Cuando hablé en este blog sobre la pintura de Edward Hopper (https://bit.ly/3aI3sJ8) me referí al movimiento expresionista abstracto y de cómo influyó en otras tendencias pictóricas. La action painting, en particular, fue muy influyente en el violento tachismo francés. El Tachismo -en francés, Tachisme, de “tache”, lit. 'mancha'- fue un estilo de pintura abstracta francesa (De 1940 a 1950), que era el equivalente europeo al expresionismo abstracto, dentro del movimiento del Informalismo (Art informel).
El Tachismo era la tendencia principal de la pintura hasta el inicio de la década de los años 60 cuando surgiría el Pop Art y el arte minimalista (hacia 1962-1963). No obstante, algunos pintores minimalistas se verían influidos por el expresionismo abstracto, especialmente por la tendencia denominada color-field painting. También muy recientemente, al mencionar el plafond del teatro Baralt pintado por Antonio Angulo en 1932, (https://bit.ly/2te6WCf) comentaría como éste había sido considerado el primer artista abstracto de Venezuela.
Muchos años más tarde, en 1995, antiguos funcionarios estadounidenses confirmaron ciertos rumores que circulaban desde hacía varios años según los cuales los artistas de este movimiento habían sido financiados por la administración norteamericana a través de los servicios secretos de la CIA con el propósito de convertirlo en arma ideológica del bloque occidental en el contexto de la Guerra fría. Supuestamente esta estrategia cultural veía en el expresionismo abstracto una forma de afirmar “la creatividad, la libertad intelectual y la influencia artística de los Estados Unidos” haciendo ver, por contraste, el arte oficial de los países comunistas, “el realismo socialista soviético” como algo codificado, rígido y cerrado.
Tom Braden, antiguo jefe del departamento de relaciones internacionales de la CIA y antiguo secretario ejecutivo del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), declaró en una entrevista: “Pienso que se trataba del departamento más importante de la CIA y opino que tuvo un papel determinante durante la Guerra fría”. Esto no significa que el expresionismo abstracto fuese una creación pura y simple de la CIA ya que los artistas podían ignorar de dónde provenían los fondos que los financiaban. El antiguo agente Donald Jameson indicaba que los artistas podían tener simpatías por el comunismo o por la URSS, pero las tendencias “abtraccionistas” favorecerían la operación llevada a cabo por la CIA.
Esa voluntad por parte de los dirigentes norteamericanos de utilizar el expresionismo abstracto como una verdadera vanguardia artística y una nueva referencia cultural, se concretaría a través del amplio programa puesto en marcha por la CIA. Nació así “un sistema inédito de consagración del arte”, con la fabricación financiera de una red, que implicaba museos, fundaciones, universidades, mecenas y diversas asociaciones. y los vínculos que mantenía con la dirección del Museum of Modern Art. La historiadora británica Frances Stonor Saunders afirma que el expresionismo abstracto no hubiese sido reconocido y celebrado como lo fue sin la ayuda de la CIA.
Recordemos que en esa época la Central de Inteligencia estaba integrada principalmente por profesionales formados en las mejores universidades americanas en todas sus ramas académicas, incluyendo la cultural. Frente al furor anticomunista del FBI de Edgar Hoover, la CIA era una especie de oasis progresista dentro del ambiente general de derechización de la sociedad americana. Mientras tanto, en la Unión Soviética existía el denominado arte realista en todo su esplendor. La CIA se infiltró en todas las disciplinas culturales, en la literatura, la música y, por supuesto, en la pintura. Con el incipiente expresionismo abstracto americano: habían encontrado su mascarón de proa.
Según la CIA, el expresionismo abstracto reunía todas las características ideales para su confrontación propagandística con el arte soviético. Sus orígenes, vinculados al surrealismo, eran de origen europeo, fundamentalmente oriental, pero si había integrantes de origen europeo, también había figuras como Jackson Pollock típicamente americano, y nacido en un estado rural como Wyoming, con una imagen que encarnaba la América profunda, con la clarividencia para anticipar el valor de esa corriente artística por los mandamases de la CIA fue poco, sorprendente. Este heterogéneo grupo de artistas había adquirido cierta notoriedad pública cuando denunciaron al Museo Metropolitan de Nueva York por ignorar deliberadamente su pintura. La influyente revista Life les dio su portada con una histórica foto en la que se encontraban Newman, Rothko, Pollock, Motherwell, Sterne, Kooning y Reinhardt entre otros, denominándolos como «los irascibles». Era un movimiento ideal para una campaña encubierta.
¿Pero sabían los Pollock, Motherwell, de Kooning, Rothko y compañía cómo estaban siendo manipulados? Según Jameson, uno de los agentes organizadores de la campaña, los artistas no estaban al corriente del apoyo propagandístico que la CIA les estaba prestando. Pero hay que señalar que excepto Ad Reinhardt (que se opuso abiertamente a este patrocinio y fue marginado en la década de los sesenta), todos los pintores aceptaron el mecenazgo del MoMa y la etiqueta que les representaba como emisarios de Estados Unidos.
Según Michael Kimmelman, crítico del New York Times, la tesis de la manipulación por la CIA fue un intento por simplificar algo mucho más complejo a través de movimientos pictóricos. En un artículo titulado “Revisiting the Revisionists: The Modern, Its Critics and the Cold War”, intenta demostrar que esa visión es errónea o fuera de su contexto. Según él, los artistas norteamericanos del expresionismo abstracto no fueron ni más ni menos defendidos por los diversos gobiernos de turno, que los artistas figurativos, los cineastas o los escritores de la misma época..
El libro de Christine Lindey, Art in the Cold War, que describe el arte soviético de la misma época, o Pollock and After, de Francis Frascina, reiteran los argumentos de Michael Kimmelman, subrayando que el reconocimiento internacional de los artistas norteamericanos intervino en 1964 en la Bienal de Venecia con el Pop art y Robert Rauschenberg. El reconocimiento que Serge Guilbaut presenta como la culminación de una política cultural llevada a cabo por Estados Unidos, el Pop art sustituyendo toda proposición estética con una adhesión a la sociedad de consumo y reduciendo el arte al diseño. La fusión entre expresionismo abstracto y Pop art desembocaría en el nacimiento, a finales del siglo XX, del “arte contemporáneo”, una producción enteramente sometida a las leyes del mercado y animada por “creadores” desprovistos de habilidades técnicas e independientes de toda tradición estética.
Revisado en Londres el martes 11 de octubre del año 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario