Cinéfilos conversando
Era mayo del 2011
cuando la rockola de la taguara
“La Providencia”, codificada con música del terruño estaba lista para celebrar
a los amigos venidos desde el otro lado del lago. Diógenes con la cava repleta
de botellas de cerveza helada llegó arrastrándola hasta el solar, y ya
arrancaba tempranera en K7 la voz de “el cantor de todos los tiempos”, don Armando
Molero mientras del negro surco de un 45 nacían los inconfundibles acordes de
la guitarra y su voz interpretaba las primeras estrofas de “El Lázaro”… “Ya
voy a cumplir ocho años metido en este desierto y de mi hermano Heriberto he
visto mi desengaño, desde un pequeño tamaño, sufrodestaenfermedad”…
El sol caía
verticalmente y Víctor en la orilla de la playa, mientras escuchaba, con
fingida indiferencia atisbaba “su isla”, no tan lejana, silenciosa, cubierta de
vegetación rala, sobrevolada por algunas gaviotas… Providencia, era el objetivo
de su inmediato interés. Entrecerrando los ojos creyó detectar el brillo de
algunas paredes encaladas en la maraña verde de mangles y cujíes donde él
calculaba estarían los terrenos del antiguo cementerio de su isla. En aquel
momento él escuchaba… “haberse muerto
papá y mamá que me quería, que mala suerte la mía, que mala suerte la mía, no
hay más que conformidad”.
Ahora sus
motivaciones para acercarse otra vez hasta el antiguo leprosario, eran
otras… Víctor percibió como la brisa
leda traía por el aire las palabras del cantor. “Ya véis hermano querido te estáis portando tirano, acordate de tu
hermano que en la isla está metido, él se encuentra dolorido, todo lleno de
pesar”… Estaban los amigos charlando y Víctor seguía cada vez más
ensimismado en sus pensamientos, cuándo apareció Rubén tras el chirrido de un
frenazo levantando una polvareda. Descendió de su auto acompañado por un
desconocido y saludando a gritos abrazó a su hermano Brinolfo. palmoteó efusivo
a Sergio y a Víctor quien se acercó desde la orilla. -Es ÁbregoJota Soto. Esto
les dijo y aclaró. -Además de guionista cinematográfico es escritor, y sobre todo es mi
amigo. Sí señores, se llama Ábrego, ¡casi nada!, y es un verdadero artista de
la cinematografía…
El hombre,
barbudo y de ojos claros, sonriente, replicó. -Soy un camarógrafo,
sencillamente, eso es lo que soy. Lo dijo rascándose su barba entrecana
mientras volteaba al escuchar la exclamación de Brinolfo. -¡Vergación!, ¿y de verdá vos te
llamáis Ábrego? El barbudo asintió en silencio y tras atrapar sendas
botellas heladas, los recién llegados se sentaron también en las sillas de
madera y cuero de chivo. -¡Miércoles, con ese nombre, vos tenéis que
ser de por aquí! Rubén respondió por él. -¡Sí, y es tremendo cineasta! Mi
amigo, es de esta tierra caliente... Sergio se volteó. -Es
que vos, ni parecéis maracucho, sois medio catire, de ojos claros y con esa
barba, ¡birsia!, como que no me cuadráis... Hicieron silencio todos
para escuchar la voz que salía desde la rockola finalizando ya la carta al
hermano… ”Hermano mandá a decir
si es que temor me tenéis, y yo lo paso a creer cuando no queréis venir. Ya yo
me voy a morir, solo me falta expirar. No me queréis visitar ni por la última
vez, a Dios yo le encargo pues, a Dios yo le encargo pues que no me vayáis a
llorar”.
Tras un momento
de silencio, de nuevo, Ábrego retomó la conversación queriendo afianzar su
vinculación con los recién conocidos amigos y compadres regionalistas.
