sábado, 30 de noviembre de 2019

Edouard Dujardin


Edouard Dujardin

El monólogo, es el discurso de una persona dicho en voz alta. En la literatura, el monólogo interior es una técnica narrativa que nos permite conocer el flujo de la conciencia del protagonista sin que este hable con otros o con nosotros. El soliloquio es un recurso que encontramos con frecuencia en el teatro y es la forma de contar al público lo que el personaje piensa, pero en la literatura, el monólogo interior tiene lugar dentro del cerebro de quien medita. Lograrlo como escritor, es crear vasos comunicantes profundos y afectivos con el lector. 

Todo lector conoce, o porque la ha leído o porque ha escuchado hablar sobre Ulises, la fatigosa novela que otorgó la fama al escritor James Joyce (1882-1941). La mayoría de los lectores creen que el Ulises (1922) aportó a la escritura la técnica del monólogo interior, y no fue así. James Joyce reconoció siempre su deuda con una novela francesa que fue escrita y publicada antes que la suya, una novela que él mismo recomendó a su agente literario con el propósito de que este la tradujera al inglés. El libro que influyó en la narrativa de Joyce, fue escrito por Édouard Dujardin (1861-1949) y lleva por nombre Han cortado los laureles.


Edouard Emile Louis Dujardin (1861-1949) fue un ensayista, novelista, poeta y dramaturgo francés, y se le considera uno de los representantes del simbolismo. Dujardin nació en noviembre de 1861 en Blois (Francia) y pasó la mayor parte de su niñez en Ruán. Su padre era marino, el capitán marítimo Alphonse Dujardin. Su madre se llamaba Teophile. Él estudió música en el Conservatorio de París antes de introducirse en el mundo editorial, posteriormente se inclinó hacia la literatura convirtiéndose también en crítico musical y especialista en las composiciones de Richard Wagner; editó la “Revista Wagneriana” la cual se publicó entre 1885 y 1888, para dar a conocer la obra y el pensamiento de este compositor alemán. 

Otras publicaciones de Dujardin aparecieron en la “Revista Independiente” o la “Revista De Las Ideas”. Al igual que su amigo Mallarmé,  Dujardin escribió poesía de estilo simbolista, relatos de corte fantástico, ensayos sobre religiones y obras teatrales. En 1891 a la muerte de sus padres, Dujardin utilizaría los recursos familiares para financiar una obra teatral la trilogía “La Leyenda De Antonia” (1891-1893) e igualmente Le Chevalier Du Passé en 1882.

Su reconocimiento mundial está más bien ligado a sus novelas, Los laureles están cortados o Han cortado los laureles (1888) , La leyenda de Antonia (trilogía) (1891-1893) y Los Argonautas (1924), en particular su fama se debe a: Han cortado los laureles, publicada en 1888, la cual es considerada como la primera novela que utilizó el monólogo interior como recurso narrativo. James Joyce, la consideraba como una de sus grandes influencias literarias. Entre sus novelas y otras publicaciones están: Les Lauriers sont coupés (1888), The Source of the Christian Tradition: A Critical History of Ancient Judaism (1911), Interior Monologue, Mallarmé par un des siens, y Ancient History of the God Jesus.

 
Dujardin continuó su labor como periodista hasta el final de su vida algo disipada por la tuvo que soportar algunas demandas aunque nunca fue sentenciado como culpable ni se vio obligado a pagar cárcel por su trabajo. Vivió como un poeta que era y con numerosas amistades femeninas que le protegieron y hasta financiaron su trabajo. Es sabido que en un afiche de Tolouse Lautrect “El diván japonés” aparece retratado y es la imagen que se ve en una edición de su novela ya comentada.  Dujardin falleció a la edad de 87 años.

