Pérez Reverte, Sinuhé y Wikipedia…
Arturo Pérez-Reverte, el 26 de
diciembre, de este año 2016, es decir
hoy, en El Bar de Zenda, la sección de Arturo Pérez-Reverte en zendalibros.com, de su publicación en XLSemanal, y en una de sus columnas
encabezadas por el título “PATENTE DE
CORSO” publicaría un artículo titulado
“Wikipedia y Sinuhé el egipcio”, el
cual me he tomado la libertad de reproducir aquí, por varias razones que puedo y
quiero divulgar, franca y sinceramente. Confieso que he leído algunas de las
novelas de Pérez Reverte desde hace varios años. Lo aclaro porque sé que él, “es escritor
y periodista español, miembro de la Real Academia Española desde 2003, antiguo
corresponsal de RTVE y reportero destacado en diversos conflictos armados y
guerras, es el autor de la saga Las aventuras del capitán Alatriste”, datos
estos tomados precisamente de Wikipedia donde cualquiera puede enterarse de su
historia personal, su producción como escritor y sus conflictos por los que tiene unos cuantos detractores, ellos sus
razones tendrán. En la misma reseña de Wikipedia aparecen igualmente sus innumerables
condecoraciones y premios que pueden valer para acreditar su labor como
escritor de novelas.
Nunca he tenido la oportunidad de
leer nada sobre Alatriste, pero de Pérez
Reverte, inicialmente pude leer La tabla
de Flandes y me impresionó su
estilo, y como novela, quede encantado hasta ir luego a leerme con la misma admiración
El maestro de esgrima, El club Dumas, La
piel del tambor, La carta esférica, y El
pintor de batallas. Disfruté enormemente La reina del sur impresionado por su inmersión en lo mexicano, y
debo opinar algo similar con otras regiones al disfrutar la lectura de El tango de la vieja guardia. Por otra
parte, la referencia que hiciera el mismo escritor, hoy, a la novela Sinuhe el egipcio de Mika Waltari sobre
quien había escrito en este mi blog
lapesteloca, el sábado 16 de abril de este año, y el comentario referido al
uso de los medios cibernéticos por parte de los escritores hecho por un joven
lector, me interesó particularmente. Por todas estas razones, decidí reproducir
a continuación, las opiniones del escritor Pérez Reverte:
“ “Cada día transcurrido, cada página leída, cada frase cazada al
paso, es una lección interesante, incluso cuando llevas 65 tacos de almanaque
deshojados en la mochila. Y más si no perteneces al grupo de los recolectores,
sino de los cazadores, y caminas por la vida con los ojos y el zurrón abiertos
y la escopeta lista, en esa tensión especial que permite apropiarse de todo
cuanto se pone a tiro, para luego sacarle punta. Incluso nimiedades aparentes
dan buen juego, si las destripas bien. Pensaba hoy en eso, después de leer algo
en internet, en uno de esos blogs modestos, casi personales, poco seguidos,
pero que a menudo contienen material interesante, impresiones, ideas que hacen
reflexionar. Y éste es el caso, porque el bloguero -joven, sin duda-,
mencionando de pasada y en tono afectuoso una novela mía, la última, apuntaba a
modo de elogio: «En el trabajo de documentación, se nota que Pérez-Reverte sabe
moverse muy bien por Wikipedia». La frase es simpática, y no puedes menos que
agradecer la buena intención. La amistosa ingenuidad. Luego echas un vistazo a
las otras entradas del blog, consultas la escueta biografía del autor,
confirmas su juventud y atas cabos, lo que te lleva a una conclusión inevitable
y en cierto modo triste, no sobre ese bloguero en particular, sino sobre cierta
manera cada vez más frecuente de abordar el asunto; sobre la idea que poco a
poco se va asentando en las nuevas generaciones de lo que es documentar algo;
sobre cómo y por dónde acceder a los conocimientos que actuarán como mecanismos
de comprensión y análisis a la hora de plantearse un artefacto narrativo, una
mirada histórica, un hecho cultural o intelectual. Lo estremecedoramente fácil
que resulta, hoy, contentarse con una mirada superficial, con un resumen
apresurado hecho por desconocidos, con simples referencias no siempre
contrastadas, no siempre rigurosas, no siempre minuciosas, no siempre fiables.
Carentes de la autoridad que el tiempo y el rigor, los autores de prestigio y
el aplauso de lectores cualificados, dan a las grandes e imprescindibles obras.
Bien pensado, el asunto inquieta. Yo mismo, cuando trabajo en una novela,
recurro con frecuencia a internet. Por supuesto. Pero ésa es sólo una pequeña
parte del conjunto, y sé que hay cosas que debo hallar en otra parte. Sin
embargo, para muchos jóvenes con inquietudes, con buena voluntad, documentar
una novela o un libro cualquiera, acudir a la Historia o a la Ciencia como
material de trabajo, significa exclusivamente acudir a Wikipedia. A internet, y
punto. Esa fuente documental parece lo más natural del mundo. Y eso se ve
fomentado por un sistema educativo que cada vez depende más del teléfono móvil,
de la tableta o la enseñanza digital, y desprecia las fuentes clásicas y
tradicionales, negando a los jóvenes el hábito de moverse con soltura en
fuentes más serias; de familiarizarse con textos solventes, anotar, marcar,
comparar, completar. Cada vez queda más lejos, no sólo de la intención, sino de
la imaginación, adquirir o consultar libros, trabajar en hemerotecas y
bibliotecas, visitar escenarios reales. Ni pasa por la cabeza otra cosa que ir
a lo fácil. Para qué consultar el Espasa, la Encyclopaedia Britannica, el Summa
Artis, la colección completa de Blanco y Negro o el Diccionario Biográfico de
la Academia de la Historia; para qué leer a Galdós, Valle-Inclán, Baroja o
Clarín, si con un teclazo lo tienes todo resumido en medio folio. Para qué
visitar un museo, para qué viajar a una ciudad con un antiguo mapa y un bloc de
notas, pudiendo teclear en el buscador de internet y hasta pasear virtualmente
por las calles de Osaka o San Petersburgo. La consecuencia de todo esto es que,
cada vez más, quienes de esta forma limitan su propio conocimiento aplicarán
esos límites a cuanto se les ponga delante. Juzgarán el mundo no por lo que
éste tiene y ofrece, sino por la reducida visión que de él tendrán ellos. Y
aquí no puedo menos que recordar al querido José Luis Sampedro, economista y
escritor, que una tarde en la Real Academia Española, mientras charlábamos con
Antonio Mingote y Gregorio Salvador, lamentó, con bondadosa e irónica
resignación, que cierto crítico literario hubiera encontrado en su novela La
vieja sirena presuntas influencias del best-seller de Mika Waltari Sinuhé el
egipcio: «Te pasas la vida leyendo a Homero, Herodoto, Jenofonte o Plutarco, y
luego empleas dos o tres años de tu vida en trabajar con todos esos libros
abiertos alrededor, para que al final juzgue tu obra un pobre hombre que sólo
ha leído Sinuhé el egipcio”” - Publicado en XL Semanal el 25 de diciembre
de 2016-
Toronto, 26 de diciembre
del año 2016
Gracias por tener la
amabilidad de leerme: JGT.