Entre todos los animales, no hay duda de que los cefalópodos se encuentran entre los más inteligentes. Pulpos, calamares y sepias han demostrado en muchas ocasiones ser capaces de resolver problemas de gran dificultad, y todos ellos cuentan con sistemas nerviosos de una complejidad solo comparable a la de los mamíferos.
Desde septiembre en 2017 conversábamos en este blog sobre los pulpos y su habilidades, en aquel año hablando de los pulpos “de sangre azul” (https://bit.ly/3mVTpe7) y en septiembre, el año pasado 2022 mostramos unos pequeños pulpos de anillos azules (https://bit.ly/3mZUiSO) que son muy venenosos. Algunos investigadores dadas sus extrañas habilidades han llegado incluso a proponer que los pulpos vinieron del espacio. El 3 de agosto de 2015, cuando el genoma del pulpo se publicó en 'Nature', algunos de los científicos que trabajaron en su secuenciación se referían a este animal como a “lo más parecido a un extraterrestre” .
Durante mucho tiempo, los científicos se han preguntado por qué un sistema nervioso tan complejo pudo llegar a desarrollarse sólo en este tipo de moluscos. Ya en 2019, Rajewsky había leído una publicación sobre análisis genéticos realizados en pulpos donde habían descubierto que en estos cefalópodos se produce gran cantidad de edición de ARN, o sea que hacen un uso extensivo de ciertas enzimas que pueden recodificar su ARN. En 2022, un estudio en 'Science Advances' publicado por Rajewsky y sus colegas del Centro Max Delbrück, en Berlín, explicaron que los pulpos poseen un repertorio enormemente expandido de microARN (miARN) en su tejido neural.
Al pensar que los pulpos podrían ser buenos no solo para editar, sino que también podrían tener otros secretos, en colaboración con la estación de investigación marina Stazione Zoológica Anton Dohrn, en Nápoles, se examinaron muestras de 18 tipos diferentes de tejido de pulpos muertos y estos estudios revelaron que estos pulpos llevaba a cabo una gran cantidad de edición de ARN, con una espectacular expansión de un conocido grupo de genes de ARN, los microARN y se encontraron 42 nuevas familias de miARN, en el tejido neural y principalmente en el cerebro.
Los micro-ARN son pequeñas moléculas de ARN no codificantes que regulan la expresión génica a nivel post-transcripcional. Generalmente actúan sobre la expresión genética mediante el silenciamiento o la degradación de los ARNm, y están implicados en la regulación de varios procesos biológicos, como la diferenciación celular, la proliferación, la apoptosis y en el desarrollo embrionario y tisular. Los miARNs representan solo un 2-3% del genoma humano, y se calcula que pueden regular la expresión de aproximadamente un 60% de los genes.
En diciembre del año 2021 (https://bit.ly/3LvRdo4) ya les decía que los pulpos “tienen un sistema de ganglios que forman centros nerviosos y envían mucha información desde todo el cuerpo: algo similar a una red, tal y como el Internet”… Desde una perspectiva evolutiva, los pulpos son los únicos entre los invertebrados, que tienen un cerebro central y un sistema nervioso periférico, que es capaz de actuar de forma independiente. Si un pulpo pierde un tentáculo, el tentáculo permanece sensible al tacto y aún puede moverse.
También es cierto que los pulpos son los únicos que han desarrollado funciones cerebrales tan complejas como el hecho de que usan sus brazos para tareas que requieren de mucha habilidad, (como herramientas para abrir caparazones). Los pulpos también pueden recordar cosas. Pueden reconocer a las personas y, gustarles más algunas que otras. Los investigadores ahora creen que incluso sueñan, ya que cambian el color y las estructuras de la piel mientras duermen.
En febrero de 2022 destacábamos que (https://bit.ly/42lx6ky) que los pulpos son los invertebrados más completos a nivel neurológico y señalábamos previamente como el dolor en los pulpos no se limita a una respuesta orgánica ante lesiones o estímulos dañinos, el dolor o pesar, ya se había observado en los vertebrados, como en los chimpancés y en los perros domésticos que lo padecen, un estudio reveló que los pulpos también tienen esta capacidad.
Recientemente un nuevo estudio publicado en la revista 'Current Biology' ha añadido un nuevo interrogante: tras monitorizar la actividad cerebral de estos cefalópodos, han encontrado unas señales que no tienen explicación. Los autores consiguieron adentrarse en la mente de los pulpos tras implantarles unos electrodos bajo la piel que podían registrar hasta 12 horas de actividad cerebral. Lo que significan exactamente las grabaciones aún no se ha descifrado, pero la investigación demuestra un primer paso para comprender los extraños e intrincados cerebros de estos animales únicos.
“Si queremos entender cómo funciona el cerebro, los pulpos son el animal perfecto para estudiar en comparación con los mamíferos”, explica Tamar Gutnick, investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (Japón) y de la Universidad de Nápoles Federico II (Italia) y completó señalando que: “Tienen un cerebro grande, un cuerpo increíblemente único y habilidades cognitivas avanzadas que se han desarrollado de manera completamente diferente a las de los vertebrados”.
Así, el equipo se fijó en los electrodos y dispositivos que se utilizan para rastrear la actividad cerebral de las aves en vuelo. Estos dispositivos a menudo están protegidos por una carcasa impermeable de plástico duro que tiene un perfil relativamente grande y, por lo tanto, no es adecuado para la implantación en pulpos, por lo que el equipo desarrolló una carcasa aerodinámica de tubos de plástico. “Si intentáramos conectarles cables, lo arrancarían de inmediato” -explicó Tamar Gutnick-, “así que necesitábamos una forma de poner el equipo completamente fuera de su alcance, colocándolo debajo de su piel”.
Seleccionaron para su trabajo tres pulpos de la especie Octopus cyanea, también conocido como el gran pulpo azul; un pulpo grande con una cavidad dentro del manto -la 'cabeza' del pulpo abombada-, en donde se podría acomodar el dispositivo. Los investigadores implantaron los electrodos dentro de cada pulpo, previamente anestesiado, directamente en los lóbulos frontales superiores verticales y medianos. Después se conectaron al manto del pulpo, donde se encontraba el dispositivo registrador, que tenía una batería para registrar durante 12 horas ininterrumpidamente la actividad cerebral del animal. Una vez insertado el equipo, los autores devolvieron a los pulpos a sus tanques, que tras un tiempo, despertaron y volvieron a su actividad normal -aunque esta vez, monitorizada-. También se instalaron cámaras de vídeo para grabar lo que estaban haciendo y comparar después la actividad cerebral con el comportamiento de cada pulpo.
Lo que quieren decir es un misterio. Los patrones no pudieron vincularse a ninguno de los comportamientos vistos en los vídeos. Pero, aunque pueda parecer misterioso, los autores recalcan que no tiene que encerrar una gran sorpresa: las regiones del cerebro en las que se colocaron los electrodos están asociadas con el aprendizaje y la memoria, y no se requirió que los pulpos realizaran ninguna tarea de aprendizaje o memoria durante el experimento.
Maracaibo, jueves 23 de marzo del año 2023
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