martes, 25 de octubre de 2022

En el teatro Baralt…


Situado en diagonal a la Plaza Bolívar de Maracaibo, la primera edificación del teatro fue inaugurada el 24 de julio de 1883 y su nombre se le dio en honor a Rafael María Baralt. Cuando el año1928 el gobierno regional decidió demoler el antiguo Teatro Municipal, le solicitó al ingeniero de origen alemán Heinrich Eichner un proyecto para un gran teatro, pero este no fue aprobado por el ejecutivo nacional.

Un nuevo proyecto, fue diseñado y ejecutado por el ingeniero de origen belga León Achiel Jerome Hoet Hoet y resultaría en una combinación de elementos del Art Nouveau y del repertorio clásico, en el cual la decoración interna, inspirada en elementos de Art-Deco, quedó a cargo del pintor maracaibero Antonio Angulo. Es el edificio que aparece en la imagen fotográfica, inaugurado en 1932. En 1955 la Universidad del Zulia asumió la administración del teatro como institución cultural y en 1981 sería declarado Monumento Nacional de Venezuela. Un par de años más tarde en 1986 el teatro fue cerrado al público para para hacer reparaciones y sería reabierto en 1998.
Este relato, o uno muy parecido lo escribí en Mississauga, Ontario, pasando uno días en el Canadá en el mes de mayo del año 2019, todo escrito nacido con recuerdos amables que surgieron en tiempos pre .pandemia. La vida parecía color de rosa sin haber llegado el flagelo del Covid 19. Hoy lo he repuesto con algunas modificaciones para regresar a nuestro importante teatro local.

Como maracucho ya pasados los ochenta años, quiero relatar aquí, mi conexión personal con el teatro Baralt del que conservo gratos recuerdos. El 8 de septiembre del 2016 me toco decir públicamente unas palabras en el teatro Baralt a propósito de los 487 años de la ciudad de Maracaibo y les relataría como… “En carrito de a medio, desde niño y por mi cuenta, arribaba al teatro Baralt, para ver el cine en las funciones de matiné; se decía que las funciones eran de, “matiné, intermediaria y noche”.

Fue allí, donde el 11 de julio de 1896 Manuel Trujillo Durán operaría la primera máquina cinematográfica en el país. En el Baralt, me tocó a mí siendo niño, desde el escenario con decenas de estudiantes de otros colegios católicos de Maracaibo, cantar el “Himno a la alegría” cuyo nombre original era “Oda a la Libertad”, un poema escrito en 1785 por el poeta, filósofo y dramaturgo alemán Friedrich Von Schiller y del cual años después Ludwig Van Beethoven se inspiró en él para componer el movimiento final de su Novena Sinfonía, una pieza coral que contravenía las prácticas de la época y cuya relevancia acabó dando nombre a toda la sinfonía, conocida como la Sinfonía Coral.

Años más tarde, ya como estudiante de Medicina de la universidad del Zulia, fue en el Baralt donde conocí la magia del teatro. Asistiría a una representación de un grupo teatral de la UCV cuando vi a José Ignacio Cabrujas haciendo de Ricardo III en el drama de Shakespeare (https://bit.ly/3f42Mow). Desde niño en las funciones de matiné, vi mucho cine en el Baralt, allí me hice cinéfilo… Recuerdo que una vez viajaba en avión y lo que llegaba hasta mi mente, lo tengo escrito, así que, aprovecho este momento para nuevamente  revivirlo…

En la página 254 de mi novela “La Entropía Tropical” escribiría: “Tú has venido escuchando los Cuentos de Hoffman de Offembach en tus audífonos personales, los del 727, sin mucho volumen, has oído cantar a Joan Sutherland y a Plácido Domingo, has cerrado los ojos, pero estabas en otras cosas, andabas viajando sobre el Danubio, pensando en las extrañas circunstancias de la vida, y ahora con la barcarola de Weber estás transportado a tu juventud, en épocas de escolar, puedes ver la gran lámpara facetada de vidrio y barras de plomo en el centro del techo de multicolores retazos, puro Art Déco…

Estás en el Teatro Baralt, y con las notas musicales de Hoffman, escuchas su barcarola y vuelves a ver a Zizi JeanMarie, bailando, y gira ella mientras danza en el escenario y todo esto aflora, fluye desde lo profundo de tus circunvoluciones cerebrales… En aquel avión, regresando de un largo viaje, escribí el borrador de estas cosas que están en “La Entropía Tropical”.

“Tan solo eras un muchacho… Con tus audífonos ahora, estás viendo tu película musical en el Baralt, y Zizi baila ballet vestida de rojo sangre, ella gira, y luego regresa en puntas de pie. Hoffman suena profundamente”. …“Años después, no terminarías por entender cómo y por qué veías bailar a Zizi con unas zapatillas rojas si en el mismo teatro Baralt, vos mismo la habías visto bailar representado a Doro en el film sobre Hans Christian Andersen protagonizado por Dany Kaye…

Tampoco estaba la bailarina francesa danzando en el film homónimo, “Las zapatillas rojas”, aquel, del año 1948, el filme bajo la dirección de Michael Powell donde sobre un cuento de Andersen bailaría incansable Moira Shearer. Powell dirigiría en 1951 otro film de factura inglesa, precisamente titulado “Los cuentos de Hoffman”... ¿Casualidades? … “Será en el Acto Tercero, cuando se escuchará “Belle nuit”, la barcarola de Offembach que te transportó a tu infancia en el teatro Baralt de Maracaibo”…

En el mismo teatro y a propósito de un aniversario de la ciudad recuerdo que diría discurseando… … “y pude ver cómo cobijaba aun mis ensueños el cielo raso que en ArtDeco creó, quien, según Sergio Antillano, había sido “el primer artista abstracto del país”. El hermoso plafond de Antonio Angulo, que tras la remodelación del teatro Baralt está ahora a la vista de todos, y es un lujo nacional”…

No estaba allí, ni siquiera había nacido, cuando llegó “El Zorzal” a Maracaibo, pero no por eso me abstuve de escribir aquel relato homónimo donde decía… “Llegamos en medio del río humano hirviente hasta la emisora Ecos del Caribe y esperamos fuera, en medio de la calle, los entrevistaba un perifoneador que se llamaba Luis García Nebot, eso nos dijeron y allí fue donde oímos la noticia. El sábado del debut, la emisora pondría altoparlantes hacia la plaza y en la calle íbamos a poder oír todo lo que ocurriera en el teatro Baralt. La entrada al teatro era sólo dos bolívares, bastante, pero uno como muchacho no tenía ni esperanzas de colearse, por eso la noticia nos abrió una nueva expectativa y la cuerdita hicimos planes para esperar hasta el sábado. Ese día, el gentío comenzó a llegar desde temprano, se llenaron las calles y la plaza y ya era casi de noche cuando apareció el automóvil del Presidente Pérez Soto. Antes de entrar al teatro, no más estaba descendiendo del carro cuando saludó a la gente y todos los aplaudimos con furor. Esperamos un rato... De pronto comenzamos a oírlo. "Cuesta abajo", "Mano a mano", "Mi Buenos Aires querido", "La Cumparsita", "Por una cabeza", todas las que tenían que ser... ¿Qué más queréis que te cuente entonces? Así fue y nosotros unos carajitos vivimos unos días de delirio, gozamos una y parte de la otra”...

Publicado nuevamente en Maracaibo, el día martes 25 de octubre del año 2022








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