viernes, 24 de marzo de 2023

Ceratias holboelli


En 1867 nació Bjarni Saemundsson, el primer biólogo islandés que decidió dedicarse a estudiar la pesca. Lo hacía sin financiación y cuando su trabajo como profesor de instituto se lo permitía. En mayo de 1917, apareció en las redes de un barco pesquero un pez muy peculiar, así que se lo llevaron a Saemudsson para su estudio. Se trataba de una hembra de la especie Ceratias holboelli. En un artículo publicado en 1922, el biólogo islandés expresaba su asombro tras ver el pez:“Me sorprendió encontrar que en el lado derecho de su tripa tenía dos juveniles colgando, unidos por la nariz. A primera vista parecía que estos pequeños eran simplemente trozos de piel. No puedo hacerme una idea de cómo o cuándo las crías se han unido a la madre. Esto es un rompecabezas para que algún futuro investigador lo resuelva”.

Tan solo tres años después, un científico británico - Charles Tate Regan- cuya especialidad era describir y clasificar peces,-quien se puede ver en una fotografía-al llegar a sus manos un ejemplar de Ceratias holboelli, noto que debajo de las branquias, tenía unido un pez de una manera muy similar a lo que había descrito Saemudsson anteriormente, pero al diseccionarlo, se dio cuenta de que estos peces pequeños no eran crías, sino machos de la misma especie…“El pez macho es simplemente un apéndice de la hembra y depende completamente de ella para su nutrición. Tan perfecta y completa es la unión del marido y la mujer, que casi se puede estar seguro de que sus genitales maduran simultáneamente. Quizás no sea demasiado fantasioso pensar que la hembra pueda controlar la descarga seminal del macho para asegurarse de que se lleva a cabo en el momento adecuado para la fertilización de sus óvulos”.

Para acercarnos más a la actualidad, y recordamos la película Buscando a Nemo, se pueden ver los cerátidos que son esos peces con bocas gigantes y dentadas que viven en los abismos de los mares, por debajo de los 300 metros de profundidad. a profundidades tales donde no llega la luz del sol, así que estos monstruos marinos tienen que utilizar un señuelo luminoso para atraer a las presas. La bioluminiscencia es producto de una relación simbiótica con las bacterias que habitan en la lámpara y proporcionan luz a cambio de nutrientes y protección. Sin embargo, todas estas características son únicamente las hembras, ya que esta especie tiene un dimorfismo sexual muy especial, del cual nos ocuparemos hoy en este blog.

Los Lophiiformes son un orden de peces teleósteos de enormes cabezas, anchas, chatas y deprimidas, con enorme boca, piel desnuda, aletas carentes de espinas, y aletas pectorales sostenidas por un corto brazo. . Pueden crecer hasta alcanzar los 2 metros, aunque lo más común es que lleguen hasta 90 cms. Su peso máximo es de 30 kg Estos peces comprenden dos familias importantes, lofidos y antenaridos. Pueden crecer hasta alcanzar los 2 metros, aunque lo más común es que lleguen hasta 90 cms. Su peso máximo es de 30 kg. Algunas especies particularmente las del suborden Ceratioidei -como ejemplo está el rape de aguas profundas- presentan un dimorfismo sexual extremo y se caracterizan por mostrar una simbiosis sexual del macho pequeño con la hembra mucho más grande. Las hembras de Ceratias holboelli pueden ser hasta 500.000 veces más pesadas que los machos.

Estas especies, son llamados peces óseos por su modo característico de depredación, ya que poseen un rayo de aleta luminiscente (la esca o ilicium) con un ensanchamiento en su extremo libre movible en todas direcciones que actúa como un polo de atracción para otros peces. Algunas especies bentónicas (viven en la base del océano) tienen "patas" en el pectoral y las usan para "caminar" por el suelo del océano.

De este modo pueden atraer a otros peces lo suficientemente cerca para ser engullidos en un rápido movimiento. Esta luminiscencia del ilicium proviene de bacterias simbióticas, que se cree que se adquieren del agua de mar donde habitan, en sus alrededores. Muchos de estos peces viven principalmente en el océano abisal, zona afótica, donde el agua es tan profunda que nada de luz solar penetra para la fotosíntesis, por lo que estos predadores poseen los mencionados señuelos bioluminiscentes – via simbiosis bacteriales.

En una adaptación vinculante, los Lophiiformes son grisáceos, tienen enormes cabezas, anchas, chatas y deprimidas, son pardos oscuros o negros, invisibilizándose y haciendo aparecer sólo el adminísculo luminiscente. La ancha boca se extiende en la circunferencia anterior de la cabeza, y ambas mandíbulas están armadas con bandas de largos y puntiagudos dientes, inclinados hacia adentro, y hasta los puede mover algo hacia adentro para no ofrecer impedimento al tragado, y prevenir cualquier escape desde su boca. Pueden además distender sus mandíbulas y estómago (sus huesos son delgados y flexibles) a enormes proporciones, pudiendo engullir una presa dos veces más larga que su cuerpo.

