viernes, 13 de diciembre de 2024

Cuidados parentales…

 

Los “cuidados parentales” en los insectos son de lo más diversos y han evolucionado en multitud de ocasiones para hacer frente a distintas amenazas… Quizás alguna vez viste a alguna cucaracha con un bulto pegado a su abdomen, se tratará de una hembra protegiendo a su progenie, como llevan haciéndolo desde millones de años atrás...

 

La mayoría de los insectos crean unas cápsulas especiales, denominadas ootecas, donde llevan sus huevos hasta que nacen las ninfas y se vuelven independientes de la madre. Un estudio publicado en 2018 encontró en el noreste de China fósiles de ootecas con más de 115 millones de años, lo que nos recuerda que el cuidado parental en insectos no solo es antiguo, sino también increíblemente amplio y diverso. Ha evolucionado en multitud de ocasiones para hacer frente a distintas amenazas y toma todas las formas imaginables posibles.

Como animales ectotermos, los insectos no pueden generar su propio calor, y uno de los principales retos a los que se enfrentan es a sobrevivir en condiciones ambientales adversas. Dado que es frecuente que en un futuro los fenómenos meteorológicos sean más extremos debido al cambio climático, es de vital importancia comprender cómo los cuidados parentales pueden ser un mecanismo de amortiguación de las variaciones de la temperatura ambiente.

Hay una especie de escarabajo enterrador (Nicrophorus vespilloides), muy extendido en el hemisferio norte, que cría en cadáveres de pequeños vertebrados. Cuando las larvas nacen, se alimentan de este cadáver y siguen gozando de los cuidados parentales. Un grupo de investigación descubrió que, sin el cuidado de las hembras, las larvas de este escarabajo consiguen sobrevivir a 20°C de temperatura, pero no a 15°C, pero lo que sí hacen es añadirle al procedimiento, cuidados especiales que según los investigadores resultan de la competencia que se establece a esa temperatura entre las larvas y los microorganismos. Con sus cuidados, las madres controlan las poblaciones de microorganismos, y esto hace que sus crías puedan vivir a temperaturas más bajas. El escarabajo enterrador no solo ayuda con las temperaturas bajas, también alimenta a sus larvas regurgitando la carroña cuando estas aún no la pueden comer directamente. Cuando el cadáver es demasiado pequeño para alimentar a todas, se comen a unas cuantas.

Estos cuidados muy particulares recuerdan a las aves que incuban a sus polluelos y les llevan alimento, pero hay otros insectos que tienen estilos más parecidos al de los mamíferos. La cucaracha Cryptocercus punctulatus se alimenta de madera, pero como las ninfas aún no son capaces de procesarla directamente, beben de los fluidos del intestino de sus progenitores, semejándose a verdaderos cerdos amamantando. Esto permite que los pequeños adquieran los flagelos intestinales necesarios para la digestión de la celulosa.

El “lobo de las abejas” (Philanthus triangulum) es el nombre que le dan a una especie de avispa que no tiene este nombre por casualidad. Las hembras cazan abejas, las paralizan y las llevan hasta su hogar para alimentar a sus crías. Estas se encuentran en celdas cálidas y húmedas, por lo que existe un alto riesgo de descomposición del alimento, de manera que, para conservarlo, la madre aplica secreciones químicas que reducen el crecimiento de los hongos. Mostramos aquí a un “lobo europeo de las abejas” ('Philanthus triangulum') (ver) sedando a una abeja melífera en Dinamarca... ¡Ni Hans Christian Andersen hubiese imaginado esta escena!

Pero para los insectos, a veces, solo con dar alimento no es suficiente, y es que “las moscas del cuco” (Miltogramminae) tampoco tienen un nombre casual; se les ha endilgado el apelativo porque como “el cuco”, ellas depositan en nidos ajenos -en este caso de las avispas- sus larvas vivas, que matan a la avispa inmadura y se comen las provisiones. Para evitar esto, las madres de avispa hacen visitas regulares a sus nidos no solo para provisionar alimentos, sino también para limpiarlos de las larvas de mosca.

