Enrico Fermi
Una noche a finales del año
1966, vivía yo en EUA y el doctor Pedro Iturbe me sorprendió telefónicamente
planteándome su idea de comprar un microscopio electrónico (ME) para su
Sanatorio en Maracaibo. Iniciándose el año 1967, ya el incansable doctor Iturbe
había conseguido los recursos con la
Junta de Beneficencia Pública del Estado Zulia y me pidió que
visitase al doctor Fernández Morán quien trabajaba en el Instituto Fermi de la
Universidad de Chicago. Esta entrevista la he relatado
previamente y da fe de el decidido apoyo de Fernández Morán a la creación de un
laboratorio de ME en su ciudad natal, siguiendo sus precisas indicaciones. Para aquel entonces, el mundo estaba dividido en dos
grandes bloques irreconciliables, el este y el oeste. Consciente de las
tensiones de la guerra fría, nuestro sabio nos expresó sus temores sobre el
poder letal de la energía atómica y nos habló de cómo años antes, frente al
Proyecto Manhattan, Einstein y Oppenheimer estuvieron muy preocupados, pues
conocían de los peligros que asechaban a la humanidad por el manejo imprudente
o ambicioso del átomo en manos de políticos y militares. De todas estas cosas y
más, conversó aquel día en su laboratorio del Instituto Fermi, con un par de jóvenes
maracuchos quienes escuchamos atónitos sus conceptos sobre las emergentes
naciones del Asia, con miles de millones de chinos y sobre el futuro de la
humanidad ante las posibilidades de desarrollo de la ciencia en la carrera
espacial… Hoy, recordando aquella visita, en un Chicago muy frío cuando conocí
el laboratorio de Fernández Morán donde ofrecería a la NASA y al mundo sus
observaciones sobre las rocas de la luna, hoy, a unos días del eclipse del
2017, quiero hablarles de Enrico Fermi.
Enrico Fermi nació el 29 de septiembre de en 1901 en Roma, Italia. Sus padres fueron Don Alberto, era
oriundo de Piacenza quien era inspector del Ministerio de Comunicaciones y su
esposa, Ida de Gattis, natural de Bari, maestra en una escuela pública de Roma.
Se interesó por
la física a los 14 años de edad, tras la lectura de dos volúmenes de un viejo
texto escrito en latín: Elementorum physicae mathematicae,
un libro de 900 páginas en tres tomos, publicado en 1840 por padre Andrea Caraffa, un jesuita del Colegio Romano, de donde Enrico
aprendió sus primeros conocimientos de física, matemáticas, geometría, mecánica
clásica, astronomía, óptica y acústica. En su juventud, Enrico disfrutaba
aprendiendo física y matemáticas y compartiendo sus intereses con su hermano
mayor, Giulio. La muerte repentina de Giulio, en 1915, debido a un abceso en la garganta, perturbó a
Enrico y aumentó su dedicación a los estudios. Posteriormente, Enrico trabó
amistad con otro estudiante Enrico Persico, y los dos colaboraron en proyectos científicos, como la construcción de
un giróscpo, y la medición del campo magnético de la Tierra. Un amigo de su padre le regaló varios libros
sobre física y matemáticas, que leyó con gran avidez. Con el ingeniero Alberto Amidei, amigo de su padre,
quien solía frecuentar su casa,
amplió sus
conocimientos de álgebra, análisis matemático, geometría analítica,
trigonometría y mecánica y fue Amidei quien le recomendó inscribirse en la
Universidad de Pisa y no en la de Roma.
Fermi cursó estudios en la Scuola Normale Superiore de Pisa, donde obtuvo su doctorado en 1922. En 1927 fue profesor de la Universidad de Roma "La Sapienza". En 1930 fue invitado a dar cursos de verano por la Universidad de Michigan. También impartió clases en las universidades de Columbia, Stanford y Chicago. Su labor en el ámbito de la
ciencia se extendió entre 1933 y 1949, cuando estuvo dedicado a la física
nuclear. En 1933 su teoría de la radiactividad "beta" dio forma
cuantitativa al proceso de la transformación de un neutrón en un protón
mediante la emisión de un electrón y un neutrino. Luego estudió la
radiactividad artificial, descubierta por el matrimonio Joliot-Curie, y en 1934
descubrió la provocada por un bombardeo de neutrones; posteriormente vio que
las sustancias hidrogenadas y en general los elementos ligeros podían disminuir
la velocidad de los neutrones después de choques elásticos. Y así, en 1935-1936
estudió las propiedades de absorción y difusión de los neutrones lentos. Todo
ello le valió en 1938 el premio Nobel de Física.
A fines de aquel año se trasladó
a los Estados Unidos; allí trabajó en la Universidad de Columbia en Nueva York,
y luego, a partir de 1942, en la Universidad de Chicago, donde, tras las
investigaciones llevadas a cabo con diversos colaboradores, hizo funcionar el 2
de diciembre de 1942 una pila de uranio y grafito, el primer reactor nuclear. El Premio Nobel de Física le había sido otorgado "por sus demostraciones sobre la existencia de
nuevos elementos radiactivos producidos por procesos de irradiación con
neutrones y por sus descubrimientos sobre las reacciones nucleares debidas a
los neutrones lentos". Vivió en Roma hasta 1938 año en que finalmente emigró
a Nueva York junto con su esposa Laura y sus
hijos. El régimen fascista de Benito Mussolini, representaban una amenaza para
Laura, quien era judía. En Nueva York, Fermi comenzó a trabajar en la Universidad de Columbia. Dirigió la construcción de la primera `pila nuclear logrando, en diciembre de 1942, la primera reacción en cadena controlada de fisión nuclear, en la Universidad de Chicago. Participó en el desarrollo de
la bomba atómica en los laboratorios de Los Álamos, Nuevo México, dentro del Proyecto Manhattan. Con posterioridad se opuso al desarrollo de la bomba de hidrógeno por
razones éticas. En 1946 fue nombrado profesor de física y director del Instituto de Estudios
Nucleares de la Universidad de Chicago. Además
de unas doscientas memorias aparecidas en varias revistas de Italia y de otras
naciones, publicó cuatro libros: Introduzione alla Fisica atomica
(1928), Molecole e cristalli (1934), Thermodynamics (1937) y Elementary
particles (1951).
En 1953 fue nombrado
presidente de la American Physical Society. Perteneció a muchas academias
italianas y extranjeras, y fue galardonado en diversos países; una partícula
subatómica, el fermión, y el
elemento número 100 de la tabla peródica, el fermio, recibieron su nombre en su honor. El departamento de la Universidad de Chicago donde trabajó durante varios años se llama en la actualidad Instituto Enrico Fermi. El cráter lunar Fermi lleva este nombre en su honor.
La Paradoja de Fermi (o principio de Fermi) consiste
en la cuestión de si el Universo posee formas de vida inteligente más allá de la Tierra «¿Dónde están?» es la pregunta
planteada. Fue galardonado en 1942 con la medalla Hughes, concedida por la Royal Society «por sus destacadas contribuciones al conocimiento de la estructura
eléctrica de la materia, su trabajo en la teoría cuántica, y sus estudios
experimentales del neutrón». Fermi murió a los 53 años de uncáncer de estómago en su casa de Chicago.
Maracaibo 30 de agosto de 2017