Mi Nadja…
En estos días, leyendo sobre André Breton, el
surrealismo y su poesía, releí sobre su novela “”Nadja”, y recordé cuanto me
había gustado cuando tuve la suerte de leerla, hace ya muchos años, en mi
juventud… Creo que como un homenaje a la Nadja de Bretón, fue ese el nombre que
seleccioné para identificar a uno de los personajes femeninos en una de mis
novelas que más aprecio, probablemente porque su trama valió para perder el
miedo e inmiscuir el tema político en mi novelística en. Mi Nadja, el personaje,
es una joven croata quien nació y creció en medio de las vicisitudes de la
Segunda Guerra mundial en Europa. Nadja, con Silvester y los demás seres que
transitan por las páginas de “El año de la lepra”, fueron creados con mucha
emoción y paralelamente a sus vidas, aproveché la novela para recrear la
historia real y verdadera del doctor Luis Daniel Beauperthuy, su relación con
Cumaná y sus investigaciones sobre los zancudos, la fiebre amarilla y sobre la
lepra. En esta oportunidad quiero resumir aquí, para ustedes, la historia de,
mi Nadja.
En 1941 Silvester Korzeniowski tenía
9 años cuando su familia como muchos refugiados polacos se transladaron hasta
Kobrin. En esos días la población de judíos en esa ciudad llegó a ser de más de
8.000 personas. Kobrin al caer bajo la égida germana sería convertida en un getho.
Las condiciones de la familia fueron empeorando a medida que nuevos
contingentes de prisioneros judíos se incorporaban a la ciudad hasta el año 1942, cuando a Silvester,
ya de 10 años, con sus padres y sus tres hermanos, Abraham el mayor, Hanna su
hermanita y Enoc el menor, le tocó ser testigo presencial de la ejecución de
cientos de judíos por los alemanes. La División 707 del ejército
alemán, fusiló a 10.000 partisanos que habían sido capturados y los sepultaron
en una fosa común. Entre algunos de los supervivientes del levantamiento de
Lakhva entre quienes huyeron a los campos cercanos y se unieron a los
partisanos estaba Silvester Korzeniowski, (no había cumplido aún los 12 años)
quien recibió protección directa de Kopel Kopanistky, un joven menor de 20 años
de edad. Korzeniowski vuelve a hacer su
aparición entre los judíos de Dubrovnik el año 1949. La gran familia hebraica
lo acogería y le ayudaría a costear sus estudios de Medicina en territorio
italiano, estudios que finalizaría en Viena en la década de los años 50.
Nadja Kovac nació en las afueras de Zagreb en el
invierno del año 1938, su padre tenía una
pequeña granja en el campo donde vivía con su mujer y tres hijos. Nadja fue la
primera niña en aquella familia de campesinos croatas, muy católicos. La
presión que el gobierno regional, comandado por serbios religiosamente
ortodoxos, ejercía sobre los campesinos croatas se hizo insostenible y los
Kovac terminarían por perder su casa y su tierra. Nadja vería como las
posesiones de su padre fueron confiscadas para resignarse toda la familia a
vivir en las zonas marginales de Zagreb. Durante la invasión de Alemania, su
familia comenzaría a ser diezmada. Nadja con su madre y sus hermanos llegarían
a Dubrovnik durante el invierno del año 1949. Ese año se desataría una
epidemia de escarlatina en Zagreb y el doctor Ángelo Cohen con su joven
ayudante Silvester Korzeniowsk viajarían hasta la ciudad capital para atender algunos de los más
de 3.000 casos de pacientes febriles.
Nadja y su madre regresaron desde Dubrovnik a
Zagreb en 1950. La joven Nadja reanudaría
sus estudios en Zagreb. Jaim Grudzinsky y Silvester se conocieron en Venecia el año 1951 cuando él estaba recién llegado a Italia desde Dubrovnick y vivía con una familia sefardita en una
calle en el getho judío veneciano. En esos días Silvester estudiaba
preparándose como aspirante a la Facultad de Medicina de la Universidad de
Padova y Jaim, un par de años mayor que él, también procedente de una familia
hebraica de polacos, esperaba igualmente iniciar sus estudios de Leyes en la
Universidad de Florencia. En 1954 Nadja de 16 años emigraría a Italia con su madre. Para la época
uno de sus hermanos menores había fallecido y la señora Kovac trabajaba para
mantener a Nadja y a Nicolai haciendo bordados multicolores en pañoletas que
vendía a determinados comerciantes. Inicialmente vivieron en Venecia y luego se
trasladaron a Florencia. Nadja hizo algunos trámites para intentar inscribirse
en La Escuela de Arte de la Universidad de Zagreb al año siguiente, pero no lo
conseguiría. Finalmente se mudaría con su madre desde la población de Lucca a
la ciudad de Padova donde la joven comenzaría a trabajar en un café cercano a
la Universidad.
Silvester conocería a Nadja en 1955, cuando ella era una rubita
mesera de 18 años en el café La Taverna, un sitio frecuentado por los
estudiantes de medicina donde se cenaba y se bebía cerveza por un precio muy
reducido. Tras unos meses de galanteo y sueños que para el estudiante de
medicina eran tórridas pesadillas, Nadja accedió a salir con él y meses más
tarde terminarían viviendo juntos en una buhardilla donde Silvester estudiante
ya del tercer año de medicina continuaba apasionado por el tema de los
microbios soñando quizás con poder dedicarse por entero a la bacteriología. En 1956 Silvester regresó con Nadja hasta Dubrovnik. Lo hicieron por mar
en un viaje que resultó complicado por una tormenta, y en el cual ellos
vomitaron hasta deshidratarse. La pasaron muy mal, hasta que finalmente
llegaron a la casa del doctor Cohen y de Simona, maltrechos y enfermos. Fueron
acogidos como sus hijos, con gran cariño.