-Sepan que soy maracucho, macho vernáculo como decía Rómulón, soy nativo de la
ciudad del lago y las palmeras, pa que lo sepan y se lo cepillen... Con esa respuesta, ÁbregoJota pareció
aclarar su situación y personalmente de una vez, él por su cuenta se consideró
incorporado al círculo de los amigos degustadores de cerveza helada en la
taguara favorita de Los Puertos de Altagracia. Víctor nuevamente se
encontró atisbando de reojo, su isla, y preguntó si Ábrego Jota querría acompañarles
en la noche a visitarla, pero Rubén excusó a su amigo cineasta explicándoles
que él tendría que irse antes del anochecer. -Vendrán a buscarlo en un jeep para
llevárselo hasta Quisiro… Ábrego quiere investigar unas locaciones al amanecer
de mañana. Serán unos sitios en los arrozales y ya se imaginarán en la mañana,
los colores y la luz en las casas del pueblo, frente al mar, ya saben cuánto
puede sacarle un cineasta bueno a esta región… Terminará de seguro, haciendo
tremenda película…
Sergio
intervino para comentar como desde muy joven había sentido gran interés por el
cine, y en particular por el cine europeo.-Todo ese cine en blanco y negro, me gustó
por las posibilidades de expresión plástica. Prosiguió diciendo: el
cine francés llenó toda una época, la nouvelle vague, un realismo como creo que
no se ha vuelto a ver. Abrego corroboró sus palabras al afirmar.-Films
de Jules Dasin, como “Rififí
entre los hombres”, o
“Celui qui doit mourir”, son joyas de los años de oro del cine francés, pero
también el Neorrealismo Italiano marcó toda una época… -¿Y qué tal “las
Diabólicas”? La pregunta
vino de Brinolfo, el otro aficionado, al cine francés.
-¡Ah, Cluzot!, y que decir de “Fanfan La Tulipe”,
de “Gervaise”, “Los cuatrocientos golpes” de Trufatt, “Casque d´or”, y films
tan hermosos, como “Hiroshima mon amour”… Era el mismo
Ábrego quien le respondía a Brinolfo, y seguidamente les dijo.- Sin
embargo no hay para mí, nada tan importante en la evolución de la
cinematografía europea como el Neorrealismo italiano. Sergio volvió a
tomar la palabra. -¡Sí, el Neorrealismo! “Ladrones de bicicletas”, a mí me gustaban los
films de Totó, hablando napolitano, y ví “Ana” con Silvana Mangano, y “Roma cuidad
abierta”… Después aquella película de Antonini y su desierto rojo, o de
Zefirelli con Romeo y Julieta, y todo el cine de Vitorio De Sica, pero
especialmente el de Federico Fellini, eran unas películas fenomenales... Sergio
se sentía entusiasmado ante la oportunidad de conversar sobre uno de los temas
que más le apasionaban, cuando Víctor intervino regresando a su preocupación
fundamental sobre los planes para la noche y de lo que podrían esperar de su
isla de los leprosos. -Es una lástima
Ábrego que no puedas acompañarnos esta noche. Quizás allí, en la isla, te
hubieses inspirado para realizar una nueva película, como lo harás ante el
amanecer hermoso que te tocará ver en Quisiro…
ÁbregoJota entonces, pareció
querer decirles también algo sobre la isla, que no habría de visitar en la
noche; lo pensó y ya decidido les habló.
-Hace un par de años me tocó participar en la filmación de un
documental sobre la isla. Sí, sobre esa allá al frente, la de la divina
providencia, la de los lázaros. Yo estuve allí y aprendí muchas cosas. La
lepra, terrible enfermedad. Mi película tenía más relación con los enfermos y
sus problemas y los de sus familiares y no sobre lo que me dijo Rubén que
estudian ustedes, sobre los cachicamos y los bacilos. Me involucré con el mal de
Lázaro por una jovencita cineasta, que me enseñó a mirar a través del lente de
la cámara para captar las tragedias que se derivaron de haber arrasado con lo
que había en la isla, y llegó el desarraigo de muchas familias y de los
enfermos, una verdadera tragedia donde fue destruido toda una institución que
había fundado El Libertador Simón Bolívar.
