Vampirismo, psiquiatría e historia
Sobre los vampiros, tenemos muchas historias, o leyendas; hay obras literarias y películas que han
florecido alrededor de la mitología serbio-rumana con la consiguiente adopción de las clásicas “supersticiones
transilvánicas”. Todo esto antes de
Bram Stoker y después con la posterior resurrección de Vlad Tepes El empalador, se consolidarían las numerosas presentaciones
fílmicas, desde las de Bela Lugosi, y
de Peter Cushing sin olvidar quienes tengan memoria audiovisual, al
incomparable Christopher Lee. Todo aquello desde Nosferatu el vampiro,
película muda del cine alemán de 1922, dirigida por F.W.Murnau, seguida años
después en 1979 por Nosferatu, el vampiro de la noche de Werner Herzog con Klaus
Kinski, y el año 2000 La sombra del vampiro, reviviendo la
aventura de FW Murnau en un filme de humor negro dirigido por E.Elias Merhige y
protagonizado por John Malkovich y Willem Dafoe, sin tener que llegar a “Crepúsculo”, que , ¡por favor! Ya estamos en el siglo
XXI dirán algunos, sin que otros dejen de gozar, reviviendo aquella tradición que asegura,
un vampiro es un ente inmortal que regresa del otro mundo para alimentarse de
la sangre de inocentes, y que además
puede o no mutar a voluntad en murciélago hematófago, a quien por demás urge, para
resolverlo, o darle “matica de café”, atravesarle el corazón con una estaca de
madera, ¡qué tal!
Parece existir el extraño caso de las personas que
creen ser vampiros, lo que ha originado un síndrome clínico conocido como
vampirismo o síndrome de Renfield. Los casos son puntuales y en realidad este
diagnóstico se considera una enfermedad mental. El nombre otorgado al síndrome
viene de un personaje del libro “Drácula” quien seguía a este vampiro. El
término de síndrome de Renfield fue utilizado por primera vez
en 1992 en el libro de Richard Noll
(1959) un psicólogo clínico, escritor
y profesor universitario estadounidense, conocido
por sus publicaciones sobre la historia de la psiquiatría, y por sus libros y artículos sobre la historia de
la demencia precoz, la esquizofrenia y el vampirismo. Aunque
éste utilizara el nombre de Renfield como parodia, el término ha quedado
marcado para hablar de este tema.
En referencias anteriores, es necesario mencionar al
psiquiatra alemán Richard van
Krafft-Ebing quien en 1886, era un defensor a ultranza del
victorianismo, centrado en la procreación y el estándar heterosexual,
promoviendo el mayor control posible por parte del Estado de las “inmoralidades”.
Krafft-Ebing utilizó para “el
vampirismo” el término de “Psychopathia Sexualis”. De acuerdo con
informes históricos en la literatura psiquiátrica, un acontecimiento clave en la infancia llevaría a imaginar una lesión
arterial o la ingestión de sangre como algo excitante. El síndrome
de Renfield comienza con autovampirismo o hematofagia, y luego avanza a dos
etapas: Zoofagia y Vampirismo. En
realidad el cuadro clínico se caracteriza por beber sangre de forma compulsiva periódicamente, y sentir afinidad con la
muerte y tener una identidad incierta. En 1983 Hemphill y Zabow
intentaron describir el trastorno basándose en el “moderno” mito de los
vampiros, pero su muestra clínica no
expresó ningún interés en el sexo, y la ingestión de sangre representaba
una conducta compulsiva, que no mostraba ninguna capacidad de comprender la
experiencia o atribuirle ningún significado.
Han tenido que pasar casi 100 años desde la muerte
de Krafft-Ebing para que se haya
empezado a reconsiderar esta imagen tenebrosa y el aldabonazo definitivo
vendría con la publicación de Stepchildren of nature. Krafft-Ebing,
Psychiatry and the making of sexual identity (2000) del historiador
holandés Harry Oosterhuis, en un libro que resulta ser un impresionante fresco
biográfico y social, que recoge la evolución y contradicciones de Krafft-Ebing.
