No faltará quien analice este
asunto y termine por creer que es por culpa de Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) (https://tinyurl.com/57cwnpb8 ) y de su ya famoso libro “El infinito en un junco” que regreso a
la ciudad de Alejandría con su biblioteca siempre en riesgo de ser incinerada,
y esto, quizás en parte, puede ser…
Cirilo
de Alejandría (370/3-444)
fue un eclesiástico romano,
natural de Alejandría la famosa ciudad griega en Egipto, ciudad
donde Cirilo fue Patriarca de Alejandría desde
el 412 hasta su muerte. Cirilo era sobrino del obispo Teófilo de Alejandría, y
acompañó a su tío al Sínodo donde fue depuesto Juan Crisóstomo.
Apartando al general Juan
Crisóstomo Falcón, que si como que nos suena más conocido, este otro Crisóstomo
(el depuesto) había sido llamado también Juan de Antioquía (347-403)
y fue un clérigo cristiano eminente, quien
ya había sido patriarca de Constantinopla,
y ha sido considerado por la Iglesia católica como uno de
los cuatro grandes Padres de la Iglesia del
Oriente. La Iglesia
ortodoxa griega lo valora como uno de los más
grandes teólogos y uno de los tres pilares de esa Iglesia,
juntamente con Basilio el
Grande y Gregorio Nacianceno.
Pero es de Cirilo de Alejandría de quien vamos a hablar hoy, quien dijimos que
iba con su tío Teófilo a un Sínodo, cuando se nos interpusieron “los
Crisóstomos”. Regresando pues a Cirilo, supimos que más tarde en 412, sucedió a
su tío como obispo y patriarca de la sede alejandrina. Muchos se opusieron a su
nombramiento, quizá por su genio impaciente y muy dominador. Su episcopado se
caracterizó precisamente por ejercer una gran presión contra los judíos,
paganos y otras confesiones cristianas, así como por sus roces con las
autoridades imperiales y su lucha de poder sobre el Patriarcado de Constantinopla.
Las obras de Cirilo atestiguan su
conocimiento extenso, además de la Biblia y
de los escritores eclesiásticos, de los autores no cristianos de su época.
Parece que durante un tiempo se retiró al desierto, donde recibió de los monjes
educación ascética,
esto se deduce de cuatro cartas que le escribió Isidoro de Pelusio. Adelantemos
pues el dato de que Cirilo es considerado santo por
las Iglesias Católica , Ortodoxa y Luterana.
En 1882 Cirilo fue proclamado doctor de la Iglesia por
el Papa León XIII, quien al mismo tiempo
atribuyó el mismo título a otro importante exponente de la patrística griega, san Cirilo de Jerusalén. Esta
proclamación se basó en su firmeza al servicio de la doctrina y en la valentía
demostrada en defensa de la verdad católica, en particular contra el supuesto
error de Nestorio,
patriarca de Constantinopla, por lo que corrió el riesgo de ser desterrado y
durante algunos meses vivió la humillación de la cárcel: “Nosotros —escribió— por la fe de Cristo estamos dispuestos a
padecerlo todo: Las cadenas, la cárcel, todas las incomodidades de la vida y la
misma muerte”.
El 17 de octubre del año 412 como
ya relatáramos, Cirilo sucede a su tío en el patriarcado alejandrino. Su
episcopado continuó su feroz lucha de poder entre las sedes de Alejandría y Constantinopla,
pero además se caracterizó por un nuevo aumento de la presión contra los paganos, herejes y judíos (tras la calma de los últimos años
durante la gestión de Teófilo). Los roces de Cirilo con el poder imperial se
iniciaron en sus primeros actos con la persecución de los novacianos (a pesar de la
existencia de un edicto imperial de tolerancia hacia ellos) Cirilo ordenó
cerrar por la fuerza sus iglesias, expulsándolos del país, y decomisó el
patrimonio tanto eclesiástico como privado del obispo novaciano Teopento.
Cirilo no se quedó tranquilo y
persiguió también a los mesalianos (del sirio msaliyane: orantes). Los
mesalianos defendían la creencia que la salvación solo
se puede ganar gracias a la continua oración y no obstante ya habían
sido declarados herejes en el sínodo de Side de Panfilia del
año 390.