Con
Priscila me tocó ver situaciones muy tristes, personajes patéticos y ella con
pericia nos dirigió para que filmásemos secuencias de los enfermos y sus familiares
creando un espectacular documental. A partir de esa experiencia, seguí
interesándome en cómo hablar con las imágenes, y me dediqué a todo lo que es
dirección y producción fílmica. Ya han pasado unos cuantos años. Priscila era
famosa. Priscila se formó en Francia y en San Antonio de los Baños, la escuela
de cine que creó García Márquez en Cuba, pero yo diría que lo mejor de Priscila
es que finalmente creo que se ha deslastrando del horror de la política que ha
contaminado hasta en el ejercicio de la profesión de los cineastas nacionales. No
la he vuelto a ver. Yo estuve una temporada en Centroamérica filmando
documentales con National Geographic sobre los templos mayas…
Rubén interrumpió la perorata de
ÁbregoJota. -Esto de los cineastas y los
escritores y sus claudicaciones por motivos políticos- dijo,-es una historia de larga data, y lo del
cine viene a cuenta también para los escritores, desde Solyenitzin y Pasternak
hasta Heberto Padilla. Julio Cortázar también se metió en la política, y la
política, amargó la vida muchos escritores cubanos como a Reynaldo Arenas, o
Cabrera Infante, Caín, o el infante difunto... Sergio quiso acotar de nuevo
y se puso de pie para decir lo que pensaba.-¡Ya
va!, un momento… Porque con los cineastas la cosa también tiene su lado muy
triste; el caso de Elia Kazan fue emblemático, en los tiempos del maccarthysmo
en Hollywood, pero las claudicaciones siguen sucediéndose… Recientemente, Coppola, Lynch, Catherine Deneuve
y Jeanne Moureau fueron invitados a cenar con el rey de
Marruecos, Mohamev VI, un dictador criminal y Almodóvar
se negó a asistir a ese banquete, quizás por ser español y conocer mejor la
historia. Por esas cosas hay que conocer bien la historia, que además, se
repite y se repite… Se los he dicho…
-No
es que quiera hacer comparaciones- dijo Brinolfo, interviniendo para acotar
enfático.-¿Podríamos hablar de la
bochornosa postración ante la bota militar del cineasta preferido de nuestra ya
lejana democracia? Román cediendo su dignidad por dinero… ¿No han visto la
película llamada “Zamora”? ¡Ufa! ¿Y qué decir de la versión tergiversada del
Caracazo? ¡Qué triste papel! Bueno, por la plata… Rubén interrumpió
decidido a regresar para tomar el hilo de la discusión destacando cosas más
recientes, las cuales él decía que le enervaban...-La preocupación de nuestro
presidente por crear un cine supuestamente revolucionario, y sabemos que aquí
ni una hoja se mueve sin su venia, pues ha hecho una inversión millonaria en
dólares norteamericanos, millones para la llamada Villa del Cine, solo para
unos pocos que se han bañado en eso chorro. ¿No recuerdan a Oliver Stone y la
alfombra roja en Venecia?
Sergio
entonces les recordó otros detalles. -¿Qué me dicen de los dólares que le dieron
a Sam Penn y Danny Glover? -A Glover le dieron 18 millones de dólares para
hacer un film sobre Toussaint-Louverture y nunca veremos esa
película…ÁbregoJota pareció de pronto querer cerrar el tema,
y hablar de nuevo sobre Priscila, la joven cineasta que él admiraba.
–Creo que ya ha dejado esas poses politiqueras, afortunadamente. Quizás al fin
ha entendido hacia dónde va el país en las manos de una cáfila de ladrones
uniformados… Hubo un silencio momentáneo y Rubén murmuró. -Lo
que no sabemos es hasta donde nos llevarán… Entonces Víctor decidió olvidarse
del tema del cine para conversar más fríamente sobre las cuestiones que le
interesaban relacionadas con la visita nocturna a la isla, su isla…
NOTA: el texto con algunas modificaciones puntuales, pertenece a mi novela
“El año de la lepra” (Mérida 2011).
Maracaibo, viernes 29 de mayo, 2020