ven, toma las mías, que te voy a confiar las ansias mías… Son tres palabras, solamente mis angustias y esas palabras son, como me gustas”. Será mejor que regresemos a la primera de las “más de tres” palabras que antes había mencionado, y esta era: Metáfora.

Recuerdo como ayer la explicación de su significado en una clase del tercer año de bachillerato con el presbítero Mariano Parra León, nuestro maestro de literatura, quien utilizo la poesía de Andrés Eloy para enseñarnos “como el rio se iba poniendo encinta de la estrella” y entendimos aquello de hundir las manos en el agua “hacia ella” y captar que las estrellas donde están es arriba, en el firmamento… Hermosa metáfora de nuestro poeta venezolano de la que fuera otrora “Acción Democrática”.

La Anáfora es otra cosa. Anáfora es la repetición, rítmica de sonidos o de sílabas dentro de un verso, o dentro de una frase, la cual es empleada para otorgar al texto una mayor belleza o más potencia expresiva. No debemos confundirla con un término gramatical o lingüístico que lleva el mismo nombre (anáfora) y que consiste en referir un término mediante un pronombre o un deíctico antes de que el sustantivo aparezca en la frase siguiente. La anáfora rítmica se emplea a menudo en los textos poéticos, sobre todo en los rimados, o en piezas de oratoria y un buen ejemplo es el conocido “Verde, que te quiero verde” del “Romance sonámbulo” de García Lorca.

Tenemos que recordar algo importante: Metáfora y símil van juntos porque siempre se trata de comparaciones: cotejaremos directa o indirectamente estos dos términos para resaltar alguna cualidad entre ellos, ya sea por semejanza, por diferencia, o en sentido figurado. La metáfora lo hace de modo directo, sustituyendo términos, en tanto que el símil lo hace indirectamente, con un nexo comparativo: usando “como”, “semejante a”, “similar” y etc, etc.

En enero 2022 hablamos de tres palabrejas del léxico común de esta región que iban de energúmeno y siquitrillar hasta insicuerbido ( https://tinyurl.com/2d8f77r9 ) y repasamos algunos fonemas del maracucholario para que hoy esta, “más de tres palabras” nos lleven a…

1-Tenéis mas vista que un pato macho: expresión que conozco desde mi lejana infancia y aparece en alguna de mis novelas como sobrenombre de un personaje. Señala el hecho de que alguien tenga buena vista, o que sea un observador minucioso, o detallista. Es similar al dicho popular de “Tener ojo de águila” aunque otros afirman que “Tener ojos de pato”, es una expresión traída por los españoles, o derivada del hecho que esas aves son muy hábiles para escapar de ser cazadas y detectan a los que desean hacerlo desde muy lejos, desviando su rumbo.  Lo cierto es que los patos o patas tienen buena vista. “Ese carajo tiene vista de pato macho” sigue siendo una expresión ya en desuso.

2-Cabuya: la palabra es usada como sinónimo de cuerda y así está registrada en los diccionarios. En Maracaibo de antaño en el argot de los vendedores de plátano “cabuya” era usada como una medida de cantidad cuyo equivalente eran 4 racimos de plátanos. Actualmente cabuya es sinónimo de pita, maguey, jeniquén magueyera, penco, sisal, y se refiere a una cuerda, cordel o zumbel en Puerto Rico.  Darle cabuya, en Venezuela y en Puerto Rico se refiere a amarrar y estar “encabullao” es estar amarrado o enredado.

3- ¿Me vais a cortar la cara con ese vaso e cartón? Esta frase interrogada es una metáfora lexical ingeniosa ya que se usa el término literal como figurado cuando se compara lo expresado con el hecho que es imposible que un vaso de cartón sirva como arma capaz de cortar la piel. Generalmente se le antecede la negación o en su defecto el monosílabo “ya” en el contexto de desacuerdo. Su usa para exagerando lo dicho, expresar lo que no se cree.

4- Eneas.  “Ser eneas”, era una expresión muy popular para señalar a quien poseía características poco usuales. También usada para señalar a una persona de proceder violento o arriesgado, que no acataba órdenes y hacia las cosas como le parecía. También usado para recriminar a niños traviesos. La palabra y su connotación deriva del personaje de la mitología grecorromana quien fue el padre de los fundadores de Roma. Eneas, era el héroe de la guerra de Troya, quien logró escapar y viajó hasta el Lacio donde se convirtió en rey y habría de ser el progenitor del pueblo romano, padre de Rómulo y Remo… La literatura greco-romana año atrás estaba de moda en la ciudad de Maracaibo y de ella derivaron muchos nombres de ciudadanos en esdrújulas.  “Ese carajito Hermócrates, es eneas, no le para bolas a nada”. Se podía ser más explícito aún al complementar la denuncia del carajito añadiéndole: “es enea con rinquincalla”.

Comentarios similares ya fueron hechos en este blog lapesteloca no hace mucho, en febrero de este año 2024 a propósito de los maracuchos y sus típicos nombres “esdrújulos” (https://tinyurl.com/yuny79wu) y aquí, de momento, siento que debo ponerle punto final a este asunto, para recalcar algo que sobre las palabras he repetido desde hace años y lo recalqué en 2020. (https://bit.ly/30AyoXp). Creo que hay que preservar nuestro lenguaje y cuando escribimos como hablamos puede que estemos ganando una apuesta para salvaguardar nuestra identidad.

En Maracaibo, jueves 27 de junio, del 2024