Regresando a la técnica narrativa de, el monólogo interior, ésta podría resumirse así: Las reflexiones del personaje están descritas con relación a lo que acontece en el mundo exterior pero como resultado de ese análisis, el autor no participa en el texto, no se manifiesta, de manera que todo acontece en la mente del personaje. El protagonista no está consciente de que el lector lo escucha; detalle éste muy importante y es precisamente porque su pensamiento, es muy suyo, personal y la narración se escribe en primera persona. El escritor, autor puede dramatizar el pensamiento de su personaje, pero lo que piensa, nace, crece y muere dentro del sujeto. Es su “Yo” interior quien narra lo que siente y lo que quiere, es la conciencia del personaje que se transforma en la verdadera protagonista de la historia.
Maracaibo sábado 30 de noviembre, 2019




viernes, 29 de noviembre de 2019

“Adiós Muchachos” años después


“Adiós Muchachos” años después

Adiós muchachos. Una memoria de la revolución sandinista (1999), es la relación de hechos personales/institucionales de Sergio Ramírez Mercado, uno de los protagonistas del proceso de lucha, triunfo y gobierno de la revolución sandinista en un contexto que va entre 1976 y 1998, aproximadamente. Decía yo, y lo escribí en el año 2003 que la lectura de “Adiós Muchachos” de Sergio Ramírez nos obligaba a los venezolanos a establecer comparaciones, aunque es cierto que ellas, “siempre son odiosas” (el artículo fue publicado en una edición de El Gusano de luz  número 33 año 2003). Dada la importancia histórica del escritor, laureado en varios certámenes literarios, y a su vez político y protagonista de los hechos relatados, era muy difícil sustraerse de pensar en las vicisitudes de “el proceso”, este término kafkiano usado para mirar  a nuestra pseudorevolución, que desde aquellos días ya se nos metamorfoseaba inclementemente.

Las diferencias históricas y de todo tipo para comparar, en aquellos días eran múltiples. Nicaragua había sido un país intervenido directa e indirectamente por los Estados Unidos desde la aventura del filibustero Walker al proclamarse presidente en 1856, hasta el primer desembarco de “marines” para conservar en el poder al presidente conservador Díaz en 1917. Las propuestas de un canal para Centroamérica por el río San Juan trajeron de nuevo los intereses norteamericanos,  hasta 1926 cuando de nuevo al regresar Díaz a la primera magistratura hizo que volvieran los “marines” y Augusto César Sandino decidió irse a las montañas y comenzar su guerra de guerrillas. Todas estas situaciones terminarían por consolidar en el país una clara conciencia antiimperialista. En 1933 cuando al fin se marcharán los “marines”, Sandino cesará su lucha armada para ser asesinado por Anastasio Somoza. Ya proclamado presidente en 1937. Así “Tacho” con el apoyo de los Estados Unidos y luego toda la familia Somoza se mantendrá en el poder hasta finales de los años setenta. En 1978 el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro editor de “La Prensa” acelerará las acciones del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) hasta “La Ofensiva final” y el triunfo de la revolución contra la feroz dictadura somocista.

Por todas estas cosas, insistía yo en que no podía existir ni el más remoto punto de comparación entre aquella epopeya de todo un pueblo por liberarse del yugo de una dictadura sanguinaria con el apoyo incondicional de una potencia extranjera, con nuestra historia patria contemporánea del 2003. Sin embargo, a la luz de nuestra situación actual en 2019, es evidente que ahora sí suena lógico pensar que el país precisa de todo un pueblo por liberarse del yugo de una dictadura sanguinaria con el apoyo incondicional de una potencia extranjera… 

La llegada de Ronald Reagan a la presidencia de los Estados Unidos, y la ayuda con aportes de la Cámara del Congreso a la contrarrevolución desde 1982, no pudieron ser frenados por la reunión de Contadora en 1983 y como las llamas de un incendio indetenible, en medio de una guerra desatada, la victoria electoral del FSLN en 1984,  llevaría a Sergio Ramírez a la Vicepresidencia de su país, y luego en un Acta de paz, acordada en Contadora 1984, Daniel Ortega y Sergio Ramírez comenzarían a vivir años de esfuerzos para consolidar sobre los cadáveres de cientos de jóvenes soñadores, lo que había de ser el triunfo de una revolución socialista en América. ¡Tamaña diferencia!

En el libro, Sergio Ramírez diría…“Bañados en las aguas lustrales de la ortodoxia ideológica”... al comienzo, fue necesario proceder con discreción... “... negar ante aliados y enemigos la identidad del FSLN como un partido marxista leninista”...  En sincera confesión el escritor expresaba: “En realidad nunca llegó a serlo ( marxista-leninista ) más allá de las intenciones porque el ejercicio vertical de la autoridad que caracterizó sus estructuras internas y sus actos de poder, más que una aportación leninista, ya era parte de la más arcaica cultura política del país, amamantada en el caudillaje”.