La mayoría son abisales, pero hay varias familias que tienen representantes de aguas superficiales, como los peces sapo (familia Antennariidae). Otras familias que viven en aguas superficiales son los Lophiidae y los Ogcocephalidae. Esas familias también tienen representantes de aguas profundas, que pertenecen a la superfamilia Ceratioidea.

Quizás uno de los detalles más interesante de estos curiosos peces habitantes de las profundidades sea su sorprendente método de apareamiento: Como ellos son escasos y muy difícil de encontrarlos por su mimetismo, hallar compañero es un problema. Cuando se los comenzó a estudiar y capturar, se encontraban exclusivamente hembras. Estos peces tenían poco tamaño, y todos tenían “unos parásitos” adosados a ellos. No se supo qué eran, hasta descubrir que esos "parásitos" eran los ceratioidos machos.

Cuando un macho de esas especies sale del huevo, ya está equipado con un olfato desarrollado para detectar aromas en el agua. Su aparato digestivo se va atrofiando, y son incapaces de vivir independientemente, de modo que deben encontrar una hembra rápidamente, o sus reservas se agotan y se mueren. Serán precisamente estos sus órganos sensibles olfatorios los que les ayudan a detectar las feromonas que señalan la proximidad de una hembra. Cuando la hallan, se le pegan a su flanco, y segrega una enzima que digiere la piel donde toca, y su boca se fusiona con la hembra a nivel de vasos sanguíneos.

El macho luego se atrofia para tener solamente las dos gónadas y emitir semen en respuesta a las hormonas en la sangre de la propia hembra, indicando la presencia de un óvulo a fecundar. Este es un ejemplo extremo de dimorfismo sexual. Así, siempre la hembra tiene al macho listo para fecundar. Los huevos de los lophiiformes son muy singulares. Es una fina película de material gelatinoso transparente de 50 a 75 cm de ancho y de 6 a 7,5 m de largo. Los huevos están en unicapas, y cada uno en su propia cavidad. los huevos se liberan en el mar. Las larvas nadan libremente y tienen su pelvis alargada en filamentos.

Los huevos de los lophiiformes son muy singulares. Es una fina película de material gelatinoso transparente de 50 a 75 cm de ancho y de 6 a 7,5 m de largo. Los huevos están en unicapas, y cada uno en su propia cavidad. los huevos se liberan en el mar. Las larvas nadan libremente y tienen su pelvis alargada en filamentos. La distribución de Ceratias holboelli es circunglobal, habitando en aguas tropicales y templadas de todo el mundo.​ Se han encontrado en las zonas mesopelágicas y batipelágicas de los océanos Atlántico, Pacífico e Índico; aparentemente no esta presente en el océano Antártico. Su rango de profundidad está entre 150 y 3400 m; sin embargo, su capturada suele ocurrir entre 400 y 2000 m. ​Uno podría preguntarse. ¿Por qué no existen otros animales con parasitismo sexual?

En realidad, este solo es el caso de unos pocos cerátidos, ya que existen 168 especies y en apenas 23 de ellas los machos están obligados a unirse permanentemente a las hembras para sobrevivir. En la mayoría, los machos se unen temporalmente o no llegan a hacerlo. Los médicos que hacen trasplantes, saben que unir cuerpos diferentes no es nada fácil pues el sistema inmunológico de cualquier vertebrado rechaza un tejido que no es el suyo. Pero en los cerátidos esto no ocurre. Hay hembras que pueden llegar a tener hasta ocho machos distintos fusionados. Se ha estudiado cómo puede ser esto posible y en 2020 se publicaron los resultados en la revista Science mostrando que en estos peces aparecen cuatro mutaciones distintas que producen una reducción de la respuesta inmunológica.

Podría ser que el parasitismo sexual haya impulsado los cambios en las defensas, pero los autores del estudio opinan que es más probable que fuera al revés. Es decir: estos peces tienen un sistema inmunológico diferente que permitió el parasitismo sexual, que en otros animales es imposible. Hay especies como el Gigantactis vanhoeffeni cuyos machos no fusionan sus tejidos, pero ya presentan algunas de estas diferencias genéticas.

REF: Laura Camón graduada en Biología por la Universidad de Salamanca y Máster en Primatología por la Universitat de Girona, es una comunicadora científica, a quien debo gran parte de la información sobre estos peces.

Maracaibo, viernes 24 de marzo del año 2023

No hay comentarios: