Resumen de una muestra
sobre algunas de las narraciones escritas y conversadas por los seis
participantes del TALLER DE NARRATIVA del Movimiento Poético de Maracaibo,
durante el año 2014.
PARA TI, ADA.
Néstor González
Hubo una vez… solo una vez, que
yo creí tener la luna a mi alcance y se me fue. Nunca más la vi. Aun me
pregunto ¿por qué? , ¿qué fuerza ignota se la llevó? Era mi luna … Pensaba en
ella y aparecía, radiante, siempre para mi…
Complaciente cual fiel doncella, y yo la mimaba y ella sonreía, para mi sonreía…
callada, siempre callada… hermosamente callada. De esa manera, yo llegue a ver
a la luna sonreír… Siempre para mí, siempre para mí. Sentíamos la misma
emoción; no sabíamos de tiempo ni de palabras. ¿La distancia que nos separaba? Nunca
supe como la recorría ella, quizás escurriéndose entre los helechos y las
piedras de algunos ríos que debía conseguir en su camino.Así llegábamos, y sabíamos que estábamos… que
cosa… yo llegue a ver a la luna sonreír.
Me emociona escribir esto…
Esperando la noche, de algún modo
siempre la misma nave, con los mismos seres, pasaban
por ti. Te convencieron la primera vez y te embarcaste, -sin
saber que te esperaba- como uno de los
pasajeros. Nos
llevaron… y tú, Luna, te dejaste llevar. A partir de
ese momento te supe alcanzable, lo había
conseguido… tocar la luna y sentirme tocado por ella. Luego, mucho tiempo después, donde
siempre fue nuestro punto de encuentro y de despedida, supe de dos estrellas
tuyas que allí estaban –donde tu solías
estar- , solas, solas… sin ti. Y me dije, pregunté, ¿por qué
están solas? , ¿y mi luna? No esta con ellas… ni con nosotros. No sé qué paso por mi mente en ese
momento… Aun no logro recordar, con
claridad , si vi una de sus estrellas o las dos… ni siquiera sé cómo se fue. Me aferro a la idea de que si no
se pudo despedir, así como dejó dos estrellas, pudiera haber dejado un rayo que
algún día aparezca y me guíe por el camino a seguir , cuando en algún momento
decida salir a buscarla, como antes… como antes… Y encontrarla.
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SOLO PARA LOCOS.
Kharim Socorro
Carretera larga esta Lara –Zulia,
distraje la mirada en uno que otro araguaney floreado y una alfombra aterciopelada
incandescente. Miro por el
parabrisas. Un golpe seco distrae mis pensamientos, un pajarito se había
estrellado contra el vidrio. Sin poder decir nada, Álvaro me
miraba y le comenté lo largo del
viaje a Apartaderos. Álvaro me comentaba que no sabía cómo
subiríamos la montaña, para llegar hasta
la cabaña, y nos planteábamos si reconoceríamos a nuestros amigos, pues eran
más de 20 años sin verlos. Seguimos por
ese paisaje que nos lleva a la bifurcación, para seguir a Santo Domingo, a unos metros de ella se encuentra la
montaña y decidimos que yo iría a
pie, ya que el carro patinaría. ¿Cuál de esas dos cabañas sería? Solo dos vacas en la lejanía. Un río pasaba por un
lado de las cabañas y el frío calaba los huesos De la cabaña salía un ermitaño, vi a ese hombre de pelo largo, alto, doble.
