Maite
He
hablado en ocasiones sobre la importancia de cantar (https://bit.ly/2EdqfOX), y sabemos que
en el universo musical de los vascos,
el canto tradicional “a capella” ha
ocupado siempre un lugar primordial. He relatado antes, como en el orfeón del Colegio
Gonzaga, hasta llegué a memorizar canciones en euskera. Pero quiero conversar hoy
sobre una canción en particular, más breve que Maitetxu mía; es sobre Maite.
De ambas canciones, debo decir que en el
curso de mis andanzas por el mundo me ha tocado cantarlas, varias veces; usualmente
“a capella”, y de veras siento que mi
hijo Tomás quien es casi “euskaldum
asimilado” y ni Marijo mi querida nuera navarra, y por tanto, más vasca que
los vascos mismos, o mis hermosas nietas y el nieto vasco, me hayan escuchado
alguna vez cantando Maite… Así que al “echar este cuento”, plantearé una buena
ocasión para volver a vernos, pronto, nuevamente… El aita-aitona, en Donosti…
“Lejos de aquel instante, Lejos de aquel lugar, Al corazón amante Siento resucitar . //
Vuelvo su imagen bella En mi
memoria a ver, Como un fulgor de estrellas Muerto al amanecer…// Maite, yo no te olvido, Y nunca, nunca
te he de olvidar, Aunque de ti me alejen Leguas y leguas de
tierra, de tierra y mar.// Maite, si un día sabes Que muero
ausente de tu querer, Del sueño de la muerte, Para adorarte,
despertaré. Maite... Maite... Maite…”
Me entero ahora de
que la canción Maite, que es un zortzico,
fue compuesto para coro y orquesta en 1941 por el compositor vasco Pablo
Sorozábal (1897-1988). Maite fue estrenada por primera vez
en la película Jai Alai (1946), pero
lo curioso de esta historia es que la película Jai Alai desapareció. El
periodista Alberto Pérez Echevarrieta, investigador de la historia del cine del
País Vasco, el mes de marzo del 2002 publicó un artículo sobre la película Jai
Alai, en el periódico Bilbao sobre aquel largometraje de tema
y ambiente vasco, rodado en Elantxobe en 1940 por el director bilbaíno Ricardo
Rodríguez Quintana. López Echevarrieta, relataría en su artículo, que Jai
Alai, tras su estreno en el Palacio de la Música de Madrid en
diciembre de 1940 y luego de otras posteriores proyecciones en Bilbao en abril
de 1941, desapareció. Las copias se evaporaron misteriosamente y el negativo
fue destruido.
La Filmoteca Vasca ha buscado
rastros de la película y no ha logrado dar nunca con pistas que lleven a ella.
Historiadores especializados en el cine vasco han hablado sobre Jai
Alai, empezando por el propio López Echevarrieta quien en su libro “Cine
Vasco: de ayer a hoy, época sonora”, publicado en 1984, ya señalaba
un "filme misterioso, desconocido
por casi todos y del que no se conserva material alguno". El
periodista bilbaíno, al lamentar la triste suerte corrida por el trabajo de
Ricardo Rodríguez Quintana mostraba el anhelo de "recuperar esta extraña película sobre el deporte de la pelota vasca que
tan mala suerte tuvo en tiempos de Franco".
López
Echevarrieta, en la sinopsis de Jai Alai, señalaba la importancia
de este largometraje ya que, a partir de 1940, varias películas con temática
vasca llegaron a las pantallas gracias a su ejemplo. El filme cuenta la
historia de la rivalidad de Josechu y Mikel por el amor de Mirentxu en un
ambiente de pruebas deportivas durante las fiestas de Elanchove. “Josechu acaba ganando el trofeo tras salvar la vida de su rival,
Mikel, que está a punto de morir ahogado. Don Venancio, alcalde de Otamendi y
tío de Mirentxu, desafía al pueblo de Elanchove a un torneo de pelota, y los
representantes de Elanchove son Mikel y Josechu. Don Venancio protege a Mikel y
Josechu decide perder el partido para arruinarle, pero Mikel juega con
entusiasmo y ganará la partida. Después salva la vida de Josechu, que está a
punto de morir en una galerna, y termina casándose con Mirentxu. A Josechu no
le queda otro recurso que lanzarse a la mar en su barca, que ha bautizado con
el nombre de "Mirentxu". Al
leer esta sinopsis, vino a mi mente el recuerdo de otra canción vasca aprendida
en el orfeón del colegio que decía: “Cuando salgo con mi barca a la
mar, en el pecho prendido llevo un amor, el amor que se quedó trabajando en el
hogar, mientras yo me lanzo a navegar… Mi barca boga por el azul, y es su
recuerdo faro de luz, que ilumina con su fulgor, por babor y por estribor, el
mar negro de mi corazón!