La dictadura de los Somoza que no se había apoyado en el populismo, no necesitó de la cháchara divisionista y plena de odio de nuestro vernáculo “proceso”. Su poder se afianzó en la fuerza de un aparato militar y represivo, cruel y despiadado. Las hordas de asesinos y torturadores sostenidas por el régimen de Somoza en la denominada Guardia Nacional, luego del derrumbe de la dictadura, se reagruparán en grupos sostenidos por millones de dólares destinados por el gobierno de Reagan para en una cruenta guerra que costaría muchas vidas. Por todas estas cosas, ni el léxico comunistoide, ni las consignas de los “pseudorevolucionarios criollos”, lograron engañar a nadie, y el lema resultó ser el mismo de siempre “que me pongan donde haiga”,  o quizá, “antes estábanos mejor, pero ahora manda el pueblo y quien quita...” Las esperanzas comenzaban a lucir fallidas ya en 2003 y se veía que aparentemente harían mella en “el proceso” y los días de hambre parecían acercar cada vez más el final del mismo... Más no habría de ser así…

Sergio Ramírez diría en su libro: “No solo la revolución cubana fue el modelo, sino Fidel como figura. Para algunos, copiar sus gestos en los discursos, su tono de voz, sus giros, sus silencios reflexivos manteniendo la mano en el aire, cerca de la barbilla y aún la forma de apoyarse en el podio, se volvió un vicio mimético que llegó a rayas en la caricatura”... En la página 116 dice:  “Fidel ... pensaba en un socialismo distinto al de Cuba y veía quizás un campo nuevo de experimentación para que no fueran repetidos errores que en Cuba él no podría nunca reconocer, ni enmendar. Los peores enemigos de esta concepción fuimos sin embargo nosotros mismos, reacios a escuchar advertencias”... Culmina este comentario en la página 117 expresando :   ...y fue Fidel el único en advertirnos que corríamos un grave riesgo de ser derrotados en las elecciones de 1990”...

Como es bien sabido, en 1990 doña Violeta Chamorro ganó las elecciones y derrotó al FSLN para el asombro e incredulidad de ellos mismos. Las explicaciones de esta derrota, están plasmadas en las páginas de “Adiós Muchachos”, donde se plantean las tirantes relaciones con la iglesia y con Monseñor Obando Bravo, las visitas del papa Juan Pablo II a Nicaragua, los acuerdos de Esquipulas II, de la Conferencia Episcopal y el Congreso Eucarístico de Puebla. “La opción preferencial por los pobres” era vital en una revolución donde muchos de sus dirigentes eran curas, como los hermanos Ernesto y Fernando Cardenal, Tomás Borge y Miguel de Escoto…No se imaginaban que la corrupción iba a ser su peor enemigo.

Finalizando ya con el tema, llama la atención el comentario de Sergio Ramírez sobre un hecho que pudiera habernos ofrecido esperanzas en medio de tanta incongruencia política, ya sonaba factible que hacia allá iríamos, hacia una igualitaria pobreza:  “La gran paradoja fue que, al fin y al cabo, el sandinismo dejó en herencia lo que no se propuso: la democracia; y no pudo heredar lo que se propuso: el fin del atraso, la pobreza y la marginación”...   Algunos comentarios adicionales pueden darnos explicaciones sobre este fracaso aleccionador. En el fondo todo gira alrededor de la corrupción. “El modelo de acumulación basado en la idea del Estado dueño, no fue viable desde el principio”  Al referirse a las empresas del Estado, Sergio Ramírez dirá: “No tuvieron congruencia en términos productivos. Tampoco lograron funcionar en términos competitivos”.  Sobre las empresas del sector privado expresará: “...fueron tratadas siempre bajo amenaza, con lo cual no podía tener ninguna seguridad y a la vez con paternalismo, con lo cual no podía tener ninguna eficiencia... Sus deudas terminaban siendo perdonadas no por razones de orden económico sino políticas”...