Venía disparado a abrazar a Àlvaro. Sus risas llenaban el silencio de la
montaña. Apresure mis pasos para llegar al encuentro del personaje. Leo ya me esperaba y su abrazo casi
me dejó sin aliento. Solo para locos, era el nombre emblemático de las casas de
Leopoldo. Vigas de madera, igual que sus pisos y techos. Sus paredes eran de
ladrillos decorados con piedras de río. Dos enormes perras se abalanzaron y nos
hicieron trastabillar, detrás de
ellas venía otra desconocida. ¡ No
podía ser! Waldina, mis ojos no daban crédito a esa imagen de mujer campesina,
con una ruana. Nos abrazamos y sé que cada una de nosotras viajó en el tiempo
para reunir recuerdos. Wualdina se
quedó en silencio. Le llegaba en
oleadas una marejada de recuerdos, miró
a Leo y la felicidad se reflejó en
nuestros rostros. De pronto, Waldina
empezó a inquietarse, nos dijo que
eran las cinco de la tarde, que pasáramos a la sala y que prendiéramos la chimenea. Entramos a regañadientes y Álvaro y Leo
empezaron con los preparativos de la cena, mientras nosotras, cantábamos a
gañote partido en el karaoke. Se me
ocurrió querer abrir la ventana,
Leo y Waldina a unísono gritaron ¡noooo! Me quedé petrificada y algo
confundida ¿cuál era la razón? Me
respondieron que estábamos a -2 grados. Abrí la cortina, miré la negrura y de
pronto unos ojos centellantes estaban pegados
en la ventana Ellos me gritaron: ¡no mires! Yo seguía pegada a la
ventana, tratando de ver pero no había nada. Pasados algunos minutos la luz empezó a parpadear. Sin más, nos
quedamos en completa oscuridad, solo se oía el viento y de pronto un toque en
la puerta. Grité. ¿Por qué no abren esa puerta? ¡Y un alarido desgarrador nos
traspasó el alma. Waldina habló con voz casi inaudible. Era el Dr. Rosendo. Waldina se interpuso entre la puerta y yo, y
gritó que era su alma, que estaba muerto, vagando cada noche de mal tiempo. Él
había muerto en la carretera que pasaba por la montaña, apareció sentado fuera
de su auto. Lo consiguieron congelado. Después
de pasar el susto tomando unos palos secos de canelita, nos fuimos al cuarto, esperando el amanecer.
Prendí
una pequeña linterna y me percaté que todas las ventanas tenían cruces. El terror reinó en mi cuerpo. Al
amanecer, pensé que la noche anterior en la cabaña de Apartaderos había sido
una pesadilla. La presencia de nuestros amigos me volvió a la realidad. Cuando
nos volvamos a ver, esa experiencia nos hará reír… Pasará mucho tiempo antes de
regresar a ese lugar…
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CUANDO NOS VOLVAMOS A ENCONTRAR
Paola Villalobos.
Prometo recordarte a lo lejos y aunque la distancia haya enfriado todo
prometo guardar tus recuerdos, esos que juntos con el día a día hicimos
reales. Cuando te vuelva a encontrar
allá en lo más profundo de mis ojos estará ese rayo de luz hoy ilumina mi
mirada que te dice que quiero vivir cada instante intensamente, instantes que
tú no sabes perpetuar porque siempre me das la opción de volar, volar a un
mundo contigo y sin ti. Cuando nos
volvamos a encontrar yo estaré con ese vino de los mejores que tanto me
anunciaste hasta que llego, buen amante dándolo más que el todo, con apegos,
encadenándose a mi cintura ese chico perfecto y único que hoy llena mi vida de
una dulce melodía. Cuando nos volvamos a ver,
sé que sudaremos frio, me sudaran las manos, sentiré que eres y no serás
jamás. Cuando nos volvamos a encontrar
evocare el sudor de mis labios, el aroma único de mi piel, la cadencia de mis
caderas al amante “y cuando ya no te quiera lo sabrás aunque no te lo diga lo
sentirás desde lo más profundo porque la indiferencia jamás pasa
desapercibida” Cuando nos volvamos a encontrar.
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EL PURGANTE
Manona ( Emérita Mercado )
Una mañana al despertar sentí un
presentimiento. Era como si algo me avisaba que mi vida tendría un cambio, pero
no hice mucho caso porque yo siempre estaba en otro mundo, como decía mi madre.
