André Breton y Nadja
André Breton (1896-1966) fue un
escritor, poeta, ensayista
y teórico del surrealismo, reconocido
como el fundador y principal exponente de este movimiento, quien con una
prosa casi poética y un estilo emotivo y exaltado, postulaba la existencia de
una realidad superior a la cual solo sería posible acceder poniendo en contacto
dos mundos: la vigilia y el sueño. Breton reivindicaba así la liberación del
mundo del subconsciente y con ello planteaba una nueva forma de pensar que según
esperaba, terminaría con la dictadura exclusiva de la lógica y la moral.
Breton comenzó a estudiar
medicina pero fue movilizado en Nantes durante la Primera Guerra Mundial. En 1916, conoció a
Jacques Vaché,
quien ejerció sobre él una gran influencia, e igualmente entraría en contacto
con el mundo del arte, inicialmente a través de Paul Valéry
y después con el grupo dadaísta. Finalmente, en 1924, rompió con Tristan Tzara, fundador
del dadaísmo acusándole de conservadurismo, y escribió el texto fundacional de un
nuevo movimiento, el Manifiesto del surrealismo.
Durante la guerra trabajó en
hospitales psiquiátricos, donde estudió las obras de Sigmund Freud y sus experimentos con la escritura automática, lo cual influiría en su
formulación de la teoría surrealista. Fue pionero de los movimientos
antirracionalistas, dadaísmo y surrealismo, y en 1920 publicó su primera obra Los campos magnéticos. En 1935, Breton rompió con el Partido
Comunista y viajó a México, donde su relación con Trotski le llevaría a
redactar un tercer manifiesto en 1941. Entre sus obras destaca la novela Nadja (1928), a la que
siguieron otras, como La inmaculada
concepción (1930), y
Los vasos comunicantes (1932).
En 1946 regresó a su país y fundó nuevas revistas surrealistas, al tiempo que
mostraba su oposición al realismo imperante en la literatura y en particular a Albert Camus.
Para hablar sobre Nadja, la novela escrita por André Breton
en 1928
y revisada por él en 1962,
resumiré algunos detalles señalando que comienza con el encuentro inesperado
entre el autor y una joven llamada Nadja, quien ejercerá sobre él una curiosa
fascinación. "Nadja" en ruso, es el principio de la palabra
“esperanza”. La escritura de la novela no es lineal y muestra una serie de
fotografías y dibujos, al parecer anclados en la realidad a través de
referencias sobre otros surrealistas, como fue Louis Aragon. El libro parece basarse en elementos
autobiográficos de la relación de Breton con una paciente desquiciada, pero en
medio de todo, será Nadja quien le dará forma y estructura a la obra. Como
diría Simone de Beauvoir: “Nadja es tan
maravillosamente libre de cualquier tipo de apariencia, que ella desprecia a
ambas la razón y la ley”.
Es muy curiosa la situación
ya que el surrealismo parecía ser una nueva manera de concebir el mundo, y
precisamente porque la novela les parecía un vehículo burgués y encorsetado,
antiguo y mezquino para expresar sus pensamientos en libertad, el género
narrativo aparentemente estuvo proscrito de aquel movimiento. No obstante, la
mejor obra literaria que dio el movimiento, fue precisamente una novela: Nadja (1928) escrita por Breton inmediatamente
después de que ocurrieran los hechos que en ella se narran. Nadja en verdad existió
en las fechas y en los lugares que se señalan en el texto, ella era Léona
Camille Ghislaine y los dibujos que ella hizo para Breton son los que aparecen
intercalados, y sus palabras fueron posiblemente las mismas que ahora podemos
leer en el libro. Es el poder de fabulación de Breton, lo que convierte la
realidad que vivió a su novela Nadja, en una obra maestra de la
literatura de ficción.
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