Las conclusiones derivadas de la lectura de las interesantes reflexiones aportadas precisamente por un excelente escritor y luchador por las causas justas de su pueblo, hacen de “Adiós Muchachos” una obra de singular valor político. Para quienes en este país estábamos presenciando ya en 2003, y durante 4 años el sainete de “el proceso”, el libro de Sergio Ramírez nos servía para recordar que si bien la historia es cíclica y repetitiva, algunas veces, y salvando las diferencias históricas inicialmente señaladas, los pueblos sin educación y sin moral pueden ser fácil pasto de su propia destrucción… Pero en aquellos días, nos negábamos a creer que la traición pudiese ser de tal grado, en una nación que había dado tan brillantes próceres… Cómo imaginar que fuese posible… ¡Que equivocados estábamos!

La lectura de “Adiós muchachos” y la publicación de su análisis en septiembre del año 2003 no sirvieron como lección de patria y civismo. Hoy, tras casi una veintena de años con cientos de compatriotas muertos y las cárceles llenas de prisioneros políticos y militares torturados y asesinados, con el de dolor profundo en el seno de miles de familias venezolanas dispersas por la diáspora y por la muerte, aún se mantienen en el poder quienes han demostrado aprovecharse de la irresponsable inocencia de quienes tontamente consideramos que nuestros militares no serían capaces de tal traición, y la estupidez de otros quienes apoyaron los delirios mesiánicos de mentes enfermas desviadas de una normal conducta acicateada por supuestos resentimientos sociales, que tornarían ser grotescamente crematísticos y de otros muchos quienes simularon no entender que estaban ante viles traidores a su patria, que aceptarían doctrinas y lineamientos extranjeros, o las mayorías que se vendieron por prebendas nacidas de una espantosa corrupción. En la actualidad los capitostes continúan medrando y prefieren perecer aplastados por el carro de la historia, habida cuenta de que no habrá madriguera en el mundo que pueda esconderlos de la vergüenza, por lo que seguirán insistiendo cruelmente en arrastrar con ellos a todo un pueblo noble e inocente que no captó nunca la realidad de las ofertas populistas en medio de los desafueros mentales de pseudorevolucionarios infestados por la cleptomanía de decenas de infames politiqueros de oficio.

El año 2008, a 5 años de haber escrito el artículo sobre “Adiós Muchachos”, y a 10 años del catastrófico inicio de “El Proceso”, Ortega de nuevo se hizo cargo de la presidencia de Nicaragua, y del control de todos los poderes, con apoyo de grupos de poder económico, mientras en Venezuela  todavía vivíamos la pesadilla de una nación que a pesar del increíble incremento de los precios del petróleo había cuadruplicado su deuda externa, donde sus ciudadanos sufrían padeciendo de desempleo y viviendo de importaciones, un país que producía menos petróleo que diez años atrás y continuaba con un gobierno ejerciendo un “capitalismo de Estado” que iba repartiendo la riqueza del país en otras naciones para ganar adeptos a una causa ajena, supuestamente revolucionaria, mientras mantenía al país sumido en una grave crisis financiera con la mayor tasa de inflación de Latinoamérica, presos políticos en las cárceles y las tasas de criminalidad más altas de América, mientras todos los poderes seguían subyugados a los designios de un autócrata teniente coronel que irrespetaba continuamente la Constitución y los Derechos Humanos.  El gobierno en una tónica populista, seguía despotricando del Imperio Norteamericano mientras se sostenía y le alcanzaba para repartir su riqueza en propaganda que paradójicamente le proporcionaba su principal comprador de petróleo, Los Estados Unidos.

El año 2019 ya hace once años de la publicación del comentario hecho en 2008 y no existe un ser en el planeta tierra, la OEA, la ONU, y cualquier organismo multinacional, todos ya entienden algo que es por demás evidente. Aferrados al poder quienes dirigen un narcoestado han creado toda una pesadilla delincuencial que comenzábamos a presagiar en 2003 y que se ha tornado en una tragedia cuya repercusión se ha extendido apoyada por una conspiración internacional, a los demás países de América. Todavía, desde La Habana impulsan el proyecto, luchando por desestabilizar los gobiernos democráticos y acabar con la paz de toda Latinoamérica, mientras los políticos siguen buscando dinero fresco y en marramucias cohabitan con los capos para que se les consoliden algunas cuotas de dinero más que de poder...

Maracaibo viernes  29 de noviembre, 2019

jueves, 28 de noviembre de 2019

Fernando C. Tamayo: poeta.