Esa mañana llegue a la Normal, a primera hora. El profesor Alìrio Storey entró al salón y empezó a pasar lista. Fue
hasta el pizarrón y colocó la fecha: Martes 13. Inmediatamente
vino a mi memoria la escalera, el zaguán y sentí un escalofrió que me hizo mover
la cabeza en forma negativa. Termino la mañana y nos marchamos cada quien a su
casa. En la tarde me prepare para irme al trabajo. La señora encargada de la
limpieza me entrego la llave y se marchó. Avancé escaleras arriba sobre el mármol mohoso que
se perdía ascendente en la densa oscuridad del zaguán. Un olor penetrante entraba a mis pulmones, sentía que un sudor frio
invadía mi cuerpo. La escalera no tenía fin. Trataba de subir los escalones y
al colocar el pie resbalaba y el escalón
escapaba, de pronto recordé que en mi cuello siempre tenía una cadenita con la
imagen del Cristo; tome la imagen, la empuñe y como por arte de magia la escalera se paró. Una
mano invisible me empujò, me hizo volar y caer en el zaguán. Allí me quedé
sentada un rato. Al levantarme, nada de
lo que estaba a mi alrededor estaba quieto, todo se movía, yo, caminaba por las
paredes, por el techo y lo hacía como si una música oculta me obligara a
bailar, quede frente a una puerta que inmediatamente se abrió y fui empujada
hacia la habitación. Un haz de luz daba
vuelta e iluminaba la estancia, había mucha gente sentada, otros bailaban. En
la barra había mesoneros preparaban bebidas y las llevaban a las mesas. Una
música de rock sonaba. La mano invisible me guiaba, me llevaba mesa por mesa.
Todos me saludaban efusivamente. La banda comenzó a tocar y de nuevo aquella
mano me arrastro hasta la tarima y allí mi cuerpo cantaba pero ni yo misma
entendía que canción era. Al terminar los aplausos eran ensordecedores, me
levantaban en vilo me lanzaban arriba. De pronto estaba sola, salí corriendo por un largo zaguán que daba a
una escalera de mármol mohosa hasta llegar a la puerta del consultorio y empecé a gritar pidiendo auxilio. Una mano me zarandeaba. Le comente a mi madre
¡Que sueño horrible he tenido! y ella ni corta ni perezosa me dijo:- Púrguese
que lo que tiene es mala digestión.
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LA
MAR Y EL
SOL
Marisol Delgado
Como
peces de diferentes colores y otras tantas aguas, así han pasado esos seres, se
diría que aún no han terminado de pasar y sobre todo el último, tan reciente,
aún no cerrado, tan dolido hasta los tuétanos y tan amado hasta el paroxismo.
Me ahogo con mis palabras, al no poder conversar y hablar con él. El silencio
es mi compañero y es a la vez como un yunque pesado sobre mi cuerpo, que apenas
me deja respirar. Sé que este cuerpo no aguantará mucho, cada día que pasa está
más enfermo y debilitado, tal vez y estoy segura, que estoy somatizando
eso. Ahora le llegaba en
oleadas, una marejada de recuerdos. Todos y cada uno de ellos dolorosos y muy
sentidos, hasta morir, porque así es cuando se ama; “AMOR” significa: no te
mueras. Quiere decir que es vivir,
el amor es vivir, pero vivir por, para y con, el bien, ¡que hermoso!
Al menos amé mucho y sé, estoy
segura que fui y soy amada, he sido afortunada y a la vez sufrida en el amor,
así es la vida que me tocó vivir, así.
Arriba fue planificado y yo lo acepte, antes de reencarnar aquí, pero
como dueeeleee…, amar sin ser correspondida.
Ni una caricia, ni un beso, ni una palabra, ni un gesto, ni una
cortesía, mucho menos un bien, solo desplantes, mentiras, desprecios, pasar
desapercibida y muchas otras cosas que pasé y
aguanté.
