Geobacter sulfurreducens es una bacteria anaerobia que ha venido siendo
estudiada en la UNAM desde hace más de una década para conocer sus
sorprendentes cualidades. Katy Juárez López del Instituto de
Biotecnología (IBt) de la Universidad de México ha estudiado estos
microorganismos que son habitantes
naturales de sedimentos acuáticos, con una notable habilidad de obtener energía
acoplando la oxidación de compuestos orgánicos con la reducción de metales.
Este proceso de
respirar metales y producir energía no solo resulta en la producción de
electricidad sino también en la capacidad de estas bacterias para descontaminar
sitios afectados por petróleo, cromo, vanadio y hasta uranio. Una de las
características más subyugantes de estas bacterias es su capacidad
electroactiva. Ellas pueden transferir electrones y generar electricidad,
además reducen metales pesados y tóxicos con lo que son útiles en ambientes
contaminados.
En el Instituto de Biotecnología (IBt) ubicado en el campus Morelos, Katy Juárez López trabaja desde hace 13 años con estos microorganismos que se alimentan de compuestos orgánicos y respiran metales. Al llevar a cabo este proceso, liberan electrones, producen electricidad y son capaces de limpiar sitios contaminados al reducir los metales.
En noviembre del año pasado (2023) se hablaba
de su utilización en el fondo del suelo marino en una tecnología que se conoce
como “baterias de combustible microbiana”. Con la Geobacter sulfurreducens se pueden crear nanocables de
proteínas, funcionando como cables eléctricos en miniatura, capaces de
transferir electrones a grandes distancias. Estas bacterias pueden crear biopeliculas
de proteínas que transmiten electrones a través de la humedad del aire…
En el Laboratorio IBt, Katy Juárez López y su equipo, investigan la producción
de estos nanocables y la regulación de la expresión genética para mejorar la
conductividad de las biopelículas.
En México se está aplicando esta tecnología en sitios pilotos incluyendo
el río Coatzacoalcos en Veracruz y en áreas contaminadas en Guerrero y
Guanajuato. El trabajo del IBt no solo se centra en las aplicaciones prácticas
sino también en para comprender los procesos genéticos subyacentes que permiten
estas notables capacidades a las bacterias, lo que podría llevar a futuras
innovaciones en los campos de la energía
renovable y la biorremediación.
En
el mundo se usan en el fondo del suelo marino, donde es muy difícil cambiar
baterías, en tecnologías que se llaman baterías de combustible microbiano. En
el electrodo, las bacterias forman una biopelícula y capacidad para estar
pasando electrones constantemente, mientras tengan materia orgánica.
Además, Geobacter sulfurreducens crea
unos nanocables de proteínas, estructuras muy pequeñas, que con otras proteínas
pueden servir como un cable eléctrico y llegar muy lejos transfiriendo esos electrones.
El pasado mes de mayo de este año 2024 científicos
de la Universidad de Yale y de la Universidad de Nova de Lisboa han publicado
un estudio en Nature Communications que nos
descubre una red eléctrica subterránea impulsada por bacterias bajo nuestros
pies y la responsable no es otra que una protobacteria, la Geobacter sulfurreducens, especializada
en sobrevivir en condiciones extremas, donde el oxígeno es escaso o
prácticamente inexistente.
Esta
fuente de energía natural sirve además para biorremediar sitios contaminados
con petróleo y con varios
metales. Al llevar a cabo este proceso, liberan electrones, producen
electricidad y son capaces de limpiar sitios contaminados al reducir los
metales. “Estas bacterias electroactivas tienen la cualidad de transferir
electrones y generar electricidad. Normalmente se encuentran en sedimentos
acuáticos de ríos y mares, pueden respirarpueden respirar metales y es posible usarlos para
producir energía. Los microorganismos consumen la materia orgánica, la
transforman, y los electrones resultado de la degradación de esa materia se
pueden pasar a los metales, incluso algunos como el uranio, para hacerlo menos
tóxico”, explicó Juárez.
En el
mundo se usan en el fondo del suelo marino, donde es muy difícil cambiar
baterías, en tecnologías que se llaman baterías de combustible microbiano. En
el electrodo, las bacterias forman una biopelícula y capacidad para estar
pasando electrones constantemente, mientras tengan materia orgánica. Además, Geobacter
sulfurreducens crea los nanocables de proteínas, que son
estructuras muy pequeñas, que con otras proteínas pueden servir como un cable
eléctrico y llegar muy lejos transfiriendo esos electrones.
“Este
año se descubrió que si esos nanocables se dan a mayor escala pueden formar
biopelículas de proteína, las cuales pueden pasar electrones a través de la
humedad del aire, así que podrían a distancia encender una luz LED.”Además, comprender las propiedades bioeléctricas de estas bacterias,
según señalan los científicos, puede ser fundamental para el
desarrollo de biomateriales, nuevas aplicaciones tecnológicas o para combatir
el cambio climático.
Salgueiro y Malvankar especifican que los microbios absorben el 80% del
metano del océano, un importante contribuyente al calentamiento global, emitido
desde los fondos oceánicos. Sin embargo, los microbios de la superficie
terrestre representan el 50% de las emisiones de metano a la atmósfera.
Por lo tanto, al entender mejor los procesos metabólicos de estos
microorganismos nos permitiría desarrollar estrategias para reducir las
emisiones de gases de efecto invernadero.
Los autores del estudio para responder a cómo es
posible este estallido de electrones apuntan a unas proteínas llamadas citocromos.
Ellas son las que proporcionan el impulso eléctrico necesario para liberar los
electrones. Nikhil Malvankar, profesor del Instituto de Ciencias Microbianas de
Yale, y Carlos Salgueiro, profesor titular de NOVA-FCT, han estudiado
exhaustivamente los componentes de esta red eléctrica microbiana.
Sin embargo, no estaba claro hasta ahora cómo
las bacterias podían transmitir el exceso de electrones producidos por
la actividad metabólica a nanocables que se proyectan desde su superficie y se
conectan con minerales o organismo s vecinos. Descubrieron que muchos tipos
de bacterias del
suelo dependen de una única y extendida familia de citocromos dentro de sus
cuerpos para cargar los nanocables.
Malvankar y Salgueiro han aclarado que estas
proteínas, en esencia, actúan como enchufes que alimentan
estos nanocables para crear una red eléctrica natural en las profundidades de
la Tierra, lo que permite que muchos tipos de microbios sobrevivan y sustenten
la vida. Y se conectan a ellos por electromagnetismo, creando una
red biológica conectada.
Maracaibo, martes
4 de junio del año 2024
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