jueves, 22 de agosto de 2019

Cercas, y el punto ciego.



Cercas, y el punto ciego.

Quiero referirme nuevamente a Javier Cercas, (https://bit.ly/2MtGblo) reiterando lo expresado en este blog en noviembre 2015 a propósito de su novela “Soldados de Salamina”; cuando señalaba lo que Cercas afirmaba, de cómo “en las novelas no deben existir respuestas claras sino preguntas contundentes y que esas son como un punto ciego. ¿Don Quijote estaba loco? ¿Qué buscaba Ahab al perseguir a Moby Dick? ¿De qué se le acusa realmente a K en El Proceso? Las respuestas las debe soñar el lector”. Sobre esa premisa, Javier Cercas cita lo expresado por Bolaños, de que en las novelas: “hay que ser un redomado embustero para ser un buen novelista”. Basándose en las conferencias que él mismo impartiría aquel mismo año 2015 en la cátedra Weidenfeld de Literatura Europea Comparada de la Universidad de Oxford, Javier Cercas, escribió un libro con la voluntad estilística de una novela, titulado “El punto ciego (Random House. Barcelona, 2016). 

En este mismo blog, en noviembre del 2016 (https://bit.ly/2z82wMN) yo citaba nuevamente a Javier Cercas a propósito de “El lector soñado” donde decía que: “la literatura no existe por sí misma aislada del lector; aislado del lector, un libro es apenas letra muerta, y sólo cuando el lector lo abre y empieza a leerlo, es decir, a interpretarlo, empieza a operar la magia de la literatura”…“Es la verdad: un libro es sólo una partitura, y es el lector quien la interpreta; si no hay lector, no hay libro”... En mayo 2016, la escritora española Efi Cubero (Granja de Torrehermosa, Badajoz-1949), entrevistaría a Cercas en Letralia (“Javier Cercas, de tiempos y de azar”) y más recientemente, el 14 de agosto, de este año 2019, el escritor argentino Sergio G. Colautti (Río Tercero, Córdoba, 1960) al escribir sobre Javier Cercas regresaría a su novela inicial “El inquilino” para volver de nuevo sobre el tema de: “Acerca del punto ciego”, señalando que, mencionar el punto ciego, nos invita a releer El inquilino, el segundo libro de narrativa de Javier Cercas. Desde ese entonces, en su escritura inicial ya podemos aproximarnos a las claves que nos llevan a entender la estrategia narrativa de la duplicación y de los espejismos, insinuada como presencia inquietante entre los límites de lo real y lo imaginario. Sea dicho de paso, en el ojo humano, el punto ciego fue descubierto por Edme Mariotte (1620-1684) un abad, físico y químico francés quien lo detectó situado en la retina. Conocido anatómicamente como papila óptica, mancha ciega o disco óptico, el punto ciego corresponde a la zona de la retina donde surge el nervio óptico y de la cual normalmente no percibimos su existencia, ya que la presencia del punto ciego de un ojo es suplido por la información visual que nos proporciona el otro ojo. Literariamente hablando, Cercas se refiere a esos espacios virtuales, que son como puntos ciegos invisibles y que le permitirán al lector apropiarse de la ficción.

Apoyándome en todas estas galimatías, regreso para ofrecer ciertos detalles sobre el secreto de las novelas planificadas por mi admirado escritor, Javier Cercas. Si el lector de la novela al iniciar su actividad se formulase una pregunta, el resto de la novela consistirá, de cierta manera, más o menos visible o secreta, en que consciente o inadvertidamente, el lector hará intentos por responder la pregunta, y así avanzará en la lectura, hasta el final, buscando encontrar la respuesta, hasta que él terminará por comprender, de que no hay respuesta… Alberto Manguel escribía en marzo 2016 en El País, diciendo que Javier Cercas “conoce tan bien el construir verdades a partir de mentiras, que misteriosamente resultan invisible y presentes al mismo tiempo”, y recuerda que el escritor en sus “novelas de punto ciego” lleva al lector a buscarlo y “colarse por él para adentrarse a fondo y sin miedo, como un espeleólogo, en territorios que sólo la novela o el relato puede explorar, vedados a cualquier otra forma de conocimiento”.

Podemos añadir algunos comentarios personales hechos por el mismo Javier Cercas sobre su obra. Estos fueron tomados de la entrevista lograda por Efi Cubero en 2016: “Soy un contador de historias. A mí la literatura no me interesa si no es un instrumento para conocerme a mí mismo; la literatura me sirve como instrumento de averiguación... La realidad es un espejismo porque lo que vemos no es nunca la realidad. A veces vemos la realidad pero preferimos ver lo que nos interesa de ella: su doble. Probablemente si supiera cómo soy o cómo es la realidad no escribiría. Me siento más a gusto en la novela. Creo que el relato corto es más difícil que la novela, pero me siento más cómodo en la narración un poco más larga, una mezcla de todo, es realidad, es crónica, es novela, es ensayo, es todo”…Relatos reales, es imposible, es un oxímoron. En un relato ficticio, partes de la realidad pero te vas a dónde quieres, inventas lo que te da la gana. Para mí los libros tienen que ser fáciles de leer y difíciles de entender como pasa con El Quijote. Llevamos cinco siglos y todavía no lo hemos entendido. Para mí es fundamental que el lector ya en la primera frase se quede enganchado, pero después que pueda leerlo varias veces y diga: ¡Esto es buenísimo!”.

De esta manera, creo que he intentado destacar lo interesante que puede ser intentar penetrar en los mecanismos del inconsciente literario que subyacen en la novelística de Javier Cercas. Con una prosa que según señalaba Efi Cubero, es “el perfeccionismo llevado al límite que logra un desdoblamiento infinito de sí mismo, manejando el lenguaje con soltura,”, leer sus novelas puede llevarnos a pensar en Borges, quizás en Pierre Menard, y el lector ideal, aquel que consigue la nunca alcanzada comprensión total del texto, hasta intentar verse reflejado en espejos, cristal y azogue, luz y sombra. Quizás y posiblemente exprofeso, sombras ocultas que sirvan para complicar el discurso que arropa su novelística que parece surgir desde el inconsciente, que tal vez no sea el del yo, sino el de, el otro, de ese fantasma que puede habitar en un espacio ajeno, pero que en ocasiones, freudianamente resulta ser más siniestro aun por ser parte de él mismo.

Mississauga, Ontario, jueves 22 de agosto, 2019

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