La pareja
regresaría a Padova por tierra, enamorados y cada vez más decididos a vivir
juntos para siempre. Sería Jaim Grudzinsky quien llegaría a visitarles
sorpresivamente y sin previo aviso. Se presentó en Padova tocando la puerta de
la buhardilla que compartían los jóvenes, muy cerca de la Universidad y su
arrolladora personalidad impactó a Nadja y alegró la vida de su amigo
Silvester. Silvester prefirió no confiarle a Nadja lo que antes de partir le
expresara su amigo sobre ella. Jaim le confesó estar perdidamente enamorado de
Nadja, de su mujer por lo que le juró que les dejaba con dolor para no faltarle
a él, porque ella le había desmigajado el corazón.
Silvester
había recibido una propuesta para terminar su carrera de medicina en Viena. Se
trasladaría en julio del año 1958 a la grande y famosa universidad austriaca donde el profesor
Hoffman le había aceptado para que ampliase algunos trabajos de bacteriología. Nadja
se mostró siempre entusiasmada sobre el viaje. No obstante, unas semanas antes
de viajar a Viena, al regresar una tarde a su casa, Silvester no encontró a
Nadja. No estaban sus ropas y no existía ni una nota para explicar su
desaparición. La buscó en la ciudad, y luego viajó por tren a Florencia donde
ella y su amigo Jaim parecían haber desaparecido.
El
mes de julio del año 1959, Silvester comenzó
a estudiar las asignaturas que le faltaban para cumplir con su último año de su
actividad hospitalaria. Pudo ubicarse en una habitación decorosa, comprar
libros y tratar de olvidarse de Nadja. El mes de diciembre de ese año regresaba
a su casa en medio de la ventisca tras una nevada, para encontrarse en el
portal de su vivienda a Nadja con una niña pequeñita en el regazo. Silvester
aceptó que Irina, ya de 11 meses era su hija, y sin mucha discusión aceptó que
madre e hija ingresaran para quedarse en la calidez de su casa. Varios meses
tardó Nadja en relatarle a Silvester de cómo habían vivido ambos en Paris hasta
cuando ella comenzó a percibir que tras el nacimiento de Irina, Jaim pareció
cambiar y la dejaba para salir solo. Ella notó que había comenzado a enfriarse
en él su cariño.
A
mediados del año 1960 Silvester Korzeniowski se graduó como Médico Clínico en la
Universidad de Viena y el profesor Hoffman le otorgó un reconocimiento especial
de manera que fue aceptado en el Laboratorio de Microbiología recién creado por la
Universidad, donde habría de percibir un buen salario y tendría tiempo para
dedicarse a trabajar haciendo investigación sobre los bacilos de Koch. Durante
el mes de marzo del año 1961, Nadja volvería a
desaparecer. Se había ido con Irina, de nuevo sin dejar rastro y Silvester
decidió que ésta vez habría de ser para siempre. Piero Itriago y yo, Arístides
Sarmiento, quien para ese año recién había cumplido 25 años, haríamos contacto
con el joven doctor Korzeniowski de 30 años y le
propondríamos que creyese en nosotros y aceptase la oferta de venir a trabajar
en un Sanatorio Antituberculoso y en el Leprocomio de la isla de Providencia en
la ciudad de Maracaibo.
Iniciándose el siglo XXI, Silvester Korzeniowski volvió a tropezarse con su antiguo
amigo de la juventud Jaim Grudzinsky. Fue aquel un encuentro inesperado, y para
sorpresa del microbiólogo se produjo en la capital del país que él había
adoptado como su patria: la “tierra de gracia”. Asistía Silvester a un Congreso
de Microbiología en Caracas y estaba sentado en el lobby del hotel Eurobuilding
a la espera de un taxi que lo trasladaría a un hotel más modesto donde se
hospedaba, cuando Jaim se plantó frente a él. La sorpresa le impidió a Silvester sentir algo más allá del asombro y
no sin cierta dificultad se levantó para saludarle. Los dos hombres, ya
septuagenarios se abrazaron y de inmediato, Jaim, quien se veía más joven que
el mismo Silvester, lo atrajo a su lado y se sentó mientras comenzaría a relatarle
las razones del porqué estaba en el país y sobre ciertos importantes negocios
que lo conectaban con venta de armas a las Fuerzas Armadas Nacionales…
Mi novela se desarrolla en el año 2011,
por lo que el destino de Nadja y de sus hijos, así como el de Silvester y de sus
nietos, e igualmente el de Jaim Grudzinsky y sus negocios, terminará por esclarecerse al final
como parte de la trama de la novela, donde muchos otros protagonistas transitan
en medio de la Venezuela del chavismo y sus conexiones con el iraní Mahmud Ahmadineyad, con los bielorusos Viktor Vladimirovich Sheiman y el dictador Lukashenko,
con los miembros de las FARC cuando las acciones guerrilleras de Iván Márquez
ya se conocían a través de la computadora confiscada de Raul Reyes y era
virulenta la diatriba de Chávez con el presidente de Colombia Alvaro Uribe Velez.
Puede que algún día se publique una nueva edición de “2011 el año de la lepra” y
ojalá que sea eficientemente distribuida, o que se venda. No hay que perder la
esperanza… En la actualidad, entiendo que hoy día, a su lectura solo se pueda
acceder como un E-book de KDP en Amazon, y
como decía el famoso periodista Oscar Yánez: “Así son las cosas”…
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