Monteiro Lobato y la Literatura infantil
José Bento Renato
Monteiro Lobato (Taubaté,
estado de
São Paulo;1882-1948) fue uno de los
más influyentes escritores de literatura
infantil en Brasil durante el siglo XX. Un pionero en
este campo de la literatura en su país, que conforma la mitad del total de su
producción literaria, ganó popularidad por el carácter educativo y divertido de
las obras que dirigía a este público. Se destacan los veintitrés libros de la
serie El Rancho del Pájaro Amarillo, donde se
narran las aventuras de dos niños Perucho y Naricita, junto a Emilia una muñeca
de trapo, entre otros personajes. La otra mitad de su obra literaria, se
compone de numerosos cuentos, artículos, críticas, un estudio sobre la
importancia del petróleo y una única novela, El presidente negro, donde expone sus
ideas sobre eugenesia y superioridad
racial y de géneros.
A pesar de su intensa actividad
política, Monteiro Lobato fue básicamente conocido por las colecciones sobre
folclore brasileño y por los libros para niños. Se dedicó a la literatura
infantil en obras de gran imaginación, en las que se valió de recursos
ficcionales como vehículos didácticos de diversas materias de enseñanza. En sus
creaciones está presente su carácter moralista y su lucha por los intereses de
Brasil, donde funde lo fantástico y lo pedagógico. El universo mágico es una
especie de metáfora de su país, de las facetas y problemas del pueblo. El grupo
de amigos de un lugar imaginario, el
Sitio de Picapau Amarelo, aparece en todos sus libros infantiles; sus
historias, siempre presentan conceptos completamente adelantados a su tiempo.
La trama tenía como protagonistas a Naricita
y Perucho, dos
niños que vivían con su abuela doña Benita
y la tía Anastasia,
una mujer negra que se encargaba de las tareas domésticas. La historia se
dispara cuando aparece Emilia
una atrevida muñeca de trapo que habla y los chicos se ven envueltos en muchos
enredos en la Quinta de
Benteveo, ubicada en una zona rural de Brasil. Estas historias
sitúan a Monteiro Lobato como uno de los escritores más importantes en el
género de la literatura infantil escrita en portugués.
Después de
mucho tiempo, la editorial Losada,
en 2014, con el apoyo de la embajada de Brasil, volvió a editar en Argentina
esta obra maestra de la literatura infantil latinoamericana: la saga de “Las travesuras de Naricita”, de Monteiro Lobato (1882-1948).
Una serie de libros que marcó a varias generaciones de chicos entre las décadas
del 1940 y 1970. El primer libro
de ese relanzamiento contó con un prólogo de la, para la época presidenta Cristina
Kirchner en el que cuenta su relación con estos relatos y la
compañía que le brindaron los personajes durante su infancia como lectora. El 29 de
enero de 2014 Hugo
Zapata en su blog “Blog de vicios personales”,
publicaría un artículo intitulado “Cristina
prologó un libro de un autor acusado de racista”, refiriéndose
a una nota del “diario Perfil” más interesada
en buscar un excusa para pegarle a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que tratar con seriedad un tema que
es por demás muy interesante.
Resulta imprescindible conocer bien la obra de Monteiro Lobato
antes de manifestar juicios libremente sobre quien es un prócer de la
literatura infantil, uno de los más grandes autores del género, junto con L.Frank Baum, E. Nesbit y Roald Dahl. Monteiro Lobato fue un auténtico pionero en
trabajar en la década de 1920, desde la parodia y el humor, a los clásicos
personajes de los cuentos de hadas; un estilo que 70 años después se vio
plasmado en la primera película de Shrek. Los
protagonistas se cruzaban con otros personajes literarios clásicos, y con
los dibujos animados, como el Gato Félix,
y personajes históricos. En “Las nuevas travesuras de Naricita“,
el segundo tomo de la saga se enfoca a pleno en la literatura de fantasía y los
protagonistas se cruzan con los clásicos personajes de los Hermanos Grimm, de “Las mil y una noches” e
inclusive figuras históricas como Esopo
y La Fontaine. Los
relatos estaban plagados de situaciones delirantes y absurdas. Elementos que Lobato
también tomó de la saga de Oz,
de L. Frank Baum, a
quien el autor consideró entre sus referentes, al igual que J.M. Barrie (Peter Pan). Lobato creó
además la industria editorial en su país y muchas escuelas llevan su nombre en
Brasil.
Hace poco en Brasil volvió a estallar un debate en los medios a
raíz del cuarto libro de la serie, “Las cacerías
de Perucho”, donde el niño en un momento trata de mono a la tía
Anastasia cuando se enoja con ella. Como el personaje es una mujer negra esto
se consideró una ofensa grave. La saga de Naricita se lee desde hace décadas en
las escuelas de Brasil. Hay profesores que creen que debería ser prohibida en
los colegios, porque tienen contenido racista, pero la gran mayoría de los
intelectuales y escritores de ese país sostienen que no se debe prohibir la
obra de Lobato y que en todo caso los libros deben ser revisados y debatidos en
las aulas. El tema con estas novelas es que tienen expresiones que hace 70 años
atrás pasaban completamente desapercibidas en la sociedad y no generaban
problema y hoy son cuestiones más sensibles, y tal vez algunos diálogos
deberían ser revisados para los niños más pequeños que no tienen la capacidad
de contextualizar las obras en el tiempo en que fueron escritas.
Algo muy similar pasó con los cómics de Tintín, de Hergé y las obras de Osamu Tezuka (Astroboy) que también
tuvieron que ser revisadas por frases y estereotipos raciales similares, que
hoy no están bien vistos. Es famoso el polémico “Tintín en el Congo” que tuvieron que modificar
porque era terriblemente racista y le cambiaron algunos dibujos y diálogos en
las reediciones que se publicaron en los últimos años. Una situación parecida
surgió el año pasado en Estados Unidos con el cómic de los Cuatro Fantásticos donde
algunos lectores se quejaron porque modificaron la manera en que se conocían
los protagonistas Reed Richards y Sue Storm. En la serie actual
de Marvel los personajes
se conocen mientras son estudiantes universitarios. En la historia que se había
planteado en 1985, Reed era un tipo de veinte y pico y la conocía a Sue cuando
tenía 12 años. Hoy esa situación, que no causó polémica en su momento, sería
totalmente inaceptable porque Reed sería visto como un pedófilo y por eso
tuvieron que modificarlo.
En lo personal debo señalar que tuve la suerte, con mis hermanos,
de leer las obras de Monteiro Lobato en mi infancia, gracias a la importancia
que mis padres reconocieron en la lectura para nuestro desarrollo y ellas me
abrieron un universo de posibilidades donde nuestra imaginación volaba entre
los detalles reales e históricamente verdaderos que alternaban entre extraños e
inverosímiles personajes. Aprovecho para mostrar la imagen de la portada de uno de aquellos
libros y el listado de los 23 tomos que fueron un verdadero tesoro de nuestras
lecturas infantiles.
Mississauga,
Ontario, lunes 25 de marzo, 2019
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