Amado Nervo
Amado Nervo, poeta,
periodista y escritor, fue una de las grandes figuras de las letras
latinoamericanas. Nació en Nayarit, México un 27 de agosto de 1870 y falleció
en Montevideo, capital de la República Oriental del Uruguay en 1919. Nervo era, quizás el poeta
preferido de mi madre y es que muchas veces la escuché recitar el poema que
señalo a continuación, el cual como cualquiera podrá entenderlo, regresa
siempre a mi mente con la imagen de mi madre joven, al escuchar, tantas veces,
cantando la canción homónima de Gardel y Le Pera:
“El día que me quieras”
El día
que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.
Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando cristalinas
el día que me quieras.
El día que me quieras, los sotos escondidos
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.
Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,
luciendo golas cándidas, irán las margaritas
por montes y praderas,
delante de tus pasos, el día que me quieras...
Y si deshojas una, te dirá su inocente
postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!
Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,
y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,
florecerán las místicas corolas de los lotos.
El día que me quieras será cada celaje
ala maravillosa; cada arrebol, miraje
de "Las Mil y una Noches"; cada brisa un cantar,
cada árbol una lira, cada monte un altar.
El día que me quieras, para nosotros dos
cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.
Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando cristalinas
el día que me quieras.
El día que me quieras, los sotos escondidos
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.
Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,
luciendo golas cándidas, irán las margaritas
por montes y praderas,
delante de tus pasos, el día que me quieras...
Y si deshojas una, te dirá su inocente
postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!
Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,
y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,
florecerán las místicas corolas de los lotos.
El día que me quieras será cada celaje
ala maravillosa; cada arrebol, miraje
de "Las Mil y una Noches"; cada brisa un cantar,
cada árbol una lira, cada monte un altar.
El día que me quieras, para nosotros dos
cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.
Rubén Darío, el poeta, periodista
y diplomático nicaragüense considerado padre del Modernismo, elogiaría al bardo
mexicano por su estilo: “A usted se le
lee siempre con gusto, porque es breve”. Nervo fue también uno de los
principales exponentes del Modernismo, el primer movimiento literario
originario de América Latina de alcance internacional que floreció hasta
después de la Primera Guerra Mundial. Nervo participó de la decadencia y las
dudas de aquel movimiento, recibió la fuerza del Romanticismo, los temas
misteriosos y exóticos del Simbolismo, y la búsqueda del arte por el arte. El
Modernismo sería una mezcla de lo decadente y grecolatino del Viejo Continente,
y el ocultismo con elementos de las culturas prehispánicas latinoamericanas.
Ese mestizaje de tendencias europeas con lo mejor del espíritu amerindio generó
una verdadera revolución de métrica y la versificación, con imágenes y figuras
poéticas, la cual velozmente iniciaría una renovación estilística y temática.
La obra del escritor nayarita
se ha dividido en tres etapas. La primera en su Estado natal Nayarit, donde
comenzó a ejercer el periodismo, y en Mazatlán donde publicó algunos poemas y reseñas de los
bailes de la provincia. La segunda etapa será en 1894 al llegar a la Ciudad de
México, donde colaboró en varios periódicos a la vez que publicó cuentos y se
relacionó con escritores y figuras de la corriente modernista, entre ellos con
Rubén Darío. Con él trabajará en la revista Azul e iniciará una gran
amistad. En la tercera etapa que será la de su reafirmación, se alejará en
parte del Modernismo para llevar su poesía a temas más filosóficos.
En una calle del Barrio
Latino, en París, Amado Nervo conocerá el amor de su vida, Ana Cecilia Luisa
Daillez, que se convertirá en su compañera por más de una década hasta fallecer
el 7 de enero de 1912. Su muerte fue descrita por el escritor como “la
amputación más dolorosa de mí mismo”. Como consecuencia de este dolor
escribiría una de sus magnas obras: La amada inmóvil, dedicado a Ana
Cecilia y publicada en 1922 de manera póstuma.
Cuando Nervo desarrolló su
carrera de escritor y empezaba a tomar relevancia, publicó varios libros y los Cuentos
misteriosos, que mostraban su talento como narrador, por los que se le
considera como un precursor de la literatura fantástica latinoamericana..
Regresará a México siendo un poeta consagrado y se integraría al Cuerpo
Diplomático, y sería nombrado embajador en España. Estará trece años en Madrid
y posteriormente será embajador plenipotenciario para Argentina, Uruguay y
Paraguay. Su voz poética cada vez más filosófica, estará siempre inspirándose
en el amor, la vida y la muerte. Esa muerte llegará para el poeta en la noche
del 24 de mayo de 1919 en Montevideo, como consecuencia de una crisis de
insuficiencia renal. Sus últimas palabras serían: “¿Por qué no
abren esas ventanas para que entre luz? No quiero morir sin ver el sol”.
Mississauga, Ontario, sábado 31 de agosto del año 2019
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