En 414, Cirilo instigó una serie de
motines antijudíos y expropió casi todas las sinagogas de
la capital egipcia para
convertirlas en iglesias cristianas. El Patriarca hizo comparecer ante sí a los
principales líderes judíos, lo cual suscitó una revuelta nocturna de protesta
ante tales actos. En respuesta a este suceso, una gran muchedumbre, dirigida
por Cirilo, asaltó y destruyó la sinagoga principal y saqueó las propiedades de
los judíos.
Por último, el Patriarca desterró a
los judíos de Alejandría involucrados en los disturbios, incluidos mujeres y
niños, privados de su hacienda y de alimentación, en un número de,
presuntamente, cien mil o incluso de doscientos mil. El prefecto Orestes se quejó ante el
emperador Teodosio II por
estos actos. Inmediatamente una horda de 500 monjes del desierto de Nitria
partió hacia Alejandría para
proteger al Patriarca, ante su inminente deposición. Al ver que el Prefecto
estaba en un carro, los monjes se abalanzaron sobre él y uno de ellos, llamado
Amonio, hirió de un golpe en la cabeza a Orestes. Cuando Amonio fue
apresado, y luego de ser torturado fue ejecutado. Cirilo rindió al
atacante honores de mártir.
En 415 o 416 una turba de
cristianos fanáticos asesinó a
la famosa filósofa Hipatia, quien era hija de Teón matemático
y filósofo de Alejandría y maestra del prefecto Orestes. Durante siglos se ha
acusado a Cirilo de ser el principal responsable de la muerte de la filósofa.
El autor más cercano a los hechos, Sócrates Escolástico, indica
que la muerte fue causa de oprobio para Cirilo y la iglesia de Alejandría, lo
que sugiere una implicación del patriarca y su entorno en los hechos.
La acusación aparece formulada con
más claridad en la obra de Damascio, filósofo pagano del siglo VI que sufrió la
persecución del emperador Justiniano I,
y cuyo testimonio sobre Hipatia aparece recogido en la enciclopedia
bizantina Suda. El
obispo copto del siglo VII Juan de Nikiû confirmaría
los hechos y sin embargo, justifica la muerte de Hipatia,
a la que presenta como una bruja peligrosa, aunque no existe ningún escrito de
la época de Hipatia que
justifique tal acusación. El propio Cirilo reprochó a los alejandrinos su
carácter levantisco y pendenciero en su homilía pascual del año 419. Tres años
después, en 422 otra turba asesinó a Calisto, el sucesor de Orestes como
prefecto imperial...
Cirilo fue una figura de relieve
por el desarrollo teológico de sus escritos, en especial por su defensa de la
unión entre la divinidad y la humanidad de Jesús,
frente a las tesis de Nestorio, quien en el año 428 ascendió a la sede de Constantinopla. Cirilo aprovechó
el error dogmático de Nestorio para deponerlo de su sede. Cirilo participó
activamente en el Concilio de Éfeso (431),
convocado por el emperador Teodosio II,
y logró que se conservara a María el título de Theotokos: Madre
de Dios. Cirilo presidió el Concilio bajo la autoridad el papa Celestino I y lo primero que hizo
fue abrir las sesiones con 154 obispos de su partido sin esperar a que llegaran
los obispos antioquenos. Ya tenía el apoyo de los obispos de Egipto, Grecia,
Palestina, Creta y Asia menor cuando llegó en Éfeso. Sin el contingente de
Antioquia presente y el mismo Nestorio quien rehusó aparecer en una corte donde
su adversario fue el presidente, el concilio fue obligado a deponer al obispo
de Bizancio por contumacia.
La segunda carta de Cirilo a
Nestorio fue aprobada por todos los obispos, aunque sus 12 anatemas no fueron
incluidas en la sentencia. Sirviéndose de cuantiosísimos sobornos durante todo
el proceso. Sus regalos fueron tan abrumadores que, de hecho, logró que el
emperador Teodosio II, en principio contrario al patriarca alejandrino,
cambiara de parecer, y acabara por deponer y desterrar a su rival dogmático. El
concilio fue de los más unánimes de todos los concilios ecuménicos y duró una
sola sesión.
El 3 de octubre de 2007 Benedicto
XVI dedicó la catequesis de esa audiencia general a la "gran figura"
de uno de los Padres de la Iglesia: san Cirilo de Alejandría. Benedicto XVI
afirmó en ese entonces que Cirilo fue un "incansable y firme testigo de
Jesucristo, 'Verbo de Dios encarnado'". El cráter lunar Cyrillus lleva
este nombre en su memoria.
Maracaibo, el día martes 11 de diciembre de 2024
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