 

Pero el caso más extremo de aprovisionamiento tal vez sea el de “la tijereta jorobada” (Anechura harmandi) que corresponden a insectos dermápteros, que son conocidos vulgarmente como cortapicos,​ tijeretas, o cortatijeras, nombres que aluden a la forma de los cercos como pinzas, tenazas o tijeras que estos insectos tienen en el extremo posterior del cuerpo. Son insectos de cuerpo alargado de color pardo o rojizo y con un par de pinzas posteriores y las ninfas matan y se comen a su madre antes de abandonar el nido. Estas madres no intentan escapar del canibalismo de sus hijos, y tampoco producen una segunda nidada si se las aíslan de sus ninfas. Simplemente, se trata de un caso de cuidado parental evidentemente muy comprometido, casi como para decir, ¡demasiado!

 

En algunos insectos, las tareas de crianza pueden ser tan laboriosas que se requiere la participación de ambos progenitores. El escarabajo enterrador es monógamo y tanto la mamá (¿se les dirá, escarabajas?, o escaramuzas...) como el papá, ayudan en la crianza. Ella se suele encargar de la alimentación y él de la vigilancia, aunque ambos defienden a sus pequeños atacando a los intrusos de forma cooperativa. Estos escarabajos enterradores, no suelen ser todos, son como dicen “argunos” ya que en esta especie los infanticidios son habituales.

Otro caso muy sonado de cuidado biparental es el de “la cucaracha rinoceronte” australiana (Macropanethia rhinoceros), es la cucaracha más grande del mundo; las que llamamos “conchúas” se quedan chiquitas… Ambos adultos se aparean en la madriguera y alimentan a sus crías con hojarasca y excrementos que salen por ahí a recoger juntos. Este animal es tan curioso que en Australia se vende como mascota y para observar esta crianza conjunta. Existen guías sobre cómo cuidar a tus cucarachas gigantes. La idea de cucarachas “conchúas” como mascotas, pudiese transformarse en un exótico regalo en esta Maracaibo surrealista.

Llegados a este punto, no podemos dejar de mencionar a las famosas crianzas comunales de abejas, hormigas y termitas. Mencionaré el caso de otro insecto gigante australiano, la termita Mastotermes darwiniensis, el rey y la reina de estos insectos “mollejúos”, producen unas excreciones con las que alimentan a sus hijos trabajadores para que se queden en el nido y les ayuden con las tareas de la casa. Aquí “no hay exilio que valga”, se quedan en casa y punto.

Menos conocido es el comportamiento de la chinche Elasmucha grisea. A menudo reciben ataques de depredadores como las hormigas, que devoran sus huevos ferozmente. Pero como la unión hace la fuerza, varias hembras (no sé si les dirán “chinchas”) juntan sus puestas para defenderlas de una manera más efectiva. Otras hembras de las chinches (Gargaphia solani) vierten sus huevos en los nidos de algún pariente y se desentienden. No le paran pero ni media bolita y este no parece ser un caso de parasitismo, ya que en lo que parecería “un verdadero bululú” en realidad beneficia a todos. Las hembras de chinche ('Gargaphia solani') vierten sus huevos en los nidos de algún pariente y se desentienden (ver).

Por un lado, la chinche que ha depositado los huevos no tiene que invertir energía cuidándolos, y por otro lado, un estudio demostró que la puesta del individuo al que le han colado los huevos extra, tiene más probabilidades de sobrevivir porque, como hacen las ovejas agrupadas, si llega un depredador se come un porcentaje menor de huevos propios. Llamémoslo, un cálculo matemático de resignación.

Por último, algunos insectos relegan los cuidados parentales a otra especie. Este es el caso de los membrácidos (Membracidae), no confundir con los pulgones que son Aphididae y lo escribo sonriendo al pensar que el comentario sea visto como “tomadera de pelo”. Estos pequeños insectos chupan la savia de las plantas y la transforman en miel. Las hembras ponen sus huevos en hojas y cuidan de sus pequeños cuando nacen, pero en presencia de hormigas los abandonan y se van a producir nuevas camadas. Un estudio demostró que las hormigas protegían a las crías de los depredadores y, a cambio, se alimentaban de su miel cuando eran mayores.

Debido a su gran abundancia y a su diversidad, los insectos resultan un modelo ideal para investigar la evolución del cuidado parental. Sin embargo, es curioso lo poco que nos acordamos de ellos cuando hacemos referencia a este tipo de cuidados en el área de la “Neonatología”.

Maracaibo, jueves 13 de diciembre del año 2024

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