La mar, furiosa, activa,
penetrante, natural, salvaje y brava, tranquila, dulce y salada también, rauda
y refrescante a la vez, fuente de toda la vida; limpieza y transmutación. Sin embargo, la mar, sola no podría existir,
necesita de la energía solar, del calor, de la luz, del sol. Sí, del astro rey. El sol. Se diría que son
como una pareja, una arriba, otra abajo, pero pareja, ¡que redescubrimiento! La
mar y el sol. Uno líquido, el agua y el otro aéreo el calor y la luz. Una
fría y el otro caliente. Dos polos
opuestos, el yin y el yang, el blanco y el negro. Dice la teoría de la física moderna del
electromagnetismo: “polos opuestos se atraen y polos iguales se repelen ” ;
también dice una máxima metafísica: “los opuestos se tocan, se acarician, se
comprenden, pero infiero yo por todo lo que he vivido, sufrido y sentido, que
no se juntan, se casan o viven. Gracias por esta reflexión de la Mar i el sol. Firma Marisol.
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CONVERSACIONES TELEFÓNICAS
Antonio Piñero
¿Aló?, ¿Aló? ¿Fabiola? Chica,
¿Por qué te tardas tanto en responder tu celular? ¡Que vaina contigo! Y yo
desesperada porque tengo algo sensacional que decirte, te juro que es una
primicia, nadie más lo sabe. Así que me vas a oír, ya. ¡Ah y no me vayas a
interrumpir! Te cuento que me fui a inscribir en la universidad, tú sabes, hoy
finaliza la recepción de recaudos. Sí, si chica, como siempre lo dejé para
última hora, pero no te creas que fui la única, había una cola que le dio
vuelta al edificio. A la una salí del martirio ese. Me regresé en uno de esos
buses lentísimos que dejan a una toda hedionda a humo. Pero que se va a hacer,
con esta “pelazón” en la que yo he quedado.
¿Y a que no adivinas quien venía en el asiento trasero? ¡Cáete pa´ tras!
La “pinky”, esa misma, la que se la da de “buenota” y además de inteligente y
culta. Pienso también fue a inscribirse. Ella al igual que nosotras se graduó
de bachiller en julio. Mantenía una “cotorra” por su teléfono. Te digo que al
oírla me asusté, aunque en cuanto a mí, nada que ver; no me ocurriría eso.
Ok, sí, “aterrizo”. Te comento:
para oír más o menos bien, eché la cabeza hacia atrás lo más posible y me hice
la dormida. ¡Hey! Hablaba con su novio, con su “empate” adorado. Ese que cuando
andaba con él “no quería pisar el suelo”. Bueno, total allá ella, y escucha lo
que le dijo al tipo: “Me dieron los resultados de la prueba de orina. Salió
positivo. No hay necesidad de hacerme más pruebas. La propia bionalista, me
atendió e indicó que no había lugar a dudas”. “chama”, y más clarito escuché
cuando añadió: “Ay Alejandro, ¡estoy aterrada!, sabes que no cumpliré los
dieciocho hasta enero del año que viene; ¡yo te lo advertía! ¡Podía suceder!
¡Me da miedo quedar embarazada!... “Ajá, y no eras tú quien pregonaba tanto
conocimiento de métodos anticonceptivos, que el sistema del ritmo no se
“pelaba”. Que con determinadas posiciones y formas de hacerlo no quedaba
preñada. Que tú habías investigado bien eso… Y todo porque hacer el amor con
condón no era igual”. Ah y agregó: “Coño, Alejandro, para ti es fácil todo, tú
tienes tu trabajo de arquitecto en la empresa de tu papá, tienes auto nuevo y
vives en esa casota. ¿Cómo que dices? ¿No tienes condiciones de mantener un
hogar? ¿Qué?, ¿que puedes averiguar de un sitio que hacen qué?
Bueno, hasta aquí te echo el
cuento amiga, el bus llegó a la parada y me bajé. Oye, mala suerte, debo
dejarte, luego seguimos, mamá empezó con la cantaleta contra mí, según, por
tanta habladera por teléfono.
Maracaibo, 31 de julio de 2014.