José
María Unsain, en su obra El cine y los vascos, editada en
1985 por Eusko Ikaskuntza y la Filmoteca Vasca, cita también la película y la
enmarca dentro de esa imagen rural y bucólica asociada a lo vasco en el cine,
iniciada por Ramuntcho (1918)
de Jacques Baroncelli y seguida por otras cintas como Le chemin d’Ernoa (1921) de Louis Delluc o La sirena del Cantábrico (1926)
de Agustín C. Carrasco. Esta visión, -en la que a tenor de su argumento, parece
enmarcarse plenamente Jai Alai,
con paisajes y personajes típicos vascos, sigue, impregnada de un tono
folklórico incapaz de adentrarse con rigor en la realidad vasca, con películas
como Le chant de l’exile
(1943) de Andre Hugon, El emigrado
(1947) de Ramón Torrado o Cancha
vasca (1955) de Aselo Plaza y Alfredo Hurtado. Koldo Larrañaga y
Enrique Calvo en Lo vasco en el cine (las películas), libro editado por la
Filmoteca Vasca en 1997, dan una completa ficha artística y técnica, además de
una sinopsis de la película.
Pero… ¿Cómo es posible que la película se perdiera?
Aparentemente, en principio, la trama argumental de Jai Alai no parecía haber despertado las iras de la terrible
censura de la época, pues se trataba de un folletín romántico sin pretensiones
socio-políticas. Más sorprendente parece, que en 1940, primer año de la
posguerra, se admitieran nombres vascos como Mikel, Mirentxu, etc, en las
pantallas, o que se aceptara que un grupo de música, interpretaran en euskera
el zortziko Maite. En el folleto publicitario de la película, al leer
frases como "la alegría desbordante de las fiestas típicas vascas, el esfuerzo atlético
de los remeros y los jugadores de pelota, el encanto melódico de las canciones
ancestrales... el alma, la música y el paisaje de una raza viril y eterna",
cabría entender por qué la reacción de los gobernantes de entonces con el recuerdo
de la guerra y del rechazo del nacionalismo vasco al franquismo tan fresco en
la memoria, ante este canto al alma vasca y se pudiera explicar así la
desaparición de Jai Alai, más nunca lograrían que se olvidase y se dejase de cantar
el zortziko Maite.
Se sabe también que Jai Alai llegó a ser emitida en su momento por una cadena norteamericana,
y uno se pregunta… ¿La prestó algún particular? ¿Existe todavía esa copia? Si acaso
existiese… ¿Cuál sería su estado? Debido a su edad, la emulsión estaría ya a
punto de desprenderse del soporte... El objetivo de López Echevarrieta con su
artículo, -al que se une otro de Euskonews & Media, revista
electrónica que en sus viajes por la red esperaba llegar con más facilidad a la
diáspora vasca asentada en América-, era, dar con alguien que pudiese aportar
datos sobre la existencia de Jai Alai,
con la idea de recuperar la película para la Filmoteca Vasca. Con la esperanza
de lograr alguna pista que llevase a ella y que pudiese aportar información, se
indicaba la siguiente dirección: webmaster@euskonews.com. Lograr su objetivo sería un ilusionante hallazgo
para la historia del cine de Euskal Herria y para la cultura vasca en general.
Reproduzco parcialmente hoy en
este blog y en 2019, el artículo del año 2002 de Carlos Roldán Larreta, Doctor
en Historia del Arte: con varias fotografías que están publicadas en el libro
de José María Unsain, El cine y los vascos, editada por Eusko Ikaskuntza
y la Filmoteca Vasca y en la enciclopedia Auñamendi. JGT
En Mississauga, Ontario, el lunes 12 de agosto de 2019
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