jueves, 6 de octubre de 2022

El silencio no existe


En diciembre del 2020 se me antojó publicar un artículo con el título de “Con tinitus, a cantar rancheras”… Decía que “en la duermevela de mis tiníticas chicharras, a mi mente acudió repetitivo, aquel poema de Ezequiel Bujanda: “No toques ese vals cierra ese piano”. Ya saben quiénes me leen que el tinitus o acúfeno (https://bit.ly/2XsnnY8) está allí, o aquí, constante, llenando mis silencios “cual si estuviese bajo un inmenso baobab de los de El Principito, cuajado de chicharras, las cigarras, que chirrían, con sonoridad brillante”
El tinnitus es un síntoma caracterizado por la percepción de un sonido en ausencia de un estímulo externo y su fisiopatología puede involucrar una alteración a nivel del funcionamiento del oído interno, pero la percepción de éste y el grado de molestias asociadas dependen de modificaciones de redes cerebrales cognitivas y emocionales. Para estas personas, “el silencio no existe”.
Jonathan Wimmer y colaboradores del Departamento de Neurociencia en la Universidad de Chile, en Santiago, publicaron en la Revista Otorrinolaringol. Cir. Cabeza Cuello vol.79, en marzo del 2019, un trabajo de revisión, Tinnitus: Una patología cerebral, donde explican que deben ocurrir una serie de alteraciones a nivel cortical y subcortical en el cerebro que transforman esta señal en una percepción “fantasma” persistente como un fenómeno molesto, invasivo y que afecte la calidad de vida del individuo.

El tinnitus crónico no pulsátil (TCNP), tonal o no-tonal, ya sea uni o bilateral es la forma más frecuente de tinnitus. Se han visto activaciones patológicas en pacientes con TCNP tanto en distintas áreas corticales relacionadas habitualmente con funciones cognitivas superiores como la atención, la alerta y el procesamiento emocional, como en la interacción con el control sensorial auditivo con estructuras subcorticales. El fenómeno de “hipersincronía” es conocido como disritmia talamocortical. Comprender estos mecanismos parece ser clave en la aproximación terapéutica del TCNP no como una patología exclusiva del oído, sino también del cerebro.

El estrés, ansiedad, depresión, un acontecimiento emocional perturbador, pueden revelar o acentuar un acúfeno. El área de Heschl corresponde a las áreas 41 y 42 de Brodmann de la corteza cerebral. Esta es la llamada área auditiva primaria. En la cisura de Silvio, se ubica en el medio del giro superior del lóbulo temporal. Estos detalles nos permiten entender el sentido de la audición al recibir las aferencias talámicas del cuerpo geniculado medio, pero la persistencia de una “señal aberrante” o “tinnitus” y del cortejo acompañante de síntomas neuro-vegetativos, manifestados como una respuesta del sistema nervioso central autónomo, se vinculan al estado de alerta generado en algunos pacientes junto con el componente psicoemocional.
En 2019 se había reportado en El País-España, como en España, hay “cientos de miles de personas que nunca escuchan el silencio” y cuando todo el mundo duerme, o en un monte, por aislados que se encuentren, siguen acompañados por un pitido continuo o un zumbido que no cesa. Recientemente Miguel Ángel Criado quien es licenciado en CC.Políticas y Sociología y escribe sobre tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, y antropología, en El País, en agosto este año 2022 planteaba el por qué la ciencia puede hacer muy poco por “la gente que nunca escucha el silencio” e insistía en que existen millones de personas en todo el mundo que conviven con pitidos o zumbidos permanentes que aún no tienen cura.

Los acúfenos o tinnitus (en latín, zumbido o campaneo) son un problema relativamente común que pueden padecer personajes famosos como Barbra Streisand o Sylvester Stallone, pero que también pueden ser un síntoma de cualquier lesión del aparato auditivo, aunque en la mayoría de los casos, se desconoce su origen y cómo tratarlos. Las consecuencias psicológicas pueden ser una de las repercusiones más graves.
El origen del trastorno sigue siendo desconocido. "Para que la sensación sea perceptible, el estímulo debe alcanzar la corteza cerebral y cada vez es más evidente que debe de existir una disfunción en la vía neuronal auditiva", apunta Joan Domènech, del Departamento de Otorrinolaringología del hospital Clínic de Barcelona, quien cree que es posible que la lesión de 15 o 20 células auditivas, de las aproximadamente 25.000 que tenemos en cada oído sean suficiente para originar un acúfeno. Los actuales tratamientos farmacológicos ofrecen pobres resultados, aunque también tienen escasos efectos secundarios. "Uno de los problemas con los que se encuentra la investigación con animales es la dificultad para conocer tras un tratamiento si el ruido persiste o ha desaparecido".

"La primera descripción de este problema la realizó Aristóteles, y en aquella época muchas eran las personas que se reunían alrededor de una fuente, porque el ruido exterior se soporta mejor que el interior, quizá esa fue la primera agrupación de pacientes". Estos comentarios los hacía Pepita Pla, quien es la presidenta de una Asociación de Personas Afectadas por Tinnitus (APAT) creada en 1993 y que cuenta con más de 200 miembros. "Nadie comprende que puedas oír sonidos como una olla a presión o grillos en el campo", señala Pla. Esta falta de comprensión suele desencadenar en muchos afectados una depresión, por lo que desde la APAT advierten de la importancia del apoyo psicológico, tanto para afectados como para las personas de su entorno.

La exposición al ruido intenso en el trabajo o a través de aparatos como los auriculares son algunos de los factores que están incrementando el número de afectados por estos pitidos inexistentes. A todo ello se añade el envejecimiento que es el gran factor de riesgo para el deterioro auditivo. Por ahora, lo único que funciona es la prevención, evitando volúmenes excesivos, pero investigadores como Varela-Nieto confían en que el problema, que cada vez recibe más atención de los científicos, se acabará resolviendo.

Revisado en Londres el jueves 6 de octubre del año 2022





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