Aunque al final de su vida Krafft-Ebing pide despenalizar la homosexualidad, y
se le va volviendo más borrosa la linde entre lo normal y lo anormal, un siglo
después, mutatis mutandis, sucede lo mismo leyendo ciertos manuales de
sexología. Lesley Hall (2002), ha señalado que una limitación del proyecto de
Krafft-Ebing fueron las mujeres; tal vez por razones económicas, sociales o
culturales, las mujeres no estaban en condiciones de acudir a consulta o de
mantener con hombres una relación más o menos igualitaria. Crozier (2001) ha opinado
que el libro de Oosterhuis es “el mejor libro de historia de la sexología
escrito por una sola persona” y además es el libro de referencia sobre
Krafft-Ebing.
En marzo del año 2016 en un tweeter que apareció en
este blog y reproducido en Facebook, se hablaba de los vampiros y las estacas.
A propósito de que “la historia es cíclica y repetitiva”, aproveché para
brevemente hablar de Nicolás Ceaușescu, quien estaba empeñado en construir una “sociedad socialista multilateral” e ideó
un programa de demolición, para remodelar la ciudad de Bucarest, dañada por un
terremoto. Durante la construcción del Palacio del Pueblo en Bucarest, murió
mucha gente con la demolición de localidades trasladando a sus habitantes a edificios
de bloques en otras ciudades y arrasó varios pueblos húngaros en Transilvania
pretendiendo homogeneizar la población. De allí su comparación con el príncipe Vlad
El empalador. El endeudamiento
externo resultaría en escasez de comida, de energía y de medicamentos,
transformando la vida diaria de los rumanos en algo parecido a lo que transita
Venezuela en la actualidad, una lucha por la supervivencia. Entretanto, Elena y
Nicolás Ceaucescu, tenían total control del partido comunista, manejaban a su
antojo el sistema judicial, así como el ejército, los sindicatos, la juventud
comunista y sus fuerzas de choque, similares a “los colectivos”. Ella se hacía llamar,
La Madre de la Nación y él era sencillamente un dictador. En la navidad de
1989, ambos convocaron una manifestación de apoyo, y como siempre, en autobuses
llegaría la gente de todas las regiones de Rumania, con en cientos de pancartas
que mostraban la imagen de la pareja. En las filas de los jóvenes comunistas al
frente de aquella gran manifestación, comenzaron a abuchear a la pareja y
sorprendido, el dictador detuvo su discurso. Elena ordenó entonces que dispararan
sobre la muchedumbre, pero no le obedecieron y habría de rebelarse igualmente
el ejército. A pesar de haberse escapado en un helicóptero, la pareja
presidencial sería capturada, y sometidos a juicio ambos serían condenados a
muerte.
Sergio Ramírez, el escritor nicaragüense, en julio
del año 2010 escribió un artículo titulado “La estaca en el corazón” donde se
refirió al caso de Nicolás Ceaucescu y recordaba a Vlad El empalador, y las estacas de madera para los vampiros. Relató allí
como la exhumación de los cadáveres de la pareja dictatorial rumana, se hizo a
solicitud de los familiares pues habían sido enterrados en secreto por temor a
que la muchedumbre enardecida profanase los cadáveres. Sergio Ramírez, finalizaba
su artículo diciendo que la exhumación “pasó
bastante desapercibida, pues resonó más la que el presidente Chávez hizo de los
huesos del Libertador Simón Bolívar cuya calavera alcanzó a tener entre sus
manos, y pudo interrogarla”… Con esta reflexión, hace 9 años, finalizaba
Sergio Ramírez su artículo.
Mississauga,
Ontario, el 4 de marzo, mes de los idus del calendario romano, este año 2019
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