Me encontré un artículo, ya con el papel amarilleando, que en el diario El Nacional del año 1998 había escrito Mario Vargas Llosa con el título de “La bruja que pasa llorando” y se refiere primariamente al tema de “los nacionalismos” a través del análisis de un libro del Jon Juaristi “El bucle melancólico. Historias de nacionalistas vascos” (1998)…
La crítica literaria, -dice Vargas Llosa; hasta los años 50 o 60 del pasado siglo XX era el vector principal de la vida cultural, pero por desgracia ya había dejado de serlo y se había dividido en dos ramas, una periodística ligera y efímera y otra académica, seudocientífica y pretenciosa. El libro de Jon Juaristi puede ser visto como “un ensayo psicosocial” el cual a Vargas Llosa le recordaría el ensayo de Edmond Wilson “Patriotic Gore” sobre la literatura de la guerra civil norteamericana, y es que en “El bucle” de Juaristi, Vargas Llosa ve “pobreza conceptual” en sus textos con poemas e historias ficcionales de algo como lo que Sigmund Freud denominó “melancolía” que puede traducirse en la añoranza de algo que no existió. Algo “ido”, algo que es “el pasado perdido”, algo que nunca fue una realidad concreta y con la imaginación, o a fuerza de decirlo puede que terminen por fabricarlo…
“La ficción en una fuente importantísima en la literatura, capaz de poblar lo vacíos de la vida con los fantasmas que el miedo o la imbecilidad de los hombres requieran para complementar sus vidas. Esos fantasmas pueden ser benignos o malignos y a este último grupo pertenecen los nacionalismos”.
El poeta William Butler Yeats en 1902 inventó en el drama patriótico “Catheleen Houliban” para la mitología nacionalista irlandesa, la imagen de “la vieja que pasó llorando” y que personificaba la patria humillada y olvidada. Esto hizo Juaristi al crear toda una imaginería patriótica en uno de los capítulos más absorbentes de su libro, con mitos, rituales, liturgias y los delirios lingüísticos que sostienen el nacionalismo vasco, con “verdades” que no son racionales, son actos de fe, son dogmas... Estos nacionalistas- dice Vargas Llosa- no dialogan: descalifican, excomulgan y condenan.
“Ese nacionalismo está más cerca de la religión y de la literatura que de la filosofía o de las ciencias políticas. Leyendo “El bucle melancólico” se llega a la angustiante conclusión de que: aun si acaso el País Vasco no hubiese sido-durante el régimen de Franco- objeto de las intolerables vejaciones contra el euskera y las tradiciones locales, la semilla nacionalista hubiese germinado también. Es por esa “melancolía” con una entraña constitutivamente irracional que es capaz de ir hacia la violencia como aconteció en ETA”.
Puede que existan partidos nacionalistas de vocación democrática que se empeñen en trabajar dentro de la ley y del sentido común, pero eso no va a modificar el que todo nacionalismo llevado a sus últimas consecuencias desembocará en prácticas de discriminación e intolerancia o en un solapado y abierto racismo. Según Vargas Llosa “no hay escapatoria”. Se equivocan los que creen que ese libro, “El bucle...” solo está interesado en el problema vasco; lo cierto es que muchos de los mecanismos que describe -psicológicos y culturales- como fuentes del nacionalismo, resultan esclarecedores de un fenómeno que será cada vez más universal y me temo que lo veremos en el próximo siglo.Vargas Llosa encuentra coincidencias entre el libro de Jon Juaristi y el indigenismo andino al examinar la obra de José María Arguedas “La utopía arcaica” donde mitos y fantasías se imponen sobre las verdades históricas, e insiste en que pocos libros como ese muestran el cómo y por qué nacen los nacionalismos y a que abismos nos conducen.
De la relectura, deduzco- dice Vargas Llosa- que Jon Juaristi vivió en carne propia desde la cuna y en su medio familiar primero y luego como militante, la tragicomedia etarra, y que como muchos otros compañeros de generación fue capaz de tomar distancia y emanciparse de aquella enajenación que ahora pone al descubierto en este libro admirable.
Jon Juaristi el controversial poeta vasco-bilbaino, es un escritor –que fue premio nacional de ensayo en 1998 criticando el nacionalismo vasco en el libro ya mencionado- y también fue premio Euskadi de ensayo en castellano el año 2014; quien se hizo judío -“un judío diaspórico” se autodenomina él-, y quien en Sevilla el 2018 declararía que: … “dentro del nacionalismo español, el fuero les da a los vascos el privilegio de poder hacer lo que quieran, ellos representan la España primitiva, la España anterior a España, una España eterna, representan una comunidad que ha sido objeto de una ofensa irreparable por parte de España… Es complejo, pero esto se ha saldado con una victoria relativa, una paradójica victoria del nacionalismo vasco”…
Maracaibo, domingo 19 de marzo del año 2023
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