Fernando C. Tamayo: poeta.



En otras ocasiones he hablado sobre mi tío Fernando C Tamayo en este blog; y específicamente me he referido en febrero de 2013, a su poesía trascribiendo el “Romance del camarada muerto (https://bit.ly/2qLWHny ). Volví a mencionar a mí tío en el mes de noviembre de 2016 (https://bit.ly/2LcfYWr) y nuevamente en junio de este año 2019 (https://bit.ly/35CKvEt). En el mes de marzo 2013, lo hice a propósito de venezolanos guerreros en la Primera Guerra Mundial (https://bit.ly/2KTxVsk). Hace unos días, caí en la tentación de nuevo (https://bit.ly/2XBznVu) en un relato familiar en el día de mi cumple80años, y hablé sobre mi mamá y mi tío Fernando… Les comentaba sobre la historia de su medalla que llevó durante la guerra del 14. Hoy regreso a hablar de la poesía de mi tío Fernando Carlos Tamayo, el primogénito de don Lorenzo Tamayo de la Madriz y de doña Albina García de Tamayo.

Fernando había nacido en Valencia el año 1890 y antes de cumplir el año se trasladó con sus padres a San Cristóbal. Fernando C. Tamayo ha sido uno de los poetas líricos más firmes y expresivos del Táchira. Fue el mayor de una familia de nueve hermanos, María Teresa, Albina, Eduardo, Cecilia, Josefina, Amalia, Francisco, Mercedes y María Amelia conocida cariñosamente como Maruja, mi madre. Resulta que  Fernando nació en una familia de poetas. Su hermano Francisco, y sus hermanas Josefina y Amalia compartían con él, desde muy jóvenes la pasión por la literatura, y escribían y publicaban sus poemas en revistas literarias y en las páginas culturales de los periódicos del Táchira. Él con sus hermanos poetas, aparecen en el libro de Antonio Arellano Moreno, “Poetas y versificadores Tachirenses” publicado en 1979 por la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses dirigida por el Dr. Ramón J. Velasquez. 

En la revista literaria “La Idea” fue donde Fernando dio a la luz pública su primer poema titulado “Parábola”, una poesía con cierto sabor bíblico, que fue reproducida en 1908 en diversas publicaciones de los círculos literarios de Caracas, Maracaibo y de Quito. En aquellos duros días, en una Venezuela rural, acogotada por guerras y dificultades económicas, Fernando Tamayo, con José Abel Montilla, Ramón Leónidas Torres, Eduardo López Vivas, y su hermano Francisco Tamayo, comenzaban a descollar en la actividad literaria del Estado Táchira y del país nacional (ver). En 1907, se producirá la fundación de “El Salón de Lectura de San Cristóbal” y Fernando Tamayo, poeta lírico, un joven apuesto y enamorado, tenía su musa, una linda jovencita de Capacho, la señorita Inés Dávila, de quien muchos años después escribiría...“ Tú fuiste La Inefable: la novia hermosa y pura como la “Benedetta” que al Dante deslumbró. Por ti mi adolescencia ambicionó la altura; ensueño fuiste, anhelo; promesa de ventura la estrella que al futuro mi rumbo señaló. ”

Se vivían los últimos años del régimen de Cipriano Castro y alboreaba la larga dictadura gomecista. Las circunstancias de ser don Lorenzo muy amigo del Cónsul de Venezuela en Nueva York,  y sería a través de gestiones y de los buenos oficios del Cónsul amigo, como le otorgarían una beca al joven Fernando para cursar estudios en los Estados Unidos. La posibilidad de abandonar el suelo nativo agitaría sin duda su corazón de soñador y poeta, él seguramente sopesaría la idea, posiblemente pensaría en sus padres, en sus hermanos, en Inés Dávila y decidiría aceptar el reto. A finales de ese mismo año, a lomo de mulas, en tren y luego embarcándose en varios vapores, marcharía para irse a estudiar en Norteamérica.
 
En la poesía de Fernando Tamayo, es posible siempre asociar el espíritu combativo e intrépido del poeta y el soldado (https://bit.ly/2LcfYWr) que viviera las cruentas experiencias (https://bit.ly/2qLWHny) en la guerra, con ese acendrado amor y veneración por su terruño montañoso pleno de neblinas y de recuerdos. El paisaje de las montañas andinas es una constante en la poesía de Fernando C Tamayo.  Esas pinceladas polícromas que pueden llegarle con los giros de las golondrinas, le hacen regresar a su tierra, a la  “Sombra y luz de mi montaña...” ...“Una abigarrada alfombra /es la plaza del mercado / viéndola desde el altillo / a buena vista de pájaro”...  ...”La esmeralda del samán / cierne fino el sol de mayo / ya trazos impresionistas / va suavizando Picassos”...  ...” sobre el fondo verdinegro / con pátina de retablo, / y aroman la mañanita / los claveles de Capacho.”   


...“Tan bonito “Llano´e Luna” / de donde se ve la “Villa” / y en la distancia el río Torbes / cascabel que se retuerce / y cascabelea y brilla / como puntos suspensivos / de sol en la verde anchura / de la Vega. “Llano´e Luna”... …Y bajé por “Madre Juana” / en busca del horizonte / y por el cañaveral / llegué al pozo de “La Laja”; / el Torbes bajaba henchido / y su corriente borraba / esos puntos suspensivos / que nuestros ojos miraron...” ...“las paraulatas repican / la plata de sus trompetas / y el cobre de los turpiales / vibrante contrapuntea...”   …“En la madrugada fina / se desperezan los páramos / arrebujados de niebla / asómanse los picachos;  / vertientes multicolores / como colchas de retazos... 

Fernando, regresaría a Venezuela en el año 35, y con su esposa Katherine (ver) pasaron unas semanas en San Cristóbal, estuvieron de visita en Maracaibo, allí volvería a ver a su hermana menor (ver)  y regresaron a  Norteamérica. A finales de ese año, morirá don Lorenzo Tamayo de la Madriz y pocos meses después en 1939 fallecerá su madre doña Albina. Treinta y dos años después de haber dejado su tierra, para  iniciar su vida de aventurero, Fernando, de vuelta en su casa recibe estos dos golpes del destino y se comporta  como un viejo soldado”, sin claudicar ante la vida y ante las letras... Continúa escribiendo poesía y acepta el cargo de  director de un liceo, el “Rafael María Morantes” en el barrio San Carlos en las afueras de San Cristóbal.

En 1945  Fernando Tamayo, verá coronada una gran aspiración. A través de sus amigos del Grupo Literario “Yunke” se publicará su libro “Romances de mi Montaña”, el cual se inicia con un poema dedicado a su esposa, titulado “Intimo”, fechado en octubre de 1944, el cual finaliza así: Y la lucha que iniciamos / cuando todo sonreía,/ con esperanzas, coraje / y voluntad decididas, / en vez de ocasos tranquilos / agora niebla indecisa. / Por la lucha, nuestras almas / en una han sido fundidas; /compañera de mis sueños, / fiel, abnegada y sufrida, /en mi destierro integraste / madre, hermana, esposa e hija, /puesto que hijos no hubimos / este amor que en ti se cifra. / Hoy nos sirve de consuelo/ la máxima conocida: / “A quien Dios no le dio hijos / el diablo le dio sobrinas”!/ (Y destrozo la gramática / para completar la rima). Un año después, Katherine se caería accidentalmente sobre un rosal y moriría de tétanos en San Cristóbal.

Fernando, luego de la muerte de su esposa, empeoró de su condición pulmonar crónica como consecuencia de los gases en las trincheras, y regresó a la casona de sus padres en San Cristóbal. Con su hermana Mercedes, el poeta estará un tiempo en Maracaibo, y deberá ser hospitalizado en el hospital Central Dr Urquinaona varios días por su enfisema y fibrosis pulmonar. Tenía una gran ilusión para estar en un desfile de Veteranos de la II da Guerra que se daría en Miami, pero por motivos de salud no logró estar presente. El Hospital VE de Miami lo trasladó al Hospital de Veteranos de Nueva York donde moriría el 22 de agosto de 1948. Sus restos mortales, traídos a Venezuela, reposan con los de sus padres y de su esposa, en el cementerio de San Cristóbal, ante las montañas de los Andes Tachirenses que tanto amó. 
    
Maracaibo, jueves 28 de noviembre 2019